domingo, 9 de diciembre de 2012

Experimento Edén: Anunnaki, Lu.Lus y Nefilim , Juan Schreiber

Los mitos ancestrales y textos sagrados originales de prácticamente todas las culturas coinciden en resaltar la ascendencia “celestial” de la Humanidad en general y, más acusadamente, de ciertas “élites” “escogidas” en su seno. 
Precisamente en ellos se basa toda la elaborada teología y superideología que enaltece a unos pueblos, etnias y estirpes o linajes “selectos y tocados por un poder superior” sobre los restantes “simples mortales terrenales”, no mezclados con los “dioses”. Y, como es de esperar, cada comunidad cree firmemente o es indoctrinada a pensar que “ellos” son los “predilectos” y todos los demás no, claro. Esta es la piedra angular justificadora del insaciable ímpetu avasallador y la estructura política y social de todos los viejos y modernos sistemas de dominación y opresión, de forma más o menos explícita o hipócrita, consciente o inconsciente, primaria o intelectualizada. 
Actualmente, desde las tribunas y cátedras del “saber oficial”, suele tratar de explicarse tan ancestral y arraigada pulsión de los individuos y grupos humanos como algo “natural e inevitable”, cual el “Lado Oscuro” o peaje a pagar por el valioso trofeo de la inteligencia y la imaginación creativas y procesadoras de sueños, símbolos y abstracciones, obtenido a lo largo de nuestra ardua evolución a partir de los homínidos...

Pero, muy bien oculta tras esta acomodaticia y fácil fachada justificadora, bien puede esconderse una Verdad mucho más fascinante y, a la par, profundamente perturbadora...

Lo que no sería de extrañar, pues sabemos que “la Realidad siempre supera a la Ficción”...

Intentaremos adentrarnos más allá de los velos y la bruma del olvido, el Tiempo, el disfraz, la fábula y las nuevas vendas del paradigma estrictamente mecanicista, atisbando con la trémula pero persistente antorcha de la razón y la intuición..., con rigor, pero manteniendo la mente abierta.

Según múltiples restos arqueológicos antiquísimos y dichos libros e iconografías primordiales, las diversas razas humanas proceden de los “Elhoim”, también denominados por otras fuentes “Anunnaki”, “Zalmoxitas”, “Dioses-Serpentinos”, “Dioses-Dragones”, “Divinas Sierpes” y muchos otros nombres, ligados a cada diferente tradición religioso-cultural. Hablamos de relatos orales, escritos, ideográficos, jeroglíficos o visuales, grabados en tablillas, piedras, estolas, frisos, paredes cavernarias o templos majestuosos de hasta 15000 años atrás – (no, no es un error, consulten si desean comprobarlo los conmocionadores hallazgos de los yacimientos arqueológicos de Gobleki Tepe, en el kurdistán turco, y otros de análoga índole) –. 
Y mucho más, si incluimos el arte rupestre del Paleolítico, repartidos por muy variados y lejanos puntos de todas las regiones del planeta, pero muy concentrados en torno al legendario enclave del supuesto “primer contacto” con los “Seres de los Cielos”, algún lugar indeterminado entre el sureste de las presentes fronteras turcas, en plena Meseta de Anatolia, cerca de la asimismo mítica y misteriosa ciudad de Sanliurfa, la antigua Ur de donde procedía Abraham, hasta Oriente Medio, en el equivalente a Israel, Egipto e Irak (la histórica sede de Babilonia y Sumeria), así como la Meseta de Irán. 
Todos ellos proclaman sin ambages, por más que se halle mixtificado, seguramente exagerado y poetizado por el lenguaje mágico-religioso alegórico, épico y simbolista, que determinadas “líneas de sangre” o “linajes predilectos” de los “dioses” – a los que llamaremos “Nefilim” (del término hebreo original, el cual se traduce por “descendidos o caídos de los Cielos”), son el producto de la unión carnal o mestizaje entre unos enigmáticos y poderosos “ángeles o enviados al servicio de los dioses”, y las “hijas de los hombres, a las cuales vieron hermosas, tomando de entre ellas a las que gustaron” (en la versión bíblica del Antiguo Testamento: Génesis 6, 2-3). Los misteriosos “amantes celestiales” son denominados “Igigi” en Sumer, “Vigilantes u Observadores” en los documentos judíos, “Grigori” o “Guardianes” entre los griegos, pero casi siempre predominantemente masculinos.
 Aunque en algunos de los documentos de las tradiciones sumerias, faraónicas y del Extremo Oriente, tanto chinas, hindúes como japonesas, al igual que en los de las grandes civilizaciones precolombinas ya extintas o completamente decadentes al llegar las tropas españolas al Nuevo Continente, también aparecen potentes “diosas fecundadoras del más elevado rango” –. Por otro lado, todos ellos, pese a sus fuertes variaciones culturales, vuelven a ponerse de acuerdo en otro punto esencial: 
Los hipotéticos “visitantes” eran extraordinariamente altos, muy fuertes – como “entre veinte y treinta o más hombres” – , dotados de ciertos poderes psíquicos – o “mágico-divinos/infernales”, en función del punto de vista de sus autores primitivos – y “descendieron de los Cielos o las Estrellas”.
 Además, poseían armas destructoras de increíble alcance y potencia y vehículos voladores. Asimismo, frecuentemente son representados o descritos desarrollando extrañas y sofisticadas “operaciones médicas” o “manipulaciones biológicas” (“Vasos de Vida”, etc...), sobre determinados humanos escogidos... Lo que hoy nosotros llamaríamos “ingeniería genética” o algo semejante, lo que explica que pudiesen fertilizar a otra especie completamente diferente engendrando híbridos viables adecuados a su desconocido interés y necesidades... 
Por último, destaca otro factor común: Estos seres – sin duda estimados, adorados, obedecidos y venerados como “dioses creadores/generadores” o temidos cual “demonios destructivos, vengadores y justicieros” a causa de su impresionante tecnología y superior psiquismo por unos pueblos nativos infinitamente más atrasados, toscos y primarios – son siempre de naturaleza vagamente reptiliana o anfibia, aunque “emplumados” y lactantes. O sea, a la luz de los conocimientos científicos evolutivos modernos, el razonable resultado de un prolongado y exitoso progreso biogenético de cientos de millones de años a partir de algunos tipos de dinosaurios bípedos cazadores en manadas y provistos de un primer atisbo de lenguaje sónico e infrasónico, como los velociraptors o algo similar. 
Un curso más que aceptable si uno o dos grandes impactos meteóricos no lo hubieran impedido en nuestra propia Tierra a finales del Cretácico. Una vez engendradas las estirpes de “los selectos o híbridos”, los divinizados “extraños” les consagraron como los líderes religiosos, militares y políticos de las comunidades humanas, transfiriéndoles una limitada y ritualizada parte de su Legado, en verdad conocimientos psíquicos, sociológicos y científico-tecnológicos disfrazados de más o menos elaborados métodos, técnicas, rituales y ceremoniales religiosos y “esotérico-iniciáticos”..., y encargándoles gobernar a los demás “terrenales” no “bendecidos por la sangre y la sabiduría de los dioses” en Su Nombre. 
Tras milenios de maniobras, intervenciones directas revestidas de “prodigios” o “milagros”, unas veces pacíficos, didácticos y constructivos y otras castigadores, violentos y aniquiladores, provocando inclusive colosales cataclismos – en particular un Gran Diluvio que casi aniquila a toda la incipiente Humanidad y sus propios “mestizos predilectos”, recogido de un modo u otro en todas las crónicas mitológicas del remoto pasado – así como bastantes y en ocasiones salvajes intrigas, luchas, alianzas, traiciones, batallas y sangrientas guerras entre ellos, en las que arrastran a las diversas tribus y reinos erigidos bajo su inspiración “sobrenatural”, se retiran, desaparecen de la primera plana del escenario terrestre, al menos en apariencia...
Y, desde entonces, las estirpes Nefilim se propagan, desde las regiones antes indicadas – sede y anfiteatro de las primeras grandes Civilizaciones – emigran hacia el Norte y el Oeste y, desde el Oriente de Europa, a toda Asia, Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica.

Estos supuestos hechos habrían acontecido en un periodo aproximado entre 15000 y 6000 años antes de nuestra Era.

Pero todavía queda algo mucho más grandioso, en cierto modo terrible y sorprendente...

Otro conjunto de referencias y fuentes de procedencia o inspiración en tradiciones orales, chamánicas y mágico-religiosas aún más primigenias – que se adentran en la plena penumbra muy anterior a la escritura del Neolítico y la misma Edad de Piedra, representan o narran que una enorme cantidad de milenios antes del “pequeño desliz y sus innumerables consecuencias” de los Annunaki-Elhoim con las más hermosas y supongo sensuales y receptivas mujeres de nuestra especie, esta misma, como entidad biológica definida, no sería más que el resultado de un Gran Experimento de estos “dioses procedentes de los Cielos” – . Un experimento cuya primera sede es llamada “Éden”, “Edén”, “Paraíso”, “Jardín del Paraíso” o “Edad de Oro”, por citar únicamente las fuentes más cercanas a nuestra civilización occidental – . Tal “recinto del origen” es denominado de variopintas formas, pero quizá la palabra “Jardín” sea, a la postre, la más adecuada, en el sentido de una granja/parque natural-laboratorio. 
La hibridación recombinante compleja de ADN entre el genoma de un homínido precursor y el propio material genético de los “Anunnaki” o la avanzada biotecnología extraterrestre que fuese, daría lugar a las primeras líneas genéticas humanas en nuestra más remota Historia antes de la Historia oficialmente registrada. Sería – por tanto – extremadamente previa al Gran Diluvio, cataclismo geoclimático de génesis no bien conocida pero relacionada con los enfrentamientos ulteriores entre los “dioses”, asimismo compartido en las tradiciones multiculturales de todo el Globo. Por lo que se puede deducir del examen minucioso de todos esos relatos o crónicas mixtificadas y deformadas por el tiempo, los intereses, ambiciones y la lógica ignorancia supersticiosa primitiva de su auténtico significado, podemos estimar que la llegada de esos “Visitantes” se situaría en torno a los 450000-400000 años antes de nuestro presente. 
No hay más que acudir a las tablillas cuneiformes sumerias, los “Textos de las Pirámides”, el Gilgamesh babilonio, el Bahavad-Ghita hindú, el Popol-Vuh maya, ciertos textos toltecas, chinos y nipones, la célebre cita del Génesis bíblico y los Libros Sagrados mosaicos y rabínicos en los que éste se apoya, el Testamento de Baruc, el famoso Libro de Enoc, algunos evangelios o manuscritos “apócrifos” de Qumrán, los misteriosos y reveladores mitos geto-dacios asociados a la singular figura del “demasiado carnal” dios-fundador Zalmoxis cárpato-danubiano y las mismas leyendas y compilaciones orales de multitud de pueblos, etnias y tribus dispersos por toda África (credo Mutwa, los Dogones, fundamentos de la religión yoruba), Asia, la Europa Celta, eslava, escandinava y germánica prerromana, toda la América indígena de Norte (indios hopi) a Sur (mapuches chilenos) y Oceanía (Isla de Pascua, Micronesia, Ponapé,,,), para hallar el rastro del mismo concepto elemental, una vez “limpiado” de sus innumerables y policromos adornos mágico-supersticiosos. 
Además, es posible descubrir un hilo conductor o eje principal de difusión central “triangular” que nace entre Anatolia-Armenia, Sumer-Babilonia y Egipto, para después irradiar y ramificarse hacia el Noreste y Poniente, con una fuerte escala-concentración realimentada por la emigración judía ashkenazí a la zona balcánico-carpatiana y adyacentes tras la destrucción de Jerusalén por las tropas del general Tito y la ulterior Gran Diáspora.

Este fenómeno recicló y revivió determinadas leyendas y creencias ya activas entre las etnias geto-dacias asimiladas por los tracios y romanizadas tras la conquista de Trajano, difundidas luego hacia Europa Occidental por dos medios independientes y a a la larga sinérgicos o mutuamente reforzados: Las caravanas de la Ruta de la Seda y la expansión goda – conjunto de pueblos descendientes de los geto-dacio-tracios romanizados – que tomó el relevo del poder tras el derrumbe del Imperio Romano. 
Tan dispares fuentes apuntan en una misma dirección: Hace cientos de milenios, mucho antes del Diluvio, seres muy altos, robustos, poderosos y “bajados del cielo o de las estrellas” – los “dioses”, Anunnaki, Elhoim... etc – llegaron a la Tierra, escogieron ciertas mujeres para lo que hoy describiríamos como inyectar su esperma en óvulos femeninos nativos y manipularon con su tecnología genética molecular superior el proceso para lograr hacerlo viable. Implantaron dichos huevos o zigotos embrionarios modificados en úteros adecuados y crearon una subespecie híbrida a la que adiestraron para determinados trabajos o servirlos como ídolos o deidades sobrenaturales.
 En un principio, del estudio detallado de tales relatos ancestrales deformados puede colegirse que los humanos primitivos u “ homínidos alterados” eran poco más que una suerte de “mascotas” o “marionetas biológicas programadas” para un trabajo de esclavos u obreros manuales, según algunos de ellos destinados a la ganadería, el cultivo de ciertas plantas y la minería. Eso encaja bien con la hipotética naturaleza de sus diseñadores e instructores amaestradores o condicionadores: Una especie extraterrestre centenares de miles de años más avanzada, de rasgos entre reptiliano-reptoides, de ave rapaz y temible depredador, con una dieta sustancialmente basada en el consumo de carne fresca, sangre y otros fluidos orgánicos similares, como el líquido cefalorraquídeo y linfático; Así, la ganadería – y las propias “víctimas de humanos nativos no elegidos” o modificados – aportaría el imprescindible “alimento para los dioses”, la agricultura el pienso base para sus operarios en recintos sedentarios y controlados, y la extracción minera un caudal de materias primas preciosas para la tecnología alienígena, ricos y abundantes en un Nuevo Mundo virgen por explotar.
 Adicionalmente, hay pasajes o episodios concretos en tales sagas épico-mitológicas que parecen señalar que algunos de los “Elhoim” más sabios y poderosos – particularmente los de género femenino – habrían desarrollado un fuerte gusto y posterior adicción por la elaboración y consumo de ciertas drogas de potente efecto psicoactivo, preparadas a partir de las raíces, hojas o frutos de determinadas especies vegetales cultivables autóctonas de diferentes regiones terrestres, entre las que destacan las solanáceas, opiáceas y cactáceas alcaloideas, así como por bebidas alcohólicas producto de la fermentación de levaduras (cerveza), la uva y variados elementos botánicos (licores espiritosos).
 Lo cual sin duda añadió atractivos al sistemático entrenamiento de las cobayas primates en las artes agrícolas y herbolarias. A este respecto, entre otros muchos ejemplos, descuella el de Sekhmet, la Diosa-Leona del panteón egipcio antiguo, la Señora Poderosa, la Terrible, la Invencible...la Castigadora, Azote Letal de Rebeldes y Réprobos, “Portadora de Plagas”, pero a la vez llena de belleza, encanto, dulzura y compasión con los fieles a su potestad y embelesadora seducción, cuya afición por los baños de sangre y las mortandades atroces de los “primates” molestos, subversivos o simplemente “necios e irritantes” solo era comparable a sus maravillosos talentos como sanadora, inmensa sed de lujuria, opio y cerveza, según relata el “Libro de la Vaca Sagrada”, perteneciente a los Textos de las Pirámides plasmados en la Primera Dinastía Faraónica... Sekhmet..., o la Kali de la enigmática India inmortal, o la Kirké (Circe-Hécate) grecorromana... 
Posiblemente, todas ellas inspiradas como deidades-arquetipos – o portadoras de genes en sus más “recientes avatares” o descendientes de estirpes Nefilim – de una remota “bioquímica-biomédica y exploradora/colonizadora genial y de alto rango militar”, nacida bajo la luz de un lejano Sol, tan inteligente y creativa como dotada de... digamos... una fuerte personalidad... Sin embargo, en todas esas referencias mítico-religiosas y legendarias se narra – alegórica y “mistéricamente”, por descontado – un hecho posterior y de importancia capital que, de nuevo, traduciremos a un lenguaje menos “poético”: Pronto, la disensión y más adelante un tremendo conflicto de inmensas e insospechadas consecuencias se desata entre los “dioses” acerca del régimen, grado de control y destino de su creación o “Experimento Homínido”: 
Las dos principales figuras femeninas del “Panteón” (o comandancia directiva de la misión/proyecto colonizador experimental), a quienes se identifica como “hermanas” o “gemelas” entre sí en un sentido simbólico, pero quienes – dado el aparente carácter fuertemente jerarquizado y obsesionado por el Linaje y la Genética que parece mostrar su especie tampoco podría extrañarnos que fuesen en todo caso realmente parientes muy próximas dentro del escalafón de la “aristocracia” militar-tecnocrática de la comunidad alienígena visitante y manipuladora – y su ”tío” o quizás “tío-abuelo” – sobre el exacto nivel de parentesco-relación de este último con las poderosas e influyentes damas hay cierta confusión genealógica entre las diferentes teogonías, pero siempre insisten en su mayor madurez y personalidad a la par brillante, innovadora, paradójica, ambigua, apasionada, impetuosa y rebelde – coinciden en ver en el nuevo “prototipo” de primate terrícola “mejorado” algo más que un simple muñeco teledirigido encargado de trabajar como capataz de reses, labrar duramente la tierra aún salvaje y excavar galerías en las entrañas de un mundo virgen a la busca de oro, hierro, plomo, cobre, metales preciosos, semiconductores y materiales raros de alto valor nanotecnológico y extremada escasez en toda la Galaxia... 
Una de las “Anunnaki” partidarias de abrir el abanico de opciones psicobiológicas de lo que – en lengua sumera y recogido en las sorprendentes tablillas cuneiformes más antiguas – se refleja denominaban Lu.Lus – algo así como “ensayos-mascotas” – literalmente, por más que pueda doler al orgulloso “Homo Sapiens” quien tan pomposo y arrogante se mostró milenios después al bautizar a su propio ramal filogenético final diferenciado a partir del Homo Erectus o el Homo Rhodesiensis como “Sabio”, fue otra supuesta “reptiliana emplumada” de exuberante belleza seductora y asimismo marcado carácter, no tan violento y combativo como el de su hermana, pero igualmente inteligente, ambiciosa, egocéntrica, belicosa y de gran poder de subyugación emocional incluso entre los de su estirpe...

Por supuesto, recibió muchos nombres al ser adorada como deidad-arquetipo entre las abigarradas tribus y culturas Lu.Lus, milenios más tarde; Entre ellos, por ceñirnos a la “Zona Zero” vinculada al experimento, la Inanna sumeria, Ishtar acadio-babilonia, Isis egipcia y Astarté semita.
Y otros en focos de irradiación secundarios más lejanos, como la Rati/Lakshmí hindú/védica, la Freya escandinavo/germánica, la Maeve celta, la Venus griega, la Afrodita romana la Nu-Kua china – su Diosa Madre/Serpiente, venerada como ancestro de la Primera Dinastía de Emperadores – o la muy análoga Amaterasu japonesa. Nosotros la denominaremos Inanna en homenaje a la fuente más arcana, la de Sumer, para simplificar. 
De personalidad sensible, y temperamental, “miel en el lecho y cobra en la intriga y la batalla”, arrolladora sensualidad y tórrido erotismo, su mayor anhelo era ser adorada por los Lu.Lus, así como experimentar nuevos juegos y refinados placeres con ellos. Lo que la represiva, estrecha y castradora mentalidad judeo-cristiana y patriarcal en general imperante muchos miles de años más adelante en nuestra Tierra consideraría una “perversión zoofílica” evidente.

Por eso sus cultos ulteriores se fundamentaron siempre en la magia sexual y la prostitución sagrada de sus sacerdotisas. Su “gemela oscura” (hermana mayor en los más antiguas y elaboradas genealogías o panteones), en cambio, se complacía en otra clase de diversiones psicofísicas con los primates “terrenales”: Lo que en nuestro entorno denotaríamos cual “magia negra o brujería”, magia roja y retorcidos rituales de dolor/éxtasis con abundante fluir de la sangre..., aparte de sus patentes tendencias a utilizarlos como cobayas y al tormento y la masacre con los infieles, estúpidos o resistentes a su voluntad, ya fuere por propia iniciativa u orden de la lejana y suprema Autoridad de los “Elhoim”, tal se describió unos párrafos más arriba. 
Como es natural, también fue invocada, temida y recordada bajo múltiples advocaciones: Ereshkigal en Sumeria/Babilonia, la Anat/Lilith semítica, Sekhmet en Egipto, Kali/Durga en la India, Hela entre los pueblos germánicos y escandinavos, la Morrigan céltica, la Kirké/Circe helena, la Hécate romana, la Izanami nipona... etc. Aquí la nombraremos Sekhmet en homenaje a la otra Gran Civilización Madre de la simbología arquetípica y el saber oculto Occidental. 
El tercer gran actor de la polémica y sus posteriores y cruciales efectos fue el único miembro masculino de esta Trinidad Libertariana: El Enki sumerio, Ea acadio, la “Serpiente Antigua” del “Paraíso” del judaísmo, personificado y confundido – por desgracia – con su mucho más traicionero, sanguinario y retorcido hijo Baal-Marduk. Baal-Marduk es el Seth de las tierras del Nilo, mucho después el Belzebuth/Moloch semita y, finalmente, al alcanzar la cumbre victoriosa de su Magna Traición contra sus sobrinas y su padre Enki y, a la larga, usurpar simbólicamente el mismo Trono Divino ante los hombres del Monarca Galáctico Anu, su abuelo, el “Emperador de los Elhoim”, a través de su Gran Estafa Monoteísta, el Yahvé judío. Enki fue su poderoso y sabio padre, hermano del progenitor de las “Gemelas Divinas”, el asimismo potentísimo e influyente Enlil, el Heredero al Trono pero no el Primogénito del Líder Supremo, Comandante Militar de la Misión Edén como Enki-Lucifer fue su Director Científico... 
Este último no es otro que Enki/Ea, el Oanes caldeo, el Ptah egipcio, el Hefestos/Vulcano encarnado en el Titán/Avatar (Nefilim) Prometeo grecorromano, el Shiva hinduísta, el AmatsuMikaboshi en el Imperio del Sol Naciente... Señor de Menfis, “Creador de Creadores”, Mago Supremo, “Rey de la Oscuridad, desde la que porta la Luz de la Ciencia, “Señor de los Océanos, las Serpientes y los Peces”, “el más cercano y querido por el Dios Supremo”, el “más bello e inteligente de los Elhoim”... El muy distorsionado – en fin – “Luzbel” o “Lucifer” de síntesis cristiana; Aglutinación sincrética increíble y vejatoriamente distorsionada por cierto, debido al miedo paradójico reprimido a la Sombra y el Eros Sagrado de los que nacen la auténtica Luz de la Inspiración y el Conocimiento, tan desgraciadamente adherida a la falsa memoria del auténtico Enki-Luzbel a expensas y despecho de la verdadera personalidad liberadora del Maestro Yeshua o Jesús, funesta derivación degenerativa y confusa de la que volveremos a ocuparnos más tarde –. Él fue el Ángel/Anunnaki Rebelde donador del “Fuego” o “Sabiduría” de los “dioses”, en suma... O, dicho de un modo más racional, realista, actualizado y sincero: El Ingeniero Biogenético-Jefe, el autor del “diseño Lu.Lu.”, nuestro auténtico, genial, malagradecido e injustamente vilipendiado e incomprendido Padre... La pequeña, perseguida y acosada comunidad kurda de los yezidíes le adoran todavía hoy en nuestra Tierra bajo la advocación de Malek-Taus, el “Ángel Pavo Real”...
 Hagámoslo nosotros igual desde ahora a lo largo de este ensayo, como señal de reconocimiento a los escasos descendientes de los homínidos lo bastante lúcidos como para no haberse dejado engañar por la fraudulenta, falaz y vil propaganda de la mayoría de restantes Anunnaki represores y tiránicos, y por ello aún siguen honrándole como Redentor parcial de la Humanidad... Aunque, en este caso en concreto, lo emplearemos al unísono o alternativamente con el de Luzbel o Lucifer, tanto a causa de la belleza y rotundidad fonética y eufónica del sonido de tal nominativo como por evidentes razones de difusión, popularidad y claridad, ya que, desafortunadamente, los Yezidíes, su fascinante cultura y sugestivas costumbres, son muy poco conocidas por el gran público en nuestro planeta, como consecuencia de la desalmada, sistemática y concienzuda labor de marginación, ocultamiento falsario y exterminio genocida llevada a cabo contra ellos por los custodios de las Religiones y Credos dominantes creados por Marduk/Yahvé, a pesar de su hipócrita, cínica y carareada prédica de los supuestos valores de la piedad, la compasión, el perdón y el amor al prójimo...

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