sábado, 23 de marzo de 2013

Héroes de la Ufologia: Jean Charles Duboc


Existen algunas personas en el mundo que cambian la realidad que vivimos dando un paso al frente.

Quizá en la mayoría de las ocasiones no cambien todo el sistema, pero a largo plazo su labor sí queda reflejada en los anales de la historia como algunos de los que remaron a contracorriente y decidieron poner de su parte para cambiar las cosas. 

Este es el caso de los héroes de la ufología, personas sin relación alguna con ella, sin interés por lo que estudiamos los investigadores y leemos los apasionados del tema.

Personas completamente normales de diferente condición, con diferente educación, valores, personalidades, vivencias y experiencias acumuladas durante toda su vida que se alejan totalmente de una visión conspiranóica o paralela de la vida. 

Son esas personas, esos héroes que se encuentran un buen día con lo desconocido, lo imposible, lo impensable, una vivencia extrema que te abre los ojos sin que sepas muy bien qué es lo que estás viviendo pero con el pleno convencimiento de estar viviendo un momento que te cambia la vida para siempre.

Jean Charles Duboc llevaba miles de horas de vuelo acumuladas aquel 28 de Enero de 1994. Era el capitán del vuelo AF3532 de Air France, y dirigía su Airbus A320 desde la bonita ciudad de Niza hasta Londres. 

De repente, este capitán, como decíamos con años de experiencia en vuelos transoceánicos y continentales de repente vio un objeto inusual cerca de la vertical de París sobre la 1 del mediodía. 

El objeto era un gigantesco disco de color marrón rojizo, volaba a 35000 pies de altura (10668 metros de altura) y medía aproximadamente 800 pies de diámetro (243 metros). 

El capitán reportó el avistamiento a la torre de control del tráfico aéreo de Reims a la altura de Champagne-Ardenne, y según los cálculos de los controladores de vuelo, estaría volando justo encima de la base aérea militar Taverny, en las oficinas centrales de la fuerza aérea francesa.

Aunque el avistamiento duró un minuto, el objeto comenzó a ascender rápidamente hasta desaparecer al minuto y veinte segundos de comenzar la observación.

 Una vez mas el absurdo, lo imposible. Dimensiones colosales. Sin elementos aerodinámicos. Volando sobre instalaciones militares. ¿Qué podía hacer el piloto Jean Charles Duboc?

Lo mas común en este tipo de casos es que se realice un informe interno que no llega a traspasar las oficinas centrales de los principales aeropuertos del mundo. El tema se archiva y la llave se tira al mar, como quien dice.

Podemos suponer que el ejército del aire si toma nota de todos estos informes y los archiva y clasifica.

El piloto pone en riesgo su carrera profesional por la extrañeza del evento. Registrar a nivel oficial en un mundo tan hipócrita como el nuestro siempre tiene un precio por pequeño que sea.

Pero hay veces en las que el testigo no queda contento con la gestión de la información.

Quizá no le parezca bien que el tema se archive y se oculte y entonces reacciona. Lo expone públicamente.

En un club de prensa, por ejemplo. Expone públicamente a la comunidad científica todos los datos de su experiencia, con datos de radar y descripciones gráficas. 

Lo hace, acompañado de expertos y de testigos de eventos similares. Es un héroe, porque en estos casos, el sistema en ocasiones reacciona y llega a aplicar sanciones económicas o a defenestrar a los testigos de estos eventos para conservar el estatus tabú del tema OVNI.

La hipótesis sería que merecería la pena hundir la vida de unos cuantos hombres para conservar el flujo de información del tema en la opinión pública mundial.

A día de hoy, los testigos OVNI son personas de toda índole y condición social, pero el estigma de los famosos contactados falsos de los 70, 80, y 90 pesan en la opinión pública porque en su momento, muchos medios de comunicación desprestigiaron el tema con el objetivo de apagar el interés por el tema, generalizando los casos fasos en detrimento de los auténticos.

En el año 1994, se realizó una rueda de prensa con el caso de Duboc y la influencia o el interés que despertó en los medios fue nula.

 Un señor apostándose el suelo, y el pan de sus hijos por decir lo que le había pasado sin necesidad alguna, y los medios no tuvieron el sentido común de acercarse y hacer alguna pregunta a este hombre. 

Estaban enseñados a que el tema no vendía. Y lo que no vende, no sale. 

Por eso, casos como el de este piloto francés merecen una mención ya que quizá dentro de unas décadas, o quien sabe si cientos de años, alguien se acordará de él como uno de esos heroe que se arriesgó y expuso su vivencia pasara lo que pasara.

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