sábado, 20 de julio de 2013

Crisis e inseguridad: los chinos se van de España


DESDE 2011 MÁS CHINOS DEJAN EL PAÍS DE LOS QUE ENTRAN


Comercio chino (Foto:Reuters)

En silencio llegaron, y en silencio se están yendo. Parecían inmunes a la coyuntura económica, escondidos detrás de los escaparates de los bazares, pero los datos indican que la situación preocupa también a los chinos en España. Cada vez más, prefieren ir a buscar suerte a otro país. O volver a casa.

Desde el año 2011, el saldo migratorio de los ciudadanos chinos en España es negativo. Por primera vez desde que se recoge este dato, son más los que se van de España que los que vienen. La crisis económica y los efectos de la Operación Emperador han dejado su rastro. Y la imagen de España en los confines de la economía más importante del mundo sufre las consecuencias de ello.

El barrio madrileño de Usera sigue siendo uno de los más habitados por la población china en la capital, según los datos del padrón municipal. Justo al lado de la salida del Metro, Lis abrió su tienda de fotografía en 2007. Sentado al mostrador, lee el China Times, que lleva en portada una foto de un Mariano Rajoy cabizbajo y con aire preocupado. Casi no habla español, y Lim, que a cambio lleva en España 28 años y exhibe un fluído castellano, hace de intérprete: “tenemos muchos amigos que han vuelto a China: allí sí hay trabajo.”, admite. Su tienda era una referencia en el barrio: “trabajábamos mucho para bolivianos, ecuatorianos…pero casi todos ellos se han ido también”. La crisis no es su única queja: “Aquí es inseguro: la prensa habla mal de nosotros y todo el mundo cree que somos unos ladrones”, afirma con cara nerviosa.“Sabes, desde la operación Emperador…”

Como la gran mayoría de comercios chinos, su negocio abre prácticamente todo el día. Sin descanso, atienden a cualquier hora. Igual que el pequeño todo a cien, un par de calles más al norte. Lo regenta Elena, casada y con un hijo que estudia en un colegio español: su facturación es, hoy, un 50% de lo que fue en 2008. 

Ese año, la población china parecía aguantar bien los efectos de la crisis. Tanto que se ganó más de un enemigo entre quienes veían tiendas autóctonas cerrar y ser suplantadas por bazares y fruterías. Otros quebraban, el paro nacional se encaminaba hacia el 20%, y los chinos hacían negocios. Aprovechar cada oportunidad está en su ADN: “La palabra crisis, en chino, se escribe con dos signos:uno que significa peligro y el otro que significa oportunidad”, explica Julia Zheng, asesora de la consultora Orient Consulting que se prestó en más de una ocasión a ser portavoz de los comerciantes de su nacionalidad. “En vez de estar esperando pasivamente, los chinos buscaron una oportunidad: y alquilar por precios rebajados por la crisis locales de valor más alto, lo era”, añade.

La emigración china, destacan los expertos consultados, cumplía así con su objetivo: contribuir a la expansión del comercio, presencia e influencia de la madre patria. 


La red de solidaridad que caracteriza la sociedad china hacía el resto. Mientras los bancos dejaban de prestar crédito, la población china contaba con la ayuda de familiares y amigos: un apoyo fundamental para arrancar y mantener sus proyectos. Además, dice el proverbio chino, “mejor ser la cabeza de una gallo que la cola de un fénix”, por lo que la tasa de trabajo autónomo se disparó entre los inmigrantes del país oriental. En 2013, la Asociación de Trabajadores Autónomos señalaba que el número de ciudadanos chinos dados de alta como autónomos en España había crecido el 83% entre 2008 y 2012.

El hueco que se abrieron en la economía nacional fue un verdadero “nicho económico étnico” que les permitió evitar la competencia directa del mercado local, apunta Amalia Sáiz López, profesora del área de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Barcelona. Aunque esto se interprete a menudo como un“encerrarse” de la sociedad china allá donde vaya, se trata de una forma de proporcionar puestos de trabajo, empleo, y capital. “El nicho étnico ha mostrado el camino a seguir para la movilidad social ascendente, motivo básico del proyecto familiar chino”, añade Sáiz.

Más peligro, menos oportunidad

Pero la crisis golpeó duro, resquebrajando la estructura comercial china justamente cuando parecía haberse ganado su esquina en cualquier ciudad española. Como explican fuentes de la comunidad china en Madrid, no es fácil cuantificar cuántos comercios cerraron, porque a menudo simplemente se pasaba de un dueño a otro, ambos de la misma familia. Al no cambiar el aspecto estético de la tienda (¿hay algún bazar diferente de otro?), el público rara vez se percataba del cambio. Zhang, por su parte, aporta que mientras Orient Consulting asesoraba a más de 500 pequeños empresarios chinos hace un año, hoy no llega a 400: “En 2013, están cerrando entre 5 o 6 comercios por mes”, explica basándose en los datos que maneja su empresa de consultoría. El “peligro” empieza a ganar sobre la “oportunidad”.

“Desde China esto se ve con preocupación, naturalmente”, cuenta Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China y residente en Pekín. “A lo largo de estos años hemos constatado la multiplicación de las misiones de todo tipo de China a Europa. En cuanto a España, China ha reiterado su simpatía, pero no acaban de identificarse vías sólidas de cooperación, más allá de la compra de deuda y algunas operaciones. El déficit sigue siendo muy abultado”, detalla Ríos. 


Simón, que hizo suyo este nombre hace ya una década, fue uno de los que quiso intentarlo. Después de trabajar como ayudante de cocina y estudiar el idioma en la Universidad de Alcalá de Henares, abrió su Wok Shangai en 2008, “cuando Zapatero decía que esto no era crisis”, dice riéndose. Hoy es un restaurante amplio, moderno y limpio. Y vacío: “hacíamos casi de comedor para las empresas de alrededor. Pero un día viene uno y te cuenta que han despedido a 50, el día después echan a otros 40 de la oficina de enfrente…y nos hemos quedado sin clientes”, dice con una sonrisa amarga. “Duele más cuando piensas que vinimos a un país totalmente diferente, con un idioma, una cultura y un estilo de vida que no tienen nada que ver con nuestro país”, añade.

Mala Imagen

“Sabes, la Operación Emperador…”. No hay conversación con miembros de la comunidad china o de su entorno que no entre en la cuestión. En octubre de 2012, la Policía Nacional desarticuló una red de evasión fiscal que encabezaba Gao Ping, una de los mayores empresarios chinos en España. El Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, aseguró que se trataba de la “máyor operación policial de la historia de España”. La ola mediática que siguió la operación golpeó con fuerza a la totalidad de los chinos en España. “La publicidad que dieron los medios causó pésimas consecuencias para la comunidad: se dio una difusión exagerada y todo el mundo empezó a pensar que los chinos eran mafiosos y que no pagan impuestos”, explica un profesional de un diario chino que se imprime en España y que prefiere permanecer anónimo al “no tener el permiso” de la Embajada por hacer declaraciones.

En la comunidad china se calcula que tras la operación bajó del 60% la actividad económica de los comerciantes de Cobo Calleja. Este polígono industrial de Fuenlabrada, a las afuera de Madrid, provee mercancía a la gran mayoría de tiendas chinas de la capital: fue el corazón del operativo policial y donde se llevaron a cabo las detenciones ante amplia presencia mediática. Entre las naves industriales, la policías nacional intervino seis millones de euros en efectivo.

“Se habló mucho de la operación Emperador en China”, remarcan todas las fuentes consultadas. “La gente empezó a desconfiar en España, viendo que quizás no se quería a los chinos", apuntan a la hora de comentar el cambio del flujo migratorio. "Este año, para la celebración del 40º aniversario del establecimiento de las relaciones entre España y China, se esperaba un aumento de llegada de turistas e inversores chinos: pero no está ocurriendo”, comenta Zhang, de Orient Consulting. Y para este 2013 la Comunidad prefirió no celebrar el año nuevo chino, afectada “por la crisis y por la tristeza” de la situación actual. Mientras, los rumores recorren la China Town madrileña. Historias no documentadas sobre policías que apalean a inmigrantes chinos o falsos agentes que exigen dinero con la excusa de nuevas operaciones antievasión, también llegan a las orejas de Pekín. Las llevan quienes, entre inseguridad y paro, prefieren volver a casa.

Daniele Grasso

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