martes, 6 de agosto de 2013

La Cosmogonia Azteca : Mitos Cosmogónicos

LA CIVILIZACIÓN AZTECA

El origen del mundo


En la zona geográfica que corresponde a la mitad sur del México actual, se desarrolló una gran actividad cultural desde unos 2000 años a. C. En esta región habitaron diversos pueblos, algunos de los cuales nos han dejado muestra de su floreciente cultura, como es el caso de los restos arqueológicos de la ciudad de Teotihuacán, ya deshabitada cuando llegaron los españoles. 

En la meseta central mexicana desde finales del siglo VII hasta mediados del siglo XII, se desarrolló la cultura tolteca que llegó a fusionarse con la maya en su expansión hasta el Yucatán. En este marco geográfico, más concretamente en las orillas e islas del lago Texcoco, se desarrolló la civilización azteca, una de las civilizaciones mejor conocida de la América precolombina y la unidad política más importante de toda Mesoamérica cuando llegaron los españoles. Los aztecas son herederos de la tradición cultural de los toltecas, que sirven de nexo entre la cultura azteca y la maya.

Los aztecas, que se hacían llamar a sí mismos «mexicas», llegaron del norte y se asentaron en la cuenca del Texcoco a mediados del siglo XII, fundando su capital, Tenochtitlán, en 1325 . La palabra «azteca» tiene su origen en una legendaria tierra del norte llamada «Aztlán». Según cuenta la leyenda, los aztecas abandonaron esta mítica Aztlán, por orden de los dioses y debían instalarse allí donde encontrasen un águila devorando a una serpiente. 

El azteca fue un pueblo que, mediante alianzas militares con otros grupos y poblaciones conoció una rápida expansión y dominó el área central y sur del actual México entre los siglos XIV y XVI, si bien es cierto que en un primer momento tras su llegada, tuvo que enfrentarse a otros pueblos ya asentados en la zona. Tras la muerte de Moctezuma II en el 1520, se puso de manifiesto la debilidad de este gran imperio, derivada de aquella rápida expansión: no podían controlar aquel vasto territorio; las divisiones internas entre provincias y las tensiones y ambiciones independentistas de algunos pueblos, facilitó a los españoles, dirigidos por Hernán Cortés, la conquista de este gran imperio, que culminó en 1521.

Los aztecas se asentaron sobre un rico espacio lacustre que les ofrecía grandes pasibilidades para el desarrollo de la agricultura, la pesca y el comercio. La economía azteca fue principalmente agrícola (cultivo de maíz y frijoles), destacando la técnica conocida como «chinampas», dentro de la cual se diferenciaba la de tierra firme de la de pantano. Con esta técnica, se explotaba el suelo cenagoso permanentemente fértil y húmedo y se obtenía una productividad muy elevada. Esta agricultura intensiva se combinaba con la ganadería, la caza y la pesca en el lago, y un importante comercio, a corta y a larga distancia. 

Con respecto al sistema de tenencia y explotación de la tierra, el pueblo azteca desarrolló una estructura compleja en la cual se podía distinguir la tierra asignada a los llamados «calpulli» (las unidades básicas de organización de la sociedad azteca), que a su vez realizaban el reparto entre las familias de no privilegiados; por otro lado, las tierras de los elementos privilegiados de la sociedad, trabajadas por braceros y esclavos. Otro grupo lo integraban las tierras destinadas a fines públicos: mantenimiento de la administración, del templo, del gobernante y del ejército. 

Un concepto muy interesante, tanto desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista político, fue el «tributo», pagado a los aztecas por los pueblos sometidos a su dominio. Al no conocer la moneda, este tributo era pagado, por así decirlo, en especie y servía para abastecer a la capital azteca de productos básicos, materias primas y manofacturas. Por otro lado, este tributo formaba parte de la redistribución de bienes, ya que parte de dicho tributo era destinado al mantenimiento de la administración, otra parte revertía en los elementos privilegiados de la sociedad y cierta cantidad se reservaba para su almacenamiento.

La estructura de la sociedad mexica está caracterizada por su complejidad, recordando, hasta cierto punto, a la estructura feudal que en aquellos momentos se conocía en el Viejo Mundo. Para empezar, la primera separación hacia referencia a la condición de privilegiados, o «pipiltzin»Q, (no tenían que pagar tributo y acapararon tierras y cargos) y no privilegiados, o «macehualtín» (tenían que pagar tributos). Dentro de l primer grupo, se podían diferenciar varios subgrupos y a la cabeza de ellos se encontraba el supremo gobernante azteca: «Huey Tlatoani», cuya residencia estaba en Tenochtitlán. Al servicio de este gobernante se hallaba una élite de pipiltzin directamente vinculada con él. 

Al mando de las ciudades se encontraban los llamados «tlatoani». Finalmente estaban los pipiltzin de menor categoría. Los «macehualtín» eran organizados en calpulli. Pero no todos los no privilegiados quedaron ordenados en estas unidades, por ejemplo los comerciantes de larga distancia, llamados «pochteca» que, sin ser privilegiados, contaron con estatutos particulares, cultos propios y espacios diferenciados de residencia o los «mayeque» o braceros. El escalón más inferior en la sociedad azteca lo ocupaban los esclavos.

También la estructura política ofrece una complejidad propia de una administración evolucionada, en la que, sin embargo, perviven elementos de la antigua sociedad nómada (calpulli con el calpullec al mando). Al frente del gobierno estaba el emperador azteca, el «Huey Tlatoani», el último de los cuales fue Moctezuma. También sabemos de la existencia de consejos, como el llamado «Consejo de los Cuatro», formado por destacados pipiltzin encargados de elegir al sucesor, y otra serie de consejos especializados. La unidad política del área del lago Texcoco se consolidó tras la alianza de los tres grandes reinos: Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán que dominaban amplias zonas y de los que dependían otros núcleos menores.
La complejidad y la riqueza en la estructura política, social y económica de la civilización azteca, fue acompañada de un espléndido desarrollo cultural. En concreto, la concepción mesiánica que tenían los aztecas de sí mismos y su concepción cíclica del tiempo, marcaron la vida cultural y religiosa de este pueblo, así como su vida diaria y su concepción cosmogónica.

La visión cosmogónica de los aztecas

La cultura y la religión aztecas

Los aztecas recogen la tradición cultural mesoamericana y su arte, su ciencia y su panteón divino van a caracterizarse por su sincretismo. En primer lugar destaca su escritura compuesta por caracteres ideográficos, algunos numerales y glifos fonéticos. Si bien es cierto que su escritura no logró superar a la desarrollada por los mayas, ésta les sirvió para administrara su imperio. El arte mexica es la culminación de las manifestaciones artísticas de la tradición mesoamericana, con una gran estatuaria, una importante pintura mural y unos elaborados mosaicos. Destaca el arte de la plumaria, del cual, dado el carácter perecedero del material, no conservamos muestra alguna; sin embargo, sí disponemos de algún ejemplo como el que muestra la siguiente imagen; se trata de la Rodela de Ahuítzotl realizada con plumas y oro embutido fechada entre el 1325 y el 1521. 

En cuanto al desarrollo científico, el pueblo azteca destacó en medicina y farmacopea; es de suponer que una cultura tan vinculada a las prácticas guerreras contase con eficaces curas para los traumatismos. También destacaron en la astronomía, la base de su calendario, herencia de la cultura maya. Emplearon el calendario de 365 días y el de 260, utilizando además, la «rueda calendárica» de 52 años. . Los aztecas tenían una concepción cíclica del tiempo, por lo cual consideraban que se podía predecir, de ahí la importancia de la observación astronómica y del calendario. La observación de los astros fue tan importante que esta prestigiosa tarea fue una obligación del Huey Tlatoani.

La educación fue importante, sobre todo, en lo que se refiere a la formación de los pipiltzin, marcada por su carácter obligatorio y su dureza. La enseñanza de los nobles, desarrollada en escuelas especializadas (calmécac), se diferenciaba de la que recibían los macehualtín, los no privilegiados. La formación de la élite debía ser más completa, ya que eran ellos los que ocuparían cargos importantes en el ejército y en la administración; eran formados en derecho, historia, astronomía, religión..., pero también en poesía y canto. Era un pueblo orientado hacia la guerra, preocupado por que los jóvenes fuesen formados en una serie de conocimientos y prácticas, y en un sentimiento de unión entre ellos. Existieron órdenes militares entre los aztecas, como las llamadas «Hombres Valientes», «Caballeros del Sol»; y también los no privilegiados tenían sus propias órdenes como la conocida como «Nobles Águila». 

La importancia de la guerra está vinculada con la concepción mesiánica que los mexica tenían sobre sí mismos. Consideraban que ellos eran el pueblo elegido para mantener con vida al Sol; Sol que únicamente podía alimentarse con un elemento que se hallaba exclusivamente en la sangre de las madres muertas en el parto, la sangre de guerreros muertos en combate y la sangre de prisioneros sacrificados en el altar mayor. Así, las actividades bélicas estaban ampliamente justificadas desde el punto de vista práctico-religioso.

Los sacrificios humanos, realizados siguiendo un solemne ritual, eran fundamentales para los mexicas.. Se desarrollaban en la «Piedra de los Sacrificios» del templo, donde cuatro sacerdotes sujetaban al prisionero y le extraían el corazón, para después cortarle la cabeza. El corazón se guardaba en un recipiente especial, mientras que el cuerpo era arrojado por las escaleras abajo y el guerrero que capturó al prisionero tenía derecho a celebrar con él un banquete.


Esta religión, que tenía como preocupación principal el mantenimiento del Sol mediante el sacrificio, contó con un panteón enorme compuesto por sus propios dioses, por deidades que fueron asimilando en su marcha desde norte hasta el lago Texcoco y divinidades de pueblos conquistados. Además los aztecas tenían un dios para cada actividad y cada calpulli. A este variado panteón, debemos añadir el hecho de que eran dioses de carácter cambiante, asociados a colores y con posibilidad de multiplicarse. De todas estas divinidades, la más importante fue Hiutzilopochtli, el dios del sol y la guerra, que tenía su antítesis en Telcatlipoca, concebido como un dios oscuro, lo cual pone de manifiesto la dualidad existente en la religión azteca. También fueron importantes Tlaloc, dios de la lluvia, y Quetzalcoalt.

Quetzalcoatl era un dios antiguo, anterior a los mexicas, del que hay diversas versiones. Para algunos era el dios creador del hombre, mientras que para otros fue un dios civilizador, identificándolo con Prometeo. El mito de Quetzalcoalt es muy interesante para entender la reacción de los aztecas ante la llegada de los conquistadores. Este dios también es conocido como el dios del viento bajo el nombre de Ehecatl, que es una de sus formas, y otra de sus formas es la de dios del agua y dios de la fertilidad. Quetzalcoatl es considerado hijo de la diosa virgen Coatlique y hermano gemelo del dios Xolotl. Como introductor de la cultura, él trajo al hombre la agricultura y el calendario, y es patrón del las artes y de los oficios. En un mito azteca el dios Quetazaocoatl permitió ser seducido por Tezcatlipoca, pero se arrojó a sí mismo a una pira funeraria lleno de arrepentimiento. Tras su muerte su corazón se convirtió en el lucero de la mañana, y como tal es vinculado con la divinidad Tlahuizcalpantecutli. En cualquier caso, este dios, descrito como un ser de rostro blanco y barbado, era un dios pacífico y civilizador, opuesto a los sacrificios humanos, que intentó detener esta práctica ritual. Al fracasar en su propósito, emigró hacia el este, prometiendo que un día regresaría en un año determinado de la cuenta azteca. Esto afectó en la actitud de los aztecas antes la llegada de los primeros españoles (Hernán Cortés).
Cuando llegó Hernán Cortés, Moctezuma lo confundió con el dios Quetzalcoatl, por su rostro blanco y su barba; pero, además, la llegada de los conquistadores coincidió con el año en que Quetzalcoatl había prometido volver, lo cual hace entender la terrible confusión de los aztecas, que pronto se percataron de que aquellos extranjeros no eran dioses. Después, los aztecas le convirtieron en un dios símbolo de la muerte y la resurrección y en el patrono de los sacerdotes. El sacerdote mayor era llamado Quetzalcoatl también. El culto a Quetzalcoatl se extendió por muchas ciudades y pueblos mesoamericanos: Tula (capital Tolteca), Cholula, Tenochtitlán o Chichén Itzá.

Los mitos cosmogónicos aztecas

Los Cinco Soles

Según los aztecas el supremo creador de todo fue el dios Ometecuhlti que, junto a su esposa Omecihuatl, creó toda la vida sobre la tierra. En otras versiones, esa pareja creadora original, se reduce a una sola divinidad llamada Ometeotl que adquiere una doble vertiente, por un lado la masculina, Ometecuhtli, y, por otro, la femenina, Omecihuatl. Así, este dios, que aparece como un dios del fuego y como el dios supremo del panteón azteca, es una divinidad andrógina. No recibió culto formal ni tampoco contó un centro de culto, pero estaba presente en cada ritual y en todas las elementos de este mundo. Esa pareja cósmica, o ese dios andrógino, dio a luz a los cuatro dioses que más tarde crearían cada uno de los soles y más tarde tuvo otras 1.600 divinidades más. Según la mitología azteca antes de nuestro sol, que es el quinto, existieron otros cuatro. Para los aztecas vivíamos, por tanto, en la quinta creación, o en la quinta era. Volviendo a la pareja original y a su descendencia, la legenda mexica señalaba que cada uno de esos dioses creadores luchaba por la supremacía en el mundo, empleando cada uno su propia fuerza cósmica: tierra, fuego, viento o agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaba en orden y podía existir la era de un sol; sin embargo, si se producía un desequilibrio cósmico, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos de esa era, perecerían. 

El primero de esos cinco soles fue el creado por el dios Tezcatlipoca, que era el dios de la Tierra. Sin embargo, su creación fue algo imperfecta, ya que los seres humanos aparecieron con forma de gigantes y en vez de un sol completo, se formó medio sol. Aquellos gigantes seres humanos, se vieron obligados a sobrevivir solamente con bellotas y piñones. A consecuencia de esta pésima alimentación, los humanos crecieron poco y débiles. En un momento determinado de esa era, los jaguares devoraron al medio sol existente y, ayudados por la oscuridad, fueron destruyendo y asesinando a los seres humanos gigantes.

El segundo de esos soles fue creado por el dios Quetzalcoatl, dios del Viento. Bajo este sol, los humanos se alimentaron con semillas de árboles, que todavía eran insuficientes para fortalecer a los hombres, que debían sobrevivir a los fuertes vientos. Los tremendos huracanes en ocasiones arrojaban a los seres humanos lejos. A pesar de ello, algunos humanos lograron sobrevivir al ser capaces de transformarse en monos

Tlaloc, que era el dios del Fuego en la mitología azteca, creó el tercer sol. Durante la era del tercer sol, los seres humanos hambrientos vivían de cereales. En este mundo, fueron los tremendos volcanes los que provocaron las desgracias. Enromes volcanes hacían erupción y las cenizas caían desde el cielo, consumiendo y enterrando el mundo. Sin embargo algunos hombres sobrevivieron al convertirse en pájaros que podía escapar a aquellas destructivas erupciones.

Chalchiuhtlique, la diosa del Agua azteca, fue la encargada de la creación del cuarto sol. Los seres humanos de esta creación intentaron sobrevivir con una semilla conocida con el nombre de acicintli, pero ésta no era comida suficiente para los humanos, que tenían que enfrentarse a enormes inundaciones. El agua emergió del centro de la Tierra provocando una tremenda catástrofe en el mundo. Algunos seres humanos lograron sobrevivir a esta catástrofe convirtiéndose en peces.

Todas las creaciones anteriores habían sido destruidas por una catástrofe, y con ella habían desaparecido los soles, las tierras y los seres humanos de cada una de esas eras. Entonces los dioses se dieron cuenta de que la existencia del quinto sol solamente sería posible con el sacrificio de otro dios.

Así, los dioses decidieron levantar una enorme pira con ardiente fuego, si bien ninguno de ellos se atrevía a sacrificarse. Finalmente la decisión recayó en dos divinidades creadas por el supremo Ometeotl: los dioses Nanahuatl y Teucciztecatl. Éste último hizo hasta cuatro intentos para arrojarse al fuego, sin embargo, no tenía el suficiente valor y fue Nanahuatl, lleno de valentía, el primero en sacrificarse. Teucciztecatl consiguió reunir el suficiente coraje y finalmente siguió a Nanahuatl en el sacrificio. Nanahuatl se transformó en un sol resplandeciente, que ninguno de los dioses podía mirar directamente, mientras que su compañero se convirtió en la luna. El resto de los dioses se percató de que Nanahuatl no se alzaría en el firmamento hasta que no recibiese alimento necesario, es decir: los corazones para comer y la sangre para beber, de otros dioses sacrificados. Tras el enfrentamiento entre Nanahuatl y la Estrella Matutina, que se enfadó ante la idea del sacrificio, este último dios que era el más feroz de los 1.600 dioses, fue derrotado. Entonces todas esas divinidades, las 1.600, decidieron sacrificarse para dar alimento a este quinto sol, tras lo cual Nanahuatl, se alzó desde el este. Esos dioses se sacrificaron, ofreciendo su sangre para dar vida a este quinto Sol, pero Hiutzilopochtli tuvo que luchar con las tinieblas para poder expulsarlas del mundo y esa lucha dio origen a las estrellas. En otras versiones, se cuenta que esos dioses se fueron arrojando uno tras otro a ese fuego legendario, hasta transformarse en los astros que componen el firmamento.

Los aztecas se creían a sí mismos como el pueblo elegido para mantener al sol con vida, sin su ayuda este quinto sol, terminado un ciclo de 52 años, no volvería a salir. Para este pueblo la sangre es un elemento fundamental, que del mismo modo que mantiene vivo al ser humano, también puede dar vida al actual sol, llamado Hiutzilopochtli. 

Por otro lado, este pueblo creía que igual que los cuatro soles anteriores, Hiutzilopochtli también podía desaparecer en un cataclismo y consideraban, además, que el mundo tal y como lo conocían, sería destruido en un gran terremoto, al final de un ciclo de la rueda calendárica de 52 años. Para mantenerlo vivo le proporcionaban como alimento un componente que sólo se encontraba en la sangre de las madre muertas en el parto, de los guerreros muertos en combate y de los prisioneros sacrificados.

La estructura del Universo y la Tierra

A pesar de esa continua destrucción y reordenación del Mundo, para los aztecas el Universo se mantiene con una estructura permanente e intacta a lo largo de esas cinco creaciones. La estructura básica del Universo mexica se compone de tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. Los seres humanos vivimos en la Tierra, que es como un enorme disco situado en el centro del Universo. Rodeando a la Tierra hay un anillo de agua que conecta a la Tierra con el Cielo. 

El Cielo estaba estructurado, según la cosmovisión azteca, en forma piramidal compuesta por trece niveles; trece cielos que sirven de morada a los dioses. Los primeros cuatro niveles constituían el llamado Teteocán, que estaba ocupado por las tormentas, el sol, el firmamento, las estrellas, la luna, etc... Los siguientes niveles del Cielo se conocían con el nombre de Ilhuicatl, donde se encontraban el Dios Rojo del Fuego, el lugar del Dios de la Estrella Blanca del Atardecer y el Dios Amarillo del Sol. El último nivel del Cielo, el más elevado, lo ocupaba el dios Ometecuhlti, el supremo creador de todo.

Por debajo de la Tierra se encontraba el inframundo, que también se componía de varios niveles, pero de número inferior al Cielo. En total eran nueve los inframundos y eran conocidos con el nombre de Mictlán, el lugar de los muertos. En el nivel inferior vivía el dios Mictlanteutli, que era el Dios de la Muerte. La lucha a través de esos inframundos hasta llegar al último, era angustiosa y muy costosa y el sufrimiento se sucedía continuamente hasta llegar al noveno nivel, donde uno podía descansar para siempre junto a Mictlanteutli, también encontrado como Mectlatecuhtli. Sin embargo, los aztecas también consideraban la posibilidad de ir al cielo cuando uno moría. Así, por ejemplo, cuando una madre moría en el parto o un guerrero moría en la batalla, podía ir al Tlalocán, el primer nivel del Cielo. 

La Tierra por su parte, fue creada por los dioses inspirándose en el primitivo monstruo marino llamado Cipactli, con cuerpo de cocodrilo y de pez; así, la Tierra fue concebida por la mitología azteca como un enorme cocodrilo que flotaba sobre el mar original. Las esquinas de ese cocodrilo creado por los dioses fueron estirándose hacia arriba hasta poder sujetar el cielo.

Con respecto a la creación de los seres humanos en esta quinta era, los aztecas atribuyeron esta labor al dios Quetzalcoatl. Como ya hemos señalado anteriormente, este dios es una de las divinidades principales entre los aztecas, los toltecas y otros pueblos mesoamericanos. Aparece como el dios del cielo y también es creador y es el sabio legislador. Quetzalcoatl organizó el cosmos original y participó en la creación y construcción de los mundos de los distintos periodos. Según cuenta la legenda, este dios descendió al Mictlán, el inframundo, y allí recogió los huesos de los seres humanos de los períodos precedentes. A su vuelta, él esparció su propia sangre sobre estos huesos para convertirlos en los seres humanos de esta quinta era. Quetzalcoatl gobierna el ciclo del quinto mundo y es quien creó en él a los humanos.

El mito de Coatlique

Para conocer la concepción cosmogónica azteca es necesario narrar brevemente el mito de la diosa Coatlique, que aunque no describe una cosmogonía exactamente, sí contiene temas y elementos que nos ayudan a entender la concepción azteca del Mundo. Coatlique, cuyo nombre significa «La Señora de la Falda de Serpientes», era la diosa Tierra de la vida y la muerte en la mitología azteca. Su apariencia era algo horrible; representada como una mujer extraña con una falda de serpientes y con un collar de corazones de las víctimas de los sacrificios. Esta diosa, sedienta de sacrificios, tenía los senos flácidos y afiladas garras en pies y manos. 

Según cuenta la leyenda, Coatlique fue fecundada en primer lugar por un cuchillo de obsidiana y, a raíz de este embarazo, dio a luz a la diosa Coyolxanuhqui, conocida con el nombre de «Campanas Doradas» y a un grupo de vástagos que se convirtieron en estrellas. La diosa Coyolxanuhqui era identificada con la luna y estaba asociaba con un grupo de 400 deidades-estrella, conocidas con el nombre de Huitznauna, que se encontraban bajo su control. Además esta divinidad asociada a la luna, tenía poderes mágicos con los que podía provocar importantes daños.

Después Coatlique volvió a quedar embarazada por una bola de plumas. Encontramos distintas versiones sobre el encuentro de Coatlique con esta bola. Según una de las interpretaciones, la diosa encontró esa bola mientras estaba en su templo y esa bola tocó su pecho. En otras versiones, Coatlique recogió la bola de plumas y la guardó en su pecho; más tarde cuando fue a buscarla, ya no la encontró y, al mismo tiempo, se percató de que había quedado nuevamente embarazada. Coatlique se dispuso entonces a contar a su prole lo sucedido, pero ese misterioso embarazo ofendió a sus hijos, que consideraron la historia de su madre del todo increíble. Según marcaba la tradición, una diosa únicamente podía dar a luz en una sola ocasión; esa ocasión en la que daba vida a la auténtica y original descendencia divina y nunca más. Así Coyolxanuhqui y sus hermanos consideraron aquel embarazo como un ultraje y, encabezados por Coyolxanuhqui, decidieron matar a su propia madre. Durante el embarazo Coyolxanuhqui decapitó a su madre, ayudada por sus hermanos. Sin embargo, de forma inmediata el feroz dios Huitzilopochtli, que se encontraba en el vientre de su madre Coatlique, apareció armado y con ayuda de una serpiente de fuego, asesinó a muchos de sus hermanos y hermanas. Los cuerpos de los hermanos se transformaron en estrellas. Mientras que Huitzilopochtli en un ataque de furia decapitó a Coyolxanuhqui y lanzo su cabeza al cielo, donde se convirtió en la luna; su cuerpo, lo arrojó a una profunda garganta en una montaña, donde su cuerpo yace para siempre.

Como podemos apreciar, en los mitos aztecas hay algunos elementos comunes con otros relatos cosmogónicos, que enlazan el sistema de creencias mexica con otras culturas alejadas de la civilización azteca. En primer lugar, la construcción y ordenación del mundo en varias fases es una característica común en muchas cosmogonías, por ejemplo el mito chino del «Huevo Cósmico», sin embargo resulta novedosa la concepción azteca de que han existido cuatro creaciones, cuatro mundos anteriores al nuestro, que finalizaron catastróficamente.

Por otro lado, la intervención divina es un elemento fundamental para explicar el origen y el orden del Mundo, como sucede en otras muchas cosmogonías (la cristiana o la griega, por ejemplo), ya que sin esa acción divina el Universo no existiría. En el caso azteca es el sacrificio de varios dioses lo que permite la formación de nuestro mundo, el quinto. El sacrificio de un dios, o dioses, para la creación del mundo es un tema que encontramos, por ejemplo en la mitología china (dios P'an-Ku).

Otro aspecto que el mito azteca tiene en común con otros relatos cosmogónicos, es la aparición del ser humano en una de esas fases, también por obra de un dios, que en el mito mexica es Quetzalcoatl. Tampoco debemos olvidar el tema del conflicto entre varias generaciones de dioses o entre distintos dioses, tan importante en las teogonías griegas, donde Urano es derrotado por su hijo Crono y Crono, a su vez, es vencido por Zeus. En la cosmogonía azteca este conflicto está representado por el mito de Coatlique que es decapitada por su propia hija Coyolxanuhqui, la luna, quien fue igualmente decapitada por su hermano Huitzilopochtli, el dio sol. Finalmente, también podemos apuntar otro elemento frecuente en otras teogonías: la fecundación espontánea, sin unión sexual por la cual la diosa Coatlique quedó embarazada, primero por un cuchillo y luego por una bola de plumas.

El culto a la Muerte en Civilizaciones Mesoamericanas 

Desde los 4 mundos de la Muerte hasta el Samheim Celta

Amelia Lamaignere

Buscando el Hilo de Ariadna

El neurofisiólogo mexicano Jacobo Grinberg Zylberbaum, íntimo amigo y colega de Karl Pribram, decía que sus experimentos habían demostrado que todos los cerebros están suprafísicamente conectados entre si y formando un gigantesco cerebro central-único-original-y-creador, iluminado por una Mente Colectiva...

Reconozcamos que así dicho, parece una teoría sumamente simplista, aunque finalmente, si bien es cierto que existen versiones mucho más complicadas y ratificadas mediante una terminología científica más compleja, la realidad que nos plantean los descubrimientos quánticos, o la teoría del mundo unificado es que todo es UNO.

Personalmente no tengo la dicha de tener una mente analítica, ni una inteligencia superior, y por supuesto me falta preparación para llegar a conclusiones científicas, pero así, por “la cuenta la vieja”, llevo años dándole vueltas a una idea en mi cabeza, leyendo por aquí, y buscando por allá; oyendo a unos y escuchando a otros siguiendo un hilo misterioso del eslabón perdido, y quizá estos hallazgos quánticos sean lo que me estén dando la clave de mi incesante búsqueda.

Siempre me ha inquietado la antropología holística y dentro de ella las causas por las cuales etnias de zonas tan sumamente distantes entre si y cuyos conocimientos sobre la existencia de otras tribus eran impensables, pudieron tener creencias tan sumamente similares.

Por esa inquietud, comencé a investigar la tradición del pueblo celta, y cuando mas adelante comprobé que los druidas, en principio no tenían relación vinculante con ese grupo étnico, cambié de rumbo y dirigí mi investigación hacia otros derroteros quizá menos demostrables pero no imposibles. La Atlántida tenia muchas posibilidades de ser el verdadero origen druida, quizá todo procediera del continente perdido como muchos creen. Pero llegado a este punto, encontré otra sorpresa: todas las etnias cuyas creencias eran panteístas, desde Mongolia, pasando por Tibet, y atravesando Egipto hasta el cruce del océano para llegar a las civilizaciones del continente americano, tenían enorme similitudes en formas de creencias y un común denominador del cual parecía que partiera su cosmogonía: El culto a la muerte; el mundo de ultratumba, la añoranza del mas allá.

Unos lo planteaban desde el miedo, otros desde la evolución y el karma y algunos hasta lo festejaban organizando auténticos festivales como cuando despedimos a un compañero de estudios o de trabajo que terminó su aprendizaje con nosotros y cambia de residencia; tal era la perspectiva de la muerte en esas culturas. Se diría que para ellos significaba el retorno al hogar paterno. Pero ¿de donde salió la idea?, ¿Como era posible que Mongoles, Celtas, y Aztecas, por poner un ejemplo, prepararan a sus muertos para un viaje al averno cumpliendo similares requisitos?, ¿Hubo una primera etnia la que difundió su fe al resto de las razas habitados en el momento?..¿Quién fue el primero?

Los medios de comunicación no existían salvo mediante viajes marinos, comerciantes y viajeros. Sus embarcaciones dejaban bastante que desear no pudiendo realizar largas travesías de navegación, y sin embargo un vistazo a las tradiciones, nos muestran imágenes de celebraciones y rituales en las mismas épocas; cantaban las mismas alabanzas y despedían a sus muertos con igual boato incluso mediando un océano entre ellos. Tanto la cosmogonía celta como los druidas me eran familiares por cultura, pero mi gran incógnita era la América pre hispánica; lo poco que haba leído de ella me fascinaba y quise saber algo más a fin de compararla con las otras; mi interés se centraba en vislumbrar si el panteísmo era un puente entre todas las antiguas civilizaciones, o si por el contrario, el nexo está en el hilo misterioso que organiza el pensamiento humano conectandonos a una sola y luminosa mente colectiva, igual que una misteriosa red de computadores mágicos enlazados a un servidor cósmico. De ser esa teoría cierta, ¡que despilfarro de vidas de sangre de guerras y de dolor!, ¿no? Quise encontrar el eslabón perdido, y en ello estoy. Ojala estas notas ayuden a otros seres a encender su luz y entre todos iluminemos la oscura noche del mundo.

La Civilización Mesoamericana

Para evitar confusiones diremos que la llamada civilización mesoamericana esta basada en rasgos culturalescomunes, que agrupa a la civilización precolombina. Este concepto fue aplicado por primera vez por Paúl Kirchhoff en 1943. Nosotros nos centraremos en las culturas que abarcaban la zona de México.

Este conjunto demográfico tiene un bagaje enorme toda vez que son diferentes linajes y cada uno con su idiosincrasia, por lo que no es posible agruparlas sino desde un contexto bastante genérico. Por otro lado no soy antropóloga así que de antemano solicito la indulgencia por los errores técnicos que pueda cometer.

Cuando comencé a estudiar el fenómeno chamánico, México despertó en mi un enorme interés antropológico y una extraña fascinación por sus tierras, leyendas y costumbres. Reconozco mi enorme cariño por sus gentes que tan profunda y gallardamente han llevado a cuestas su tradición manteniéndola por encima de todo hasta conseguir sincretizar todas en una sola. Gracias a eso podemos disfrutar en estos momentos rituales tan fantásticos como la fiesta de los muertos, en donde la muerte es la protagonista del canto a la vida tradicional en su más puro origen cosmogónico y que unido al maquillaje adecuado de la creencia católica, ha creado así una única religión.

Tambien quisiera hacer constar mi rechazo personal con aquellas opiniones que juzgan a las civilizaciones prehispánicas como primitivas y diabólicas. Si analizamos cualquier civilización desde el prisma del europeismo arcaico y limitado, es evidente que todo lo que no fuera conocido o controlado por nuestra monoteísta fe, nos parecería igual de maléfico y sangriento. Recordemos el rechazo que en su tiempo causaron las tribus celtas sobre Roma, nuestra “educadora”, y su persecución hasta el exterminio. Parece como si cualquier cosa ocurrida antes del cristianismo hubiera sido una aberración sin considerar que también había personas, tradiciones y razones que justificaban toda su cosmogonía, y sobre todo su derecho a una cultura autóctona propia. No me cabe la menor duda que aun con la mejor de sus intenciones, a pesar de que la historia haya demostrado que no con lo mejor de sus acciones, el colonialismo hispánico y su dominación, como todas las dominaciones a fin de cuentas, no fue precisamente ejemplar para estos pueblos y sus tradiciones. Solamente con recordar las enormes piras de fuego donde ardieron legados de cultura y tradiciones indígenas, ya es suficiente daño al patrimonio de la humanidad. Por otro lado, reconozco egoístamente que me congratulo infinitamente de los vínculos lingüísticos creados entre las dos culturas que hoy día nos permite sentirnos hermanados en muchos campos.

LA COSMOGONIA

La idea panteísta que el cielo era una bóveda sujeta por divinas manos invisibles, y siempre con el riesgo que un día se derrumbara sobre la población humana es común tambien entre los pueblos de la civilización mesoamericana.

“Para los nahuas, el universo era un gran disco solar rodeado por aguas que se extendía hasta las cuatro esquinas (rumbos) del mundo. En cada esquina había un árbol y un dios que sostenía el cielo como columnas místicas, y cada uno de los rumbos se relacionaba con varios símbolos, además de un signo calendario y un color. Del punto central, al que tambien se le llama el ombligo del mundo, surge otro árbol o eje que atraviesa el plano terrestre desde el cielo hasta el inframundo” (Torres, 1999:147).

Sin embargo mientras que para occidente las orientaciones se basan en puntos cardinales, para los nahuas estos rumbos comienzan la orientación por el punto donde sale el sol, que a su vez es inicio del día y a partir del cual se iban distribuyendo el resto de los rumbos:

1. Tlauchcampa o tonatiuhixco, que quiere decir “por donde sale el sol” o “la cara del sol”. Aquí también se hallaba el paraíso del dios de la lluvia Tlaloc. Los nahuas también asocian este rumbo con un sitio nombrado Tlillan Tlapallan, donde se cree que Quetzalcóatl se había refugiado después de sus experiencias de Tula. El color asociado a este lugar es rojo y el signo es ácatl (caña). Este rumbo equivaldría al este. (Torres, 71).

2. Mictlampa que significa el lugar de la muerte. Está asociado con el color negro y el signo técpatl (pedernal) y iguala al norte. (Torre, 126).

3. Cihuatlampa cuyo significado es “lugar de las mujeres”. Está relacionado con el signo calli (casa), el color blanco y el oeste. (Torre, 127).

4. Huitzalco, que quiere decir “lugar de las espinas” u Opachpa Tonatiuh “izquierda del sol”. Este rumbo también se relaciona con la muerte, pero es porque el sol no iba allí. Geográficamente era relacionado con el calor. Su color es azul y el signo es tochtli (conejo). Equivale al sur. (Torre, 160).

5. La superficie terrestre según López Austin (1988, 171) se manifiesta de la siguiente manera:

Se encuentra rodeada por el anillo de las aguas marinas.

Sus cuadrantes son:

a. EL ESTE, que tiene el color rojo y el símbolo de la caña,

b. EL NORTE, pintado en color negro y con el símbolo del pedernal.

c. EL OESTE en color blanco y con el símbolo de la casa y

d. EL SUR, que tiene el color azul y el símbolo del conejo.

En el centro está el ombligo del mundo, la piedra preciosa verde, habitada por el Dios del Fuego. (López Austin, 1988:171)

El Universo Nahual: Sujetando la boveda celeste

El universo nahua se encuentra dividida en tres niveles cósmicas: el cielo, también llamado el sobremundo, la tierra o el mediomundo y el inframundo.

El cielo, estaba habitado por los dioses que podían enviar sus poderes al mundo de los hombres, causando a estos daño o beneficio. Todos los dioses son polares, es decir todos tienen una pareja cósmica igual que el taoismo oriental, marca la polaridad de todos las cosas. Así el dios creador Tezcatlipoca( es el dios negro) y su complemento la serpiente de plumas preciosas, Quetzalcóatl (dios blanco), tambien llamado Tezcatlipoca blanco). Una vez que hubieron separado el cielo de la tierra pasaron a convertirse en árboles a fin de evitar que el cielo cayera sobre la tierra y destruyera la raza humana.

El centro estaba habitado por los hombres, quienes convivían con los vegetales y los animales, con los astros, las nubes, las lluvias y los vientos, con emisarios y fuerzas divinas, con dioses invisibles u ocultos bajo formas extrañas.

Era este centro del cosmos la región de la confluencia y de la lucha de todo lo alto y todo lo bajo (López Austin). Curioso, parece que seguimos igual, aunque con más tecnología. Se diría que nuestro planeta es el campo de batalla de muchos mundos y el hombre sigue siendo el centro de ese microcosmos.

Igual que todas las demás creencias tambien existe un numero sagrado entre las diversos grupos de las culturas mesoamericanas. El numero 4 es de tan vital importancia en el pensamiento mesoamericano que no solo se tiene en cuenta en los rumbos del universo, y los colores asociados, sino que también son 4 los días o signos, y el final del ciclo calendario de 260 días, y para completar, como veremos después, cuatro son los mundos que puede visitar el alma después de la muerte, y son cuatro los tipos de muerte.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención en esta recopilación de datos, es la similitud en el concepto dual que de la vida tienen estas culturas con los celtas. Ambos consideran que, todo es un continuo nacer –morir-renacer; a esto aun se unen los tibetanos de los Hinmalayas, y especialmente la tradición Bhö que aún hoy en día conserva su panteísmo, aunque seguramente podriamos añadir a esta lista muchas más de las creencias que aún existen en el mundo. En la cultura mesoamericana este concepto dual de continuo vida-muerte-vida es fundamental para comprender su cosmovisión precolombina.

La diferencia en este punto estriba que mientras para los nahual, el renacimiento no esta vinculado en función de los actos realizados en anteriores experiencias, sino al tipo de vida y la forma de la muerte, para el tibetano, y el Hinduismo, son precisamente los hechos quienes generan una vida placentera -si es que se puede calificar así- o restrictiva kármicamente hablando.

Eduardo Matos Moctezuma(1975) dice que : “ fue a través de los mitos y leyendas como el hombre prehispánico dio a la muerte un carácter cíclico, de tal forma que ésta se hallaba inmersa en un proceso tanconstante como el día y la noche.

“Los conceptos de nacimiento y muerte (…) se dieron como unidad indisoluble y a su vez causa efecto uno del otro” (Matos, 1975: 8). “...Los numerosos vestigios arqueológicos que representan rostros mitad calavera, mitad carne, son simbolismos indudables de esto. La dualidad reviste importancia vital para el hombre prehispánico desde tempranas épocas, inclusive es, para algunos investigadores, el principio esencial del universo del antiguo México(Matos, 1975)”...

“El pueblo de la muerte” es el nombre que recibieron los aztecas, y debe ser verdad ya que tenemos infinidad de muestras y actos de la vida cotidiana en donde la muerte es la protagonista. Podriamos citar los nombres de los días, en que, el sexto o Miquiztli, estaba representado por una calavera que simbolizaba la muerte, así como también el Huei Micailhuitl, o noveno mes que correspondía a la fiesta de los difuntos. Los nacimientos podían estar regidos bajo el signo de la muerte o Mictlanteuctli. Éste era el octavo signo y designaba a los futuros médicos y parteras, o todos aquellos que en corto tiempo morían. De todo ello da buena cuenta el investigador Del Paso Troncoso.

La muerte ha sido uno de los temas mas prolíficos y bellamente expuestos por los nahuas tanto en arte, como en pintura, la arquitectura, pero más que en ningún otro en la poesía donde vemos una muerte llena de colorido y tintes melancólicos, de respuestas inciertas ante la visión de un viaje seguro, a un lugar desconocido.

Tres son los principales mitos que todo pueblo presenta: el cosmogónico o creación del mundo; el antropogénico o creación del hombre, y (…) una proyección al más allá” (Matos, 1975: 7). En esta tercia, los nahuas lograron establecer de forma insistente la dualidad vida-muerte.

Dicen las enseñanzas de la cultura azteca:” No podemos tener conciencia plena de la vida, si no existe conciencia plena de la muerte”. De esta manera el nacimiento del quinto sol (Era actual) fue producto del sacrificio y muerte de Tecuciztécatl y Nanahuatzin (dios sol y diosa luna) que generosamente al saltaron al fuego cósmico que ardía en Teotihuacan para salvar a los humanos. Por ello renacieron y dieron vida y en premio pasaron a formar parte del elenco divino nahual.

-“¿Cómo habremos de vivir?

¡No se mueve el sol!

¿Cómo en verdad haremos vivir a la gente?

¡Que por nuestro medio se robustezca el sol,

Sacrifiquémonos, muramos todos!”

Entre los Toltecas,Quetzalcoatl, considerado como un dios, dice la leyenda que se incinera en las orillas del agua celeste y su corazón se transformó en una mariposa que elevo el vuelo al cielo para pasar a convertirse en el lucero del alba... "Luego se atavió él mismo, se prendió fuego y se quemó. Por eso se llama " El Quemadero" ahí donde fue Quetzalcoatl a quemarse. Se dice que cuando ardió, al punto se encumbraron sus cenizas, y aparecieron al verlas todas las aves preciosas que se remontan y visitan el Cielo: el tlauhquéchol, el xiuhtótotl, los papagayos tozneneme, los alome y los cochome, y tantos otros pájaros lindos. Al acabarse sus cenizas, al momento vieron encumbrarse el corazón de Quetzalcoatl. Según sabían, fue al Cielo y entró en el Cielo. Decían los viejos que se convirtió en estrella que al alba sale ..”

Libremente los dioses, aceptan la muerte, sacrificándose para que el sol se moviera y fuera posible así la vida de los hombres. Moviéndose al fin el sol, comenzaron una vez más los días y las noches; los hombres habían merecido su vida gracias al auto sacrificio de los divinos. Por esto, los seres humanos habrían de llamarse en adelante macehuales, que quiere decir “merecidos”.

Esto daría un sentido a los temidos eclipses de sol, ya que si este se escondía seria la muerte del astro y por ende no habría luz ni calor en la tierra lo que significaría la destrucción de la raza humana. Ante esa inminente catástrofe la única posibilidad de salvación estaría en “alimentar” al sol; si los propios dioses se habían ofrendado anteriormente en beneficio de los hombres, no era de extrañar que fueran ahora los humanos los que ofrecieran su vida en holocausto.

Me doy cuenta que siempre hay una divinidad que ofrece su sangre para salvar a la humanidad, en casi todas las tradiciones y siempre los humanos somos los receptores de ese mérito. Quizás esa es una razón por la cual siempre necesitamos un líder, un maestro, alguien que marque la pauta, que nos de ejemplo para seguirlo, e imitarlo. Eso sí es algo común en todas las tradiciones. En nuestra cultura fue el Hijo de Dios; en ésta son los propios dioses; en la Tolteca Quetzacoaltl se prende fuego para iluminar al mundo. Desconozco si los celtas tuvieron esa cosmogonía por falta de documentación escrita, pero si tengo referencias de un ritual en el que en épocas de carestía y hambrunas los druidas determinaban sacrificar un habitante de la tribu y regar la tierra con su sangre a fin de aplacar la ira de los dioses y pedir abundancia de cosechas.

Como podemos apreciar, en los mitos aztecas hay algunos elementos comunes con otros relatos cosmogónicos, que enlazan el sistema de creencias mesoamericanas con otras culturas alejadas de esta civilización. La estructura cosmogónica de estas culturas y la regulación del Mundo en varias fases, es común con los chinos por ejemplo con el mito del huevo cósmico.

Sin embargo la teoría de la existencia de 4 mundos previos al nuestro con un final de destrucción total, es propia de las culturas mesoamericanas.

Por otro lado, el elemento Divino como creador del origen y ordenación del Mundo coincide con culturas como la griega y cristiana, ya que sin la actuación divina el Universo no existiría.

En América precolombina, es el sacrificio de varios dioses lo que permite la formación de nuestro mundo, el quinto. Esta idea la comparte la mitología china (dios P'an-Ku).

Y Tras la muerte, la fuerza de la resurrección se pone en marcha. E l sol reaparece cada mañana después de haber pasado la noche “bajo la llanura divina”, Teotlalliitic, es decir, en los infiernos; Venus muere y renace; el maíz muere y renace; toda la vegetación herida de muerte en la estación seca, resurge más bella y más amarilla en cada estación de lluvias, del mismo modo que la luna desaparece del cielo y reaparece al ritmo de sus fases. Tonatzin (nuestra madre la tierra) o Xochiquetzal (la señora de las flores) son la base que sustenta la vida y participan así en el ciclo cósmico de nacimiento y muerte permanente De esta manera ni la naturaleza ni el hombre están condenados a la muerte eterna.

Cada día la naturaleza nos enseña esta lección magistral naciendo por el este y muriendo al anochecer por el oeste, y de igual manera la vida y la muerte son los dos aspectos de una misma realidad tan evidente como el grano de maíz que brota de una semilla y es molido para alimentar a otros en un ciclo continuo. Así el guerrero que muere en el campo de batalla o el vencido sacrificado no tiene mayor importancia ya que la vida aquí solo es un espacio, un periodo, un pasillo en donde lo importante trasciende la materia para volar convertido en compañero del Águila, Cuauhecatl, en “compañeros del sol”. Una vez más el objetivo del hombre según las cosmovisión prehispana, no es la vida terrenal sino la purificación en este plano y la entrega generosa para el despertar de la conciencia, y eso, si sabemos que es también común a todas las creencias.

LOS CUATRO MUNDOS DE LA MUERTE

Sin embargo no todos los hombres tenían la fuerza espiritual, el dominio de su voluntad y el valor de encarar la vida y la muerte de esta manera, a pesar de esa visión filosófica la muerte. El sacrificio era terrible, al menos a nuestros ojos occidentales, aunque bien mirado, no menos terribles que las celebraciones romanas en el circo de los leones, o las quemas de brujas de la inquisición. Tambien los celtas tenían sacrificios humanos, y hasta en relatos bíblicos se habla de sacrificios cruentos. Hay un trasfondo sangriento en la raza humana que al parecer no conseguimos erradicar y por otra parte, valor que se daba a la vida en la historia primitiva de la humanidad estaba más en la linea de pertenecer a los dioses que en una elección humana.

Ya hemos dicho que según la forma de vida, al morir se podía llegar a 4 lugares diferentes, y de ellos el más apreciado era el Ilhuicatltonatiuh, lugar prometido para los guerreros de la batalla florida; el premio de aquellos que lograron florecer su corazón y entregarse como alimento.

Un detalle que me llamó la atención es que los dioses no se alimentaban de cualquier sangre, de hecho ni siquiera de la sangre en sí misma, sino de la esencia contenida en el líquido vital de los valerosos guerreros y las mujeres muertas en el parto. ¿Cuál es la característica común en estos dos grupos?, ¿Cuál era el alimento de los dioses? Quizá para unos fuera la adrenalina que generaba esos estados, pero me inclino mas a la generosidad, el arrojo, a la lealtad, en fin, a la capacidad de entrega de una persona en beneficio de un grupo...En realidad esto si era común al guerrero y a la madre parturienta.

La casa del Sol,o el Señor de la Gloria, era el hogar de las almas de los soldados muertos en batalla o prisioneros en poder del enemigo, a causa de las guerras y los cautivos que habían muerto en poder de sus enemigos. La forma de recibir la muerte variaba entre, morir acuchillados, quemados vivos, otros acañavereados, peleando con ellos, e incluso los había a quienes les ataban teas por todo el cuerpo a las que prendían fuego, y así se quemaban.

Las mujeres que muertas en el parto se convertían en mocihuaquetzque o mujeres valientes, eran las encargadas de guiar al Sol en su recorrido del medio día hasta el atardecer. Se creía que ellas habitaban en la parte occidental del Cielo.

Decía Sahagun que : “..Y en el cielo hay arboleda y bosque de diversos árboles; y el dios Sol recibía allí las ofrendas que le daban en este mundo los vivos; cada vez que amanecía el sol daban muchas voces golpeando en sus escudos; aquel que tuviera el escudo atravesado por saetas, vería el sol a través de sus agujeros. (Chavero, 1939: 106-107).

Se decía que estaba situada en una hermosa llanura, y siempre, y (Matos, 1975: 59) cuenta la leyenda que a los cuatro años sus almas se convertían en aves de plumas de ricos colores que disfrutaban chupando las flores del cielo y de la tierra. Como se puede comprobar la belleza poética de estas culturas en sus descripciones sobre la vida en el mas allá, unidas a la ausencia de juicio en cuanto premio o castigo por las obras realizadas en vida, era una absoluta liberación del miedo a la muerte mas propio de la religiones monoteístas.

El cielo, estaba dividido en trece pisos de los cuales cuatro pertenecían al cielo bajo, es decir, el mundo de los hombres; en esos cuatro pisos residía el Sol, la Luna y las estrellas. El códice Vaticano Latino en la 3738 lámina, e interpretado por López Agustín (1996:62-63) nos ofrece una explicación de cada piso.

El segundo lugar era el Chichihuacuahco.

Este era el hogar de los niños muertos, quienes se alimentaban de un bello y frondoso árbol, y de cuyas ramas emanaban gotitas de leche. Estos niños volverán al mundo para probarlo cuando se destruya el quinto sol, que es nuestra era actual. Mientras tanto allí disfrutarán sin pena ni gloria.

El tercer lugar era el Tlalócan, la mansión de la Luna.

Allí viven unos dioses que se llaman Tlaloque, los cuales se parecen a los ministros de los ídolos que traen cabellos largos. Los que iban a Tlalocan eran las personas cuya muerte pertenecían al dominio de Tláloc o que tenían un tipo de enfermedad epidérmica, los leprosos y bubosos, sarnosos, gotosos e hidrópicos además de los que morían de rayos, y ahogados en agua. El Tlalócan, era un “paraíso” en el que había condiciones ideales, un lugar agradable, fresco y ameno. Tláloc era la representación de la vida luminosa por medio del agua, que es la fuente de toda la vida en el planeta. El Tlalocan estaba habitado por los dioses Tlaloque, ayudante del dios de las lluvias, y del rayo Tláloc.

Sahagún llamó a Tlalocan el paraíso terrenal, donde siempre había alegría y nunca faltaban los alimentos que se encontraban en abundancia para todos en un lugar de eterno verano. Dice así :

“...–La otra parte donde decían que se iban las ánimas de los difuntos es el paraíso terrenal, que se nombra Tlalocan, en el cual hay muchos regocijos y refrigerios, sin pena alguna; nunca jamás faltan las mazorcas de maíz verde, y calabazas y ramitas de bledos, y ají verde y jitomates, y fríjoles verdes en vaina, y flores (...) Y así decían que en el paraíso terrenal que se llamaba Tlalocan había siempre jamás verdura y verano”...

Y por último el terrible Mictlán.

Quienes no habían alcanzado la muerte luminosa del guerrero, ni la muerte tierna del niño, ni la muerte asociada con el agua, llegaban aquí, lugar en verdad terrible porque significaba la nada, la muerte estéril producto de una vida estéril, la muerte sin consecuencia y sin trascendencia; la muerte... ¡para nada!.

El Mictlán era un lugar místico dentro de la concepción filosófica del mundo mesoamericano, punto de contacto entre la tierra y el inframundo, puerta de entrada al pavoroso mundo de la nada. Este lugar estaba gobernado por los señores Mictlantecutli y Mictlancihuatl.

Se le describía como un lugar muy ancho y oscuro, sin luz, ni ventanas, y que recibía diferentes nombres entre los que podemos mencionar Tocenchan y Tocenpapolihuiyan “nuestra casa común”, Ximoayan “donde están los despojados, los descarnados”, Atlecalocan “sin salida a la calle”, Huilohuayan “donde todos van”, Quenamican “donde están los así llamados” (Matos, 1975: 70).

Vicente Ribera Palacios dice:..“Al Mictlán iban los que morían de enfermedad natural, fueron señores o macehuales, sin distinción de rango ni de riquezas”... por esto dice Sahagún que en el Mictlán se acababan y fenecían los difuntos, pereciendo para siempre en la casa de las tinieblas y oscuridad”.

El muerto en cuestión tenía que pasar por un largo y caudaloso río llamado Apanohuaya, para lo cual necesitaba de ayuda de un perrocolor canela (techichi). Posteriormente ya despojado de sus vestiduras tenía que cruzar entre unas montañas que siempre estaban chocando una con la otra y que se llamaban Tépetlmonamicitia. Después tenía que pasar por un cerro erizado de filosos pedernales, para a continuación atravesar los ocho collados o colinas llamado Cehuecáyan, en donde siempre estaba cayendo una terrible tormenta de nieve, después tenía que cruzar 8 páramos o llanuras en donde un gélido viento cortaba como navaja, y luego tomaba una vereda en donde lo asaetaban, llamado por eso Termiminalóyan. Después de estos terribles sufrimientos se encontraba, con Teocoyleualoyan, inmenso tigre que le comía el corazón, para sin él, caer en el Apanviayo en cuyas aguas negras se encontraba la lagartija Xochitonal. Es entonces que había concluido su terrible y dolorosísimo viaje, presentándose ante el Sr. Mictlantecutli quien le diría...”- Han terminado tus penas, vete pues, a dormir tu sueño mortal”. Después de 4 años de viaje por el Mictlán, ¡la nada era su destino final!

Los Cuerpos Anímicos

Siguiendo con la dualidad debo decir que, los pueblos mesoamericanos participaban de la creencia que el ser humano estaba compuesto de cuerpo y espiritu, o entidad anímica. Así, con la muerte, el cuerpo era enterrado y su teyolia iba a uno de los 4 destinos que ya hemos hablado, aunque Alfredo López Austin, destacado analista de las cosmovisiones mesoamericanas, ha descubierto que los antiguos nahuas poseían tres entidades anímicas: el teyolía, el tonalli y el ihiyotl.

En su libro “Cuerpo humano e ideología”, explica detalladamente cada una de las entidades anímicas. El dice que esa composición la podemos encontrar en todo el cuerpo, pero con mayor concentración en la cabeza, el corazón y el hígado, y llama a estas entidades “dones divinos que hacen posible la existencia del hombre; pero ninguna de ellas es exclusiva del ser humano” y sigue: “Las tres deben operar armónicamente para dar por resultado un individuo sano, equilibrado mentalmente y de recta moral.”

Las perturbaciones de una de ellas, en cambio, afectan a las otras dos.” En un artículo publicado en Arqueología mexicana, López Austin explica brevemente donde se encuentran las tres entidades anímicas, qué función tienen y cual es su destino tras la muerte.

Teyolía, se halla en el corazón, donde se encuentra “su esencia humana, su vida, lo más importante de sus facultades mentales y su pertenencia a un grupo de parentesco”. Quizá esa es la razón por la cual comían el corazón arrancado en los sacrificios, y de esta forma apropiarse de la “esencia” y fuerza del sacrificado.

Tras la muerte el teyolía iba a uno de los cuatro destinos de los muertos.

Tonalli, en la cabeza, estaba relacionado “a la individualidad y al destino personal, reposaba sobre la tierra tras la muerte, y generalmente era guardado por los familiares del difunto en una caja que contenía sus cenizas y dos mechones de cabellos.”

Finalmente, Ihíyotl era el “motor de las pasiones, se dispersaba en la superficie terrestre y podía convertirse en seres fantasmales o en enfermedades.” Su ubicacion era el hígado.

LOS SACRIFICIOS

Hay un tema complicado y conflictivo a la hora de estudiar las culturas mesomericánas con relación a la muerte. Los Sacrificios. Este estudio versa sobre la concepción de la muerte en estas culturas y lo que le rodea, y no veo necesario abarcar estos detalles que seguramente desviarían el hilo de esta investigación. 

Sin embargo el sacrificio si es un tema común con otras culturas, desgraciadamente, aunque quizá en ninguna haya tanta documentación escrita como en esta, posiblemente porque quizá sea la única cultura que tuvo evangelizadores que relataran su tradición día a día. Pretendo mas adelante hacer una investigación sobre el sacrificio humano en el paganismo incluyendo las culturas mesoamericanas, quizá eso me ayude a encontrar las causas que dieron lugar a ello.

LOS RITOS FUNERARIOS

Ya hemos visto antes que el culto a la muerte es parte esencial de la herencia cultural en los pueblos nahuales. Hay noticias de esta tradición que datan sobre finales del siglo 2 antes de Cristo. Los hallazgos arqueológicos muestran que sepultaban a sus muertos con ofrendas específicas. Al parecer más adelante como unos 1.500 años antes de la era cristiana se han encontrado enterramientos de cadáveres acompañados de bellas ofrendas en cerámica, y que s según Ruiz L.Huillier estaban repletas de alimentos y bebidas, como pudo comprobarse en numerosos casos en los que se hallaron restos de animales. (Ruiz Lhuillier 1968:180), y tambien utensilios de uso personal.

En el siglo XVI con la llegada de los españoles a América, se produjo un encuentro de culturas entre la española y la indígena, nada pacifica hay que reconocerlo, en el cual los vencedores trataron de imponer su idioma, sus costumbres y religión, la católica, y en cambio los vencidos lucharon por preservar sus propios valores culturales. Pero el pueblo indígena tenía su fe muy arraigada de muchos siglos atrás y la única forma posible de que la nueva religión fuera aceptada, era sacralizando el simbolismo pagano mediante la fe católica, creándose así una fusión entre ambas creencias que ha permanecido hasta nuestros días. El catolicismo actual en México goza de unas cualidades propias de un pueblo que lucho denodadamente por su fe. Este fenómeno sacralizador del paganismo tambien es común a otras creencias. Sin ir mas lejos, hoy en día en día se mantienen ritos y celebraciones cristianas que son del mas puro origen celta.

El culto a los muertos en los pueblos prehispánicos se manifestaba mediante la celebración de la Vida en el más allá.

El cielo de los dioses Ometecuhtli y Omecíhuatl, era la región presidida siempre por Mictlantechuhtli y Mictecacíhuatl, dioses gobernantes del Mictlán, lugar de los muertos. Y así como en el plano material celebramos un acontecimiento familiar o social, con música, manjares y colorido, en estas traiciones, los vivos remembraban a sus difuntos de igual forma con fiestas y alimentos. Así consiguieron que la muerte fuera tan solo un salto dimensional a otra región, de vida y características placenteras.

La muerte es muy demócrata, no marca diferencias sociales para llevar al muerto a unos de sus cuatro regiones, pero la clase social si estaba sumamente diferenciada en cuanto a los rituales funerarios. La historia describe en términos espectaculares las exequias del emperador Auitzotl, el más grande conquistador Azteca de todos los tiempos. A su muerte se eligieron más de doscientos esclavos para que le acompañaran en su viaje al más allá. El cuerpo de Auizotl, ricamente adornado, fue llevado en una litera funeraria y los esclavos sacrificados después, uno a uno, en una ceremonia cruenta.

No he conseguido enterarme de mucho más, por falta de material cualificado y de tiempo para obtenerlo, pero al parecer según las diferentes culturas unos eran incinerados y sus cenizas conservadas en cofres que guardaban con un mechón de pelos, bajo el piso de la casa, a fin de mantener el vinculo familia, aunque esto no es lo mas habitual; otros eran enterrados, y los mas poderosos los ponían sentados con sus pertenencias en grutas, o en fosas Templos. Ya hemos dicho que había un gran número de culturas y por consiguiente las costumbres variaban según la zona. Solo hablaremos de aquello que era común a todas.

Fray Bernardino Sahagún, que aprendió las lenguas nahuales para recibir información de los nativos sobre sus costumbres y relatarlas objetivamente en el libro Historias de las Cosas de Nueva España - apasionante documento para los que deseen profundizar mas en el tema - nos cuenta de los ritos funerarios: "...–Y más dicen que al tiempo que se morían los señores y nobles les metían en la boca una piedra verde 8 que se dice chalchíhuitl; y en la boca de la gente baja, metían una piedra que no era tan preciosa, y de poco valor, que se dice texoxoctli o piedra de navaja, porque dicen que la ponían por corazón del difunto"...."–Y así también mataban veinte esclavos y otras veinte esclavas, porque decían que como en este mundo habían servido a su amo así mismo han de servir en el infierno”..

Descubrimientos arqueológicos han demostrado que la piedra verde no era otra que la esmeralda, y algunos casos jade y en cuanto a la negra varia bastante según la categoría del muerto. Estas piedras estan consideradas como monedas de pago en al otro mundo. Por la misma razón metían granos de maíz y hierbas para que se alimentaran en el viaje al mas allá. Los familiares de los mas ricos además les hacían acompañar por 20 esclavos varones y 20 hembras diciendo que si en la vida le habían servido bien, que hicieran lo mismo en el Mictlan.

COMPLETANDO EL CIRCULO

Mi intención era investigar las culturas mesoamericanas a fin de encontrar puntos comunes con otras cosmogonías repartidas en el mundo de carácter animista. Me he centrado en la muerte en este caso por ser su culto y la búsqueda del mas allá algo prioritario y una obsesión común a la raza humana. Pero la verdad es que esta tradición tiene tal cantidad de simbolismos en si misma, que mi intento requeriría la redacción de un libro y aun me quedaría corta; sin embargo, de pequeños retazos aquí relatados y de lo otros pequeños sobre los celtas en Revista Investigación, de los druidas que figuran en la Revista Huellas y del escaso conocimiento budistas y católico o cristiano que dispongo, además de todo lo que he recopilado y leído, buscado y reflexionado, he llegado a la conclusión que lo mas probable es que no hayan religiones ni creencias múltiples, sino una sola. 

Creo que hay un hilo misterioso y conductor del espiritu humano. Creo que de un origen único y común, procedente ya sea de una “casa del padre”, o bien de esa mente cósmica original, o del Universo como energía creadora, salieron “esas parejas de hijos que se diseminaron por el planeta” y que según las zonas, las necesidades territoriales y ambientales, así como las aptitudes del grupo, establecieron sistemas de contacto adecuados a ellos a fin de mantenerse comunicados con la casa paterna, u origen cómico. Y de ahí surgió el entramado espiritual que conectaba a las gentes del mundo.

Centrándonos en las tradiciones nahuales con relación a otras civilizaciones lejanas geograficamente hablando :

En el tratamiento de la Muerte,con respecto a los cuatro mundos a los que puede ir el espiritu, nos encontramos que: Por un lado el Mictlan contiene un viaje atravesando un río y pasando por muchas peripecias en donde debe enfrentarse a unas condiciones terribles con los elementos. Los Egipcios, a miles de millas marinas de distancia, tambien mediante la navegación por el río Nilo, realizan el viaje a la inmortalidad. Asimismo, preparan con todo lujo de detalles el viaje y se pertrechan de alimentos y víveres, servicio de esclavos para que los cuiden, y animales que les protegen y ayudan. Los celtas tenían la misma costumbre aunque no he sabido que cruzaran ningún río.

Las cenizas Hindúes navegan por el Ganges aunque de forma mucho mas simple, en un trayecto purificador del alma destino a la reencarnación . Por otro lado el tratamiento de la muerte entre los budistas tibetanos, es mucho mas escatológico. Su cuerpo, previamente descuartizados y desmenuzados en pequeños pedazos, pasa a ser el alimento de los buitres, como símbolo del la impermanancia y fluir energético. Mediante esta renuncia en beneficio de otros seres mas necesitados, se esta manifestando una forma de sacrificio. Pero tambien hay incineraciones y las cenizas retornan a la tierra de donde salieron, y en escasos casos, entierran. Lo interesante en este caso es que ya, en dias previos a la muerte según esta filosofía, se produce la disolución de los elementos, cuya descripción esta sumamente relacionado con el relato de las peripecias del Mictlan.

Cuentan los maestros, que las horas previas al desenlace, todos pasamos por estados de frío desolador casi hielo que nos congela el cuerpo, ansiedades y desasosiego como si en nuestro interior se desataran una serie de huracanes y tormentas para después sufrir estados de calor y sequedad de la boca, en fin todo un periplo de visicitúdes con los elementos terrenales y nuestros cuerpos sutiles antes de atravesar la puerta que conduce al mas allá para comenzar el viaje del bardo.

Los sacrificios humanos: en todas las creencias panteistas, conservar una parte de las victimas de sacrifico era considerado como un honor y una protección para sus vidas. Para los celtas la fuerza del ser humano reside en el Teyolia” azteca, por eso ellos cortaban las cabezas de sus victimas de guerra o sacrificio para absorber su fuerza, y la ponían en sus patios o santuarios para que les protegieran. A este grupo se suman los Omepete, y también los tahinos del Caribe.

En los sacrificios nahuales, por el contrario lo que contenía ese fluido era el corazón, que arrancaban en vivo, pero tambien cortaban la cabeza que donaban al vencedor o al dueño del cautivo como recompensa. Coincidencia. Recordemos que un hueso de la pierna o rodilla de su trofeo humano, tambien figuraba en los patios de sus casas como protectores contra desastres.

Los Indios Siux, hacían lo mismo solo que con la cabellera, y podriamos añadir la curiosidad de que los cristianos y católicos sobre todo, dan un gran valor a conservar “la reliquia de un santo”, y ¿que es eso sino un trozo de resto mortal?.Quizá es ese el origen simbólico de los Trofeos, conservar la poderosa vibración del triunfo del momento para reforzar permanentemente nuestro éxito. En magia simpática eso recibe el nombre de amuleto natural.

La Autoinmolación.

He querido dejar para el final de lo sacrificios humanos, una idea que me ha acicateado la cabeza desde que comencé a estudiar el tema. No tengo mas remedio que apoyarme en los textos evangelicos para ello, por falta de otras referencias. Me parace increiblemente similar en un nivel simbolico, evidentemente, la última cena y la pasión de Cristo. Segun dicen los evangelios "tomo pan en sus manos y partiendolo dijo a sus discipulos "comed y bebed este es mi cuerpo", y lo mismo hizo con su sangre. ¿No es eso una remebranza de los sacrificios de los dioses de la antiguedad y en especial los que acabamos de ver?. ¿No es Quetzacoalt "el pacificador" una pareja cosmica" de la Imagen de Cristo?. No es una aberración ni un desvario, lo que estoy planteando ya que hubo un sacrificio cruento, cruentisimo en la fe cristiana. Un inocente debe morir para salvar a la Humanidad y conducirla a un nivel superior de conciencia, o ¿no?. Quiza ahi este la respuesta, ¿ Es preciso que alguien se ofrezca en sacrificio para que evolucione la raza humana y por eso los grandes lideres de la humanidad han muerto inocentes en manos de verdugos a fin de implantar una fe mas evolucionada?. Los dioses aztecas en su cosmogonia también lo hiceron autoinmolandose para que el sol ascendiera e "iluminara a los hombres". Curiosamente volvemos a encontrarnos con las mismas tradiciones, solo que con siglos de anticipación y miles de kilometros de distancias. Curioso ¿no?.

En el tema de los tres tipos de cuerpos animicos, Teyolia en la cabeza, Tonalli en el corazón e Ihiyotl en el hígado, todas las creencias y con muy pocas distancia coinciden en eso. Según el budismo el humano esta compuesto de 3 cuerpos, mente (la cabeza: teyolía), palabra (corazón: tonalli),y plexo solar que se corresponden con el ihiyotl o mundo de los deseos. Si una de estas entidades animicas no funcionara debidamente se produciria un desarreglo energético causando enfermedades hasta llegar a la muerte. Y aquí viene la maravilla: esta es exactamente la base científica de la medicina holistica, solo que con siglos de anticipación.

El color azul como color sagrado figura en egipcios, aztecas y celtas. Se sabe que estos, teñían sus cuerpos de azul para ir a la guerra, y así desnudos peleaban para que en caso de muerte los dioses supieran diferenciar a sus valientes guerreros y fueran aceptados en el cielo. Tambien los guerreros que morían en batalla o que eran sacrificados como cautivos, recibían premios especiales y tratamiento de semidioses en la tribu de forma similar a los mesoamericanos. En algún sitio leí que los aztecas teñían a sus victimas de sacrificio de color azul (no he encontrado la referencia después) y para, los tibetanos el azul es el color de espacio mental, que seria su cielo.

Los hebreos llamaban Ruash al aliento divino y creían en 3 cuerpos anímicos físico emocional y mental. La Trinidad católica del Hombre es igual a la divina: Padre, Hijo e Espíritu Santo y eso es el templo humano según las escrituras evangélicas.

El numero sagrado 4 es común a Hebreos y mesoamericanos. El tres es numero divino de celtas (véase triskel), cristianos (Trinidad), y budistas (las 3 joyas).

La cosmogonía azteca tiene 4 orientaciones y 4 esquinas con 4 colores y 4 símbolos y un árbol central, que en mi opinión sería el 5 elemento. La medicina tradicional china tiene 5 elementos 5 colores 5 orientaciones y curiosamente a excepción del amarillo que es el central, los 4 restantes coinciden en color, elemento y orientación con la mesoamericana. Los celtas animistas se unen a la América precolombina en cuanto a elementos colores y orientación.

De la creencia de la vida en el mas allá, también los celtas participan de con disfrute y goce y una vez al año los cielos panteistas abren sus puertas para que los familiares vivos y muertos compartan, recuerden y agasajen a los antepasados en la fiesta de difuntos llamada Samheim y que la modernidad anglosajona y las películas de Hollywood han convertido en Halloween.

La Fiesta de los muertos Mexicana es el reflejo de la necesidad del culto ritual a la muerte de sus antepasados, y cuyo inicio de celebración el 31 de Octubre es común, se podría decir, a todo el mundo cuya historia ha pasado por el tamiz del cristianismo.

Fuente: esquina magica

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