lunes, 11 de noviembre de 2013

Eunate: Misterio Olvidado

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A pocos kilómetros de Puente la Reina, en el valle de Ilzarbe, se encuentra uno de los monumentos más importantes del románico peninsular. Aislada en el campo se alza la ermita de Eunate.


El edificio es uno de los puntos clave del Camino de Santiago, dada su proximidad a Puente la Reina, donde confluyen los distintos caminos que, desde Somport y Roncesvalles, llegan a la localidad navarra para transformarse en uno solo que discurre hasta Santiago de Galicia. El templo, románico del siglo XII, encierra todavía el misterio indescifrado de su origen.

Frente a su catalogación como capilla funeraria, se alzan las voces de los que pretenden para Eunate una génesis templaria, dando a su arquitectura una simbología esotérica. Eunate, las “Cien Puertas”, pertenece, tal vez, a uno de esos lugares iniciáticos que centran las especulaciones de todo tipo de investigadores. Arte, Historia y Simbología se dan cita en esta capilla arropando el misterio de lo desconocido.

Antes de comenzar su estudio, haremos un recorrido por su entorno histórico, artístico y simbólico.

El Camino de Santiago

La ruta iniciática y de peregrinación más importante de Occidente es el Camino de Santiago. El descubrimiento de la tumba del Apóstol en el siglo IX, da lugar al nacimiento de una vía de comunicación espiritual y cultural que atraviesa Europa hasta Compostela. Parece ser que hacia el año 813, el monje Pelagio descubre el sepulcro, autentificado después por Teodomiro, obispo de Iria Flavia.

Inmediatamente se pone al día la leyenda que hace a Santiago eva,ngelizador de España y al que sus discípulos transportan hasta las costas de Galicia tras ser decapitado en Jerusalén por Herodes. Pero el gran propagador y difusor del Camino y el culto al Apóstol es el obispo Diego Gelmírez, que traslada la sede a Compostela y la transforma en arzobispado. Se construye la catedral románica y se crea una auténtica mitología en torno al Camino.

Tradicionalmente, el Camino tiene sus cabeceras en Francia, en las ciudades de París, Vezelay, Le Puy y Arlés. En ellas comienzan los caminos franceses que convergen en Puente la Reina, en Navarra. Pero el Camino no es sólo una ruta de tránsito. En su entorno, y auspiciados por los monjes de Cluny, se van creando hospitales para peregrinos, iglesias, ermitas, catedrales y castillos. Los maestros constructores labran las piedras del Camino, construyen templos y dejan sus marcas en los sillares de las iglesias.

Los capiteles de los templos reflejan toda la espiritualidad de la Edad Media y también la simbología alquímica y transmutadora del espíritu. En el siglo XII, el clérigo A ymeric Picaud escribe el “liber Sancti Jacobi”, llamado también “Codex Calixtinus” que, entre otras cosas, constituye una auténtica guía turística de la Ruta Jacobea.

El Camino se convierte en la más maravillosa universidad itinerante de la Edad Media: literatura, arte, historia, mística… todo el saber medieval se da cita en el Camino. En él tiene lugar el cultivo del románico y el gótico que tratan de sublimar el espíritu de los peregri­nos a través de la arquitectura: la mística convertida en piedra.

Pero junto a los templos que transmiten los conocimientos de esta universidad itinerante, aparecen las granjas, las encomiendas, los castillos… y en ellos se asientan las Ordenes Militares que vigilan el Camino. A su sombra, las Hermandades de Constructores se amparan en las exenciones que disfrutan las Ordenes para transmitir su mensaje en piedra; por eso las iglesias y ermitas no son solamente lugares de culto. De entre las Ordenes Militares establecidas en el Camino destaca por su im­portancia la Orden del Temple.

Origen de la Orden del Temple

El año 1118, nueve caballeros franceses mandados por Hugo de Pyns, hacen votos ante el patriarca de Jerusalén y se constituyen en comunidad para defender los caminos que conducen a la Ciudad Santa y proteger a los peregrinos que viajan a visitar el Santo Sepulcro.

En 1128 se reúne el Concilio de Troyes presidido por Mateo, obispo de Albania, en el que los caballeros se organizan como Orden Militar y Religiosa y se les dota de una Regla redélctada por San Bernardo de Claraval, sobrino de Andrés de Montbard, uno de los compañeros de Hugo de Payns. El rey Balduino II y los canónigos del Santo Sepulcro les ceden como residencia parte del antiguo templo de Salomón” del que tomarán el nombre de Templarios.

Hugo de Payns, primer Gran Maestre de la Orden, recorre Europa y regresa a Jerusalén con 300 caballeros reclutados entre las familias nobles de Occidente. A partir de entonces comenzará el auge de la Orden que llegará a poseer más de 900 casas y 20.000 miembros. Sometidos a una dura y rigurosa disciplina monástica y pese a estarles prohibidos los bienes personales, los Templarios acumularán a lo largo de dos siglos enormes fortunas y grandes posesiones, fruto de numerosas donaciones y conquistas militares.

Mientras en Oriente los caballeros Templarios, junto con Hospitalarios y Teutónicos, constituyeron el brazo armado de la cristiandad en su lucha contra los árabes, en Occidente desarrollaron una labor eminentemente civilizadora, impulsando el gótico, intensificándolos sistemas de producción en sus granjas y encomiendas, poniendo en juego comercial la letra de cambio, siendo ban­queros de reyes y grandes señores y todo ello sin descuidar la lucha que mantenían en España contra la dominación árabe.

Templarios en Navarra

Muy pronto hubo Templarios en España, pues, según Garibay, en 1129 ya estaban asentados en Castilla, y la península se dividió en dos provincias para la Orden: Portugal-León-Castilla y Aragón-Cataluña. Los Templarios intervinieron activamente con los reyes cristianos en la reconquista de los territorios ocupados por los moros.

De esta forma, la Orden se sitúa en castillos como Grañera y Monzón y colabora en la conquista de Valencia, Sevilla y Mallorca, participando en hechos de armas tan importantes como la batalla de las Navas de Tolosa. Las donaciones lIueven sobre la Orden y en el Camino de Santiago, a las puertas de Galicia, dísponen de uno de sus más importantes castillos: Ponferrada.

En Navarra sucede un hecho de suma importancia y que da medida de la fama y prestigio de la Orden entre los reyes cristianos. En 1131, Alfonso el Batallador otorga testamento en el cerco de Bayona, teniendo efecto tres años más tarde al morir el rey en la batalla de Fraga. Por este testamento, don Alfonso divide su reino entre las Ordenes de Hospitalarios, Sepulcristas y Templarios, cediendo también a éstos su caballo y sus armas.

Naturalmente, la Orden no entró nunca en posesión del legado testamental pero recibió a cambio posesiones y encomiendas. Sancho el Sabio de Navarra concedió a los Templarios los terrenos de Fontellas y el monasterio y hospital de Ribaforada y en 1171 les donó la villa de Aberin, cerca de Estella, donde tuvieron importante encomienda. También es de señalar un privilegio de García VI de Navarra dado en 1149 en Tudela, el año en que conquistó Tauste, concediendo a los Templarios exención de lezda y portazgo en todo su reino.

Pero fue en Puente la Reina, núcleo del Camino de Santiago, donde los Templarios poseyeron su casa central y donde residía el prior de toda Navarra. En esta villa, famosa por el puente mandado construir tal vez por Doña Mayor para el paso de los peregrinos, tuvieron los Templarios el Convento y Hospital del Crucifijo, fundado por el rey García Ramírez en 1142.

Se trata de una capilla de una nave con ábside semicircular y portada ojival con motivos vegetales y animados en las arquivoltas que algunos interpretan como símbolos de la muerte iniciática y la inmortalidad. Pese a la importancia y poder que tuvieron los Templarios en España, cuando la Orden fue suprimida por el papa Clemente V a instigación del rey de Francia Felipe el Hermoso tras el indigno proceso a que fueron sometidos, sus bienes en Navarra fueron cedidos por el rey Luis Hutin, hijo de Felipe el Hermoso, a la Orden del Hospitál de Jerusalén.

Maestros, Compañeros y Símbolos

Principalmente entre los siglos XI y XIV tiene lugar el auge del románico y el gótico. Ambos estilos son sagrados, pero no basta con ver en los monumentos solamente la belleza formal del edificio. El arte de los Maestros de obras no era un arte gratuito: la bóveda, los pilares, los nervios que se entrecruzan, los arcos, todos los elementos arquitectónicos tienen una significación. Jambas, arquivoltas y capiteles, tímpanos, arbotantes, contrafuertes, pináculos… todos están orien­tados para hacer del templo románico o gótico una estructura única y original.

El templo es la armonía, la fuerza mística que por medio de la arquitectura transformará el espíritu del creyente produciendo el accésit divino. Nada es gratuito en el Arte Sagrado. Las esculturas y relieves de arquivoltas y capiteles transmiten una espiritualidad constante y también un conocimiento por medio del simbolismo.

Las Hermandades de Constructores poseen el conocimiento de la arquitectura simbólica y lo transmiten en la piedra. Las marcas de cantería guardan aún el secreto de las Hermandades que recorrieron el Camino de Santiago v deiaron sus huellas en los monumentos que construyeron.

La Astrología, la Al­quimia y la Mística están representadas en capiteles, tímpanos y relieves de los templos románicos y góticos. Protegidos por Cluny, el Císter y, posiblemente, el Temple, los Maestros de obras labran un conocimiento iniciático en la piedra de las iglesias a base de símbolos, donde los monstruos, animales y plantas tienen un significado específico que los adeptos deben saber identificar y descifrar.

Artículo: EL ENIGMA DE EUNATE – Miguel A. Martínez Artola – Mundo Desconocido, nº 65, Nov.1981. Al autor y revista pertenecen los derechos de autor del texto. 


“Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos, que el viento sople siempre a tus espaldas, que el sol brille cálido sobre tu cara, que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos y, hasta tanto volvamos a encontrarnos, que Dios te guarde en la palma de sus manos”

Uno de los templos más enigmáticos y sugerentes de todo el camino de Santiago se encuentra en mitad de una campiña de Navarra, cerca de la localidad de Puente la Reina. Conocido por todos los que se han sentido atraídos por los misterios templarios, es mucho más lo que nos queda por conocer que aquello que podemos dar por seguro.

Probablemente por esa ausencia de noticias, de documentos, de teorías probadas, Eunate es un hervidero de hipótesis, muchas de ellas aventuradas y excéntricas, que tratan de hacer de esta iglesia nuestro particular Templo de Salomón. Entre lo poco que podemos dar por seguro, es clara la influencia de la cúpula de la Roca de Jerusalén en su planta.

Ocho lados irregulares delimitan una nave pequeña, de estilo románico, rodeada de una original arcada de idénticos lados. Las órdenes de caballería trajeron consigo de la Cruzadas nuevas ideas artísticas y nuevos modos culturales a la vieja Europa, cargados de una simbología más profunda y rica. El ocho está ligado al renacimiento, a la resurrección, pero también a los tiempos cíclicos y a infinitud de Dios; en el Cristianismo son frecuentes las pilas bautismales de ocho lados, y este es precisamente el mismo sentido que adquiere en las arcadas Eunate.

El recinto interior del claustro exento fue utilizado como cementerio desde los mismos inicios de su construcción, allá por el siglo XII, y muchos son los peregrinos que descansan aquí eternamente. Pero también ocho son las puntas de la estrella asociada a la Diosa Madre, y es un número asociado igualmente al agua y a lo femenino, lo que justifica igualmente que sea la Virgen la protagonista en el interior (Santa María).

Todo en Eunate es medida, proporción y símbolo. Nunca sabremos con certeza qué fue lo que llevó a los pobres caballeros de Cristo a elegir este lugar, donde nunca hubo poblado ni villa. Se ha apuntado que pudo funcionar como capilla funeraria, existiendo una linterna de los muertos” en lugar de la actual espadaña, donde una llama estaría permanente encendida para velar por el alma de los difuntos. Más difícil resulta creer que dicha llama orientara a los peregrinos por la noche, pues si ya entonces los peligros eran ingentes por el día, al caer el sol sería demasiado temerario seguir caminando.

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El exterior del templo está ricamente decorado; sorprenden especialmente las máscaras, los monstruos, rostros barbudos, serpientes….En la portada norte, una columna luce en su capitel un diabólico rostro con barbas en forma de espiral que ha sido identificado como un baphomet (observadlo al revés)

En el proceso que acabó con la orden templaria en 1312 se acusó a varios freires de adorar una especie de cabeza o ídolo llamado baphomet en sus rituales secretos; ríos de tinta se han escrito acerca de esta figura, que para muchos sería una representación idolátrica: “…una figura de macho cabrío, sentado en un trono y con una antorcha encendida entre los cuernos; en la frente el signo del Pentagrama, que es la estrella de cinco puntos; con la mano hace la señal del ocultismo…”

Otra figura de la misma portada parece representar un caballero templario, con el hábito característico y una cruz patriarcal en el tronco; a sus pies, una cabeza monstruosa parece aludir a las tentaciones aplastadas por la virtud de estos valerosos hombres. Y por todas partes, cientos de marcas de cantería llenan los muros, señales de los compañeros constructores. Algunas de ellas, como la que parece un sombrero de cocinero, o la que se asemeja a una cruz con estandartes, sólo se han localizado en otros enclaves del Temple.

Imagen relacionadaEn el interior nos sorprende la oscuridad y la sacralidad que se respira, que invita a la instrospección y la meditación. El ábside central es la parte más antigua, y donde se encuentra la imagen actual de Nuestra Señora (la original románica se perdió). Mirando hacia arriba descubrimos la cúpula octogonal, y entre los nervios pequeños lucernarios que tamizan la luz solar de una forma original. Si el viajero agrupa los óculos poligonales por su forma, descubrirá dos cruces patadas en la planta de la iglesia; otro juego esotérico, nos dice que la diferente longitud de los lados del Temple responde a un plan de orientación astronómica de constelaciones del cielo, o incluso algunos apuntan que señalan la dirección de otros enclaves templarios…. Eunate, que en euskera significa “100 puertas”, alimentará la imaginación de peregrinos y curiosos que se dejen llevar por su profundo contenido simbólico y trascendente, hasta el final de los tiempos.

Alfredo Orte Sánchez ©


En el capitulo “HISTORIA” me he dedicado a exponer las distintas hipótesis que desde el punto de vista de la “ciencia académica”, se barajan a cerca del origen y finalidad de Eunate. También he citado los argumentos con los que rechazan las hipótesis que afirman su origen templario: falta de noticias históricas o documentales; y su conclusión: se fundamenta exclusivamente en la similitud de su planta octogonal con la del Santo Sepulcro de Jerusalén. Pues bien, en este capítulo voy a profundizar en esta hipótesis, que como vais a poder comprobar tiene más fundamento del que se deduce de la excesiva simplificación que acabamos de leer.

En primer lugar vamos a analizar esta “falta de noticias históricas o documentales“. Este es un hecho cierto, pero no excluyente. Incluso puede considerarse como un argumento favorable a esta hipótesis, ya que la ausencia de documentación en la que se mencione a Eunate – el primerdocumento es de 1520, casi 400 años después de su construcción – no es lógica y puede relacionarse con lo acaecido tras la prohibición de la Orden en 1312, a raíz de su enfrentamiento con Felipe IV ”el hermoso” rey de Francia, a su vez Felipe I rey de Navarra por su matrimonio con Juana I, reina de Navarra.

Efectivamente, tras la disolución de la Orden del Temple sus posesiones se repartieron entre distintas ordenes e instituciones (en el caso de Eunate, la Cofradía de la Virgen de Eunate posiblemente); y es un hecho comprobado que entre estos nuevos propietarios fue práctica común la destrucción de toda aquella documentación y distintivos que relacionaran estas posesiones con los templarios. De esta manera intentaban evitar posibles reclamaciones en caso de un hipotético resurgimiento de la Orden.

También es cierto que carece de la simbología típica con la que los templarios adornaban sus construcciones, tales como su divisa, su escudo, su cruz esotérica “Tau” o su cruz oficial “Paté”, pero ese primer documento de 1520, que he citado anteriormente, deja abierta la posibilidad de que estos símbolos existieran: “…y tiene diversas cruces en campo colorado en las paredes de la dicha iglesia de la parte de dentro...”.

Ahora analizaremos la conclusión: “se fundamenta exclusivamente en la similitud de su planta octogonal con la del Santo Sepulcro de Jerusalén“. Esta, en lugar de confirmar su razonamiento, demuestra el desconocimiento que del mundo templario poseen los que la han formulado. Desde luego, la planta octogonal de Eunate es uno de los argumentos que nos pueden hacer suponer su origen templario, pero no el único.

Además resulta un hecho probado que en la Europa “cristiana”, la mayoría de las construcciones con planta octogonal eran casi exclusivas de la cultura templaria. Pero se equivocan al relacionarlas con la rotonda del Santo Sepulcro de Jerusalén, pues no es este el origen de las iglesias templarias de planta octogonal, sino la iglesia de la Cúpula de la Roca, también en Jerusalén y de origen musulmán. Construida entre los años 687- 691, por orden del califa Abb-el-Malik, fue donada en 1118 por Balduino, rey de Jerusalén, a la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo, que a partir de entonces fueron conocidos como Caballeros del Templo – Temple, en el idioma franco – o templarios. Así pues, el templo de la Cúpula de la Roca se convierte en la madre y decana del resto de las iglesias de los templarios, tras ser consagrada en 1142 bajo el título de “Templo del Señor”.

Pero como he dicho antes, este no es el único argumento para afirmar el origen templario de Eunate. Así, las abundantes marcas de cantero grabadas en sus piedras y visibles por toda la iglesia, aportan más datos. Entre estas marcas se encuentra el “ábacus”, un bastón de mango espiral usado tanto por el “Magister” de los Compañeros Constructores, como por el Gran Maestre del Temple.

Más significativa resulta una segunda marca cruciforme que sólo aparece en otros edificios cuya paternidad templaria está fuera de toda duda: el Castillo-Convento del Temple en Tomar (Portugal), la Iglesia del Temple en Londres y la Rotonda del Santo Sepulcro en Pisa; todos ellos edificios poligonales.

Pero todavía existe una tercera marca que aumenta la posible vinculación de Eunate con los templarios. Se trata de una marca que en el medievo simbolizaba a la torre del juego del ajedrez. Esta marca sólo se repite en la capilla del ya citado Convento de Tomar, en las Iglesias del Temple de Laon y Metz, en Francia, y de nuevo en el Santo Sepulcro templario de Pisa. 

Iglesia templaria de Metz Iglesia templaria de Laon

Las figuras esculpidas en los capiteles también nos acercan a esta hipótesis, pero antes es necesario que os comente algo a cerca de uno de las más famosas misterios de los Templarios : el “Bafomet”. No está claro que se esconde detrás de esta palabra, pero las leyendas nos dicen que tiene “…una figura de macho cabrío, sentado en un trono y con una antorcha encendida entre los cuernos; en la frente el signo del Pentagrama, que es la estrella de cinco puntos; con la mano hace la señal del ocultismo…“. Estas mismas leyendas nos dicen que los Templarios adoraban a este ídolo como si fuese un Dios.

Pues bien, todo parece indicar que las “máscaras” esculpidas en algunos de los capiteles de Eunate son verdaderos “bafomets” templarios. Los más fáciles de identificar se encuentran en la arquería exterior, en los capiteles primero y sexto (ver el capítulo “la Arquería”); sus rostros son demoníacos, con orejas a modo de cuernos sobre el cráneo, mirada penetrante, carrillos hinchados en actitud de soplar y un rictus terrorífico.

Más difíciles de localizar son los que se encuentran en los capiteles ubicados a ambos lados de la portada principal; me estoy refiriendo a los capiteles en los que se ha esculpido una cabeza humana de enormes ojos abiertos, escrutadores y muy expresivos, y de la que parten unas enormes barbas que se enrollan a ambos lados con forma espiral. Si las miramos un poco ladeados y del revés, quedaremos muy sorprendidos con la imagen que se nos presenta: un macho cabrío con una expresión aterradora, es decir otro “bafomet”.

Aún podremos contemplar dos “bafomets” más, esta vez en la arquivolta exterior que a modo de guardalluvia protege la portada: uno de ellos en la clave (muy deteriorado y de imposible identificación) y el otro, a los pies de una de las figuras del lado izquierdo. Todo parece indicar que esta figura, cerrando su capa con ambas manos, representa a un templario.
Templario sobre Bafomet Capitel: posición normal Capitel: posición invertida

Todavía hay más elementos que nos pueden seguir dando pistas. Ya sabemos que los sectores comprendidos entre los arcos de la bóveda no son iguales, y también sabemos que en ellos se alternan lucernarios octogonales y hexagonales.

Pues bien, si relacionamos los sectores en base al tipo de lucernario, estaremos dibujando dos cruces “Paté” imbricadas, y si a la delimitada por los lucernarios octogonales le añadimos el sector semicircular correspondiente al ábside, la cruz dibujada es del tipo “Paté Anksada”. Aún se dibuja otra cruz, esta vez relacionando los tres sectores de igual medida y lucernario octogonal; el resultado es una cruz “Tau”.
            
Como habréis podido deducir, yo también apuesto por el origen templario de Eunate. Ahora bien, soy mas escéptico con el resto de teorías e interpretaciones que algunos defensores de esta hipótesis plantean, y que expongo a continuación.

Cuando comencé a escribir esta página, creí las teorías “oficiales” a cerca del origen de Eunate, pero al estudiar con más profundidad los argumentos pro-templarios, me di cuenta que no se podía achacar a la casualidad todo lo que he expuesto anteriormente. Además, al contemplar las fotografías de otras construcciones templarias, los parecidos son evidentes. Observad la fotografía de la iglesia de la Cúpula de la Roca; si eliminamos la cubierta existente entre los muros y la torre central, el resultado final es… Eunate!.

Canecillos en el ábside de Eunate Canecillos en Laon

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