viernes, 26 de junio de 2015

La Escritura Ibérica

Habría que adelantar el origen de la escritura en la península ibérica entre 2.000 y 3.000 años, según la Dra. Ana María Vázquez Hoys profesora de Historia Antigua de la UNED, la existencia en la provincia de Huelva, de dos o más tipos de escritura muy diferentes entre sí en época megalítica, estaba ya publicado desde el año 1.946 reconocida como "escrituras ibéricas".

Hasta hace poco, las más altas cronologías en contexto arqueológico para las escrituras paleohispánicas correspondían al siglo VIII, últimamente al 900 a.C., aunque también se han hallado en España signos de escritura asociados a dólmenes en la provincia de Málaga, por el profesor Muñoz Gambero, y los del Cerro de la Tortuga junto la residencia militar Castañón de Mena a principios de los años 60, no fue hasta 1.998 cuando se terminó la primera fase de los estudios de epigrafía de las piedras encontradas en la zona, denominados “inscultura” en un primer momento.

Revisando los materiales expuestos en el Museo Arqueológico de Huelva, a tenor de las noticias sobre las escrituras de Vinça, en el Danubio, cuya cronología comenzó siendo hacia el 4.500 a.C. y posteriormente al 7.000 a.C., y teniendo en cuenta el texto de Estrabón de que los turdetanos tenían leyes de 6.000 años de antigüedad … ¿Por qué no considerar "al revés" las idas y venidas por el mediterráneo, puesto que las cronologías del megalitismo son más antiguas en occidente que en oriente?.

Las teorías vigentes sitúan los primeros signos de escritura -y con ellos la entrada de la Península Ibérica en la Historia- hacia los siglos VIII-IX antes de Cristo, cuando llegaron a nuestras costas los fenicios y su desarrollado alfabeto. Sin embargo, Ana María Vázquez, defiende que estos comienzos fueron mucho más tempranos, y los adelanta entre 3.000 y 2.000 años según el hallazgo de signos escritos en dos útiles megalíticos encontrados en el Museo de Huelva.

Estos dos objetos, correspondientes aproximadamente a los milenios IV-III antes de Cristo, presentan dos tipos de escritura distintos, denominados por la profesora 'Lineal 1' y 'Lineal 2', que elevan la existencia de signos escritos y, por tanto, de personas que los utilizaban, conocían y entendían, al menos 2.000-3.000 años antes que las escrituras fenicia y griega.


¿Fue Occidente quien enseñó a escribir a Oriente?

La teoría que la historiadora baraja, junto con otros investigadores europeos, va más allá, llegando a afirmar que "posiblemente, fue Occidente quien enseñó a escribir a Oriente", y no al contrario como se sostiene hasta el momento. Este planteamiento implica una auténtica revolución, ya que supone, tal vez, adelantar la línea cronológica conocida hoy en día y situar unos signos catalogados como "signos de escritura", por delante de las primeras evidencias correspondientes a nuestra civilización, es decir, la escritura cuneiforme de los Sumerios y la jeroglífica de los Egipcios, cuyo comienzo puede situarse hacia el año 3.400-3.200 a.C.

"Para encontrar estas evidencias, señala Ana María Vázquez, solo es necesario querer verlas, porque los signos están ahí". En los mismos Manuales de Arte ya se citan signos de posible escritura hasta del Magdaleniense, entre 15.000 y 16.000 años antes de Cristo. Incluso en las figuras de las cuevas como las de Altamira, por ejemplo, puede haber signos pintados o grabados que podrían llegar a entenderse como marcas de los autores.

Para la profesora de la UNED, se trata de pura lógica: "Lo que no se puede pensar es que una serie de personas que fueron capaces de pintar los bisontes de Altamira, no fueran capaces de hacer un signo para expresar una idea". Porque hay que matizar lo de 'escribir', "no escribían como lo entendemos nosotros ahora, hablamos de ideogramas, es decir, signos que expresan una idea y que los demás pueden entender porque conocen su significado".

Esta línea de investigación, es conocida por los historiadores de Centroeuropa, que disponen de numerosas pruebas de signos de escrituras catalogadas como tales y fechadas en el 5.200 a.C. en contexto arqueológico, es decir, anteriores incluso a las registradas en Huelva.

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