viernes, 2 de noviembre de 2018

Los Siete Sabios sumerios: ¿Simple mito o seres reales? (III)


Todos puntiagudos.

Por eso, hace años, los dogon se afilaban la dentadura. Carecían de orejas.

Para escuchar -me explican-, los «nommos» colocaban sus manos palmeadas en forma de bocina sobre unos minúsculos orificios laterales.

 Las manos les servían de orejas. Tenían la piel de color verde.

Las sienes brillaban. Los ojos eran rojos y en el cuello lucían arrugas, similares a collares. Sólo disponían de tres dedos en cada mano.”

Y además «tomaban el aire por las clavículas».

[J.J.Benítez les dedicó, en su serie televisiva “Planeta Encantado” un programa a los dogones y sus misterios: “Los señores del agua”.

El reportaje levantó bastante polémica entre los investigadores más convencionales. A Benítez le puso sobre la pista otro investigador, Andreas Faber Kaiser.

Por si a alguien le interesa, puede hacer clic aquí. Fascinante e interesante es, desde luego.





 Creíble ya lo dejamos a criterio de cada uno. Y para ser justos y equilibrar la balanza, aquí va otro enlace. Esta web (sabiduriaheretica.wordpress.com) atiza duro, durísimo al escritor navarro y sus relatos]

Y según Benítez, el recuerdo que guarda este pueblo de esos encuentros les produce auténtico terror, porque tales experiencias se tornaron traumáticas y muy negativas para ellos:

 Los supuestos alienígenas se alimentaban de los humanos succionándoles la sangre a través de los orificios nasales. De nuevo citamos (cada cual, después que crea lo que le parezca):

“Ellos mataban a la gente. El anciano, presionado por mis preguntas, entra en detalles. Dice que los dioses capturaban a los humanos -no importaba sexo o edad- y los asesinaban. Lo hacían de una forma muy peculiar.

Paralizaban a las víctimas. Introducían una especie de lengua bífida por la nariz y les extraían la sangre.”

Y más adelante: “El pánico de los dogon llegó a tal punto que, al ver descender las «arcas», huían aterrorizados, y se escondían en bosques y montañas. Y no se acercaban jamás a lagos o ríos.”

(Según Benítez “Al hablar de la extracción de sangre de las víctimas, Guindó introdujo sus dedos por las fosas nasales.”

Este anciano es el Hogon -u hogón- el sabio o autoridad de la tribu)

Se dan unos cuantos detalles más sobre la apariencia de estos seres (por ejemplo, que podían transformarse y adoptar forma humana) y acerca de los muchos saberes que transmitieron a esta etnia africana (entre ellos, y precisamente, la circulación de la sangre en el cuerpo humano).

Otro punto es que supuestamente les instruyeron sobre la existencia de distintos planetas con seres de diversa índole.

En una de estas “Tierras” habitarían seres con cuernos…

(Cuevas de Tassili N´Ajjer, en Argelia. Aquí tenemos seres con cuernos…)

(Hablábamos de la experiencia traumática de los dogones y del terror que sentían. Interesante, porque también en las pinturas de Tassili N´Ajjer tenemos esta imagen:

Los supuestos extraterrestres raptando o abduciendo mujeres hacia su nave, lo que les dejó una dolorosa imprenta colectiva. ¿Meras casualidades, invenciones interesadas o descripciones precisas y reveladoras?)

Pero veamos algunos de los dibujos y gráficos que recrean la apariencia de estos seres…


(“En 1949 se realizó una datación por el método de carbono 14 de una estatuilla que representa a un nommo, y que dio una cifra de 500 años de antigüedad.

Esto verificaría que la mitología dogon es anterior a todos los descubrimientos astronómicos del siglo XIX y por tanto que sus cimientos no pueden estar contaminados por hallazgos que son posteriores.” Fuente: reydekish.com.

Este dato, de ser totalmente cierto, podría arrojar luz sobre este enigma.

Sin embargo, esa mitología, las creencias, podrían ser muy anteriores.

Pero ese conocimiento astronómico podría -o no- ser muy posterior, y más si no ligamos necesariamente a los Nommo con esos saberes. Se antojan matizaciones y distinciones bastante importantes)

(¿Podrían los Nommo tener un aspecto anfibio semejante a éste?)

Toquemos otro punto: El pueblo Dogon celebra una ceremonia aproximadamente cada 50 años a la que llaman “Sigui”.








Esa festividad señalaría la aparición de Sirio entre los picos de dos montañas, o visto de otra forma, rememoraría esos 50 años que tarda Sirio B en trazar una órbita en torno a Sirio A.


Para otros, simplemente reflejaría la llegada de esos seres anfibios. Los dogones utilizan unas máscaras llamadas “kanagas”, y hay numerosas imágenes en la red…




(Máscaras de dos y tres metros de altura recuerdan el descenso de las «arcas», según de nuevo J.J.Benítez)

Sin embargo, añadiremos que otras webs y fuentes más críticas y escépticas señalan que la festividad del Sigui tendría lugar cada 60 años y no cada 50, y que no tendría nada que ver con un culto a Sirio.

Aquí simplemente nos hacemos eco de las diferentes teorías.











En cuanto a los conocimientos supuestamente transmitidos por los seres Nommo…¿qué podemos decir? “…trajeron consigo no solo semillas sino todo lo necesario para generar vida.


Nommo creó a los animales y las plantas, así como la primera pareja de humanos, que tuvo 8 hijos, quienes alcanzaron edades increíbles.

Ellos fueron además quienes legaron sus conocimientos a los dogones, entre ellos los astronómicos.”

 (Fuente: reydekish.com)

Y de nuevo según Benítez: “Los dogon dicen que los «nommos» bajaron a la Tierra para enseñar y, de alguna manera, «evangelizar» a los humanos.





Ellos les mostraron cómo fabricar herramientas, cómo cultivar la sabana, cómo hacer brotar frutos de los árboles, cómo pescar, cómo hacer pan y cerveza, cómo cazar e, incluso, cómo circuncidar.”

También se menciona que “luego de cumplir con su tarea regresaron al cielo en un arca roja como el fuego”. Al igual que el detalle de evangelizar a los humanos, este punto nos recuerda poderosamente el mito de Oannes y los seres Abgal, que desaparecieron tras sus enseñanzas. 

Tenemos que mencionar al dios Amma (de nuevo, reminiscencias mesopotámicas, el dios An/Anu). Y es que la cosmogonía de los dogones es extremadamente compleja. Veamos a modo de síntesis, yendo a los puntos que nos interesan aquí…

Amma, el dios creador, hizo las estrellas arrojando pelotillas de barro al espacio, y el Sol y la Luna como obras de alfarería.

 A continuación creó la Tierra comprimiendo en su mano una pella de arcilla, y luego arrojándola al igual que las estrellas; la pella se extendió formando un cuerpo femenino, en el que un termitero formó el clítoris y un hormiguero la vagina.

La primera ruptura en el orden del mundo acaeció cuando Amma quiso copular con la Tierra, pero el termitero (el clítoris, que representa la masculinidad), se lo impidió, y Amma procedió entonces a cercenarlo.


(La Vulpes Pallida o zorro pálido, que habita en la zona del Sahel)

A consecuencia del impedimento inicial este acto sexual resultó defectuoso, y de él nació una sola criatura, el Chacal dorado, que es símbolo de las dificultades de dios, el elemento corruptor de la creación, o “el hijo engañoso de dios”.

Otras muchas fuentes hablan de otra criatura, el Ogo, que era la mitad masculina de uno de los gemelos Nommo. Se rebeló y salió prematuramente de la “placenta”, representada por el huevo cósmico, intentando procrear en la Tierra y fracasando.

Amma se enojó con él, y lo transformó en un ser incapacitado de hablar y de engendrar, en un ser cuadrúpedo: el zorro pálido, también llamado Yurugu (o Yourougou).

Después de esta cópula fallida, tuvo lugar una concepción perfecta en la que el agua penetró la matriz de la Tierra, y de la que nacieron los gemelos divinos o “Nommo”.

 Este término se refiere a una pareja de gemelos, aunque los Dogon acostumbran a usar la forma singular para referirse a ellos.

 Es decir, que los Nommo siempre se presentan en pares y tienen una naturaleza hermafrodita, con una mitad masculina y otra femenina. De los Nommo nacería la primera pareja humana, que engendraría 8 hijos (se transformaron a su vez en Nummo), y de estos los dogones y toda la especie humana.

Los humanos por tanto habrían sido creados con un alma mitad masculina y mitad femenina, y en consecuencia con los dos sexos a nivel físico. Esto sustentaría, a nivel de creencias y cultural, que los dogones vean necesario eliminar un sexo en los niños/as, y justificaría que practiquen la circuncisión en los varones y la ablación del clítoris -práctica absolutamente execrable- en las hembras.

Estos hechos prácticamente no son mencionados por las webs que se dedican a divulgar los misteriosos conocimientos del pueblo Dogon.

En todo caso, y por lo que acabamos de relatar, salta a la vista una contradicción muy flagrante, dos puntos de vista muy distintos:

Por un lado la interpretación de que los seres Nommo bajaron de un arca de fuego como probables alienígenas -y además esto se transmitió por generaciones, aparte de que pudieron ser estos seres los que transmitieran el saber astronómico, incluyendo los datos precisos de Sirio A y B-.

Y por otro lado, una visión puramente mitológica de los Nommo -también vivo en las tradiciones- entidades o gemelos que habrían sido protagonistas de la creación del mundo.

(La mitología de los dogones, o el origen del mundo, es ciertamente compleja, y además existen diferentes versiones. Se consideran a sí mismos “hijos del zorro pálido”, título de un interesante reportaje disponible en internet)

(Casa dogón con la sempiterna serpiente. Esa primera pareja tiene 8 hijos o seres fundamentales, Nommo, que son el origen de la humanidad.

Apariencia anfibia o reptil. Llegan a la Tierra e instruyen a la humanidad. Alcanzan edades increíbles y parecen tener ambos sexos. Cúantas y cúantas coincidencias.

Todo esto puede sonar sospechosamente a hibridación o clonación genética, y recordar a esos reyes sumerios y sus consejeros apkallu de edades inconcebibles. Una vez más, todo recuerda a los mitos mesopotámicos de forma muy extraña)

Nos habíamos hecho dos preguntas acerca de la posesión de estos misterios por parte del pueblo Dogon. Y la segunda era: ¿cómo llegó todo esto a oídos del mundo occidental? Es aquí donde podemos explicar los primeros contactos con exploradores y arqueólogos, y también donde dar una visión más crítica -o alternativa- que podría “desmontar” inverosímiles procedencias de estos saberes.

Los primeros contactos (bien documentados) con europeos parecen remontarse a principios del siglo XX.

El antropólogo francés Marcel Griaule (1898-1956) estudió a los dogones entre los años 1931 y 1956, con misiones de campo que abarcaron en distintos momentos entre pocos días y dos meses.

A finales de 1946, Griaule pasó treinta y tres días consecutivos manteniendo conversaciones con el sabio dogón Ogotemmeli, fuente de la mayor parte de sus futuras publicaciones.

Ogotemmeli era un cazador invidente, considerado un chamán, o en el argot de esta etnia, un hogon u hogón. Las conversaciones abarcaron distintos saberes, incluyendo astronomía, pero parece que no se mencionó a Sirio.

El francés llegó a escribir casi 3.000 páginas, y entre 1946 y 1956 viajó anualmente a la región de los dogones.

(Marcel Griaule en su tienda)

Aparece después en escena la antropóloga francesa Germaine Dieterlen (1903-1999), que viajó varias veces con Griaule a Malí, y que publicó en 1965 -ya fallecido Griaule- Le renard pâle (precisamente este título significa “El zorro pálido”), donde sostenía que el chamán Ogotemmeli, en sus charlas con Griaule, le habría comunicado los saberes astronómicos antes citados:
















Habría descrito a la Luna como «seca y estéril»; habría dicho que el planeta Júpiter tiene cuatro satélites (los únicos conocidos desde Galileo Galilei, aunque en 1965 ya se conocían 9 satélites de Júpiter); Ogotemmeli habría dicho conocer los anillos de Saturno (que en Occidente ya eran conocidos desde el siglo XVIII), pero no conocer los anillos de Júpiter ni los de Urano (ambos descubiertos en 1977); habría dicho que Sirio es un sistema triple (Sigui Tolo, Po Tolo y Emme Ya, como hemos explicado antes).

Y habría hablado acerca de que los dioses nommo eran anfibios y llegaron desde el cielo en un barco o nave voladora; predicaron ante la gente, que se reunía en gran número alrededor del lago que se creó alrededor de la nave.

(Germaine Dieterlen entre los nativos dogones)

Y entonces apareció en escena otro actor, para crear realmente un mito -este moderno- sobre el propio mito de los saberes misteriosos de los dogones:

El escritor Robert K. G. Temple publica en 1976 el libro The Sirius mystery……donde introduce la hipótesis del contacto alienígena:





Ya que esta etnia revelaba un conocimiento preciso de hechos cosmológicos solo conocidos a través del desarrollo de la astronomía moderna, y parecía conocer el carácter binario del sistema estelar de Sirio, la única explicación es que hubieran recibido esos conocimientos de seres extraterrestres.

Y estos seres serían esos misteriosos seres anfibios, los Nommo, llegados precisamente de Sirio.

 Es más, estos conocimientos habrían sido transferidos por los egipcios a los dogones, tras un largo periplo geográfico.

(Robert Temple)

Pero parece que ni Griaule ni Dieterlen habrían llevado a cabo tales afirmaciones sobre una posible fuente de carácter alienígena, son sólo especulaciones de Temple nada creíbles para algunos y en la más pura línea de la teoría de los antiguos astronautas y los vendedores de misterios.

Toca mencionar ahora a los autores que contratacaron aportando la visión crítica y escéptica, que es realmente compleja y a la vez interesante.

No desarrollaremos al detalle todos los puntos y argumentos, pues sería muy extenso. Se puede encontrar una síntesis en la entrada de la Wikipedia sobre el pueblo Dogón, y en el mencionado artículo “Los Dogon” , que es absolutamente devastador pero también necesario de leer si uno busca respuestas de diversa índole y no solo las sensacionalistas (en misteriosaldescubierto.wordpress.com).

En primer lugar está el antropólogo danés Walter van Beek ―quien vivió once años entre los dogón, entre 1979 y 1990― y publicó Dogon restudied donde criticó los métodos de investigación de Griaule y Dieterlen, señalando que ellos se habían nutrido única y exclusivamente de una sola fuente y habían confiado en un solo informante (Ogotemmeli).

También señaló que éste podría haber sido influenciado por un misterioso misionero jesuita que había vivido en la región antes de las repetidas visitas de Griaule y Dieterlen. Citemos al danés…

“Aunque hablan acerca de Sigu Tolo [que es como Griaule afirmó que los dogones llamaban a Sirio] no están en absoluto de acuerdo entre ellos en el significado de la estrella.

Para algunos es una estrella invisible que debería alzarse para anunciar el festival sigu, para otros es Venus, en otra posición, apareciendo como Sigu Tolo.

Todos están de acuerdo, no obstante, que aprendieron acerca de esa estrella gracias a Griaule.”

Dicho de otra manera, Van Beek adujo que toda la leyenda del saber secreto que tienen los dogón acerca de Sirio se basa en una única fuente (Griaule, a quien hay por tanto que creer), y las aseveraciones de esa única fuente no han podido ser confirmadas por muchos otros investigadores que han trabajado sobre el terreno.

Es decir, no ha existido una verificación independiente de los datos.

A estas críticas y dudas sobre el trabajo de Griaule y Dieterlen se sumó el afamado astrónomo y divulgador Carl Sagan. Sagan, en una serie de puntos minuciosos, vino a decir que el pueblo dogón podría haber sufrido una contaminación cultural -y en este caso científica- por parte de la misma ciencia europea de la época.

Se basa en que esos conocimientos reflejarían un saber astronómico de como mucho hasta el año 1932, sin datos relevantes posteriores, y por ello con las mismas limitaciones y errores (tenemos por ejemplo, el número de satélites aducidos o el tema de los anillos de Saturno, Júpiter y Urano).

Sagan escribió detalladamente sobre el misterio de Sirio y los dogones en su libro ‘El cerebro de Broca’, donde citó otros casos de contaminación científica y concluyó (Capítulo 6 ‘Enanas blancas y hombrecillos verdes’), que “son demasiadas las explicaciones alternativas para el mito de Sirio como para que podamos considerarlo prueba fehaciente de contactos extraterrestres con el pasado”.

Las tesis y razonamientos de Sagan, Van Beek y otros investigadores en la misma línea presentan argumentos de este estilo:

Lo más plausible es que el avanzado conocimiento en astronomía del hogón Ogotemmeli fuese producto de un proceso de contaminación y asimilación cultural, es decir, que su saber en astronomía lo hubiese adquirido gracias a los visitantes occidentales (pues contrariamente a lo que pudiera pensarse, la zona ya era muy frecuentada por franceses, por ejemplo, y la etnia dogón no era en absoluto un pueblo totalmente aislado). Otros dos elementos pueden aducirse:

El astrónomo francés Henri Alexandre Deslandres estuvo en territorio dogón, con una expedición científica, observando un eclipse de Sol en 1893, y además Griaule también era astrónomo amateur.

(Henri-Alexandre Deslandres)
Así que podría pensarse que el propio Griaule, en su afán de averiguar hasta dónde podía llegar el conocimiento astronómico de los dogones, influyera en el chamán o condicionara sus respuestas, amén de interpretarlas a su manera (además de haber utilizado intérpretes).

Sirio y su compañera enana blanca estaban de gran actualidad en la astronomía occidental de esos años 20. Tan de actualidad que de hecho fue la primera enana blanca descubierta -para algunas fuentes, la segunda-, ocupando divulgaciones y artículos de prensa.

Sería comparable la sensación causada a cuando se descubrieron los agujeros negros, argumentaron Sagan y compañía. Así que el propio francés podría haber comentado sus conocimientos o sacado el tema, aparte de haber salido en conversaciones con distintos visitantes europeos en esos años.

Todo este tipo de argumentos son los presentados por Sagan y compañía para señalar una posible contaminación cultural, y aunque tienen su parte de lógica, no son definitiva y absolutamente concluyentes ni demostrables.

Probar tales extremos resulta muy difícil, pues casi habría que tirar de hemeroteca y hacer un análisis minucioso de los descubrimientos astronómicos y en qué años se hicieron, amén de los viajes a esa zona de África (y todo ello poco probaría, ni en un sentido ni en el otro).

Pero respecto a esa posible contaminación conviene recordar (y fijarse en las fechas) que ya en 1844 Friedrich Bessel infirió a través de cálculos matemáticos la existencia de Sirio B (por las marcadas oscilaciones de Sirio A), y que acabó siendo observada por el astrónomo estadounidense Alvan Graham Clark en 1862 (y no fotografiada hasta 1970, por el astrónomo Irving Lindenblad, del observatorio naval norteamericano en Washington).

Walter van Beek señala en su trabajo que los dogones tienen conocimientos imprecisos y hasta contradictorios sobre los astros, y que además no le dan excesiva importancia a las estrellas, ni siquiera en su mitología.

De todas maneras, nada de esto contradice el hecho de que el pueblo dogón efectivamente ya tuviera conocimiento y conocimientos sobre Sirio y otros cuerpos celestes, pues la misma festividad del Sigui podría demostrarlo.

Hagamos un breve inciso en el tema de las festividades Sigui (o Sigi), pues no es un tema menor. Determinar realmente qué están celebrando, en honor o memoria a qué y por qué motivos podría dilucidar bastantes cosas.

Parece prácticamente demostrado que se celebra cada 60 años y no cada 50, y las celebraciones pueden prolongarse hasta 7 años.

Se dice que esas máscaras “kanagas” se destruyen a posteriori para no usarse nunca más, pero otros testimonios aseguran que se guardan en un lugar seguro. De hecho, parece que por los restos de éstas (en cabañas, etc) se ha intentado determinar cúando empezaron esas celebraciones, e incluso echando cálculos matemáticos para retroceder en el tiempo.

Y los datos inferidos, aunque no irrefutables y precisos, no dejan de ser sorprendentes…Podemos leer en la web mundo-geo.es, en un artículo sobre esta cultura:





“Griaule trajo fama mundial a los dogón, y otras generaciones de etnólogos “de campo” siguieron sus pasos. Los más prestigiosos son Germaine Dieterlen y el cineasta Jean Rouch, quien llegó a acompañar a Griaule repetidas veces en sus visitas a los dogón.

Un día –recuerda Rouch– le hizo una pregunta: si la luna de Sirio, que es la que determina la fecha de la fiesta Sigi, no se ve a simple vista, ¿cómo sabían los dogón de su existencia?

Rouch tendría que esperar varios años para escuchar una respuesta plausible. Ésta le vino de manos de un paleoastrónomo estadounidense, quien le explicó que hasta el año 50 a. C., Sirio había sido una estrella doble.

Después, tras colisionar ambos cuerpos celestes, sólo es visible desde la Tierra el de mayor tamaño. La luna de Sirio, que así se denomina al cuerpo más pequeño, sólo puede verse con un telescopio. Por lo tanto, los dogón debieron haberse fijado en ella hace más de 2.000 años. La de 1967, afirman, fue la 34 edición de la fiesta Sigi. Multiplicado por 60, la primera celebración debió de tener lugar ¡el año 73 a. C!”

La explicación, a nivel astronómico (la colisión, la luna…) suena a absoluto y auténtico disparate, pero lo que sí asegura la astronomía con total seguridad es que tiempo atrás (pero hablamos de hace unos 120 millones de años) ambas eran de igual tamaño y formaban un conjunto de dos estrellas azuladas:

Sirio B es una estrella que ya evolucionó de la secuencia principal y se convirtió en enana blanca, después de pasar por la etapa de gigante roja.

Actualmente es diez mil veces menos luminosa en el espectro visual, pero en un tiempo fue la más masiva de las dos.

La edad del sistema se ha calculado en alrededor de 230 millones de años. Se cree que un momento más temprano de su existencia había dos estrellas blancas azuladas viajando cada una en una órbita elíptica cada 9,1 años.

(Comparación entre Sirio B -diámetro, 12.000 km- y la Tierra)

En otras palabras, su energía se consumió más rápidamente que la de Sirio A, volviéndose más pequeña, más densa y menos luminosa. (Como no sea ésta la “luna” a la que se hace alusión, es difícil de entender.

La anterior explicación sólo podría apuntar burdamente a que hubo un tiempo en que se observaban 2 estrellas, para después una dejar de ser visible).

Pero volviendo al origen de la festividad Sigui, otros cálculos se remontan hasta el siglo XII a. C. Ya que Griaule fue el que dio a conocer a los Dogon a nivel mundial, en su contacto con esta etnia fue informado de esta fiesta.

En aquel entonces hicieron cálculos, y el siguiente Sigui tendría lugar el año 1967. El francés no llegó a verla, pues murió en 1956…

(Marcel Griaule con los dogones. Mali, año 1935. “Cuando los dogón se enteraron de su muerte celebraron un magnífico entierro simbólico.

Un muñeco a tamaño real sustituyó al muerto. Llevaba la ropa de Griaule y un salacot blanco.

La ceremonia funeraria terminó con un gesto entrañable. Según una vieja costumbre, tras la muerte de un hombre debe romperse su azadón. Así se manifiesta que el fallecido no volverá a labrar sus tierras. Para Griaule, los dogón rompieron un lápiz.”)

Añadiremos que las autoridades de la tribu autorizaron al cineasta Jean Rouch y a German Dieterlen a filmar las celebraciones.

Si es realmente cierto que los dogones celebraban el Sigui en honor a Sirio -y además, lo trascendental y desconcertante sería que conocieran su carácter binario o hasta su triplicidad- desde hace cientos de años, entonces la teoría de la asimilación o contaminación cultural parece perder fuerza, y el misterio aumenta.

Como vemos, las posiciones y los puntos de vista al respecto pueden estar muy enfrentados y el debate que se abrió sigue en buena medida vigente. Algunos estudiosos y antropólogos sólo ven un carácter meramente simbólico, religioso o mitológico en estas creencias y celebraciones.

Decíamos antes: “El Sigui señala la aparición de Sirio entre los picos de dos montañas” y añadimos ahora: “…que simbolizan a los dos embriones primordiales, relacionados con su mito de la creación.”

Los dogones considerarían que el Sol y Sirio son dos estrellas gemelas, con un origen común. Todo el tiempo se repite una idea central:

La de los gemelos o seres primordiales a pares, y esto enlaza con su mito de la creación y los Nommo. Según algunos investigadores, estos seres Nummo de carácter anfibio simplemente simbolizarían el agua (usándose ambos vocablos indistintamente y también con una connotación de “hacer beber”) y no harían más que reflejar la importancia de este elemento en los duros parajes africanos:

 Mito de la creación, simples creencias y una simbología que se remonta en el tiempo, pero nada de carácter o procedencia extraterrestre (esto habría sido cosecha mayormente de Temple).

En una palabra, la divinización del agua (es este elemento el que fecunda la tierra cuando Amma tiene éxito en su labor). Así lo ven las personas que parecen desposeer el asunto de todo “saber misterioso”…

Sin embargo, las referencias a Sirio parecen innegables en esas danzas.

¿Conocimiento general, como en tantas otras culturas por ser un astro muy brillante (pero sin conocer su carácter binario), simple mito cultural, fascinación y culto, o hay algo más?

El misterio parece no quedar resuelto del todo. Y concluiremos este extenso repaso a esta historia sobre las creencias de los dogones, con simples datos, lisa y llanamente…

Tras su primer contacto con los Dogon de la región de Sangha, en 1931, Griaule quedó fascinado por su cultura, decidiendo concentrar sus investigaciones sobre esta etnia.

Se inicia así una etapa de constantes viajes del investigador, con estadías esporádicas con los dogones (el que “llegó a convivir 16 años con este pueblo”, como lo quieren pintar algunas fuentes, es totalmente erróneo, ya vimos el carácter temporal de sus estudios repartidos en el tiempo).

 Pero de conocimientos secretos, hasta ese momento, nada de nada. Sin embargo, en 1946 se reencuentra con Ogotemmeli, quien lo inicia en el saber astronómico, mientras que otros pocos dignatarios Dogon le instruyen en otros campos.

Todo esto se traduce en miles de páginas y fichas y se ve reflejado en dos obras, Dieu d’eau (1948) -“Dioses del agua”, publicado en inglés con otros títulos como “Conversaciones con Ogotemmeli” como se veía en una anterior ilustración- y Le Renard Pâle(1965).

¿Dónde aparece ese conocimiento secreto de los Dogon sobre Sirio?

 En Le Renard Pâle, publicado por Germaine Dieterlen después de la muerte de Griaule, se habla abundantemente de la cosmogonia y de los conocimientos astronómicos de los Dogon, pero no en particular con referencia a Sirio, sino a Júpiter y sus lunas galileanas, Saturno y sus anillos, y la Vía Láctea.

En realidad, el conocimiento original acerca del “saber de Sirio” se encuentra en un artículo publicado en 1950 en el Journal de la Société des Africainistes, titulado Un Système Soudanais de Sirius.

Es en esta obra donde se reportan los sorprendentes conocimientos acerca de Sirio de los Dogon y tres pueblos vecinos (los Bambara, los Bozo y los Minianka).

En ese artículo se hace mención de Sirio A como Sigu tolo, de la invisible Sirio B o Po tolo, de la órbita elíptica de 50 años de Po tolo alrededor de Sigu tolo, y de Emme Ya.

Sin embargo, Sirio no es la base del sistema, sino que está en uno de los focos de la órbita de una pequeña estrella llamada Digitaria, Po tolo.

Pero parece que no pueda considerarse a Ogotemmeli como instructor de Griaule con relación al “Misterio de Sirio”. En el citado Dieu d’eau se recopilan las experiencias de Griaule con su iniciador, y el viejo cazador ciego acepta hablar de las estrellas, aunque éstas solo juegan un papel secundario según sus palabras. Finalmente el hogón habla de los Nummos o el “Par”, los gemelos divinos. Y lo hace en los siguientes términos:

“Ellos eran de color verde, mitad humano y mitad serpiente. De la cabeza al lomo ellos eran humanos: por debajo ellos eran serpientes.

Sus ojos rojos estaban ampliamente abiertos como ojos humanos, y sus lenguas estaban ahorquilladas como las de las serpientes. Sus brazos eran flexibles y no tenían articulaciones.

Sus cuerpos eran verdes y resbalosos por arriba, brillantes como la superficie del agua, y cubiertos de pelo verde corto, un presagio de la vegetación y la germinación.”

(La descripción hecha por Ogotemmeli cuadraría bastante con esta imagen. ¿Y de dónde ha salido esta imagen? Del cuaderno de campo de J.J.Benítez. ¿En qué se inspiró el escritor navarro?

Supuestamente en los testimonios de otros hogones, bastante más contemporáneos.

¿Estamos ante mitos que se transmiten por generaciones? ¿De dónde surgen estos seres, simplemente de la fantasía o las creencias de una determinada cultura?)

No los describe en absoluto como seres anfibios, y los vincula al mito de la creación de esta cultura: No parece que hayan llegado de Emme Ya, sino de la matriz de la Tierra, como fruto de la cópula perfecta de Amma con ésta.

 Lo interesante es que los describa como “duales y bisexuales”, capaces de fertilizarse a sí mismos “por una dispensa especial, concedida solo a ellos”.

 Como hemos mencionado Ogotemmeli usa los términos “Agua” y “Nummo” indiscriminadamente, añadiendo:





“Ellos son de la esencia de Dios, debido a que fueron hechos de su semilla […]Esta fuerza es agua, y el Par está presente en toda agua: ellos son agua, el agua de los mares, de las costas, de los torrentes, de las tormentas, y la que bebemos”.

Por lo que se ve, no es en Dieu d’eau donde se habla de Sirio, sino en el mencionado Un Système Soudanais de Sirius.

En esta obra se relata la que sería la más sagrada y más secreta tradición conocida de los Dogon, la base de su religión y de sus mitos. Sin embargo Griaule y Dieterlen se muestran muy prudentes y no hablan en absoluto de contactos misteriosos con otros seres, ya sean anfibios o alienígenas:

“Por nuestra parte, los datos recopilados no han dado lugar a ninguna hipótesis original de investigación. […] El problema de saber cómo, sin instrumentos a su disposición, unos hombres pueden conocer el movimiento y ciertas características de estrellas virtualmente invisibles, no ha sido establecido, ni aún planteado”.


(Este enigmático símbolo aparece en la cultura dogón. Puede verse en la fachada del hogón de Arou y en el interior de algunas casas de los hogones de Dyon, y es llamado “el patrón del maestro de la Estrella del Zapatero”.

En el largo eje vertical, “S” representaría a Sirio A, mientras que el punto “D” sería la Estrella Digitaria (o sea, Po tolo o Sirio B), cuyo curso estaría marcado por el brazo F. El brazo izquierdo E representa el curso de la hipotética Sirio C o Emme Ya.

 La Estrella del Zapatero sería un cuerpo mucho más alejado, representado por “C” en el brazo inferior, y rotaría en sentido contrario.

¿Qué hay de creíble y de cierto en todo este complejo esquema?)

Vamos ahora con otro dato para equilibrar la balanza: Un estudio realizado con la radiación infrarroja, por J.M. Bonnet-Bidaud y E. Pantin (titulado “ADONIS high contrast infrared imaging of Sirius-B”, año 2008) considera que las posibilidades de que exista un tercer cuerpo -o Sirio C- en ese sistema son ínfimas…

[La máscara negra oculta al cuerpo mayor, Sirio A, y puede verse abajo a la enana blanca Sirio B (flecha), que se encuentra a 13 U.A. -unidades astronómicas-.

Las dimensiones de toda la imagen abarcarían unas 33 U.A., una distancia ligeramente mayor a la que hay entre el Sol y Neptuno. Ningún otro cuerpo significativo puede observarse.

Una de las tesis que llevaron a hipotetizar la existencia de esa tercera estrella se basa en observaciones históricas de que Sirio habría mostrado un cambio de color -rojizo- hace unos 2.000 años. Sirio C debería tener una órbita de unos 2.500 años alrededor de Sirio A, y nada observable o medible hace pensar en su existencia real.

Claro que para los defensores a ultranza del misterio, tan descomunal órbita explicaría por qué no aparece cerca del astro mayor en esta imagen. Sería algo semejante al argumento empleado para el hipotético Nibiru en nuestro sistema]

Muchísimas preguntas podrían hacerse en torno a este interesante misterio. Otra más podría ser: Si Ogotemmeli no fue la fuente de información sobre los secretos de Sirio, ¿de dónde salió todo este supuesto saber?

Algunas investigaciones apuntan a que fue un sacerdote llamado Innekouzou. El hecho es que de algún lugar tuvo que salir, pues vamos a suponer que Griaule y Dieterlen eran honestos y ni mintieron ni simplemente se inventaron toda esta historia.

Los interrogantes están ahí, pese a que estudios con buena dosis de escepticismo arrojan serias y razonables dudas

. ¿En qué consiste exactamente el saber del pueblo dogón sobre Sirio, y hasta qué grado de concreción y precisión llega? ¿Sería simplemente contaminación cultural, como apuntan Carl Sagan y otros autores?

 ¿Qué relación tendrían y qué papel jugarían esos seres Nommo?

¿Realmente serían la fuente de esos conocimientos, o esto es una conclusión gratuita de Temple?

 ¿Hay alguna base real (la ciencia afirma taxativamente que por el carácter inestable y las fuertes radiaciones, ningún planeta cerca de Sirio podría albergar vida) para suponer su existencia, o son simplemente seres mitológicos?

(Aquí concluye esta larga exposición sobre el pueblo Dogon. Pido “disculpas” por la extensión, pero me apasiona profundizar en los misterios e indagar en los detalles. Aunque pueda parecer muy largo, la información y los datos disponibles en la red fácilmente serían el quíntuple de lo aquí explicado).

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