martes, 6 de noviembre de 2018

Los Siete Sabios Sumerios: ¿Simple mito o seres reales? (y VI)

La cuestión es peliaguda, a la vez que interesante y curiosa (y abierta a las interpretaciones y el debate, por supuesto).

Se puede aducir, cosa que ha sido estudiada y que parece bastante probada y razonable, que todas las religiones beben de y se dejan influir por otras previas o distintas.

Y puesto que Mesopotamia se considera la cuna de la civilización, siempre hemos de remitirnos a las antiguas Sumer y Akkad -parece que en cuestiones religiosas también.

Las religiones, incluida la católica, serían una mezcla y adaptación de cultos paganos e idólatras, lo cual incluiría prácticas religiosas, símbolos y tradiciones (por ejemplo reflejando la adoración del Sol y los rituales de fertilidad).

Otra cosa es lo que nos quiere vender la iglesia católica, fe muy respetable pero que también ha recibido sus influencias (tan sencillo como esto, no se trata de atacar ninguna religión). No hay que ir muy lejos: Los propios mitos de Adán y Eva o del diluvio y Noé parecen beber de las leyendas mesopotámicas.





(“Un mar de peces”. Curiosa analogía, y más si a uno le viene a la cabeza el símbolo del pez y Jesucristo. También hemos hablado de esto)

Y así podemos leer en cualquier web difusora de las teorías de la conspiración:

“En la mitología babilónica, Ea era un dios del agua y era un híbrido, mitad hombre mitad pez. En la mitología griega, Ea era conocido como Oannes. Para cualquier nombre, este dios-pez se remonta a la manipulación genética del hombre por los Anunnaki, como lo demuestra el trabajo de Zecharia Sitchin.”

Afirmaciones las últimas plenamente discutibles. Como puede verse, se ve detrás de un simple gorro papal toda una simbología oculta. El tema de las influencias, orígenes e interrelaciones entre religiones y creencias sería mucho más complejo, no puede despacharse con un simple detalle. Sea como fuere, teníamos que mencionar esta curiosidad.

EL MISTERIOSO NÚMERO SIETE EN LA ANTIGUA SUMERIA

Para dar por concluido este extenso artículo, hemos de referirnos al número siete en una extraña preponderancia o presencia en muchos mitos mesopotámicos (al tema le dedicaremos un artículo en el futuro).

Empezábamos el artículo con esa imagen de 7 seres de apariencia reptil…


No son seres abgal ni anfibios, pero son siete igualmente, y además uno de ellos está sosteniendo un búho, animal de clara simbología iniciática y que también aparece en un grabado junto a Inanna. La inmensa mayoría de webs que uno puede consultar dan por hecho que son seres reptilianos o draconianos, y que estaríamos ante una prueba del misterioso y oculto origen de la humanidad.





Nótese en la parte superior, aparte de varios astros, la figura de las Pléyades, presente en muchos grabados sumerios: También vienen representadas por 7 puntos, pese a haber muchas más estrellas en esa constelación.

Y es que este número aparece constantemente en muchas representaciones gráficas y mitos. ¿Por qué?Aparte de los ya mencionados Siete Sabios o anfibios Abgal, surgidos de las aguas, y aparte de esas omnipresentes 7 estrellas de las Pléyades, tendríamos muchos otros ejemplos…¿Se escondería una referencia velada a esos 7 sabios, y por tanto al pretendido origen de la especie humana?

También tenemos el mito de los 7 dioses Anunna o Anunnaki, relacionados con el inframundo y que aparecen en el mito del descenso de Inanna a dicho inframundo (“The Descent of Inanna”, donde se les considera jueces).

Tenemos también a otros siete seres en estos grabados…

Aquí podemos ver una placa de bronce que se conserva en el Louvre. El ser que asoma la cabeza por arriba es el demonio Pazuzu. En la parte superior, debajo del Sol, la estrella de 8 puntas de Ishtar o las 7 estrellas de las Pléyades, se puede ver a 7 seres o dioses, que parecerían estar sosteniendo el firmamento.

 ¿Por qué de nuevo siete seres? ¿Es simple casualidad, o no? En el grabado pueden verse más cosas.

En el tercer nivel, seres apkallu con su atuendo de pez atendiendo a alguien en una cama (quizá un exorcismo o purificación, esta imagen ampliada la expusimos anteriormente), y en la parte inferior un ser arrodillado que probablemente sea Lamashtu, consorte de Pazuzu.

 Está amamantando dos cachorros de león y sosteniendo dos serpientes. Para otros autores podría ser una de estas tres divinidades: Allat, Ishtar o Ereshkigal.



Más grabados, todos ellos distintos entre sí, representando a siete criaturas. Este último representa a siete demonios vampíricos denominados “Gallu”. Esta tradición se remonta al tercer milenio a. C. Tales seres parecerían confinados al inframundo.

No sabrían actuar con benevolencia y bondad, sino todo lo contrario: Estarían llenos de odio y maldad, y no cesarían de consumir carne humana y de beber sangre. Su madre se apunta que podría ser la mencionada Lamashtu.





¿Por qué siempre este número? El siete parece estar ahí arraigado en la memoria más ancestral o en el mito, y apuntar hacia algo.

Tendríamos más ejemplos, pero serán desarrollados con detalle en otra entrada. Lo cierto es que tenemos aquí una interesante incógnita, una muestra más de los muchos enigmas que encierran las antiguas culturas mesopotámicas.

«Los hijos de lo profundo son siete; Ellos han purificado las aguas, las han serenado; las han hecho cristalinas…”

Artículos que me han servido de una gran ayuda:


Libros y documentos (en books.google.es):

Cuando los dioses hacían de hombres, edición de Jean Bottéro y Samuel Noah Kramer

Mesopotamian Protective Spirits: The Ritual Texts, de F. A. M. Wiggermann



NIBIRU: Si no existe, habrá que inventarlo, de SAM (Samuel García Barrajón)
Orientalia: Vol. 30, No. 1, publicación del Pontificium Institutum Biblicum (Roma, 1961)
The Assyrian Sacred Tree: A History of Interpretations, de Mariana Giovino 
Primeval History: Babylonian, Biblical, and Enochic: An Intertextual Reading, de Helge Kvanvig
Stephanie Dalley, “Apkallu,” Iconography of Deities and Demons in the Ancient Near East (IDD), Swiss National Science Foundation, University of Zurich, 2011


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