martes, 26 de mayo de 2020

El Informe Evanescente

Puede el Foro para la Paz en el Mediterráneo cerrar los ojos ante ...UNA MIRADA CRÍTICA

En estos días de continua avalancha informativa, ha salido a la luz un asunto que primero circuló por redes sociales para luego aparecer en algunos medios e incluso ser objeto de una pregunta en la comisión de sanidad del Congreso.

 En un principio se trataba de las claves de acceso y recuperación de un documento fechado el 10 de febrero de 2020, titulado 


elaborado por el personal del “Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias” con colaboración de los Centros Nacionales de Epidemiología y Microbiología, que estuvo en la web del Ministerio de Sanidad hasta que misteriosamente desapareció y fue sustituido por otro más reciente y sin autores expresos.

 Posteriormente ha aparecido otro informe, incluso más precoz, del 24 de enero sobre algunas medidas recomendadas frente al Covid-19, pero en mi opinión y por lo publicado, algo menos relevante que el que comentamos, aunque también borrado de la web ministerial.





Cuando llegó a mis manos el primer documento y a la vista de los tiempos de postverdad y noticias fake que vivimos, lo examiné con toda prevención para descartar que hubiera sido manipulado, pero no hallé el más mínimo indicio de que así fuera.

Toda la información, el formato, las fechas y los autores eran coherentes, así como la presentación y si alguien se hubiera tomado el trabajo de falsificarlo no se sabe con qué intención, merecería el premio a la calidad.

El informe es una puesta al día técnicamente muy sólida de lo que se conocía a principios de febrero sobre el Covid-19 basado en la experiencia china, las semejanzas con otros coronavirus, y la entonces incipiente experiencia europea y española. 

Describe perfectamente los mecanismos de transmisión, hoy ampliamente conocidos por todo el mundo, el período de incubación, la gravedad de la infección en un porcentaje importante de casos, las importantes necesidades cuantificadas de ingreso en UVI, así como la mortalidad entre la población general, los ingresados, los distintos grupos de riesgo, la escasa repercusión en niños…

Se revisa igualmente y con todo detenimiento la sintomatología y los signos clínicos, así como la existencia de casos leves o asintomáticos, señalándose ya entonces la posibilidad de que estas personas fueran transmisoras de la enfermedad, algo entonces en estudio, aunque ya se había detectado el virus en casos asintomáticos de varios países entre ellos España. 

Se reconoce en todo caso, la gran contagiosidad y agresividad del Covid-19, su fácil expansión en instituciones hospitalarias a los ingresados y su fácil transmisión a los trabajadores sanitarios.

Se describen las pruebas diagnósticas y los protocolos aprobados para su utilización en distintos países, así como los distintos tratamientos existentes, ninguno con utilidad claramente demostrada. 

Se recomiendan las mismas medidas de prevención que para otros coronavirus, incluidas las mascarillas y en cuanto a las comunicaciones opta por centrarse en los vuelos directos con las zonas afectadas como procedimiento más simple.

Un informe sobre el coronavirus muy solvente en febrero

En suma, un informe técnicamente muy solvente, con la información disponible en el mundo a principios de febrero sobre el Covid-19 y las líneas generales para combatir la pandemia. Podríamos sentirnos orgullosos de la labor de recopilación de este organismo del ministerio de sanidad que en este caso hizo honor a su nombre. 

Se centró efectivamente en la alerta y emergencia sanitaria desatada por el coronavirus, poniendo a disposición del ministro y demás autoridades sanitarias estatales y autonómicas una información preciosa para tomar decisiones que aún leída hoy cuando parece que han pasado siglos, puede considerarse actual en la mayoría de sus detalles.

"¿Por qué no se hizo prácticamente nada con toda esta información que tenían en su poder el 10 de febrero, hasta que más de un mes después se declaró el estado de alarma?"

La pregunta del millón que se plantea entonces es muy sencilla: ¿Por qué no se hizo prácticamente nada con toda esta información que tenían en su poder el 10 de febrero, hasta que más de un mes después se declaró el estado de alarma? 





Y como cuestiones derivadas: 

¿Por qué no se provisionaron durante este mes, mascarillas, EPI, respiradores y demás material que tanto han escaseado durante la crisis?

 ¿Por qué no se adoptaron medidas de distanciamiento, aunque hubieran sido las más elementales como la prohibición de aglomeraciones, tipo 8-M o similares?

 ¿Por qué no se controlaron los vuelos de las zonas más afectadas? ¿Por qué se siguió desaconsejando el uso generalizado de mascarillas en lugar de decirnos simplemente que no había?

 ¿Y lo mismo con los test a los contactos asintomáticos si ya se sabía que podían infectar?

Y lo último, aunque no menos importante: ¿Llegó este informe técnico a quienes si tenían capacidad de decisión y no eran sólo técnicos? ¿Se lo leyeron? ¿Lo entendieron? 

En caso afirmativo, ¿por qué decidieron no hacer nada?

No me extraña que lo quitaran de la web del ministerio. Lo malo es que en internet todo deja rastro.



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