lunes, 10 de enero de 2022

Descubierto en China cementerio Neolítico de hace 5.000 años con Esqueletos sorprendentemente Grandes


6 JULIO, 2017 - 21:00 ALICIA MCDERMOTT

Un equipo de arqueólogos que está trabajando en el este de China ha descubierto 205 tumbas de una raza desconocida de individuos “sorprendentemente altos y fuertes”. Apodados como ‘gigantes’ en comparación con la estatura media de otros hombres chinos, el pueblo que vivía en esta región en el pasado al parecer prosperó a orillas del río Amarillo hace unos cinco mil años.

Se encuentran cabezas de estatuas de los dioses griegos

Más altos que los chinos actuales

El Diario del Pueblo Online informa de que la estatura de al menos uno de estos ‘gigantes’ neolíticos alcanza los 1,90 metros, mientras que otros llegan a los 1,80 metros o los superan. Aunque no se trata de alturas que podamos considerar propias de “gigantes”, sí que están por encima de la media del hombre chino actual, que se calcula aproximadamente en 1,74 metros.



Una de las tumbas del yacimiento arqueológico situado en Jinan, provincia de Shandong, en el que se han descubierto esqueletos “sorprendentemente altos y fuertes”. (Jiang Li/China Daily)

Como interesante nota adicional, leemos en el Diario del Pueblo Online que Confucio (551 a. C. – 479 a. C.) también habría alcanzado una estatura de 1,90 metros, siendo nativo de la misma región. Aún en nuestros días, se dice habitualmente que entre la gente de esta región se encuentran los individuos más altos de China.


Confucio. (Dominio público) ¿Un gigante para su tiempo?

Según Inquisitr, la mayor parte de los individuos fueron hallados en tumbas más elaboradas, lo que ha llevado a los arqueólogos a deducir que estos hombres eran los líderes de su sociedad y tenían un mejor acceso a los alimentos. Pero existen también pruebas de posibles luchas de poder entre miembros de la casta dirigente: un cráneo dañado y huesos de las piernas rotos, lesiones producidas al parecer poco después del propio entierro, sugieren algún tipo de violencia.

Como posible explicación para la constitución más robusta de estos individuos, Fang Hui, director de la Escuela de Historia y Cultura de la Universidad de Shandong, apunta que “Agricultores ya por aquel entonces, este pueblo disponía de recursos alimentarios diversos y abundantes, por lo que su físico cambió.” Concretamente, Fang indica que las gentes que vivían en la zona durante el Neolítico cultivaban mijo y criaban cerdos. De hecho se han encontrado huesos y dientes de cerdo en algunas de las tumbas.

Aparte de las tumbas, se han encontrado 104 casas y 20 fosas para sacrificios en el asentamiento de la población de Jiaojia, provincia de Shandong. Las viviendas cuentan con dormitorios y cocinas separados, y probablemente fuesen bastante confortables para la época. También se han descubierto en el yacimiento objetos de cerámica y jade.


Yacimiento arqueológico de Jiaojia, provincia de Shandong. (XINHUA NEWS)

El Diario del Pueblo Online informa de que se trata de las ruinas y los restos de un asentamiento perteneciente a la cultura Longshan. Esta cultura fue una “civilización del Neolítico tardío [asentada] en los cursos medio y bajo del río Amarillo.”


Elementos de jade producidos en el período de la cultura Longshan y expuestos en la actualidad en el Museo de Shandong. (CC BY SA 3.0)

Los expertos han descubierto numerosos detalles de la cultura Longshan a lo largo de los años. Era un pueblo que disponía de unas avanzadas agricultura, técnicas de cultivo y destreza en la fabricación de cerámica en comparación con sus predecesores. 

Sus edificios eran construidos mediante la técnica de la ‘tierra amasada’ para crear plataformas rectangulares (que encontramos aún hoy en día en algunas localizaciones de la provincia de Shandong) y preferían enterrar a sus muertos en una zona separada de donde vivían. 

La mayoría de las tumbas consisten en fosas rectangulares excavadas para un solo adulto. Los niños eran depositados en urnas antes de ser enterrados. La presencia de huesos de cerdos, ovejas y vacas en las tumbas sugiere asimismo que es posible que practicaran la adivinación.


Olla para cocinar, cerámica negra bruñida, cultura Longshan (2400 a. C. – 1800 a. C.), período Neolítico. (CC BY SA 4.0)

Solo se han estudiado 2.000 metros cuadrados del extenso asentamiento Neolítico de 1 kilómetro cuadrado desde el año 2016. Los trabajos continuarán en el futuro, como señala Zhou Xiaobo, subdirector de la Oficina Provincial para el Patrimonio Cultural de Shandong: “Futuros estudios y excavaciones del yacimiento serán de gran valor para nuestro conocimiento del origen de la cultura en el este de China.”

Imagen de portada: Sin duda este individuo habría sido considerado un gigante hace 5.000 años. (Fotografía: Asiawire)


Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

https://www.ancient-origins.es/noticias-historia-arqueologia/descubierto-china-cementerio-neol%C3%ADtico-hace-5000-%C3%B1os-esqueletos-sorprendentemente-grandes-004365

La Sociedad Española de Medicina de Familia pide acabar con la excepcionalidad: “El covid debe ser tratado como el resto de enfermedades”


Sociedad Española de Medicina de Familia.- El cambio de año viene marcado por el sexto período epidémico de COVID-19 en España. Esta ola ha sido distinta a todas las demás: la llegada de ómicron está dejando una gran cantidad de infecciones con niveles máximos de incidencia, pero con pocos casos graves en términos relativos. 

Según datos del Instituto de Salud Carlos III, actualmente la mitad de las infecciones detectadas son asintomáticas y los indicadores de hospitalización y muerte están en mínimos históricos1. Esto se debe en parte a la menor patogenicidad intrínseca de ómicron respecto a variantes previas, y también a su mayor facilidad para infectar a personas con inmunidad previa (por infección o por vacuna) y que, por tanto, presentan un riesgo bajo de enfermedad grave.

La baja frecuencia de enfermedad grave, junto a la saturación tanto de la Atención Primaria como de Salud Pública por casos leves, nos debe llevar a replantearnos cómo afrontar la pandemia a partir de este momento. Desde el Comité de Redacción de AMF queremos contribuir a este debate a partir de cinco ideas clave.

El virus no va a desaparecer

El escenario más probable es que el SARS-CoV-2 conviva con nosotros durante muchos años. Hasta el momento se ha presentado en forma de períodos epidémicos con alta concentración de infecciones durante un período corto de tiempo (8-10 semanas). 

No sabemos si en el futuro seguirán existiendo este tipo de olas ni con qué cadencia (por ejemplo, la gripe o el virus respiratorio sincitial (VRS) se presentan en una única epidemia anual) o si entrará en una endemia estacional con una circulación más o menos constante durante los meses fríos (como hacen muchos otros virus respiratorios, entre ellos los cuatro coronavirus catarrales que afectan a los humanos). Tampoco es descartable, aunque resulta poco probable, que acabe desapareciendo como sucedió con el SARS-CoV-1, que circuló entre 2002 y 2004.

Hay cuatro factores que determinan el nivel de circulación de un virus respiratorio en cada momento: factores del propio microrganismo (aparición de mutaciones que lo hacen más contagioso, por ejemplo), la inmunidad desarrollada por la población (ya sea por infección previa o por vacunación), la estacionalidad (cada virus tiene sus meses predilectos) y el comportamiento humano (factores no solo individuales, sino también sociales y culturales). Del equilibrio de estos factores dependerá el futuro de la epidemia.

Los virus mutan constantemente y la selección natural favorece aquellas mutaciones que devienen en una mayor contagiosidad (y, en menor medida, aquellas que provocan menos gravedad). La variante ómicron cumple ambas condiciones, y podría representar un paso en la evolución de SARS-CoV-2 hacia un coronavirus catarral; solo el tiempo dirá si es así. 

En sentido inverso, los humanos nos infectamos (o más recientemente nos vacunamos) y en este proceso desarrollamos una respuesta inmunológica que nos protege de nuevas infecciones y especialmente de enfermar de forma grave en el futuro. De esta forma se llega a un equilibrio o conllevancia entre virus y humanos: infecciones leves y repetidas durante la infancia y la juventud van construyendo una buena inmunidad que nos protege de infecciones potencialmente graves en la edad avanzada.

La aparición súbita de un nuevo microrganismo rompe temporalmente este equilibrio, ya que muchas personas sin inmunidad previa tienen su primer contacto con el virus a una edad con más riesgo de enfermedad grave; este hecho, junto a la gran sincronización de muchos casos iniciales por ser toda la población susceptible, puede llevar al colapso al sistema sanitario. 

Por suerte, vivimos en una época donde las vacunas pueden simular esas infecciones leves iniciales y generar inmunidad en personas mayores sin los riesgos que representaría una infección natural. 

Lo esperable sería que, una vez vacunadas las personas vulnerables, todos nos contagiemos múltiples veces en nuestros repetidos contactos con el virus, y que este hecho vaya mejorando nuestra inmunidad tanto individual como colectiva. Cada nueva ola aumenta la inmunidad poblacional hasta lograr un equilibrio entre la evolución del virus y la capacidad de nuestro sistema inmunitario para combatirlo.

Vacunación basada en la evidencia y la equidad

Desde el principio de la pandemia sabemos que el riesgo de enfermedad grave no es homogéneo, siendo la edad avanzada el principal factor de riesgo para hospitalización y muerte. Desde finales de 2020 disponemos de varias vacunas que han demostrado ser muy efectivas para la prevención de la enfermedad grave. Los ensayos clínicos iniciales se han visto corroborados por los datos de uso en el mundo real, que han arrojado una efectividad que pocos habríamos imaginado unos meses atrás.

No obstante, aunque las vacunas siguen siendo muy efectivas contra la enfermedad grave, no lo son tanto contra la infección y la enfermedad leve, especialmente con ómicron. Mientras la protección contra la infección, mediada por la inmunidad humoral, tiende a disminuir con el tiempo y la aparición de nuevas variantes, la protección contra la enfermedad grave se mantiene gracias a la inmunidad celular.

Como profesionales sanitarios, debemos intentar convencer a todas las personas de riesgo de que se vacunen, muy especialmente a aquellas que aún no se han infectado, porque estamos seguros del beneficio de las vacunas. 

A la gente joven y sana se les debe ofrecer la vacuna, pero vacunarlos no debe ser una prioridad del sistema de salud; en este caso hay que introducir valoraciones de beneficio-riesgo y de número de personas a vacunar para evitar una hospitalización o muerte. En el caso particular de la población infantil, la vacunación debería valorarse caso a caso entre la familia y su equipo de salud.

El papel de las dosis de recuerdo debe estudiarse con más detalle para analizar en qué grupos poblaciones pueden contribuir a una disminución adicional del riesgo de enfermedad grave. Necesitamos más estudios para aclarar a quién deben administrarse, cada cuánto tiempo, y si sería conveniente hacerlo con vacunas adaptadas a las nuevas variantes. En cualquier caso, parece claro que las dosis de recuerdo deberían reservarse para las poblaciones más vulnerables.

La disminución de la protección contra infección y enfermedad leve, especialmente con ómicron, tiene implicaciones importantes para la política de vacunación. Vacunar a toda la población, incluyendo a la de muy bajo riesgo y la infantil, no va a evitar la circulación del virus. 

Vacunarse o no es una decisión individual, y no se debe presionar a nadie para que se vacune en aras de un beneficio colectivo que no sabemos hasta qué punto existe y cuánto tiempo podría durar. No lo hemos hecho nunca antes y no debemos hacerlo ahora. Los certificados de vacunación para acceder a ciertos servicios, más allá de las dudas éticas sobre su implantación, carecen de evidencia científica sobre su utilidad en la disminución de contagios y casos graves.

La situación de la vacunación a nivel mundial es profundamente inequitativa. Mientras los países ricos están vacunando a niños y niñas o administrando dosis de recuerdo a gente joven, algunos países pobres aún no han podido completar la vacunación de los mayores o los profesionales sanitarios; en África solo el 10% de la población ha completado la vacunación. Siendo las vacunas un bien finito, entre todos tenemos el deber de racionalizar su uso en función del beneficio esperado de cada dosis administrada.

Comunicación para una sociedad adulta

Algunos gobiernos, «expertos» en COVID y medios de comunicación siguen usando el miedo como estrategia comunicativa. Los peores escenarios y las previsiones más catastrofistas siempre gozan de mayor espacio comunicativo. Errar por exceso de alarma siempre penaliza menos que errar por defecto. En general, sobra alarmismo y falta análisis y contexto.

Se retransmiten en directo cifras récord de contagios sin aclarar que la mitad son asintomáticos y que la inmunidad conseguida y la llegada de ómicron han roto por completo la relación entre contagios, enfermos, ingresos y muertes. Nunca antes ha existido tanta confusión entre el número de personas contagiadas, detectadas, contagiosas y enfermas. 

Tenemos que dejar de contar y reportar el número de infecciones diarias, que ya no tienen ningún interés: la sexta ola puede haber infectado a más del 10% de la población en pocas semanas, mientras que los casos graves se han mantenido en valores relativamente bajos.

Lo importante siempre deberían haber sido las defunciones, y en este sentido nunca volveremos a la situación catastrófica de marzo y abril de 2020. En la comunicación de las defunciones es importante introducir conceptos como el exceso sobre la mortalidad esperada, los años potenciales de vida perdidos, y distinguir si las defunciones son por COVID o con COVID. 

Por otro lado, tendremos que admitir como sociedad (igual que hacemos con la gripe, el tabaquismo, los suicidios o los accidentes, entre otras muchas causas) que durante los próximos años habrá un número de defunciones por o con COVID que serán inevitables. La pandemia no acabará cuando no haya defunciones, sino cuando los medios y gobiernos les den el mismo tratamiento que al resto de causas.

Se ha usado también el miedo a un posible colapso hospitalario que obligue a demorar la atención a otras patologías, como sucedió durante la primera ola. Esa situación no se ha vuelto a producir o lo ha hecho de forma muy puntual, aunque continúa siendo cierto que una proporción muy pequeña de casos graves en un contexto de un número muy grande de infecciones simultáneas puede acabar por causar un número importante de hospitalizaciones. 

Habrá que homogeneizar protocolos de ingreso tanto convencional como a unidades de críticos, así como distinguir si hablamos de ingresos por COVID, con COVID o de simples hallazgos casuales en las pruebas de ingreso por otros procesos o infecciones nosocomiales. Conocer la estancia media y el porcentaje de pacientes que requieren ventilación mecánica también ayudarían a comprender mejor la dimensión del problema, así como la ocupación hospitalaria global (no solo el número de pacientes con un test positivo). 

Sea como fuere, ha habido tiempo suficiente para elaborar planes de contingencia que permitan ampliar la capacidad hospitalaria del sistema público de forma rápida si fuera necesario; no podemos colapsar la Atención Primaria indefinidamente y seguir hipotecando la vida social y económica del país para evitar un hipotético colapso hospitalario en el futuro.

Al miedo se le une a menudo la culpabilización. Contagiarse o contagiar un virus respiratorio no es culpa de nadie. Si los casos suben, no es porque «nos hayamos relajado» o porque «nos portemos mal». Como se ha visto, la dinámica de una epidemia es mucho más compleja y en ella influyen multitud de factores. 

No se pueden obviar además los determinantes sociales que contribuyen a la infección: imposibilidad de teletrabajar, necesidad de desplazarse en transporte público, hacinamiento o imposibilidad de aislarse en la vivienda, dificultad laboral para hacer aislamientos y cuarentenas, etc. Los gobiernos no pueden traspasar a los ciudadanos sus responsabilidades en estos ámbitos.

Recuperación de la (vieja) normalidad

Durante 2020 y 2021 se han ensayado multitud de medidas poblacionales para tratar de reducir la interacción social, con la asunción de que eso reduciría la circulación del virus y por ende las formas graves de la COVID-19. 

Estas medidas incluyen desde el confinamiento domiciliario inicial hasta confinamientos perimetrales, limitación de aforos o cierre de negocios, toques de queda, uso obligatorio de mascarillas, educación superior no presencial o limitación de reuniones. 

Los distintos países y comunidades autónomas han ensayado varias de estas medidas en distintos momentos, sin que hasta el momento tengamos una evaluación clara y rigurosa de cuál es la efectividad de cada una de ellas en términos de hospitalizaciones y defunciones, y cuáles son sus potenciales efectos nocivos: pérdidas económicas y de puestos de trabajo, conculcación de derechos fundamentales (circulación, reunión, propia imagen, educación), aumento de trastornos de salud mental, etc. 

En definitiva, ha faltado una correcta evaluación de la relación beneficio-riesgo de cada una de las medidas adoptadas y un verdadero debate social sobre su implantación. En el momento actual ya no tiene sentido mantenerlas y debe planificarse su eliminación, empezando por la absurda recuperación de la obligatoriedad de la mascarilla en espacios exteriores.

Los gobiernos deben centrar sus esfuerzos en proteger a las personas más vulnerables en lugar de tratar de frenar, probablemente con poco éxito, la circulación del virus a nivel poblacional, circulación que, por otra parte, sabemos que mejora nuestra inmunidad. 

Esta protección focalizada se puede conseguir a partir de tres ejes: vacunación de las personas de riesgo, recomendaciones específicas para las personas vulnerables (minimizar contactos cercanos con personas con sintomatología respiratoria, valorar el uso de mascarillas FFP2 en situaciones de alto riesgo de contagio en momentos de incidencia elevada) y actuaciones específicas en ámbitos como las residencias geriátricas, que en algunas comunidades autónomas han concentrado más de la mitad de todas las defunciones por COVID-19. Cualquier política de salud debe contemplar la correcta atención a las residencias como una de sus prioridades.

Debemos recuperar cuanto antes la «vieja» normalidad, es decir, la vida como la conocíamos antes de marzo de 2020: sin mascarillas ni limitaciones de la interacción social. La prevención cuaternaria también debe aplicarse a la salud pública, y es especialmente urgente en el ámbito escolar. 

Sabemos que los niños y niñas no sufren las formas graves de la enfermedad ni son transmisores particularmente efectivos, pero a pesar de ello tuvimos las escuelas cerradas durante meses, y luego les hemos impuesto las medidas más severas: uso de mascarilla durante toda la jornada, prohibición de mezcla entre grupos y pruebas y cuarentenas cada vez que se detecta un positivo. 

Estas medidas provocan dificultades en el aprendizaje y la socialización, además de dificultar la conciliación familiar al no existir ninguna ayuda para mantener las cuarentenas infantiles. El balance beneficio-riesgo es desfavorable y en estos casos la prudencia no es hacer muchas cosas, sino que, como sabemos en Atención Primaria, a menudo lo prudente es no hacer nada.

Dejar de hacer para poder hacer

La mayoría de países, entre ellos España, han implantado un sistema de control individual de los contagios basado en el testeo de los casos sospechosos y su aislamiento domiciliario en caso de resultar positivos, junto con el rastreo y cuarentena domiciliaria de sus contactos. Este sistema consume mucho tiempo y recursos y, como se ha vuelto a demostrar en la sexta ola, cuando aumenta de forma importante el número de casos deja de ser viable y colapsa rápidamente.

En España, el sistema pivota sobre la Atención Primaria. La detección de casos, el estudio de los contactos más cercanos, la prescripción de las bajas correspondientes y la atención a los enfermos de COVID-19, añadida a la atención habitual, han supuesto una carga en muchas ocasiones insoportable para los centros de salud. 

Esta sobrecarga, añadida a una ya muy precaria situación anterior, ha hecho imposible mantener nuestras señas de identidad: accesibilidad, longitudinalidad, presencialidad y equidad. Mantener el sistema de testeo y rastreo, gestionar los casos positivos por autodiagnóstico en asintomáticos, asumir la vacunación y afrontar las consecuencias de la pandemia han desplazado las actividades preventivas, el diagnóstico de nuevas enfermedades graves o el control de enfermedades crónicas. Las consecuencias negativas de todo ello se verán en un futuro inmediato.

Como apuntaba Juan Simó en una excelente entrada en su blog, ha llegado el momento de dejar de hacer para poder hacer: dejemos de visitar y testar a personas sanas con síntomas menores, dejemos de rastrear y testar a sus contactos, abandonemos los aislamientos y las cuarentenas. Todas estas actividades, que tuvieron sentido en el pasado, se han visto superadas con la inmunidad adquirida (tanto por infección como por vacunación) y la llegada de ómicron.

El objetivo debe ser tratar la COVID como hacemos con la gripe: diagnóstico clínico y recomendaciones generales sobre autocuidado y prevención de contagios a personas vulnerables, reservando la atención sanitaria para las personas que lo necesiten por su sintomatología o vulnerabilidad. Solo así podremos atender debidamente a quien de verdad lo necesite, por COVID o por cualquier otra dolencia.

La sexta ola y el colapso que ha producido en la Atención Primaria y en Salud Pública en muchas partes del país nos han hecho avanzar en esta dirección. El Consejo Interterritorial ha propuesto medidas8 como establecer criterios de priorización para el testeo en función de la sintomatología o la vulnerabilidad, la limitación del rastreo a ámbitos vulnerables, el acortamiento de los aislamientos o la eliminación de las cuarentenas en las personas vacunadas. 

Estas medidas deben consolidarse y mantenerse más allá de la actual situación de colapso, además de establecer un calendario realista para el cese progresivo del sistema de control de contagios. Es necesario un mensaje contundente y coordinado desde todas las instituciones para revertir la necesidad que hemos creado de realizar diagnóstico etiológico de las infecciones respiratorias leves, ya sea en los centros de salud o con test de autodiagnóstico; el diagnóstico etiológico debe reservarse solo para los sistemas centinela de vigilancia epidemiológica. 

La incapacidad temporal merece una mención especial: es el momento de apostar definitivamente por las bajas autodeclaradas para la patología aguda leve, como ya se hace en otros estados, asegurando la equidad de acceso.

Ni el sistema de salud ni la sociedad en su conjunto pueden permitirse continuar testando a personas asintomáticas o con síntomas leves y aislando a todos los positivos, con las consecuencias que ello conlleva a nivel social y económico por las bajas laborales masivas de personas sanas. Debemos acabar con la excepcionalidad: la COVID-19 debe ser tratada como el resto de enfermedades. La inmunidad adquirida y la llegada de ómicron así lo permiten.

En definitiva, 2022 debe ser el año de la recuperación no solo de la Atención Primaria, sino de nuestra vieja normalidad.

https://www.alertadigital.com/2022/01/09/la-sociedad-espanola-de-medicina-de-familia-pide-acabar-con-la-excepcionalidad-el-covid-debe-ser-tratado-como-el-resto-de-enfermedades/

Nuestro Último Descubrimiento

El presidente de Turkmenistán ordena cerrar la Misteriosa ‘Puerta del Infierno’


En el cálido y extenso desierto de Karakum en Turkmenistán, cerca de Darvazá, hay un agujero de 70 metros de ancho que ha estado en llamas durante más de 50 años. Aunque técnicamente se llama el cráter de gas Darvaza, los habitantes lo conocen como “Las puertas del infierno”. 

 El cráter fue supuestamente creado en 1971 cuando una plataforma de perforación soviética perforó accidentalmente una enorme caverna subterránea de gas natural, lo que provocó que el suelo se derrumbara y toda la plataforma de perforación se desplomó. Habiendo perforado una bolsa de gas, los vapores venenosos comenzaron a filtrarse a un ritmo alarmante.

Para evitar una posible catástrofe ambiental, los soviéticos prendieron fuego al agujero, pensando que dejaría de arder en unas pocas semanas. Décadas más tarde, y el foso continúa ardiendo. Pero también hay quien cree que “Las puertas del infierno” son realmente un portal al inframundo y que la plataforma de perforación soviética todavía está en algún lugar, al otro lado de las “Puertas del Infierno”. Pero ahora, Gurbanguly Berdimuhamedow, el dictador de Turkmenistán, ha anunciado que quiere cerrar definitivamente el cráter.
El fin de las “Puertas del Infierno”

El político y odontólogo ha ordenado a sus ministros que busquen expertos mundiales que puedan sellar el cráter gigante que lleva medio siglo ardiendo debido al daño ambiental causado por el constante incendio. Según Berdimuhamedow, la salud de los habitantes está siendo afectada por el incendio. Además, quiere obtener beneficios del suministro de gas para ayudar a sus seis millones de habitantes, en su mayoría pobres.

“Estamos creando, y seguiremos creando, todas las condiciones necesarias para el desarrollo de los colosales recursos de hidrocarburos de nuestra Patria independiente, en interés de nuestro pueblo”, dijo, explicando su decisión de detener el infierno.


Pero tal vez haya otras razones tras la sorprendente decisión del dictador de 64 años cerrar el cráter, ya que sus excentricidades incluyen su propia estatua gigante bañada en oro y otra para el perro más famoso de Turkmenistán. Escribe canciones de rap, es un DJ amateur y participa en carreras clásicas de coches, caballos y bicicletas, que invariablemente gana porque nadie se atreve a ganarle.

Berdimuhamedow lleva 16 años en el poder. Bajo su mandato, Turkmenistán ha sido conocido como uno de los países con mayor de corrupción y abusos contra los derechos humanos. Varios periodistas han denunciado que en Turkmenistán la corrupción es una forma de vida, y “cuanto más alto se asciende, mayor es el robo”. En 2016, Berdimuhamedow fue reelegido para su segundo mandato con el 97% de los votos.

Como hemos comentado anteriormente, el cráter de 5 metros de profundidad se encendió cuando unos científicos soviéticos pretendían extraer gas natural en el lugar. Las capas superiores de suelo colapsaron en una cueva subterránea, abriendo un gran agujero lleno de gas.

Para evitar la intoxicación por gas a la población local y al ganado, los geólogos lo encendieron. Creían que el fuego desaparecería en unas semanas, pero aún hoy sigue ardiendo. Aunque lo más sorprendente fue que en noviembre de 2013, el explorador canadiense George Kourounis descubrió que unas bacterias únicas sobreviven en el fondo del cráter a pesar de las temperaturas infernales.

El cráter se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas de Turkmenistán, la cual posee la cuarta mayor reserva mundial de gas natural y también por la adopción ilegal de bebés abandonados. Viendo el historial de Berdimuhamedow es muy poco probable que la decisión de cerrar las “Puertas del Infierno” sea por el bien de la población. Más bien los verdaderos motivos pueden ser oscuros y siniestros.

Otras “Puertas al infierno”

Resulta que hay una variedad de caminos que uno puede tomar para llegar al infierno. Los antiguos griegos creían que cinco ríos conducían al inframundo y que todos convergían en un gran pantano. Uno de esos ríos es Aqueronte o Aquerón en el noroeste de Grecia. Si quieres llegar al Hades, solo necesitas encontrar al barquero adecuado.

Otra puerta de entrada al infierno es el estratovolcán Hekla en el sur de Islandia. En el siglo XII, el monje Benedicto de Nursia lo describió como la “prisión eterna de Judas” en una de sus obras escritas. Luego, en el siglo XIV, observaron que las aves volaban a menudo hacia el cráter del volcán y muchos creían que los animales llevaban las almas de los muertos al infierno. La ciudad fantasma de Fengdu se encuentra en la cima de la montaña Ming de China, donde los fallecidos deben pasar tres pruebas y, si fallan una, serán enviados directamente al infierno para vagar por toda la eternidad.

Por lo que cabe la posibilidad de que Berdimuhamedow quiera cerrar las “Puertas del Infierno” y así evitar que su alama acabe en lo más profundo del inframundo.

Por MEP
09/01/2022

También Washington internará en Campos de Concentración a los que No se Vacunen

10 January 2022


Fuente: mpr21

El estado de Washington ha presentado un nuevo proyecto de ley para detener en campos de internamiento a los que no se vacunen. La norma se aplicará a toda la población a partir de los cinco años de edad y los encargados de su ejecución no son policías, jueces ni fiscales, sino sanitarios “a su entera discreción” (*).

La burocracia sanitaria se reconvierte en uno de los aparatos represivos del Estado y podrá emitir “órdenes de detención de emergencia” de las personas o grupos de personas “con fines de aislamiento o cuarentena”.

Los sanitarios pueden pedir a la policía que les ayude a capturar a los apestados y recalcitrantes a las vacunas y, además, ostentarán la condición de “agentes de la autoridad” para hacer cumplir inmediatamente las órdenes emitidas para detener y encarcelar a quienes estimen necesario por el bien de la salud pública.

La “orden de detención de emergencia” legaliza el aislamiento y la detención de los que no se sometan voluntariamente a las inyecciones “durante un periodo no superior a diez días”.

Sin embargo, un juez puede prorrogar la cuarentena forzosa “por un periodo no superior a treinta días” si la persona o familia aislada persiste en rechazar la vacunación.


El miércoles el Consejo de Salud del Estado de Washington celebrará una reunión pública virtual para debatir la aplicación de la nueva norma.

El miércoles de la semana pasada el gobernador del estado, Jay Inslee, que aparece en la foto de portada, lanzó nuevas amenazas a no los vacunados, un estilo de gobierno que, junto a los insultos y chantajes, se ha convertido en norma política habitual durante la pandemia.

Inslee está contratando un “equipo de respuesta” para gestionar las instalaciones del campo de internamiento. Los consultores del equipo ganarán entre 3.294 y 4.286 dólares al mes por sus servicios.

El estado también se ha asociado con el monopolio Amazon para crear un portal web a fin de que las personas se hagan pruebas regulares de coronavirus en casa y seguir manteniendo la ficción de brotes, casos y contagiados.

https://tierrapura.org/2022/01/10/tambien-washington-internara-en-campos-de-concentracion-a-los-que-no-se-vacunen/

Jaime Maussan Presenta: La Era de Oro OVNI




La Generalitat gasta 14 millones de los fondos Covid en que los robots entiendan y respondan en catalán

DICTADURA LINGÜÍSTICA


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El Gobierno de Pere Aragonés tiene un plan para que las máquinas se plieguen al catalán. Lo denominan el «Proyecto AINA» y busca que los robots y asistentes de voz que están presentes en cada vez más dispositivos y vehículos entiendan y respondan en catalán

El plan cuenta con una inyección económica cercana a los 14 millones de euros a cargo de los presupuestos NextGenerationEU, los fondos de la Unión Europea para reparar la factura provocada en la economía por la pandemia del coronavirus.

Esta nueva línea de acción depende de la Consejería de Políticas Digitales y Administración Pública, en manos del consejero Jordi Puigneró. Tal y como ha advertido Puigneró ante el Parlament catalán, este año se impulsará ese «Proyecto AINA» para lograr avances en el uso de la lengua por parte de sistemas informáticos y robots de todo tipo.

El consejero lo ejemplificó explicando que, en ocasiones, sus colaboradores le envían mensajes en castellano por un motivo concreto: los asistentes de voz de los vehículos no entienden el catalán ni tampoco lo reproducen. Puigneró prometió que, con AINA, eso cambiará.


Coches que no entienden catalán

«Yo tengo colaboradores que todavía hoy conduciendo me envían mensajes en castellano porque el interpretador de voz del coche no entiende el catalán y, por tanto, tenemos una capacidad y voluntad de que esto no sea así», ha prometido Puigneró ante el Parlament.


La pieza clave de este proyecto está en el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona, donde se ubica un potente ordenador basado en inteligencia artificial llamado MareNostrum. Desde finales de 2020 está creando recursos digitales para cualquier empresa o desarrollador informático que quiera incorporar gratuitamente el catalán a sus asistentes de voz y sistemas robóticos.

Fondos Covid de la UE

Según Puigneró, su departamento lleva «un año trabajando en un proyecto para que las máquinas también entiendan el catalán». La financiación del proyecto proviene directamente de los fondos NextGenerationEU, que aportan al plan 13,5 millones de euros. 

Es decir, que el dinero con el que Cataluña busca imponer el catalán también a los robots y asistentes de voz bebe directamente de la fuente de las ayudas que Bruselas ha destinado a España para reparar los daños provocados en la economía por la pandemia del coronavirus.

La Generalitat incluyo este proyecto dentro de las propuestas elevadas al Gobierno de Pedro Sánchez, a través de un documento elaborado por la Comisión para la elaboración del Plan para la reactivación económica. 

Esos proyectos giran en torno a varias áreas, denominadas economía para la vida, transición ecológica, transformación digital, sociedad del conocimiento y vectores transversales.

https://okdiario.com/espana/generalitat-gasta-14-millones-fondos-covid-que-robots-entiendan-respondan-catalan-8373029