Aunque, por encima de todo, queda una duda mayor, la de la utilidad real de Glass: ¿será la forma en la que nos informemos y comuniquemos en 5 o 10 años, o nos hará parecer tan frikisy ridículos como los pinganillos bluetooth de hace unos años para hablar sin manos con el móvil? Si es lo último, ya sabemos qué ocurrirá: fracaso absoluto. Como en el vídeo debajo.