Un número mucho mayor de lo que se había registrado anteriormente.
El campo magnético de la Tierra está cargado debido al revoltijo de níquel y hierro fundido del núcleo externo de nuestro planeta, que se encuentra a casi 2900 kilómetros de profundidad.
Esto nos protege de la dañina radiación solar. Pero este campo no está quieto y cada tanto sus polos se invierten por completo: el polo sur magnético se convierte en el norte y viceversa.
Ahora, un nuevo estudio sugiere que los polos se pueden invertir de manera más frecuente de lo que los científicos previamente pensaban.
Eso es lo que parece ocurrió hace alrededor de 500 millones de años, durante el periodo Cámbrico, cuando las criaturas de la Tierra experimentaron un marcado desarrollo y se convirtieron en formas de vida más complejas.
Para entender cómo funcionó el campo magnético en aquellos tiempos, un grupo de investigadores del Instituto de Física del Globo de París y la Academia de Ciencias de Rusia, recolectaron muestras de sedimentos de una saliente rocosa en el noreste de Siberia.
Las arenas que componían esta región se asentaron en un antiguo mar cálido y poco profundo, con minerales magnéticos atrapados en forma de sedimentos que descendieron al fondo del mar y se compactaron, formando nuevas capas de roca.
En el laboratorio, los investigadores determinaron la orientación de las partículas magnéticas atrapadas en los sedimentos —en el tiempo y lugar en que se depositaron— al calentarlos lentamente, hasta alcanzar temperaturas extremas y desmagnetizarlos.
Para obtener su antigüedad, se recurrió a trilobites hallados en las mismas capas que permitieron obtener la fecha en la que se invirtió el campo. Los científicos tomaron muestras de roca de los barrancos de la sección de Khorbusuonka, en Siberia. Los minerales abundantes en hierro de estas rocas documentan las firmas magnéticas de una sección de la historia de la Tierra de unos tres millones de años.
Así fue como el equipo halló que alrededor de 500 millones de años atrás, el campo magnético del planeta se invirtió 26 veces cada millón de años —la frecuencia más alta jamás registrada—. «Esto es extremo considerando que, hasta el momento, se consideraba como alto 5 inversiones cada millón de años», explicó Yves Gallet, director de la investigación.
«Pero tal vez es igual de interesante el corto periodo que siguió después, en unos pocos millones de años la frecuencia de inversión se desplomó hasta una o dos veces cada millón de años», agregó el experto. «La idea dominante por mucho tiempo fue que la frecuencia de las inversiones del campo magnético solo podían evolucionar gradualmente a lo largo de decenas de millones de años.
Pero aquí hemos demostrado un cambio repentino en la frecuencia en la que se voltean los polos», continuó. Según los autores del estudio, está claro que el proceso que generó el campo magnético en la parte exterior del núcleo hace 500 millones de años fue diferente al que observamos en la actualidad.
Pero cuál fue la razón específica que empujó al campo magnético terrestre a voltearse tan frecuentemente es aún un misterio. La interacción del viento solar con el campo magnético del planeta produce espectáculos de luz asombrosos, como estas auroras en el norte de Canadá.
Estas auroras nos recuerdan la importancia de la burbuja magnética terrestre a la hora de proteger nuestro planeta de la radiación.
FOTO POR ESA/NASA.
«Una posibilidad es que la alteración en la frecuencia haya sido causada por cambios en las condiciones de calor en el núcleo líquido externo transmitido por el manto», dijo Gallet.
«Estudios recientes también han sugerido que el núcleo interno pudo comenzar a enfriarse y solidificarse hace alrededor de entre 600 o 700 millones de años. Este proceso podría haber tenido un papel en el funcionamiento del campo magnético».
La última inversión del campo magnético terrestre tuvo lugar hace unos 780.000 años, y a pesar que hay preocupaciones sobre el hecho que vuelva a suceder pronto —lo que temporalmente debilitaría el campo, provocando que la radiación solar tenga un nivel más nocivo—, no sería tan «pronto» en términos de años humanos.
«Es importante recordar que la escala de tiempo que consideramos para la evolución en la frecuencia de inversiones magnéticas es de al menos unos pocos millones de años», señala Gallet. «A esta escala, las inversiones pueden evolucionar más o menos rápido.
Pero una inversión de los polos no es algo que vaya a pasar mañana». Los hallazgos han sido publicados en la revista especializada Earth and Planetary Science Letters. Fuente: Live Science.
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