Debido al deterioro de la enigmática Esfinge resulta complicado conocer qué representa ni con qué fin fue levantada. No sabemos qué clase de rostro tenía originalmente ni si representaba a un ser alado.
Y son muchos más los misterios que encierra esta enorme estatua, única en el mundo, cuyo nombre ha venido a convertirse en sinónimo de enigma sin solución.
¿Se descubrirá algún día su misterio? En todo el mundo existen numerosos monumentos de piedra y de antiguas construcciones para los que se han realizado hallazgos que han venido a aclarar el misterio que encierran. También han aparecido textos que han aportado explicaciones o se han conservado tradiciones cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.
Si se estudian unos y otros con detenimiento ayudarán a comprender más de un enigma. Pero en la Esfinge de Gizeh, que se levanta entre las pirámides y el río Nilo, no ha sucedido lo mismo.
Sigue resistiéndose a los intentos realizados para conocer su origen. En cambio tenemos los enormes dólmenes y menhires de Avebury y Stonehenge, creados al parecer por los sacerdotes druidas que adoraban al sol. Los romanos decían que en Stonehenge se celebraban bárbaros sacrificios humanos, pero en los últimos años el astrónomo Gerald Hawkins demostró, con la ayuda de una computadora, que el monumento circular de Stonehenge fue en realidad un observatorio astronómico.
En torno a la misma Gran Pirámide han circulado decenas de leyendas que se remontan a los tiempos de los árabes y de los griegos. Todas ellas son reveladoras. El interior de este monumento de piedra ha sido abierto en varias ocasiones y los matemáticos han deducido ciertas relaciones que todavía se ignora si fueron obra del azar o si tenían una finalidad bien determinada. Entre las construcciones que todavía mantienen parte de su misterio podemos indicar las cabezas monumentales de la isla de Pascua, las construcciones ciclópeas de Zimbawe o las enormes losas de Baalbek, consideradas como pistas de aterrizaje para las naves de los dioses anunnaki. Pero nada comparable con la Esfinge, para la que todavía no se ha obtenido ninguna información que pueda conducir a la solución de su enigma. Lo primero que sorprende de la Esfinge es su tamaño descomunal, que ha perdido gran parte de su forma original y que está esculpida en la roca viva, esa misma que forma la meseta de Gizeh y que sirve de base a las pirámides cercanas.
Para hacerse una idea, debemos decir que desde la base de la estatua hasta la punta superior de su cabeza tiene la altura de un edificio de cinco pisos y su longitud desde el extremo de las patas delanteras hasta lo que pudiera ser el comienzo del rabo, es igual a la anchura de un campo de fútbol.
En realidad nos encontramos ante la estatua más grande del mundo, superada únicamente por la moderna estatua de la Libertad, en New York. Pero resultará imposible averiguar el número de obreros que trabajaron en la construcción de la Esfinge, qué faraón ordenó su construcción y si es su rostro el que figura en ella. Y no se han encontrado todavía textos de la antigüedad que ayuden a descifrar el misterio.
Velikovsky publicó en 1952 un libro titulado “Mundos en colisión”, que le dio fama mundial. En su discutida obra atribuía la serie de cataclismos que devastaron al mundo hace unos doce mil años al choque de un planeta errante, que afirmaba fue Venus, contra la Tierra. Immanuel Velikovsky sostenía que Venus era anteriormente un cometa que había causado muchas de las catástrofes que describe la Biblia, tales como el Diluvio, las plagas de Egipto y la caída de las murallas de Jericó. Después publicó otros dos interesantes libros: uno era “Mundos en caos” y el otro se titulaba “Edipo y Akhenaton”. En este último se refería al mito de la Esfinge, que tenía mucho que ver con el faraón egipcio Akhenaton.
Este faraón fue un reformador religioso que intentó implantar una religión monoteista para desplazar al politeísmo ancestral de los egipcios. Se dice que sentía por su padre Amenofis III un odio que tenía mucho de celos, debido a que sentía un amor enfermizo por su madre la reina Yocasta (o Tyi), que los psiquiatras llaman complejo de Edipo. Los griegos quedaron fascinados al conocer las peculiaridades de esta familia real, donde el padre se acostaba con su hija, el hermano con la hermana y los abuelos con las nietas. Esta historia daría forma a una de las tragedias más famosas de la literatura universal: la de Edipo, quien tomó por esposa a su propia madre.
No creemos que la Esfinge egipcia tuviese alguna relación con Akhenaton, ya que hay varios miles de años de diferencia entre ambos, pero los griegos se apropiaron de la Esfinge para convertirla en un monstruo mitológico con cabeza de mujer y cuerpo de león, que colocaron a las puertas de la ciudad de Tebas, en la Beocia (Grecia, no confundir con la Tebas en Egipto) para atemorizar a los visitantes.
Los detenía el terrorífico animal y les hacía siempre la misma pregunta, que nadie sabía contestar y que estaba basada en las preguntas realizadas por los sacerdotes egipcios a los jóvenes que deseaban iniciarse en los secretos milenarios: “cuál es el ser que camina con cuatro patas por la mañana, con dos al mediodía y utiliza tres al llegar la tarde”.
Nadie sabía contestar a esta sencilla pregunta y por lo tanto eran devorados por la bestia. Pero no sucedió lo mismo cuando Edipo llegó a Tebas, ya que acertó la respuesta: “el hombre camina a cuatro patas en la niñez, utiliza dos piernas en la edad adulta y debe echar mano de un bastón al aproximarse a la vejez. Todo parece indicarque esta leyenda se inspiró en la historia de Akhenaton y de Tyi. A Edipo le fueron muy bien las cosas, hasta que le presentaron a su madre la reina Yocasta, a quien no veía desde su lejana infancia y se conservaba más hermosa que nunca. La tomó por esposa y cuando se enteró de la aberración cometida se enfureció por su torpeza y se arrancó los ojos de desesperación. Su hija, que era también su hermana, había tenido tiempo de crecer y le sirvió a partir de entonces de lazarillo.
Observamos que la Esfinge carece de senos como otras esfinges de menor tamaño, aunque nadie puede afirmar que los tuviese alguna vez. Su rostro es irreconocible y lo único que puede afirmarse es que es chato, de grueso cuello y anchos pómulos y que tiene en la parte posterior de la cabeza un tocado faraónico. Tampoco puede decirse si el cuerpo es de leona y si tuvo alguna vez alas en el lomo, como otras figuras semejantes, que abundan en templos de todo el país.
Hay muchas probabilidades de que la Esfinge fuese alguna vez un animal con alas, pero antes de llegar a esta conclusión será preciso conocer algunos aspectos esotéricos que tal vez ayudarán a resolver en parte las dudas.
Como sabemos, el año se divide en doce signos zodiacales, que corresponden a otras tantas constelaciones. Tres signos corresponden al equinoccio de primavera: Aries, Tauroy Géminis; los siguientes al solsticio de verano: Cáncer, Leo y Virgo; vienen a continuación los del equinoccio de otoño: Libra, Escorpio y Sagitario; y pertenecen los últimos al solsticio de invierno: Capricornio, Acuario y Piscis.
La posición relativa de las constelaciones varía muy lentamente con respecto a un punto fijo de observación de la Tierra, debido a cierto movimiento de balanceo de nuestro planeta en su órbita solar. A causa de ese balanceo, nuestra posición con relación a las constelaciones cambia cada 72 años el equivalente de un grado de arco. Se necesitan casi 26.000 años para dar la vuelta a las constelaciones y regresar al punto de partida.
Este curioso fenómeno, llamado precesión de los equinoccios, era ya conocido en la antigüedad, donde le concedían gran importancia. A cada periodo de 2.160 años le daban el nombre de Era, y así ha seguido hasta nuestros días. La era cristiana ha transcurrido bajo el signo de Piscis y nos dirigimos hacia la de Acuario. Antes de Piscis, tuvimos la era de Aries, caracterizada por el cordero pascual del pueblo judío. Antes dominó la era de Tauro, identificada con el buey Apis de los egipcios.
Esta sucesión de eras podría determinar la fecha en que fue construida la Esfinge. Lo que se inició con Virgo, o sea una cabeza de virgen, se concluiría con Leo. En base a este planteamiento se considera que la construcción de la Esfinge tuvo lugar entre las eras de Virgo y Leo. Si multiplicamos por 2.160 el número de eras desde la actual hasta la de Virgo, obtenemos una fecha aproximada: el año 10.000 a.C. Fue en aquellos tiempos en que algún pueblo de la antigüedad comenzó a levantar el enigmático monumento. Pero, ¿puede ser tan antiguo este monumento?
Constelaciones del zodíaco, formada por los doce signos del zodíaco, dan lugar a los equinoccios de primavera y otoño y a los solsticios de verano e invierno. Cuando en el 590 a. C. el legislador Solón, uno de los siete sabios de Grecia, visitó la ciudad egipcia de Saís, los sacerdotes le hablaron sobre un continente que se hundió en el océano unos nueve mil años antes. Al sumar estos 9000 a los 590 de la visita del sabio griego resulta la fecha de 9590 a.C., que se asemeja de manera sorprendente a la determinada por el cálculo de las eras zodiacales.
Esto podría probar que algunos pobladores de la Atlántida lograron sobrevivir al repentino hundimiento y llegaron a Egipto, donde levantaron esta monumental estatua con cuerpo de león y cabeza de mujer, para recordar que fue entre Leo y Virgo que desapareció para siempre su tierra. Sin embargo, hay quienes dicen que a esos 10000 años habría que sumar una vuelta adicional de las doce eras, hasta obtener más de 38 mil años que demostrarían que la Esfinge es mucho más antigua de lo que se había creído hasta ahora. También se afirma que la Esfinge fue dedicada por los sobrevivientes de la Atlántida al dios solar Hermekhis, cuyo nombre recuerda al Hermes de los griegos. Pero no se tienen pruebas de ello. También en las cartas del Tarot, aparentemente inventadas por los egipcios pero que son originarías de la Atlántida, existe una muy especial que representa a una enorme rueda adornada con varias figuras y que simboliza la precesión de los equinoccios. Y una de las figuras es nada menos que la Esfinge.
Algunos consideran que la presencia de la Esfinge en el Tarot representa el hundimiento del legendario continente. Si fuese así, sería de suponer que los sobrevivientes de la Atlántida sumergida llegaron a Egipto y levantaron la Esfinge para recordar a las futuras generaciones la fecha en que tuvo lugar la gran catástrofe. Pero esta teoría tiene algunos fallos, ya que la Esfinge no dirige la mirada hacia el oeste, donde se supone que estuvo la Atlántida, sino que da la espalda a las pirámides para contemplar el lugar por donde sale el sol.
¿Acaso nos estará diciendo que la catástrofe fue por una inversión de los Polos, que provocaron que el Sol apareciese por el Este en lugar del Oeste?
Se considera que el dios griego Hermes pudo ser el dios atlante Hermekhis al que, según algunas teorías, le fue dedicada la Esfinge. Cerca de la milenaria ciudad de Bagdad, capital del actual Irak, se yergue la colina de Kujundschik, donde fue descubierta en el siglo XIX la magnifica biblioteca del rey Asurbanipal, cuyo reinado (668-626 a.C.) señalaría el apogeo del imperio Asirio. Estaba formada por tablillas de barro cocido, grabadas con escritura cuneiforme. Los arqueólogos descifraron el texto y se encontraron con la epopeya del príncipe Gilgamesh, cuyo gran amigo Enkidu sería conducido al cielo por un toro alado.
Es sorprendente la cantidad de estatuas de seres provistos de alas que tanto abundan en la región del Tigris y del Éufrates, así como en la vecina Persia. Estos seres alados recibían el nombre de querubines, que es el mismo nombre que se utiliza en el Antiguo Testamentorefiriéndose a ciertos ángeles del Señor. Y es curioso que la palabra ángel, que procede del griego, signifique mensajero
¿Quién enviaba estos mensajeros o querubines alados hasta la Tierra para dar instrucciones a los seres humanos? Creo que pueden identificarse a estos seres divinos venidos del cielo como seres extraterrestres, que descendieron del cielo en la antigua Sumer y luego llegaron a Egipto. ¿Habría alguna relación entre los atlantes y los “dioses” de Sumer?