El caso de Susana Domínguez revela los efectos adversos de la implementación radical en la Salud Pública de la ideología de género
En 2014, la joven de entonces 15 años, recibió un diágnostico de disforia de género por parte de su psicólogo, quien dio luz verde para que la niña empiece su tratamiento de “cambio de género”. En los años posteriores, le dieron un arsenal de hormonas y con tan solo 17 años, le extirparon los pechos y el útero.
Cuando cumplió 21 años, en medio de la pandemia, se dio cuenta que todo lo que hizo fue una gran equivocación. Seis años después y decenas de cirugías luego, sus problemas mentales, que incluían depresión y trastorno esquizoide, seguían. En ese mismo momento, le pidió un turno a su psicológo para discutir su situación.
Según le cuenta a El Mundo, le explicó al psicólogo que ella nunca fue “un chico en el cuerpo de una chica”, como él la había tratado de convencer. “Yo soy una mujer, tengo serios trastornos pero nada tienen que ver con la transexualidad“, le recriminó.
“Y entonces el psicólogo me dijo: ‘Ya empezamos, ya empezamos…’“, cuenta hoy Susana. “¡Parecía que le molestaran mis problemas! Yo era una adolescente con problemas y él mi terapeuta, pero solo le importaba si era transexual o no“, aseguró preocupada.
El costo de semejante error había sido enorme. De una sesión a otra, en esos seis años, a Susana le habían quitado sus pechos y su útero, además de recibir una avalancha de hormonas masculinas. Su cuerpo había sido modificado de forma irreversible y sus problemas mentales habían sido empeorados.
Nada de esto ayudó a su depresión. Afortunadamente su madre, a pesar de haber permitido que carnearan a su hija en cirugías solo comparables con la locura médica de la lobotomía, siguió consultando con otros profesionales de la salud para que la ayudaran.
Susana sufrió varios intentos de suicidio, y a medida que los médicos le convertían el cuerpo en un disfraz de hombre, su condición empeoraba. Esto terminó cuando un médico le identificó rasgos de trastorno del espectro autista; y el tratamiento que se le recetó, por fin empezó a mejorar su condición.
Susana Domínguez junto a su madre, quien admitió su error de permitir que la operen, pero con lágrimas en los ojos dice que confiaba en los médicos, y solo quería lo mejor para su hija.
En su relato, también involucra a su psiquiatra, una médica que la empezó a atender a sus 15 años en simultáneo con su psicólogo, quien también “confirmó” que sufría de disforia de género y aprobó las cirugías como un tratamiento adecuado para solucionar sus problemas mentales.
Susana, hoy, relata aquel choque con la realidad: “La encaré, años después, y ella me dijo: ‘Ay, pero si tú estabas muy segura, estabas muy segura’. Pero yo tenía solo 15 años. No estaba segura de nada. ¿Cómo me dejaron hacer eso? ¿Cómo podía estar segura de lo que quería para el resto de mi vida a esa edad?“.
La madre contó al mismo medio que han interpuesto una reclamación contra el Servicio Gallego de Salud por “mala praxis”, ya que aseguran que le dieron un diagnóstico incorrecto de disforia de género, le aplicaron un tratamiento brutal que no era acorde a su condición, y nunca le comunicaron que lo que le estaban haciendo era irreversible.
“Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Cómo se arregla esto?“, dijo furiosa la madre en la entrevista. “Mi hija ya no tiene aparato reproductor, ni femenino ni masculino. Lleva años tomando hormonas masculinas, y ahora deberá tomarlas femeninas para regresar, en la medida de lo posible, a su ser original. Los daños son prácticamente irreversibles“.
Susana Domínguez junto a su madre, quien admitió su error de permitir que la operen, pero con lágrimas en los ojos dice que confiaba en los médicos, y solo quería lo mejor para su hija.
Es la primera vez que una denuncia de este tipo se presenta en España, y es el paso previo a una potencial demanda en los tribunales que indefectiblemente terminará impactando en la legislación.
En 2020, en el Reino Unido, una mujer, Keira Bell, consiguió por hechos similares una millonaria indemnización al sistema de salud público, y posteriormente el Gobierno británico decidió cambiar la legislación para que nunca más ocurriera algo así, además de cerrar el hospital donde se la convenció que debía cambiar de género.
La Justicia británica decidió que a los 15 años, la misma edad que tenía también Susana cuando comenzó su proceso, Bell no tenía madurez suficiente para tomar una decisión así. Ahora, en el Reino Unido, las personas deben tener por lo menos 18 años para dar consentimiento a este tipo de operaciones.
https://www.alertadigital.com/2023/02/27/susana-dominguez-se-arrepiente-de-su-cambio-de-genero-y-quiere-denunciar-al-estado-por-haberla-operado-con-15-anos/