Hoy en día, los egiptólogos creen que la Gran Esfinge de Giza fue esculpida durante el reinado de Kefrén; pero no siempre ha sido así, y posiblemente no lo sea.
De acuerdo a los primeros egiptólogos (e.g., Wallis Budge, James H. Breasted, et al.), la Esfinge “ya existía en los días de Khafre, o Kefrén, y es probable que pertenezca al final del periodo arcaico” (Budge, 1904).
De acuerdo a los primeros egiptólogos (e.g., Wallis Budge, James H. Breasted, et al.), la Esfinge “ya existía en los días de Khafre, o Kefrén, y es probable que pertenezca al final del periodo arcaico” (Budge, 1904).
Gran Esfinge.
Cabeza de León De acuerdo al geólogo británico Colin Reader, entre otros expertos, la erosión pluvial presente en la Esfinge sugiere una mayor antigüedad que aquella sostenida por los ortodoxos, quienes esgrimen que el monumento fue construido poco después que la primera pirámide (4ta Dinastía), hace más de 4.500 años atrás.
Antiguas construcciones encontradas dentro de las arenas de la meseta de Giza indicarían que hubo actividad en la zona antes que lo que la historia oficial estima como fecha de construcción del complejo entero.
Esta actividad pudo estar relacionada con la modificación de monumentos ya existentes en el área mucho antes de la era dinástica del Antiguo Egipto. Por ejemplo, los investigadores notaron que la relación entre el enorme cuerpo de león y el rostro de faraón, es totalmente desproporcionada.
Esto pone en tela de juicio si el famoso rostro del monumento es realmente el original, o si fue remodelado posteriormente sobre una cabeza de león ya existente. Para los antiguos egipcios, el león era un símbolo mucho más potente que el de un rostro humano.
Dado que este antiguo guardián tiene cuerpo de león, tiene más sentido pensar que originalmente también tuvo la cabeza de este animal. De hecho, en los tiempos primigenios de Egipto, los leones habitaban los alrededores de Giza.
Esta actividad pudo estar relacionada con la modificación de monumentos ya existentes en el área mucho antes de la era dinástica del Antiguo Egipto. Por ejemplo, los investigadores notaron que la relación entre el enorme cuerpo de león y el rostro de faraón, es totalmente desproporcionada.
Esto pone en tela de juicio si el famoso rostro del monumento es realmente el original, o si fue remodelado posteriormente sobre una cabeza de león ya existente. Para los antiguos egipcios, el león era un símbolo mucho más potente que el de un rostro humano.
Dado que este antiguo guardián tiene cuerpo de león, tiene más sentido pensar que originalmente también tuvo la cabeza de este animal. De hecho, en los tiempos primigenios de Egipto, los leones habitaban los alrededores de Giza.
La mayoría de los egiptólogos piensan la Gran Esfinge fue construida en honor al faraón Kefrén; o que Djadefre, el hermano mayor de Kefrén, la mando a construir para rendir homenaje a su padre Keops. Esto situaría el tiempo de construcción cerca del 2500 a.C.
No obstante, la evidencia para afirmar esto es muy ambigüa y totalmente circunstancial, y aún así es un paradigma —erróneamente— aceptado quizás para forzar piezas que se niegan a encajar en el rompecabezas del misterioso pasado del Antiguo Egipto.
En los 1990′s, el geólogo Robert Schoch llegó a la conclusión que la Gran Esfinge era mucho más antigua de lo que se cree. Schoch afirma que el daño climático que muestra el cuerpo del monumento y la zanja circundante desde donde fue esculpido, tiene características que solo pudieron ser causadas tras una prolongada exposición a la erosión por agua (de lluvia).
Los periodos de tiempo donde cayeron sobre Egipto significativas cantidades de lluvia, acabaron durante el 4to o 3er milenio antes de Cristo; por lo que necesariamente la Esfinge tuvo que haber sido erigida, como mínimo, en el 6to o 5to milenio a.C., es decir, al menos 2.000 años antes que la fecha aceptada de construcción y 1.500 años antes del inicio de la propia civilización egipcia.
Tanto Schoch como Reader basan sus deducciones no solo en los resultados del estudio de la Gran Esfinge, sino también en otros factores encontrados en diferentes monumentos de la meseta de Giza, como el Templo de la Esfinge, el cual se reconoce como contemporáneo del periodo cuando fue construido el gran guardián felino.
Los periodos de tiempo donde cayeron sobre Egipto significativas cantidades de lluvia, acabaron durante el 4to o 3er milenio antes de Cristo; por lo que necesariamente la Esfinge tuvo que haber sido erigida, como mínimo, en el 6to o 5to milenio a.C., es decir, al menos 2.000 años antes que la fecha aceptada de construcción y 1.500 años antes del inicio de la propia civilización egipcia.
Tanto Schoch como Reader basan sus deducciones no solo en los resultados del estudio de la Gran Esfinge, sino también en otros factores encontrados en diferentes monumentos de la meseta de Giza, como el Templo de la Esfinge, el cual se reconoce como contemporáneo del periodo cuando fue construido el gran guardián felino.
La evidencia predinástica
Objetos con inscripciones mucho más ancestrales que Kefrén revelan que la historia oficial podría estar bien equivocada. Amuletos que se remontan a los tiempos del Egipto Predinástico fueron encontrados en grandes números con descripciones y siluetas que dan que hablar. ¿Pudo la Gran Esfinge haber sido creada con la cabeza de un león?
Varios sellos predinásticos encontrados en Abydos muestran la figura de un gran leon semi-enterrada, ¡con solo la cabeza y las garras visibles! En una imagen en particular (centro) la cabeza es realmente enorme, y aun así sus características no son del todo claras. ¿Acaso esta cabeza de gran tamaño fue víctima de una remodelación para esculpir la cabeza de un faraón egipcio, como bien sugiere el geólogo de la Universidad de Harvard, Colin Reader?
En el libro escrito por el egiptólogo británico, Walter B. Emery (1961), se describen numerosos sellos portando imágenes similares: un sello de madera (p.52); un sello de marfil de Zer (p.59) también en Abydos; una paleta de Zer en Saqqara (p.60); un sello de madera de Udimu en Abydos (p.76); y un sello de marfil de Semerkhet nuevamente en Abydos (p.86); entre otros.
En todas estas inscripciones solo se muestra la parte delantera del monumento (cabeza, hombros y garras), como si la parte trasera de la esfinge fuera de alguna forma no visible (vide McBride, 2008.), La imagen de la paleta de Zer hallada en Saqqara por el Prof. Emery, es impactante: el tocado de estilo egipcio (el nemes) parece estar en evidencia, sin embargo su rostro es definitivamente el de una bestia. Ergo, nos lleva a una nueva cuestión: ¿es el “tocado” que se ve en realidad la melena del león?
Este gráfico explícito —no meramente un jeroglífico, sino una cruda y bien definida imagen— podría significar que ese famoso tocado adoptado posteriormente por los faraones egipcios era en sí mismo la imitación de la flameante melena del león. Pero, ¿por qué la parte de atrás de la bestia está constantemente oculta?
¿Estaría enterrada en la arena?
La parte delantera del león se volvió eventualmente un glifo estándar, como bien pueden observar en las imágenes que ilustran este artículo. La respuesta al porqué solo está a la vista la parte delantera del felino, podría encontrarse en que otrora gran parte de la Gran Esfinge estuvo tapada por la arena, sobresaliendo solo la parte de adelante del monumento.
Numerosos ejemplos de esto último pueden ser encontrados en el sitio web del egiptólogo Francesco Raffaele.
En conclusión, el origen de la Gran Esfinge parece retrotraerse hasta el enigmático periodo predinástico, en los míticos tiempos cuando “dioses” y “semi-dioses” gobernaban Egipto.
Si se considera todo lo expuesto, en conjunto con otros misterios de la historia como los relacionados a la —hasta hoy indescifrable— construcción de las tres pirámides de Giza, todo apunta a que la civilización del Nilo da sus primeros pasos cientos de años, e incluso milenios, antes del tiempo de los faraones dinásticos.
Es posible entonces que personajes como Manetón, un historiador y sacerdote egipcio que vivió durante el siglo III a.C., y sus listas de longevos reyes predinásticos, no estén tan equivocadas como algunos eruditos nos quieren hacer creer. A pesar de la supina confianza de los egiptólogos modernos, la última página sobre el Egipto predinástico aún no ha sido escrita.