Un análisis terrestre de la zona interna y externa de algunos de los cientos de geoglifos descubiertos en el Estado de Acre de Brasil - en la zona conocida como el Nazca brasileño, permitió confirmar que el Amazonas no era inmaculado antes de la llegada del europeo y que por milenios fue trabajado de una manera sostenible e ingeniosa, a tal punto de ser sugerido como un ejemplo para el hombre de hoy, para contrarrestar el grave impacto de la deforestación.
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Geoglifo de Acre en Plácido de Castro, usado como palco de ceremonias.Las plantaciones de árboles en la prehistoria de Acre resultaron ser a escala menor, acompañadas de pequeñas deforestaciones para instalar lo que se cree eran sus "supermercados prehistóricos" de productos forestales útiles, informó la Universidad de Reading el 7 de febrero.
A diferencia de lo que permiten los gobiernos actuales para fines comerciales, el manejo forestal del habitante del pasado en esta zona, no significó la erradicación masiva de las especies y de todo su hábitat.
"En lugar de quemar grandes extensiones de bosques, ya sea para la construcción de geoglifos o las prácticas agrícolas, las personas transformaron su medio ambiente concentrándose en especies de árboles de valor económico como palmeras, creando una especie de "supermercado prehistórico" de productos forestales útiles", destacó la universidad inglesa, después de analizar las muestras de tierra hasta la profundidad.
Además nombró evidencias que sugieren que "la biodiversidad de algunos de los bosques que aún quedan en Acre puede tener un fuerte legado de estas antiguas prácticas 'agroforestales'".
Los geoglifos de Acre son enormes círculos o cuadrados excavados en la Tierra, cuyo destino ha sido un misterio sin aclarar por completo. Hoy se sabe por la ausencia de restos de artefactos, que es poco probable que alguna vez fueran aldeas y su diseño no correspondería a un sistema de defensa, por lo que su uso se cree fue más bien esporádico, según el equipo de Reading.
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Geoglifos de Acre, BrasilReportes académicos indican que los primeros ocho fueron descubiertos en 1977, luego de una deforestación para destino agrícola cerca de la capital de Río Branco. Después de esto se generaron numerosos debates, en relación a su origen. Solo desde el año 2005 fueron estudiados con mayor detalle por la Universidad Federal de Acre, la Universidad de Para y el Museo Paraense.
Las conclusiones de los académicos brasileños, más las de las de investigadores de Reading y Exeter, del Reino Unido fueron presentadas este mes en la revista científica Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS).
"Hemos reconstruido pruebas el medio ambiente de la región de los geoglifos y encontramos trabajos realizados en tierra donde había bosques plantados por el hombre. Se encontraban dentro de los bosques creados por el hombre, que habían sido previamente administrados por milenios", indica el documento.El profesor Frank Mayle, de Paleoecología Tropical explicó además que la investigación "desafía la hipótesis de que la construcción de geoglifos conllevó una deforestación extensa". A largo plazo, el estudio concluye que la deforestación del Amazonas de Acre, estudiado a largo plazo, demuestra que "es estrictamente un fenómeno moderno".
Las clarificaciones de los bosques que hicieron sus habitantes en el pasado eran de pequeña escala, pero este hecho permitió dejar "descartado que el Amazonas fuese un desierto virgen" y a su vez reveló un fuerte legado que duró por milenios, de un conocimiento del manejo forestal.
Los investigadores encontraron que hace más o menos 6000 años la zona estaba dominada por bosques de bambú, que fueron deforestados en pequeños lugares donde se construyeron los geoglifos. Ahí se observó una explotación de productos forestales con ausencia de deforestación generalizada y por esta razón, se cree que el paisaje boscoso sobrevivió casi intacto hasta finales del siglo 20.
La Universidad de Reading previamente estudió otros geoglifos en territorio boliviano, cerca de la frontera con Acre, con trabajos de tierra "monumentales", pero que no correspondían a terrenos de foresta en el pasado.
Jennifer Watling, investigadora del Museo de Arqueología y Etnografía de la Universidad de São Paulo, líder del equipo pidió que las evidencias no se usen para que terceros justifiquen la deforestación actual, como una práctica del pasado.
Aclaró a su vez que a pesar del enorme número y densidad de los sitios con geoglifos -alrededor de 400- en la región, "podemos estar seguros de que los bosques de Acre nunca fueron limpiados tan extensamente, o durante tanto tiempo como lo han sido en los últimos años".
La investigadora propuso resaltar el ingenio de las culturas que subsistieron en el pasado en Brasil, que no promovieron la degradación de los bosques. Señaló además "la importancia del conocimiento indígena para encontrar alternativas más sostenibles en el uso de la tierra".
vie, 17 feb 2017 00:00 UTC