El miedo a la muerte nos acompaña desde siempre. Más allá del cuándo y el cómo, lo que realmente nos angustia es el después. Pero, ¿qué hay del tránsito? La ciencia investiga las visiones y sueños que los moribundos tienen al final de su vida. Esto es lo que han descubierto…
¿Qué son las Experiencias en el Lecho de Muerte?
Decía Jorge Luis Borges, uno de los autores más importantes del siglo XX, que “la vida es una muerte que viene”. Y es que, que un día moriremos es de las pocas certezas absolutas que existen. Ya desde la prehistoria, nuestros antepasados comenzaron a afrontar este tránsito de un modo especial, realizando enterramientos y confiriendo a este hecho inevitable un sentido trascendental.
Los egipcios, por ejemplo, tenían El Libro de los Muertos, un manual que preparaba para superar las diferentes pruebas que se encontrarían en el Más Allá. Las diferentes culturas y tradiciones han afrontado la muerte de un modo distinto.
Muchas religiones, como es el caso de la cristiana, han sabido aprovechar la muerte, y la supuesta supervivencia del alma después de ésta, como método de control. De hecho, a finales del siglo XV, surgen en Europa una serie de obras que indicaban qué debía hacer el fiel en el momento de la muerte: las Ars moriendi.
Al margen de que se crea o no en un Más Allá, en la supervivencia del alma –por llamarla de algún modo– después de la muerte o, por el contrario, se considere el óbito como el final absoluto de todo lo que conocemos, lo cierto es que cruzar la última frontera, sino miedo, produce al menos incertidumbre. Con la intención de sosegar nuestros últimos momentos de vida, la ciencia investiga los conocidos como: “fenómenos del lecho de muerte”
FENÓMENOS DEL LECHO DE MUERTE
En marzo del año 2014, la Revista Americana de Medicina Paliativa publicaba un estudio que intentaba cuantificar la frecuencia de los sueños y visiones que tenían los pacientes de cuidados paliativos. Asimismo, también estaba entre sus objetivos examinar el contenido y la importancia subjetiva de los mismos.
Es precisamente en su contenido donde radica lo extraño del asunto. Entre los sueños y visiones más comunes encontramos: amigos, familiares y mascotas fallecidas, incluso algunos hablaron de seres espirituales como los ángeles.
Para la investigación, se entrevistó a 66 pacientes, siendo la muestra final de 59. El criterio de selección fue que todos fueran mayores de 18 años, excluyendo a todo aquel que estuviera diagnosticado de algún trastorno psicótico.
Todos los encuestados relataron, al menos, haber tenido un sueño o una visión, llegando casi al 50% los que tuvieron esta experiencia mientras dormían. La característica principal relatada por los pacientes fue la especial sensación de realismo y un marcado significado emocional.
El estudio, liderado por el doctor Christopher W. Kerr –que desarrolla su labor en la unidad de cuidados paliativos del Hospice Buffalo–, se llevó a cabo durante un período superior a un año, realizando una entrevista semi-estructurada que incluía preguntas cerradas y abiertas que incidían en el contenido y la frecuencia, así como en las sensaciones que producían: comodidad o angustia, si se trataba de sueños o visiones.
Este tipo de experiencias tenían lugar meses, semanas, días e incluso horas antes de la muerte, aumentando la frecuencia de las mismas cuanto más próximos estaban de fallecer los pacientes.
Todo el mundo que conocía y había muerto estaba allí
“Estaba acostada en la cama y la gente caminaba lentamente a mi alrededor. No conocía a las personas que estaban a mi derecha, pero todos fueron muy amables y tocaban mi brazo y mi mano cuando pasaban cerca. En el otro lado había gente que conocía. Estaban mi madre, mi padre y mi tío. Todo el mundo que conocía que había muerto estaba allí. Los únicos que faltaban eran mi marido y mi perro, pero sabía que iba a verlos”.
Este testimonio, recogido por los investigadores, corresponde a Jeanne Faber, una enfermera que murió poco después. Habrá quien pueda pensar en alucinaciones, sin embargo, mientras que éstas normalmente producen ansiedad y perplejidad, estas vivencias o sueños generan tranquilidad, comodidad y asombro. Asimismo, tienen lugar cuando los pacientes tienen la mente clara.
De los sueños descritos, los investigadores pudieron determinar seis categorías que el doctor José Miguel Gaona resume así en su libro El Límite:
Presencias reconfortantes: puede aparecer un ser querido, a menudo fallecido, que ofrece consuelo.
Preparación para irse de viaje: los pacientes se apuntan a un viaje. Por ejemplo, una paciente soñó que subía a un avión y que viajaba con su hijo (aún vivo), lo que le hacía sentirse reconfortada.
Mirar o interactuar con los muertos: los amigos y parientes ya fallecidos aparecen en los sueños. Al contrario de lo que podría esperarse, su presencia no produce rechazo, sino más bien todo lo contrario, una sensación reconfortante.
Los seres queridos esperan: en los sueños se presentan amigos o familiares que parecen estar esperando. Por ejemplo, tres días antes de su muerte, una paciente soñó que se hallaba en la parte superior de una escalera y que abajo la esperaba su marido ya fallecido.
Vivencias angustiosas: algunos pacientes soñaban con experiencias un tanto traumáticas, relacionadas con guerra, abuso infantil, o bien situaciones o relaciones problemáticas (ver recuadro).
Asuntos pendientes: los sueños eran angustiosos y se centraban en el temor a no poder cumplir con tareas importantes que quedaban a medio hacer. Por ejemplo, algunas mujeres jóvenes temían no poder cuidar de sus hijos y presentaban gran preocupación con lo que les pasaría cuando ellas ya no estuvieran vivas.
Estas experiencias en el lecho de muerte pueden cumplir un papel reparador a nivel psicológico
La conclusión a la que han llegado los investigadores, más allá de que estas experiencias merecen atención clínica e investigación adicional, es que son psicológica y existencialmente significativas.
De hecho, se habla de que estos sueños pueden cumplir un papel reparador a nivel psicológico, haciendo la transición mucho más fácil y disminuyendo el miedo a la muerte, conciliando la vida pasada y aceptando la muerte. La negativa a aceptar estas visiones es contraproducente, debido a la sensación de alivio que producen.
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