Los clásicos de Convergència están cada vez más recelosos con la lista del 'president'. Se ven fuera de sitio, entre las exigencias de ERC y los puestos para los personajes populares
Raül Romeva. (EFE)
Cuando se escriba la historia de esta precampaña de las elecciones al Parlament se le podrá poner un título así como “Días confusos en Baden-Baden”. En apariencia no pasa nada, pero soto voce las tensiones van aflorando. La última, entre el presidente de la Generalitat, Artur Mas y la vieja guardia de CDC que empieza a ver con incomodidad cómo se desmelena la lista de independientes que configura la espuma más visible de la candidatura independentista de
Junts pel Sí.
El fruto de esta última crisis afloró esta semana en una sucesión de tuits escritos en castellano en el que el cabeza de lista, Raül Romeva se rectificaba a sí mismo en una entrevista en
El País donde evitaba aclarar si Artur Mas sería el presidente de la Generalitat tras el 27-S.
El día pintaba raro porque en otra entrevista en La Ser el líder de ERC, Oriol Junqueras, número cinco de la lista, tampoco daba por hecho que Artur Mas fuera investido presidente tras las elecciones del 27-S. La situación era tan absurda que Joan Coscubiela, el número dos de la candidatura Catalunya sí que es pot, que agrupa a ICV y Podemos, ironizó sobre la situación señalando que “lo de Pedro negando a Jesús no es nada comparado con las veces que los miembros de la candidatura de Junts pel Sí reniegan de Artur Mas”.
Por eso, y con Francesc Homs, director de la campaña de Junts pel Sí al borde de un ataque de nervios, se produjo la jura de Santa Gadea de Raül Romeva. Eso sí, en Twitter, evitando cualquier comunicado oficial en la web de una candidatura en la que todos van por libre.
El malestar de la vieja guardia de CDC está justificado por dos factores, según fuentes de esta formación: por un lado, con tantos independientes y teniendo que reservar un 40% de la lista a ERC, no acaba de ver dónde entran los profesionales de la política de su partido; y, por otro, empiezan a temer lo que pueda salir de una Cámara catalana donde no sería raro ver al cantante Lluís Llach votando al lado de las CUP, por poner un ejemplo.
Los planes de Mas
Todo esto no tiene importancia si Mas y los suyos consiguen una mayoría suficiente para proclamar en el Parlament una declaración unilateral de independencia (DUI) sin mayor incidencia ni validez legal y luego comienzan a redactar una Constitución catalana de carácter simbólico.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en este entorno está tranquilo. Sabe que la DUI, la cual impugnará el Gobierno, no tendrá ninguna relevancia sin apoyo de la UE y sin reconocimiento internacional. Y siendo el alumno aventajado de Angela Merkel en Bruselas, Rajoy no parece que tenga que inquietarse. El precedente griego no lleva a dudas. Merkel trituró a un país de verdad que hizo un referéndum de verdad. Y eso que Syriza ganó. No hay, pues, que preocuparse en exceso por Cataluña: lo que ha unido el euro que no lo separen los hombres.
El problema que contempla esta vieja guardia convergente estriba en si no se consigue mayoría suficiente
junto con las CUP –68 diputados–. Si es así, qué hacer con este Parlament trufado de personalidades independientes sin que CDC no pueda sumar ni a su socio histórico, Unió. Habrá que gobernar y no se ve la manera. Junts pel Sí carece de equipo de gobierno, de programa. De la misma manera tampoco se valora la gestión anterior –ni una palabra de fiascos como la
ATLL durante la precamapaña–, no en vano el jefe de la oposición, Oriol Junqueras, concurre a las elecciones codo con codo con Artur Mas en la misma candidatura.
Un líder con personalidad
El mayor punto de tensión es Romeva. Es tan buen candidato que hasta tiene personalidad. Cuenta con trayectoria –diez años de eurodiputado con ICV– y discurso propio. Y no se lo guarda. Artur Mas estaba acostumbrado estos años a la servidumbre de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), que controla a través de sus órganos de dirección. Mientras Junqueras ya se reserva la presidencia del Parlament y, por lo tanto, el control del proceso constituyente catalán, nadie tiene claro qué hacer con Romeva en caso de victoria. Una solución sería nombrarle conseller de Exteriores o, lo que es lo mismo, una cartera sin competencias efectivas para el número uno de Junts pel Sí.
Pero no sólo Romeva recela de Mas. También lo hace ERC. El republicano Joan Tardà, poco habituado a morderse la lengua, le decía ayer a Rafael Hernando (PP) en los pasillos del Congreso que su candidato para la Generalitat era “el anticristo”. A Artur Mas debían silbarle las orejas. Además, a Joan Tardà no podrán obligarle a rectificar en Twitter. Por la tarde tuvo que salir Junqueras a decir lo obvio, que si ganan el presidenciable es Artur Mas.
En medio de tanto caos se agradecen las voces que intenten introducir criterios de racionalidad. Curiosamente vienen de la extrema izquierda independentista. Antonio Baños, candidato de las CUP, señaló ayer en Catalunya Ràdio que “el 27S tiene que crear una mayoría social para apoyar un gran reto político. Por eso hace falta tener la mayoría en votos y no sólo en escaños”. Todo lo contrario que defienden Artur Mas y los miembros de Junts pel Sí, convencidos de su vía, en teoría rápida, hacia la independencia tras el 27-S.
http://www.elconfidencial.com/espana/cataluna/2015-08-19/la-vieja-guardia-de-convergencia-teme-quedarse-sin-espacio-en-la-lista-de-mas-al-27s_975999/