La Dra. Helen Caldicott explica las recientes fotos tomadas con robots de los reactores de la central nuclear de Fukushima Daiichi: los niveles de radiación no han alcanzado su punto máximo, pero se siguen vertiendo desechos tóxicos al Océano Pacífico.
Los recientes artículos que hablan de unos altos niveles de radiación en la Unidad 2 del complejo nuclear de Fukushima Daiichi no significa que se hayan alcanzado los niveles más altos en el edificio del reactor.
En todo caso, indicaría que por primera vez los japoneses han podido medir la intensa radiación emitida por el combustible fundido, ya que los anteriores intentos fracasaron porque la radiación es tan intensa que los robots enviados dejaban de funcionar.
La medición de la radiación fue de 530 sieverts, o 53.000 rems (Roetgen Equivalent Man). La dosis a la cual moriría la mitad de una población expuesta a la radiación es de 250 a 500 rems, por lo que se trata de unos valores muy elevados. Es bastante probable que si el robot hubiera podido penetrar más profundamente en la cavidad interna que contiene el corium fundido, las mediciones hubieran sido mayores.
Estos nos da idea de por qué será casi imposible desmantelar las unidades 1, 2 y 3 de los reactores, ya que ningún ser humano puede soportar una radiación tan extrema. Esto quiere decir que Fukushima Daiichi seguirá siendo una terrible mancha en Japón y el mundo durante mucho tiempo, estando además asentada en una zona activa de terremotos.
Lo que revelan las fotos obtenidas por el robot es que algunos soportes estructurales de la Unidad 2 están dañados. También es cierto que los cuatro edificios fueron dañados por el terremoto hace unos cinco años y por las posteriores explosiones de hidrógeno, por lo que si se produjera un terremoto superior a 7 en la escala de Richter, es probable que una o más de estas estructuras colapsasen, lo cual provocaría la emisión de grandes cantidades de radiación a medida que el edificio cayera sobre el núcleo fundido subyacente. Pero las unidades 1, 2 y 3 también contienen estanques de enfriamiento con barras de combustible muy radiactivas, que hacen un total de 392 en la Unidad 1, 615 en la Unidad 2 y 566 en la Unidad 3. Si un terremoto afectara a una de estos estanques de enfriamiento, los rayos gamma serían tan intensos que el sitio tendría que ser evacuado de manera permanente. El combustible de la Unidad 4 y su grupo de refrigeración han podido ser retirados.
Pero hay más motivos de preocupación.
El complejo de reactores está construido junto a una cadena montañosa y millones de litros de agua fluyen desde las montañas hasta filtrarse por debajo del complejo de reactores, provocando que parte de la tierra que está por debajo de los edificios de los reactores se licúe parcialmente. A medida que el agua se filtra por debajo de los reactores dañados, cubre los tres núcleos fundios y el agua se carga de radiactividad a medida que se filtra hacia el Océano Pacífico, que se encuentra en las cercanías.
Todos los días desde que se produjo el accidente, se han vertido entre 300 y 400 toneladas de agua al Pacífico, donde numerosos isótopos, incluidos el cesio 137, 134, estroncio 90, tritio, plutonio, americio y hasta otros 100 más, penetran en las aguas del océano y se bioconcentran de manera paulatina en la cadena alimentaria: algas, crustáceos, peces pequeños, peces grandes y los seres humanos.
Los peces nadan a miles de kilómetros y los atunes, el salmón y otras especies que se encuentran en la costa oeste de los Estados Unidos ahora contienen algunos de estos elementos radiactivos, insípidos, inodoros e invisibles. Al entrar en el cuerpo humano por ingestión, se concentran en varios órganos e irradian a las células adyacentes durante muchos años. El ciclo del cáncer se inicia con una sola mutación en un solo gen regulador en una sola célula y el tiempo de gestación del cáncer puede durar de 2 a 90 años. Y ningún cáncer se define por su origen.
Se podrían capturar peces radiactivos en Australia o los peces importados podrían contener isótopos radiactivos, pero a menos que se realice un análisis nunca lo sabremos.
Además del agua que fluye de la montaña hacia el Océano Pacífico desde el día del accidente, TEPCO ha bombeado directamente más de 300 toneladas de agua de mar a los reactores dañados para mantenerlos refrigerados. Este agua también se vuelve muy radiactiva, se bombea de nuevo y almacena en más de 1200 enormes tanques de almacenamiento diseminados por el espacio de Daiichi. Estos tanques no resistirían un gran terremoto y podrían romperse, con lo que su contenido fluiría hasta el océano.
Pero incluso, de no suceder esto, TEPCO se está quedando sin espacio de almacenamiento y está tratando de convencer a los pescadores locales de que se podría verter esta agua al mar. La radiación de frenado, como los rayos X emitidos por estos tanques, es bastante alta (10 milirems) y representa un peligro para los trabajadores. Hay más de 4000 trabajadores en el lugar diariamente, muchos de ellos reclutados de la Yakuza (mafia japonesa) e incluye a hombres sin hogar, drogadictos y aquellos que carecen de estabilidad mental.
Hay otro problema: debido a que los núcleos fundidos de los reactores generan hidrógeno de manera continua, y es un gas explosivo, TEPCO ha estado bombeando nitrógeno a los reactores para disminuir los peligros del hidrógeno.
Grandes áreas de Japón están ahora contaminadas, incluso algunas áreas de Tokio, que son tan radiactivas que al borde de algunas carreteras se pueden medir 7.000 becquerelios por kg y se está estudiando su enterramiento en una instalación de desechos radiactivos de los Estados Unidos.
Como se explicó anteriormente, estos elementos radiactivos se concentran en la cadena alimentaria. La Prefectura de Fukushima ha sido una fuente de alimentos para Japón, y aunque gran parte del arroz, las verduras y las frutas que se cultivan aquí presentan radiactividad, hay un fuerte impulso para la venta de estos alimentos, tanto en el mercado japonés como en el exterior. Taiwán ha prohibido la venta de comida japonesa, pero Australia y los Estados Unidos, no.
El Primer Ministro Abe aprobó recientemente una ley según la cual cualquier periodista que difunda la verdad sobre la situación que vive el país podría ser juzgado por un delito castigado hasta con 10 años de prisión. Además, los médicos que digan a sus pacientes que su enfermedad podría estar relacionada con la radiación no recibirán su sueldo, por lo que hay un absoluto silencio tanto en Japón como en los medios de comunicación de todo el mundo.
El Comité de Supervisión de Gestión de la Salud de Fukushima sólo está estudiando el cáncer de tiroides en la población, y en junio de 2016, 172 personas que tenían menos de 18 años en el momento del accidente lo desarrollaron, o se sospechó que padecían cáncer de tiroides. La incidencia normal en esta población es de 1 a 2 casos por millón.
Sin embargo, otros cánceres y leucemias que son causados por la radiación no están siendo documentado de manera rutinaria, ni las malformaciones congénitas, que eran y siguen siendo abundantes entre la población expuesta a la radiación de Chernobyl.
En pocas palabras, estos reactores nunca se podrán limpiar ni desarmar, porque tal tarea no es humanamente posible. Por lo tanto, continuarán vertiendo agua contaminada al Pacífico durante mucho tiempo y supone una amenaza para Japón y el hemisferio norte, con elevadas emisiones de radiación en caso de que se produzca un fuerte terremoto.
Traducción tomada del blog Noticias de abajo.
Helen Caldicott
sab, 06 ene 2018 00:00 UTC
https://es.sott.net/article/57540-Dra-Helen-Caldicott-La-fusion-nuclear-en-Fukushima-continua-la-limpieza-de-los-reactores-es-humanamente-imposible