Los mayas, como atlante-mayas, viajaron por todo el sistema solar. Los cohetes dirigidos por sabios mayas realizaron estos portentosos viajes. Las naves estaban impulsadas por energía nuclear.
Los mayas son grandes científicos y en secreto siguen existiendo, con toda su ciencia. No me refiero a los mayas que públicamente aparecen en América, estoy hablando de los mayas que viven en el universo paralelo, la cuarta dimensión de este planeta, que conservan sus mágicas ciudades, que continúan con sus mismas costumbres y la misma ciencia, dedicados a sus estudios y cálculos. (Samael Aun Weor. Misterios Mayas)
Cualquier sistema lógico deductivo e inductivo nos invita a comprender que toda la historia de la Tierra y de sus razas no puede haberse perdido. Los sabios indostánicos nos hablan frecuentemente en sus obras sobre eso que bien podríamos denominar AKASHA, causa causorum del éter de la ciencia… La sustancia AKASHICA es el mismo OKIDANOKH omnipresente y omnipenetrante que llena todo el espacio infinito…
Todas las concentraciones cósmicas del espacio infinito son el resultado matemático de las múltiples cristalizaciones del OKIDANOKH omnipresente. Escrito está en viejos documentos arcaicos que cuando los seres humanos poseían todavía lo que se llama la “VISIÓN OLOOESTESKHNIANA” (el Ojo abierto de Dangma), podían percibir correctamente todas las concentraciones cósmicas del espacio estrellado. Entonces los seres humanos sabían leer los archivos AKASHICOS de la naturaleza por aquellos tiempos nadie ignoraba las memorias de la creación.
Cuando los seres humanos abusaron del sexo, cuando comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal, se degeneró progresivamente el órgano visual terrestre, convirtiéndose en lo que se llama un “KORITESNOKHNIANO” común y corriente con ojos que sólo ven el mundo tridimensional de EUCLIDES.
Empero, es incuestionable que todavía existen sobre la faz de la tierra algunos MAHATMAS que pueden estudiar las memorias de la naturaleza entre los registros del OKIDANOKH omnipresente.
Cualquier acontecimiento deja en el AKASHA su fotografía viviente; en esos misteriosos registros cósmicos, están todas nuestras vidas anteriores. En estos tiempos modernos la electrónica está avanzando maravillosamente y es ostensible que solo nos falta ahora un dispositivo especial para captar las ondas vibradoras del pasado.
Cuando tal dispositivo sea inventado, entonces podremos ver y oír en la pantalla televidente toda la historia de los incontables siglos. Así es como los registros AKASHICOS de la naturaleza caerán inexorablemente en manos de los científicos.
Se nos ha dicho que el F.B.I. de los Estados Unidos de Norte-América posee actualmente una cámara fotográfica muy especial mediante la cual puede registrar en placas muy sensibles, homicidios cometidos horas o días antes de ser denunciados ante las autoridades.
Se infiere de esto que si los agentes de la ley llegan al lugar de los hechos, pueden con tal cámara fotografiar el delito aunque este haya sido cometido horas o días antes. Tales cámaras tan revolucionarias trabajan con rayos infrarrojos y vacío absoluto.
Se nos ha informado que el enfriamiento de sus finísimos lentes alcanza temperaturas de 15 a 20 grados bajo cero. Esto significa que ya los registros AKASHICOS de la naturaleza comienzan a caer en manos de los sabios modernos.
Si ahora se sacan fotografías sobre sucesos pasados, un poco más tarde se podrán filmar películas de este tipo. Así es como en esta nueva edad de acuario, los hombres de ciencia tendrán que reconocer las afirmaciones esoterísticas y ocultistas.
Los estudiantes ocultistas se llenan de profundo horror cuando revisan los archivos Akhásicos de la naturaleza y encuentran hechos como el que relatamos a continuación:
Los estudiantes recuerdan a aquella bella mujer llamada Katebet, la de los tristes recuerdos, reina de los países del sur del sumergido continente y a la poderosa ciudad de las puertas de oro.
Realmente no existe en la historia de los Borgia y Médicis perversidad semejante. Esa bella mujer cautivaba con su belleza y nigromancias, seducía con sus encantos a príncipes y reyes, fascinaba con sus embelesos. Muchos adolescentes y niños fueron inmolados en nombre de las tenebrosas entidades del mundo inferior.
La medicina sacerdotal atlante descubrió por aquella época lo que hoy podemos llamar científicamente LA OPOTERAPIA HUMANA, es decir, la aplicación a los enfermos y caducos de los jugos glandulares de pituitina, tiroidina, adrenalina, etc., etc.
Los médicos sacerdotes no sólo utilizaban la química de dichas glándulas endocrinas, sino también la hiper-química de tales glándulas, los fluidos psíquicos vitales de los chacras o centros magnéticos del cuerpo humano, íntimamente relacionados con tales centros endocrinos.
Las víctimas de la inmolación; después de ser retiradas de las piedras de sacrificio, eran llevadas a ciertas cámaras secretas, donde los sacerdotes médicos extraían de los cadáveres las preciosas glándulas endocrinas, tan necesarias para conservar el cuerpo de la reina fatal, con todo su encanto y la belleza de una juventud que soportó el peso de los siglos, muchos siglos.
Lo más espantoso de aquello era que los sacerdotes, después de extraer las glándulas de los cadáveres, arrojaban éstos a las fanáticas muchedumbres envilecidas que sedientas se los devoraban. Así esos pueblos se volvieron antropófagos.
Reflexionando sobre todas estas cosas, nos espantamos, nos horrorizamos, mas todas estas barbaries se quedan pequeñas, parecen hasta ridículas, si se les compara con las atrocidades de la primera y segunda guerras mundiales, con las espantosas explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Toda la barbarie atlante resulta insignificante comparada con las cámaras de gas, donde millones de personas, mujeres, niños y ancianos, despojados de sus vestiduras, murieron en la más infinita desesperación. Nos horrorizamos de la bestialidad atlante, pero mil veces más horrorosos fueron los bombardeos de Londres, los campos de concentración, la horca, las ciudades destruidas por las criminales bombas, enfermedades, hambre y desesperación.
Nunca antes en la historia hubo perversidad más grande que la de esta quinta raza aria, caduca y degenerada. Así como la Atlántida se sumergió con todos sus habitantes en el fondo de los océanos, así también esta raza aria será destruida y de ella no quedará ni la ceniza.
Que se sepa de una vez y para siempre que de todo esto que la humanidad tanto estima y admira no quedará piedra sobre piedra.
Civilización Atlante
La civilización atlante todavía no ha podido ser superada por nuestra tan cacareada civilización moderna. Conocieron la energía atómica y la utilizaron en la guerra y la paz.
La ciencia atlante tuvo la ventaja de estar unida a la magia; se fabricaron robots extraordinarios, cierto tipo de elementales superiores controlaban dichos robots que, dotados así de inteligencia, parecían seres humanos y servían fielmente a sus amos. Cualquier robot podía informar a su dueño de los peligros que le acechaban y, en general, sobre múltiples cosas de la vida práctica.
Tenían los atlantes máquinas tan poderosas y maravillosas, como aquella que telepáticamente podía transmitir a la mente de cualquier ser humano preciosa información intelectual. Las lámparas atómicas iluminaban los palacios y templos de paredes transparentes. Las naves marítimas y aéreas fueron impulsadas por energía nuclear.
Los atlantes aprendieron a desgravitar los cuerpos a voluntad. Con un pequeño aparato que cabía en la palma de la mano, podían levantar cualquier cuerpo por pesado que éste fuera.
Los atlantes tenían un metal más precioso que el oro, se llamaba “orichalcum”.
Fuente: Samuel Aun Weor