EL CASO DE PRÓSPERA MUÑOZ ,EL INTERIOR DE UN OVNI
Conoce el caso de Próspera Muñoz
En el verano de 1947 se dio el insólito caso de la abducción de Próspera Muñoz
en una casa de campo situada en las inmediaciones (a 13 o 14 km) del pueblo de Jumilla (Murcia). Uno de los casos OVNI más impresionantes
y más extraños de todo el fenómeno ufológico a nivel mundial. Un Expediente ‘X’ que sucedió el mismo año que una supuesta nave extraterreste se estrellaba en Roswell, Nuevo México
Próspera Muñoz no recordó hasta 1979 que había vivido experiencias inexplicables
y que había sido visitada por seres presumiblemente extraterrestres, a los que ella define como raros, bajitos, uniformados de blanco
y con unos ojos enormes. Dos de éstos descendieron de un coche plateado
y resplandeciente, que se acercó sin ruido por entre las viñas de su casa de Murcia cuando ella estaba en compañía de su hermana Anita. Entonces tenía sólo siete u ocho años.
No recuerda bien Próspera si fue en una mañana calurosa de 1946 o bien de 1947 cuando, estando únicamente en compañía de su hermana Anita, algo mayor que ella, se acercaron por primera vez a la casita de campo de Jumilla (Murcia) dos de aquellos seres. Ya entonces fue informada –
y, según dice, con complacencia por su parte- del papel que le iba a tocar representar en aquella increíble relación, en la que viviría experimentos diversos.
Dos seres de entre 1,40
y 1,20 metros de altura, vestidos con trajes blancos ajustadísimos, de cara muy delgada, complexión débil
y enormes ojos alargados hacia los laterales. Quitándose un casco que llevaban, entraron en la casa pidiendo agua
y entablaron una conversación con las niñas. A partir de ese momento Ana, la mayor de las dos hermanas, no recuerda prácticamente nada. «Tengo la impresión ”afirma en una carta fechada en Febrero de 1986
y dirigida al Investigador José Ruesga ”como si en aquellos momentos tuviese veinticuatro o cuarenta
y ocho horas en blanco. No sé si se marchó el objeto o si se quedó. Por más que mi hermana intenta que recuerde, no recuerdo nada más”.
Afortunadamente para nosotros. Próspera ha ido rescatando de su memoria aquellos hechos, rememorándolos con mucha nitidez.
Aquellos visitantes, tras pedir un vaso de agua ”que nunca llegaron a tomar” e interesarse por las fases de la Luna que aparecían marcadas en un calendario de pared, decidieron seleccionar a una de las niñas para comunicarse más extensamente. La elegida fue la menor, Próspera, mientras su hermana quedaba alejada en un rincón.
La niña entró en un estado de conciencia alterado, en el que, como recuerda hoy en día Próspera, reconocía a los visitantes, como si los conociera anteriormente. En este estado, era consciente de lo que los seres querían, les comprendía perfectamente
y se sentía un ser completo
y superior, no la niña que era
Le explicaron en un idioma claro
y entendible (la protagonista no recuerda si la comunicación fue verbal o mental) que su origen era Venus “pero no el Venus que la humanidad conocía”, que las dos niñas tenían una misión
y que “habían venido a este plano físico como comandos”.
Otro detalle de la constitución física de aquellas entidades que recuerda Próspera Muñoz es que no tenían dedos pulgares, tan sólo 3 dedos en cada mano (algo que comprobó al verles sujetar el vaso de agua).
Los visitantes volvieron a desaparecer, tras asegurar a ambas niñas que regresarían pronto a por una de ellas.
Desde su partida, una serie de insólitos acontecimientos rodearon la vida de la familia Muñoz durante los días siguientes. Un hecho muy importante fue que se encontró un olivo centenario extraído de la tierra a la mañana siguiente al encuentro sin huellas cercanas en el terreno.
Entre otras cosas, Próspera apareció con los pies llenos de barro, el camisón descolorido
y desgastado (muy propio de objetos que han estado en contacto con radioactividad), la puerta de la despensa se bloqueó
y los alimentos se pudrían en su interior con inusitada rapidez, como afectados por algún tipo de radiación.
Los extraños seres, cumpliendo lo que de antemano habían avisado, reaparecieron a los pocos días
y acompañaron a Próspera a bordo de un OVNI de mayores proporciones que el de la primera ocasión, que estaba flotando, en plena noche, sobre un gran campo de olivos. La cúpula del OVNI se abrió diametralmente
y descendió un haz de luz por donde, tanto la niña como los visitantes, se elevaron hacia el misterioso artefacto.
En el interior del OVNI
Una vez dentro le enseñan, a través de una especie de gran ”pantalla de cine”, escenas cotidianas de Próspera
y su familia tal
y cómo, al parecer, fueron recogidas por los tripulantes de aquel OVNI días atrás. En estas imágenes, los visitantes muestran a las dos hermanas irradiando una extraña e inmensa luz. Como sucede en tantos otros casos de abducción, a Próspera la tumban sobre una camilla y realizan sobre ella una serie de análisis médicos que concluyen con una operación quirúrgica en la que le es insertado una especie de ”microcápsual” en la base del cuello.
Durante su estancia en la nave, uno de aquellos seres con los que sostuvo cierta comunicación, le advirtió que no recordaría nada de aquella visita hasta que transcurrieran, al menos, treinta años. Y así fue. Y después, más de tres décadas de silencio. Pasado ese tiempo, en 1979, a la edad de 40 años,
Próspera Muñoz comenzó a recordar imágenes sueltas de su experiencia en el OVNI, que pudo durar alrededor de tres o cuatro horas y que luego se prolongaron durante unos 7 años.
En un principio creyó que se trataba de retazos de alguna película que pudo haber visto durante su infancia, pero sus recuerdos se fueron intensificando y su hermana Ana (cuando tuvo la oportunidad de contrastar con ella esas extrañas memorias, en 1980) le confiMOó hasta donde pudo, la existencia real de la visita de dos entidades no conocidas a su casa de campo de Jumilla.
Nuevas visitas…
Además hay que sumar a esta singular vivencia el hecho de que los visitantes que interrumpieron la apacible vida de Próspera en 1947, volvieron a aparecer hasta en 4 ocasiones más, siempre los mismos seres. Ocurrió años después en la propia Jumilla, en la playa de San Juan (Alicante) y en Gerona, mostrando en todas estas nuevas visitas un vivo interés por el estado de la testigo y preocupándose por su condición física. Tanto Próspera Muñoz como los investigadores que más de cerca han llevado el caso, como Antonio Ribera, que dio buena cuenta del caso en su obra En el Túnel del Tiempo (1984), ignoran el porqué de esas nuevas visitas, que se produjeron incluso dentro del casco urbano de las ciudades mencionadas, aunque reconocen que no son infrecuentes en la casuística mundial sobre abducciones esta clase de reencuentros. La experiencia de Próspera cambió radicalmente su vida. Desde entonces –ha confesado en numerosas ocasiones– no se sintió una niña normal y adquirió una visión de la realidad que difícilmente podría tener una niña de su edad.
octubre 23, 2017
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