En una realidad alternativa y paralela a la nuestra, John Lennon no fue asesinado y Los Beatles jamás se separaron.
Un álbum que contiene 11 canciones del cuarteto británico fue traído como evidencia y publicado gratuitamente por un hombre que afirma haber tenido una experiencia interdimensional. Esta es su historia. Por Alejandro Agostinelli.
De un tiempo a esta parte circula la noticia de un álbum raro de Los Beatles. Digo raro, y no mágico y misterioso, porque ya saben con cuánto cuidado conviene analizar las evidencias antes de calificar así una experiencia tan extraña. ¿Cómo empezó todo?
La tarde del 9 de septiembre de 2009, James Richards (seudónimo) viajaba cerca de un sitio llamado Del Puerto Canyon, al oeste de Turlock, California.
Con su perro como único acompañante, en cierto momento detuvo el coche a un costado de la ruta; el animal se mostraba inquieto, quizá porque quería hacer sus necesidades.
De pronto, un conejo desvió la atención de la mascota, que salió disparada para darle caza. James, que conocía la perseverancia del animalito, se unió al tren a largos trancos.
En medio de la persecución nuestro hombre tropezó con algo y cayó violentamente. Cuando despertó estaba en una sala de estar con la cabeza vendada y su pichicho al lado, moviendo la cola.
Cerca de allí, un hombre alto, de cabello negro y algo extravagante que dijo llamarse Jonas, le preguntó cómo estaba. Miró a través de la ventana.
El paisaje era irreconocible.
Estaba en una zona rural, despoblada y sin casas. «¿Dónde estoy?», le preguntó a Jonas. «A pocos kilómetros del sitio donde te encontré», respondió. Ante su extrañeza, Jonas lo preparó para hacerle una revelación «que lo iba a impactar».
A partir de ese momento, la concepción de Richards de la realidad se puso patas para arriba. Su ángel salvador había resultado ser un viajero interdimensional que decidió intervenir para prestarle ayuda.
Le explicó que había infinidad de Tierras paralelas, que lo había llevado a la suya hasta que se pusiera mejor y le dio detalles, quizá demasiados, sobre el planeta en esa otra dimensión.
Increíble souvenir
Mientras conversaban notó que en esa realidad paralela las cosas sucedían de un modo parecido, pero con ligeras diferencias.
Otras no tan ligeras, bueno.
En un momento, a las perdidas, Jonas le contó que su hermano acababa de volver de un concierto de Los Beatles. «¿Quieres decir que aquí todavía están juntos?», preguntó. Sí, contestó Jonas, y le mostró una estantería.
Vio algunos discos conocidos, como Sgt. Peppers, pero la portada lucía algo diferente. También vio una pila de cassettes con títulos totalmente desconocidos.
Le pidió una copia, para traer a nuestro mundo. A Jonas le cambió el humor.
«¡No, nada de fotos, nada de recuerdos, nada de cintas, nada!». Le explicó que, si se lo permitía, algo malo podía suceder. Este sería el aspecto de Lennon en el mundo paralelo
(Fuente: Sachsmedia.com).
Richards dejó de mostrarse interesado y cambió de tema. Pero no bien su anfitrión se distrajo metió uno de los cassettes en el bolsillo.
«No soy el tipo de persona que pasa por un mundo paralelo sin tomar algo para demostrar que su experiencia fue real», explicó en la web de The Beatles Never Broken Up, donde reveló la historia completa (aquí hay una buena traducción).
Como sea, Jonas lo acompañó hasta el portal dimensional y, en instantes, Richards ya estaba junto a su auto. Otra vez en la realidad dentro de nuestra línea de tiempo.
El calvario
James Richards es uno de los pocos protagonistas que ha regresado de una experiencia paranatural con pruebas concretas.
En este caso, el único disco de Los Beatles grabado en una realidad alternativa, una Tierra II donde el grupo no se separó, Mark Chapman no leyó El guardián entre el centeno y George Harrison sobrevivió al cáncer.
Otro mundo donde Paul McCartney parece haber sido incapaz de componer Yesterday y la banda aceptó a Yoko Ono como quinto Beatle.
Muchos afirman que la cinta «interdimensional» contiene varios ‘Mash Up’ compuestos en su mayoría por canciones de las carreras solistas de los integrantes de la banda.
Richards negó que las canciones del álbum fueran un ‘mash up’, alegando que «aunque en el universo paralelo ‘The Beatles’ no se habían separado, esto no significa que sus ideas musicales futuras desaparecieran».
El título del álbum es Everyday Chemistry (algo así como Química Cotidiana) y Richards, o como se llame, lo subió entero y gratis a la red, no sea cosa de resultar acusado de lucrar con una obra cuyos derechos son, por lo menos, materia controvertida. Por cierto, pocos le creen. Richards no los culpa.
«Todavía tengo problemas para creer lo que me pasó. Yo no esperaría que usted me creyera, seguro que yo no lo haría, por eso tomé la cinta como prueba de que mi experiencia fue real», explica.
Los lectores que comentan las notas publicadas en cada medio anglosajón que se hizo eco de la novedad le saltan a la yugular: de todos los adjetivos que recibió, «charlatán» y «tarado» son los más cariñosos. Portada atribuida al legendario álbum Beatle.
Si bien Los Beatles me fascinan, admito que lo mío no es la crítica musical. Pero me preocupó que nadie sometiera al disco a una evaluación ponderada. No tanto para saber si alguien puede volver con un cassette de Los Beatles de un universo paralelo si no para pensar en cómo deberían sonar en un mundo donde siguen tocando juntos.
Para remediar esto convoqué a mis amigos Daniel Riera, por años crítico de rock en la edición argentina de la revista Rolling Stone, y Alejandro Borgo, a este último no por su militancia escéptica –faltaba más– sino por sus conocimientos sobre la historia de The Beatles y por ser un intérprete exquisito de sus canciones.
Invito a leer la crítica de mis amigos no sin antes disfrutar alguna de las canciones del ya mítico álbum paranormal de The Beatles. «Nuestro Beatles son mejores», la opinión de Daniel Riera Daniel Riera, periodista y escritor y ventrílocuo. Es cofundador de la revista ‘Barcelona’, que coeditó entre 2003 y 2013.
No sé si es una buena noticia que exista una banda llamada Los Beatles en otra dimensión. Por lo menos, no me queda claro luego de haber escuchado su cassette (en esa otra dimensión, sigue siendo el soporte sonoro favorito de los usuarios) Everyday Chemistry.
Los Beatles de la otra dimensión se llaman John Lennon, Paul Mc Cartney, George Harrison y Ringo Starr, igual que los nuestros.
Pero no son iguales: en Everyday Chemistry queda clarísimo. James Richards, el hombre que importó el cassette de aquellos Beatles (que todavía hoy siguen tocando allí donde viven), no aclara si la banda grabó allí un álbum parecido a lo que de este lado conocemos como Álbum Blanco (aunque su verdadero título sea The Beatles).
Si así fuera, uno deduciría que aquellos John, Paul, George y Ringo han decidido profundizar en la senda experimental iniciada con Revolution 9.
Aquí hay cintas invertidas, caos sonoro, muy poco de lo que en esta dimensión denominaríamos «canciones». Para aquellos que gustamos de la música de «nuestros Beatles», este es un problema.
Porque si algo hacían bien «nuestros» Beatles, era precisamente… ¡canciones! En ese revoltijo sonoro que es Everyday Chemistry, podemos identificar sin dificultad fragmentos de temas de lo que aquí conocimos como Wings, como Band On The Run, o de la carrera solista que Lennon desarrolló en nuestra dimensión, como Isolation.
Al no haberse separado jamás, aquellos Beatles fueron teniendo ideas con algún punto de contacto con las que se le ocurrieron a «nuestros» Beatles cuando se convirtieron en solistas.
El problema es que en la otra dimensión no lograron desarrollarlas como lo hicieron en este: se disuelven en un collage monótono que por momentos evoca más a los Residents que a «nuestros» Beatles. Ignoro qué representa este álbum en la carrera de la legendaria banda que existe y hace música en otra dimensión.
Si todos sus discos son como Everyday Chemistry, no tengo ninguna duda de que «nuestros» Beatles son muchísimo mejores.
«Un regreso a la nada autoral, la opinión de Alejandro Borgo Alejandro Borgo. Periodista, escritor y músico.
Es autor de ‘Beatles, lo que siempre y nunca escuchaste sobre ellos’ (Ediciones Del Camino, 2016). No suenan a temas compuestos y desarrollados de acuerdo a ideas centrales.
Un pedazo de letra por acá, una voz por allá, una base rítmica que se repite. No parecen temas que tengan una línea melódica y armónica coherente. Se deben haber renovado bastante en esa realidad paralela, porque no parecen Los Beatles. Pero ellos eran así, innovadores. Lamentablemente, este disco marca, yo diría, una involución.
Comparado con la última obra conocida grabada por Los Beatles, Abbey Road, este disco representa una verdadera regresión a la nada autoral.
Igualmente, resulta grato saber que se mantuvieron en actividad, volviendo a ingerir gran cantidad de drogas psicodélicas al componer y grabar.
O tal vez una suerte de Alzheimer prematuro les afectó la creatividad y balbucearon aleatoriamente lo que recordaban de sus vidas anteriores. Fuente: Factor el Blog.