En una tablilla de arcilla que se encontró en las ruinas de la Biblioteca Real de Nínive. Como otras muchas tablillas, es, indudablemente, una copia asiria de una tablilla sumeria anterior. A diferencia de las demás, es un disco circular; y, aunque algunos signos cuneiformes que hay en ella se han conservado excelentemente bien, los pocos expertos que se tomaron el trabajo de descifrarla terminaron diciendo de ella que era «el más desconcertante documento mesopotámico».
En 1912, L. W. King, posteriormente conservador de las antigüedades asirías y babilonias del Museo Británico, hizo una meticulosa copia del disco, que está dividido en ocho segmentos. En las partes no deterioradas, aparecen formas geométricas que no se han visto en ningún otro objeto antiguo, diseñadas y dibujadas con considerable precisión. Entre ellas hay flechas, triángulos, líneas de intersección e, incluso, una elipse -una curva geométrico-matemática que, con anterioridad al descubrimiento, se creía que no conocían en la antigüedad.La inhabitual y desconcertante placa de arcilla se puso por primera vez ante la mirada de la comunidad científica en un informe presentado ante la British Royal Astronomical Society el 9 de Enero de 1880. R. H. M. Bosanquet y A. H. Sayce, en uno de los primeros discursos que se hicieron sobre «La Astronomía Babilonia», se refirieron a ella como un planisferio (la reproducción de una superficie esférica en una mapa plano), y anunciaron que algunos signos cuneiformes de la placa «sugieren medidas… parecen tener algún significado técnico».
Los muchos nombres de cuerpos celestes que aparecen en los ocho segmentos de la placa dejan claro su carácter astronómico. Pero Bosanquet y Sayce estaban especialmente intrigados con los siete «puntos» de uno de los segmentos. Decían que quizás representaran las fases de la Luna, si no fuera por el hecho de que los puntos aparecían a lo largo de una línea donde se citaba a «la estrella de estrellas» DIL.GAN y a un cuerpo celeste llamado APIN.«No cabe duda de que esta enigmática figura es susceptible de una explicación sencilla», decían.
Pero sus esfuerzos por dar esa explicación no fueron más allá de la lectura correcta de los valores fonéticos de los signos cuneiformes y la conclusión de que el disco era un planisferio celeste.
Cuando la Royal Astronomical Society publicó un esbozo del planisferio, J. Oppert y P. Jensen avanzaron algo más en la lectura de los nombres de alguna estrella o planeta.
En 1891, el Dr. Fritz Hommel, en un artículo publicado en una revista alemana («Die Astronomie der Alten Chaldaer»), llamó la atención sobre el hecho de que cada uno de los ocho segmentos del planisferio formaba un ángulo de 45 grados, por lo que llegó a la conclusión de que en la tablilla se representaba un barrido total del firmamento -los 360 grados de los cielos. Y sugirió también que el punto focal marcaba alguna situación «en los cielos babilonios».
Así quedó el tema hasta que Ernst F. Weidner, en un artículo publicado en 1912 (Babyloniaca: «Zur Babylonischen Astronomie») primero, y después en su principal libro de texto Handbuch der Babylonischen Astronomie (1915), analizó exhaustivamente la tablilla, sólo para concluir que no tenía sentido.
Su desconcierto vino provocado por el hecho de que, mientras las formas geométricas y los nombres de las estrellas o planetas escritos dentro de los distintos segmentos eran legibles o inteligibles (aun cuando su significado y propósito no estuvieran claros), las inscripciones a lo largo de las líneas (que discurren en ángulos de 45 grados entre sí), simplemente, no tenían sentido.
Constituían, invariablemente, una serie de sílabas repetidas en la lengua asiría de la tablilla. Iban, por ejemplo, así: Lu bur di lu bur di lu bur diBat bat bat kash kash kash kash alu alu alu alu
Weidner llegó a la conclusión de que la placa era tanto astronómica como astrológica, utilizada como tablilla mágica para exorcismos, al igual que otros textos donde aparecían sílabas repetidas.
Con esto, se perdió cualquier interés posterior en una tablilla única. Pero las inscripciones de esta tablilla muestran un aspecto totalmente diferente si probamos a leerlas no como signos lingüísticos asirios, sino como palabras silábicas sumerias; pues resulta difícil dudar de que esta tablilla es una copia asiria de un original sumerio anterior. Si observamos uno de los segmentos (al que podríamos dar el número I), sus sílabas sin sentido adquieren, literalmente, pleno significado si utilizamos el valor sumerio de estas palabras silábicas. Na na na na a na a na un (a lo largo de la línea descendente) Sha sha sha sha sha sha (a lo largo de la circunferencia)Sham sham bur kur Kur (a lo largo de la línea horizontal)Lo que se nos revela aquí es un mapa de ruta qu e marca el camino por el cual el dios Enlil «iba por los planetas», acompañado por algunas instrucciones de funcionamiento. La línea inclinada a 45 grados parece indicar la línea de descenso de la nave espacial desde un punto que está «alto alto alto alto», a través de «nubes de vapor» y una zona inferior en la que no hay vapor, hacia el punto del horizonte, donde los cielos y el suelo se encuentran. En los cielos cercanos a la línea horizontal, las instrucciones a los astronautas cobran sentido: se les dice «preparen preparen preparen» sus instrumentos para la aproximación final; después, cuando se acercan al suelo, los «cohetes, cohetes» se encienden para detener la nave que, según parece, se elevaría («remontar») antes de alcanzar el punto de aterrizaje, dado que tenía que pasar por encima de terrenos altos o escabrosos («montaña montaña»). La información que nos proporciona este segmento pertenece, claramente, a un viaje espacial del mismo Enlil. En este primer segmento, se nos da un esbozo geométrico preciso de dos triángulos conectados por una línea que gira en ángulo. La línea representa una ruta, pues la inscripción afirma con claridad que el esbozo muestra cómo «la deidad Enlil iba por los planetas».
El punto de salida es el triángulo de la izquierda, que representa las partes más alejadas del sistema solar; la zona objetivo está a la derecha, donde todos los segmentos convergen hacia el punto de aterrizaje.El triángulo de la izquierda, que aparece con la base abierta, se parece a un conocido signo de la escritura pictográfica de Oriente Próximo; su significado se puede interpretar como «el dominio del soberano, el país montañoso».
El triángulo de la derecha viene identificado por la inscripción shu-ut il Enlil («Camino del dios Enlil»); este término, como ya sabemos, identifica a los cielos septentrionales de la Tierra. La línea angulada, por tanto, conecta lo que creemos que debió ser el Duodécimo Planeta -«el dominio del soberano, el país montañoso»- con los cielos de la Tierra. La ruta pasa entre dos cuerpos celestes -Dilgan y Apin. Algunos expertos sostienen que estos eran los nombres de estrellas distantes o partes de constelaciones. Si las actuales naves espaciales, tripuladas y no tripuladas, navegan a través de situaciones «fijas» predeterminadas por brillantes estrellas, no se puede descartar que los nefilim utilizaran una técnica de navegación similar.
Sin embargo, la idea de que estos dos nombres se aplicaran a tales estrellas distantes no parece encajar con el significado de sus nombres: DIL.GAN significa, literalmente, «la primera estación», y APIN, «donde se establece el curso correcto».Los significados de los nombres indican estaciones en el camino, puntos por los que hay que pasar. Estamos más de acuerdo con autoridades como Thompson, Epping y Strassmaier, que identificaron a Apin con el planeta Marte. Si es así, el significado del esbozo se aclara: la ruta entre el Planeta del Reino y los cielos de la Tierra pasaba entre Júpiter («la primera estación») y Marte («donde se establece el curso correcto»).Esta terminología, por la cual se relacionaban los nombres descriptivos de los planetas con su papel en el viaje espacial de los nefilim, se adecua a los nombres y epítetos de las listas de los Siete Planetas Shu.
Como si se hubiera hecho para confirmar nuestras conclusiones, la inscripción que afirma que ésta era la ruta de Enlil aparece debajo de un fila de siete puntos -los Siete Planetas que hay entre Plutón y la Tierra. No sorprende, por tanto, que los cuatro cuerpos celestes que restan, los de la «zona de confusión», se muestren por separado, más allá de los cielos septentrionales de la Tierra y de la banda celeste.
En el resto de segmentos no deteriorados de la tablilla, se hace evidente también que nos encontramos ante un mapa del espacio y un manual de vuelo. Siguiendo en la dirección opuesta a las manecillas del reloj, la parte legible del siguiente segmento lleva la inscripción: «tomar tomar tomar lanzar lanzar lanzar lanzar completar completar». En el tercer segmento, donde se ve una parte de la inusual forma elíptica, las inscripciones legibles son «kakkab SIB.ZI.AN.NA … enviado de AN.NA … divinidad ISH.TAR», y la intrigante sentencia: «Deidad NI.NI supervisor del descenso».
En el cuarto segmento, que tiene lo que parecen ser indicaciones sobre cómo establecer el destino de uno en función de cierto grupo de estrellas, la línea de descenso se identifica, concretamente, con la línea de horizonte: la palabra cielo se repite once veces bajo la línea.¿Acaso este segmento no representará una fase del vuelo cercana a la Tierra, cercana al lugar de aterrizaje? Éste podría ser, de hecho, el sentido de la leyenda que aparece sobre la línea horizontal: «colinas colinas colinas colinas cima cima cima cima ciudad ciudad ciudad ciudad».
La inscripción que hay en el centro dice: «kakkab MASH.TAB.BA [Géminis] cuyo encuentro está fijado; kakkab SIB.ZI.AN.NA [Júpiter] proporciona el conocimiento».Si, como parece ser el caso, los segmentos se disponen en una secuencia de aproximación, uno casi puede compartir la excitación de los nefilim cuando se acercaban al espaciopuerto de la Tierra.
El siguiente segmento, que identifica de nuevo la línea de descenso como «cielo cielo cielo», dice también: Nuestra luz nuestra luz nuestra luz cambio cambio cambio cambio observa el sendero y el alto suelo …tierra llana…La línea horizontal tiene, por vez primera, cifras: cohete cohete cohete ascenso 40 40 4040 40 20 22 22 planear. La línea superior del siguiente segmento ya no dice «cielo cielo», sino «canal canal 100 100 100 100 100 100 100». Se puede discernir un patrón en este segmento, en gran medida deteriorado. A lo largo de una de las líneas, la inscripción dice: «Ashshur», que puede significar «El que ve» o «ver».El séptimo segmento está demasiado deteriorado para poder examinarlo; las pocas sílabas discernibles que tiene significan «distante distante … avistar avistar», y las instrucciones dicen «presionar abajo».
El octavo y último segmento, sin embargo, está casi completo. Las líneas direccionales, las flechas y las inscripciones marcan un sendero entre dos planetas.
Las indicaciones de «remontar montaña montaña», muestran cuatro grupos con cruces, donde pone dos veces «combustible agua grano» y dos veces «vapor agua grano».
¿Sería en este segmento donde se hablaría de la preparación para el vuelo hacia la Tierra, o trataría del abastecimiento para el vuelo de regreso al Duodécimo Planeta? Quizás se tratase de lo último, pues la línea con la flecha puntiaguda que apunta hacia el lugar de aterrizaje en la Tierra tiene, en su otro extremo, otra «flecha» apuntando en dirección opuesta, y con la leyenda «Retorno».sea al final la razón principal por la que el hombre cree bases permanentes en la Luna. Pero también podría pasar que nunca lleguemos a controlar la energía del corazón de las estrellas.
Segun,
Zecharia Sitchin sostiene que el disco es una copia de un original sumerio mucho más antiguo y que las inscripciones deben ser interpretadas en ese contexto. Sitchin no es el único que piensa así. Bond y Hempsell, en su estudio del 2008, asumieron también que esas inscripciones fueron hechas, originalmente alrededor del 3,100 a.C. y tienen que ser traducidas en ese contexto.
Lo que encuentra Sitchin, al interpretar estas inscripciones como palabras silábicas sumerias, es que los textos cobran sentido y se revelan como una hoja de ruta estelar o el mapa de un viaje interplanetario. De acuerdo con sus hallazgos, este disco describe la ruta que siguió el Anunnaki Enlil para entrar al Sistema Solar y aterrizar en el planeta Tierra.
Veamos algunas de las inscripciones. na na na na a na a na un (a lo largo de la línea superior), sha sha sha sha sha sha (a lo largo de la circunferencia de la izquierda), sham sham bur kur Kur (a lo largo de la línea inferior) Por ejemplo, en la línea inferior que apreciamos en la ilustración de arriba, Sitchin traduce las palabras silábicas sumerias como “cohete cohete”, “remontar”, “montaña montaña”. Sitchin nos explica: “Lo que se nos revela aquí es un mapa de ruta que marca el camino por el cual el dios Enlil «iba por los planetas», acompañado por algunas instrucciones de funcionamiento. La línea inclinada a 45 grados parece indicar la línea de descenso de la nave espacial desde un punto que está «alto alto alto alto», a través de «nubes de vapor» y una zona inferior en la que no hay vapor, hacia el punto del horizonte, donde los cielos y el suelo se encuentran.
En los cielos cercanos a la línea horizontal, las instrucciones a los astronautas cobran sentido: se les dice «preparen preparen preparen» sus instrumentos para la aproximación final; después, cuando se acercan al suelo, los «cohetes, cohetes» se encienden para detener la nave que, según parece, se elevaría («remontar») antes de alcanzar el punto de aterrizaje, dado que tenía que pasar por encima de terrenos altos o escabrosos («montaña montaña»). La información que nos proporciona este segmento pertenece, claramente, a un viaje espacial del mismo Enlil. “
En el interior del segmento de la imagen de arriba, podemos observar un triángulo en la parte derecha del segmento y una especie de punta en la parte izquierda. Estas dos figuras están unidas por un par de líneas rectas. Una de esas líneas tiene una inscripción a lo largo de su recorrido. Según Sitchin esa inscripción afirma con claridad que el dibujo muestra cómo “la deidad Enlil iba por los planetas”. En su visión, el mapa se lee de izquierda a derecha.
Las dos líneas que conectan al triángulo de la derecha con la punta de la izquierda señalan la ruta del viaje de Enlil. La punta de la izquierda representa las partes exteriores del Sistema Solar,(desde donde vendría Nibiru) y el destino del viaje está a la derecha, en la punta del segmento del disco. Zecharia Sitchin continúa con su interpretación: “El triángulo de la izquierda, que aparece con la base abierta, se parece a un conocido signo de la escritura pictográfica de Oriente Próximo; su significado se puede interpretar como «el dominio del soberano, el país montañoso». El triángulo de la derecha viene identificado por la inscripción shu-ut il Enlil («Camino del dios Enlil»); este término, como ya sabemos, identifica a los cielos septentrionales de la Tierra.
La línea angulada, por tanto, conecta lo que creemos que debió ser el Duodécimo Planeta (Nibiru)-«el dominio del soberano, el país montañoso»- con los cielos de la Tierra.” Si observamos con detalle veremos que sobre la línea recta que une los triángulos aparecen dos nombres: DILGAN y APIN. La interpretación de Sitchin establece que DILGAN significa “la primera estación” y APIN significa “donde es establece el curso correcto”. Son puntos de referencia en el viaje que podrían haber servido a los Anunnaki para establecer el curso de sus naves.
De acuerdo con la teorías de Thompson y Epping que identifican la palabra APIN con el planeta Marte, Zecharia Sitchin propone que DILGAN (“la primera estación”) sería el planeta Júpiter y que APIN (“donde se establece el curso correcto”) el planeta Marte. Para confirmar que los nombres y la representación de los planetas en el disco corresponden al papel que jugaban en el viaje de los Anunnaki desde Nibiru, Sitchin nos pide observar los siete puntos que aparecen debajo de una de las líneas que une a los dos triángulos. Para él, estos siete puntos representan a los siete planetas que alguien se encontraría si viajara desde las afueras del Sistema Solar hacia la Tierra. Esto cobra sentido cuando recordamos que, según Sitchin, los sumerios consideraban a Plutón como un planeta más del Sistema Solar.
Más aún, para Sitchin, los 4 puntos que aparecen en la punta del triángulo de la derecha representan los cuatro planetas restantes del Sistema Solar. Recordemos que según las teorías de Zecharia Sitchin, los sumerios contaban a doce cuerpos celestes en el Sistema Solar incluyendo al Sol, a la Luna, a Plutón y al planeta Nibiru. Por eso Nibiru es también llamado el “12avo planeta”.
En este enlace se explican, en detalle, las ideas de Sitchin sobre los planetas que conocían los sumerios. Zecharia Sitchin interpreta las segmentos restantes del disco sumerio. “En el resto de segmentos no deteriorados de la tablilla, se hace evidente también que nos encontramos ante un mapa del espacio y un manual de vuelo… En el cuarto segmento, que tiene lo que parecen ser indicaciones sobre cómo establecer el destino de uno en función de cierto grupo de estrellas, la línea de descenso se identifica, concretamente, con la línea de horizonte: la palabra cielo se repite once veces bajo la línea.
¿Acaso este segmento no representará una fase del vuelo cercana a la Tierra, cercana al lugar de aterrizaje?
Éste podría ser, de hecho, el sentido de la leyenda que aparece sobre la línea horizontal: «colinas colinas colinas colinas cima cima cima cima ciudad ciudad ciudad ciudad». … Si, como parece ser el caso, los segmentos se disponen en una secuencia de aproximación, uno casi puede compartir la excitación de los Anunnaki cuando se acercaban al espacio-puerto de la Tierra.” Sitchin, inclusive identifica el segmento que podemos apreciar en la imagen de abajo como una guía para preparar el regreso de los Anunnaki al planeta Nibiru. “El octavo y último segmento, sin embargo, está casi completo.
Las líneas direccionales, las flechas y las inscripciones marcan un sendero entre dos planetas. Las indicaciones de «remontar montaña montaña», muestran cuatro grupos con cruces, donde pone dos veces «combustible agua grano» y dos veces «vapor agua grano». ¿Sería en este segmento donde se hablaría de la preparación para el vuelo hacia la Tierra, o trataría del abastecimiento para el vuelo de regreso al Duodécimo Planeta? Quizás se tratase de lo último, pues la línea con la flecha puntiaguda que apunta hacia el lugar de aterrizaje en la Tierra tiene, en su otro extremo, otra «flecha» apuntando en dirección opuesta, y con la leyenda «Regreso».”
Si el disco K8538 es, como afirma Sitchin y otros investigadores, una copia posterior de un original sumerio escrito alrededor del 3,100 a.C., sería entonces un objeto único que probaría el conocimiento astronómico de la civilización sumeria. La mayoría de textos sumerios que conocemos de esa época son listas de objetos que presentan una incipiente escritura. La repetición de palabras y la ausencia de frases en las inscripciones del disco pueden ser evidencia de un nivel de escritura sumeria incipiente. Si suponemos que fueron los Anunnaki quienes transmitieron el lenguaje, la escritura y otros conocimientos a los sumerios,
¿Por qué escribirían una hoja de ruta de manera tan primitiva usando sólo repeticiones de palabras y sin ninguna frase? Por otro lado, ¿Qué interés podrían tener los Anunnaki en transmitirle este tipo de información “confidencial” sobre como viajar por el Sistema Solar a los sumerios?
Si uno de los humanos robaba una nave Anunnaki y conocía la ruta a seguir para llegar a Nibiru o simplemente para salir del Sistema Solar, podría poner en peligro su operación. Claro está, asumiendo que sabía como conducir las naves de Anunnaki, lo cual no es evidente. Para Los Divulgadores, este disco no es la hoja de ruta original de los Anunnaki sino una deformación de la misma. No fue escrito por ningún Anunnaki, prueba de ello es el primitivo nivel de escritura que encontramos en el texto. Podría más bien tratarse de un texto escrito por un astrónomo sumerio que tuvo acceso a una hoja de ruta Anunnaki y decidió copiarla a escondidas. Quizás, la hoja de ruta original Anunnaki contenía instrucciones más precisas pero el astrónomo sólo copió lo que entendió. Tambien podría ser que un renegado Anunnaki, como Ningishzida que advirtió del diluvio a Ziusudra, le hubiera transmitido esta información a algún humano con el fin de que algún día pudiera utilizar alguna nave para viajar a Nibiru. Probablemente, el humano escribió lo que escuchó, usando las palabras que conocía.
La variedad de teorías que existen sobre el disco K8538 muestran que el abanico de posibilidades para la interpretación de los textos de la cultura sumeria es muy grande y que, hasta ahora, nadie tiene la última palabra.
Pero y su supuesto lugar de origen……….Nibiru…..existe..realmente?
El planeta Sedna tiene una órbita de 10,500 años y es un antecedente sobre la posibilidad de la existencia de Nibiru. La última vez que Sedna pasó cerca al centro del Sistema Solar, la Tierra estaba saliendo de la última era glacial. (Foto por NASA)
Según las investigaciones de Zecharia Sitchin la órbita de Nibiru es de 3,600 años. La pregunta que cabe hacerse es ¿existe algún planeta en el Sistema Solar que tenga una órbita tan grande?
La órbita más larga de los planetas “oficiales” del Sistema Solar pertenece a Neptuno y dura 165 años terrestres. Si bien en una entrega anterior vimos que el cometa Kohoutek tiene una órbita de 75,000 años, se hace necesario investigar si existe algún otro cuerpo celeste con un recorrido similar en las cercanías del Sistema Solar. Existe y se llama, Sedna.
Revisemos el caso del planeta Sedna porque es un antecedente importante que refuerza la posibilidad de la existencia del planeta Nibiru. Sedna fue descubierto en el 2003, y tiene una órbita de 10,500 años, casi el triple de la que propone Sitchin para el planeta Nibiru. El astrónomo Michael Brown del Instituto Tecnológico de California, uno de sus descubridores, declaró que este planeta era el lugar más frio y lejano del Sistema Solar. Por esto lo bautizó con el nombre de Sedna, una de las diosas principales de la mitología esquimal. En el 2012, Sedna se encuentra a una distancia tres veces más lejana del Sol que Neptuno. Según Michael Brown, si alguien estuviera, en este momento, en la superficie del planeta Sedna, una cabeza de alfiler sería suficiente para bloquear la luz del Sol.
El planeta Sedna es ligeramente más pequeño que Plutón y su órbita no transcurre en el mismo plano que la mayoría de planetas del Sistema Solar porque está inclinada 17 grados sobre la eclíptica. La eclíptica es el plano en el que orbitan la mayoría de planetas del Sistema Solar en relación al Sol. El ex-planeta Plutón es uno de los pocos que orbita en un plano diferente al del eclíptica, con un ángulo de inclinación de 17 grados. Esos 17 grados de inclinación sobre la eclíptica y su lejanía del Sol, fueron los motivos por los que Plutón no fue descubierto sino hasta el año 1930. Lo mismo sucedió con Sedna, que tiene una inclinación de 11 grados sobre la eclíptica del Sistema Solar y no fue descubierto hasta el 2003. La conclusión es simple: si un planeta tiene una órbita de miles de años de duración con una inclinación pronunciada sobre el plano de la eclíptica del Sistema Solar, como podría ser el caso de Nibiru, este será más difícil de descubrir. Además, para poder descubrir un planeta lejano los astrónomos necesitan observar detenidamente a la estrella o Sol del sistema donde se encuentra el planeta. Si observando la estrella ven que su luz disminuye momentáneamente, entonces pueden inferir que su luz disminuyó porque un planeta cruzó entre la estrella y nosotros, bloqueando temporalmente su luz. Es así como se descubrió el planeta que hoy tiene más posibilidades de albergar vida, el famoso Gliese 581c. Esta técnica de descubrimiento de planetas depende tanto de la interpretación de los valores numéricos relacionados a la disminución en la luz de las estrellas que aún existe un debate sobre si Gliese 581c existe o no. Para algunos es un planeta, para otros es un error de cálculo. Entonces, si Nibiru orbitara, aproximadamente, dos veces más lejos del Sol que Neptuno y tuviera un ángulo de inclinación de más de 30 grados sobre la eclíptica del Sistema Solar, identificarlo puede ser una tarea casi imposible.
Aunque recientemente, la NASA, ha reconocido que un cuerpo así puede existir, aunque lo han llamado tyche.
Matese propuso por primera vez la existencia de este planeta en 1999, basado en sus observaciones de las órbitas de los cometas de período largo. La mayoría de los astrónomos coinciden en que cometas de período largo (aquellos con órbitas de miles de años) tienen una distribución isotrópica, es decir, que llegan al azar de cada punto en el cielo. Debido a que los cometas son
volátil y se disipan con el tiempo, los astrónomos sospechan que se deben estar almacenados en una nube esférica de decenas de miles de UA (conocida como
nube de Oort) para la mayor parte de su existencia. Sin embargo, Matese afirmó que en lugar de llegar a puntos al azar en el cielo como se piensa comúnmente, las órbitas de los cometas estaban, de hecho, agrupadas en una banda inclinada con respecto al
plano de la órbita de los planetas. Esa agrupación podría explicarse si se vieran afectados por un objeto no visible, por lo menos tan grande como
Júpiter, o posiblemente una
enana marrón, situada en la parte exterior de la nube de Oort. También sugirió que tal objeto podría explicar también la peculiar órbita del
objeto transneptuniano Sedna. Sin embargo, el tamaño de la muestra fue pequeño y los resultados no fueron concluyentes.
Whitmire y Matese especulan que la órbita de Tyche encuentra a aproximadamente 500 veces la distancia de
Neptuno al
Sol (15.000 UA), un poco menos de un cuarto de
año luz. Esto sigue siendo así en la
nube de Oort, cuya frontera se estima en más de 50.000 UA. Tendría un período orbital de aproximadamente 1.800.000 años. Los datos sugieren que un objeto de 5 masas de Júpiter tendría que tener que estar a una distancia superior a 10.000 UA. Este planeta podría orbitar en un plano diferente en la orientación de nuestras órbitas de los planetas actuales, y probablemente se formó en una órbita de objeto binario. Binarios de ancho se pueden formar a través de la captura durante la disolución de una estrella de
cúmulo abierto.
Whitmire y Matese especulan con la hipótesis de que el planeta podría ser hasta cuatro veces más masivo que Júpiter y con una temperatura relativamente alta de aproximadamente 200 K (-73 °C), debido al calor residual de su formación y la calefacción de Kelvin-Helmholtz. sería lo suficientemente masiva para someterse a reacciones de fusión nuclear en su interior, un proceso que se produce en los objetos por encima de aproximadamente 13 masas de Júpiter. Aunque más masivo que Júpiter, Tyche rondaría el tamaño de Júpiter, lapresión hace que los gigantes masivos de gas aumentan sólo de densidad, no de tamaño, en relación a su masa, posiblemente tendra bastantes satelites orbitandole.
El telescopio
Wide-field Infrared Survey Explorer (WISE) de la
NASA ha completado un estudio infrarrojo de todo el cielo, que incluye áreas en las que Whitmire y Matese anticipan que Tyche se pudiera encontrar. El
14 de marzo de
2012, el catálogo completo de la misión WISE fue lanzado.
Actualmente se sigue buscando…..
Y por supuesto aparte de Tyche…
Una segunda hipótesis incorporada, ingenuamente o a propósito, a las investigaciones sobre la existencia del planeta Nibiru, es la de Némesis o el segundo Sol de nuestro Sistema Solar. Los nuevos telescopios, en los últimos años, han revelado que una cantidad considerable de sistemas solares tiene dos estrellas o “dos soles”. La mayor parte de estrellas vienen en pares y nuestro Sol no tendría porque ser la excepción. En 1984, luego de una serie de investigaciones, algunos científicos propusieron que nuestro Sistema Solar pudo haber tenido un segundo Sol en el pasado, y lo llamaron Némesis. La teoría de Némesis fue reforzada por los paleontólogos David Raup y John Sepkoski de la Universidad de Chicago. Estos científicos se dieron cuenta que las extinciones mayores ocurridas en el planeta Tierra mostraban, de acuerdo con el registro de fósiles, un patrón. Nuestro planeta enfrenta un período de muerte y destrucción cada 26 a 30 millones de años. Esos períodos de destrucción serían producidos por los acercamientos del Némesis de nuestro Sol a nuestro sistema planetario. Uno de los acercamientos de Nemesis habría provocado la extinción de los dinosaurios.
La destrucción estaría causada por la fuerza gravitacional que la enorme masa del gigantesco Némesis ejercería en nuestro planeta. Hasta el día de hoy, no tenemos ninguna prueba contundente que apoye la existencia de un segundo Sol en nuestro sistema planetario. Sin embargo, algunos telescopios de la NASA, como el WISE, lo siguen buscando y deberían terminar sus análisis a mediados del 2012. El “Planeta X”, Nemesis y Nibiru son tres casos diferentes que deben de ser estudiados por separado. El problema es que muchos investigadores, en su afán por defender la existencia de Nibiru, han mezclado y siguen mezclando irresponsablemente todas estas teorías. Lamentablemente, esto no provoca más que confusión y contribuye a la desinformación generalizada que existe sobre los Anunnaki y el planeta Nibiru.
El Enuma Elish es un relato de origen babilónico que narra la creación del mundo. El héroe de la historia es el dios Marduk, quien derrotó al monstruo Tiamat. Según la historia convencional, el Enuma Elish es un relato mitológico que fue escrito para justificar el ascenso de Marduk a la posición suprema entre los dioses babilónicos. Sin embargo, para Zecharia Sitchin, el Enuma Elish es una detallada descripción científica que narra la formación del Sistema Solar y sobretodo, la primera catastrófica entrada del misterioso planeta Nibiru en el Sistema Solar. Sitchin no es el único investigador que sostiene que el Enuma Elish narra una colisión estelar.
En 1902, el estudioso de la civilización sumeria Leonard William King, sostuvo que los dioses y monstruos del relato representaban componentes astronómicos. En su interpretación, Tiamat representa una estrella o constelación y Marduk representa al planeta Júpiter. El historiador de la universidad de Cambridge D.S. Allan y el geólogo de la Universidad de Oxford, J.B. Delair realizaron una exhaustiva investigación multidisciplinaria, presentada en su libro “Cataclismo”. En este trabajo los investigadores sostienen también que el Enuma Elish narra una gran colisión en nuestro Sistema Solar que tuvo consecuencias catastróficas para la Tierra, aunque ellos la sitúan más cerca en el tiempo.
Veamos como empieza el Enuma Elish.
“Cuando, en las alturas, el Cielo no había recibido nombre, y abajo, el suelo firme [la Tierra] no había sido llamado; nada, salvo el primordial APSU, su Engendrador, MUMMU y TIAMAT -la que les dio a luz a todos; sus aguas se entremezclaron. Ninguna caña se había formado aún, ni tierra pantanosa había aparecido. Ninguno de los dioses había sido traído al ser aún, nadie llevaba un nombre, sus destinos eran inciertos; fue entonces cuando se formaron los dioses en medio de ellos.” (Extracto del Enuma Elish)
El texto inicial del Enuma Elish es, para la mayoría de historiadores convencionales, un relato mitológico del inicio de los tiempos. En cambio, para Sitchin, se trata de la historia del nacimiento de nuestro Sistema Solar.
Para la mayoría de astrónomos e historiadores, Marduk o Nibiru es el planeta Júpiter. Para otros, es la estrella Canopus o un cometa. Según Zecharia Sitchin, Nibiru es el planeta de origen de los Anunnaki, quienes vinieron a la Tierra hace medio millón de anos y convivieron con los humanos.
Sitchin antes de morir, dijo que si estudian el ADN de la reina sumeria puabi, de la 1 dinastia de Ur, se vera que el estaba en lo cierto…….y que demostraria que los extraterrestres estuvieron aquí en la antiguedad.
En Enero del 2010, el Dr. Zecharia Sitchin solicitó al Museo de Historia Natural de Londres que hiciera un examen de ADN a los restos de la “Reina Puabi”, una gobernante sumeria que vivió hace más de 4,500 años. Los restos de la “Reina Puabi” fueron encontrados en una tumba entre los años 1920 y 1930, en el territorio que hoy pertenece a Irak. Expertos forenses del Museo de Historia Natural de Londres determinaron que Puabi tenía aproximadamente unos 40 años cuando murió y que probablemente fue una reina de la Primera Dinastía de Ur. El Dr. Sitchin siempre sostuvo que ella fue más que una reina, la catalogó como una “Nin”, un termino Sumerio que para el Dr. Sitchin significa “diosa”. Para él, la “Reina Puabi” era una semidiosa relacionada genéticamente con los visitantes del Planeta Nibiru, quienes según su teoría, habrían creado la especie humana, y por eso pedía que se le hiciera un examen de ADN. Cosnciente de lo audaz de sus planteamientos, Sitchin afirmó, “Realmente estoy arriesgando el trabajo de mi vida en este resultado”.
Sin embargo, Zecharia Sitchin mantuvo sus convicciones intactas. “En todos los campos, todas mis conclusiones, están siendo corroboradas” Y el tiempo le ha empezado a dar la razón en algunos de sus más controversiales argumentos sobre la existencia del planeta Nibiru. Algunos astrónomos han encontrado que planetas distantes pueden tener orbitas mucho más excéntricas y sesgadas de lo que imaginábamos, e inclusive en la comunidad científica se habla de un planeta gigante que se oculta en el borde de nuestro sistema solar. Todos estos descubrimientos hicieron que el Dr. Sitchin dejara este mundo con la esperanza que el planeta Nibiru, lugar de origen de los Annunaki, mostrara su rostro nuevamente. El examen de ADN a los restos de la “Reina Puabi” podría ser el tributo póstumo al trabajo de Zecharia Sitchin. El Museo de Historia Natural de Londres aún no ha otorgado ningún permiso para la realización de los exámenes.
Nuestros biólogos han
descifrado el ADN de chimpancés y orangutanes, y mientras el genoma de los primeros registran los mismos reajustes estructurales y aceleración que los nuestros, el orangután conserva sus genomas secuenciados ( lo que teóricamente lo convierte en el mejor candidato para el salto evolutivo, por sobre gorilas, chimpancés y humanos ) y los mismos no han evolucionado desde hace 15 millones de años.
Esto se debe a que poseen 250 retrotransposones que son los principales responsables de mutaciones evolutivas inesperadas. Los chimpancés poseen 2.000. Nosotros 5.000. Estructuralmente, no deberíamos tener más de 100.
Sitchin cuenta que consultó al museo si tenían entre sus planes analizar el ADN del esqueleto de la Reina ( que conforme a sus cálculos es una reina
nibiruana nó 100% alienígena, pero sí portadora de ADN mitocondrial exclusivo de su madre extraterrestre, conforme con los cambios reproductivos que ya comentamos previamente ), y luego de someter al famoso escritor a un paseo burocrático, le respondieron lacónicamente que “de momento, no se tiene previsto analizar ese ADN”.
Un sitio web , “Inner Tradition Bear & Company ”, ofrece a quienes estén interesados la posibilidad de sumarse para firmar una petición al mencionado Museo inglés demandando se lleve a cabo el análisis de ADN que propuso Zecharia Sitchin antes de su muerte física el pasado 9 de Octubre de 2010 dejando este legado en su obra cumbre ( según sus propias palabras ) que ojalá pueda cristalizarse para llevarle una sonrisa a otros espacios-tiempo regidos por diferentes leyes ( o por ninguna!! ) donde seguramente ya no tiene que sufrir la “Tortura de Casandra”.
https://astroblogspain.wordpress.com/2013/11/