Si lanzáramos una inocente pregunta sobre el nombre de una famosísima y mítica ciudad de la Antigüedad la respuesta masiva sería la de la Atlántida.
Pero, además de esta ciudad, que hay quien ha situado en las inmediaciones de la desembocadura del río Guadalquivir, se ha escrito mucha literatura sobre otras urbes perdidas en distintos puntos del planeta. Aquí están 5 legendarias ciudades que nunca han sido encontradas.
1. La Ciudad Perdida de Z
Corría el mes de abril 1925 y Percy Fawcett, explorador y arqueólogo británico, se introdujo en una aventura en la jungla brasileña de la que no regresaría más.
Buscaba una ciudad perdida, a la que puso el nombre de Z, en algún lugar del Mato Grosso.
Buscaba una ciudad perdida, a la que puso el nombre de Z, en algún lugar del Mato Grosso.
De aquel viaje jamás volvió y no se supo nada más de él ni de sus acompañantes que desde Cuiabá se dirigieron hacia el Alto Xingú, un afluente sudoriental del río Amazonas.
La fuente en la que cimentó el sueño de encontrar una ciudad legendaria en la selva brasileña, una especie de El Dorado, fue el Manuscrito 512 de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
La fuente en la que cimentó el sueño de encontrar una ciudad legendaria en la selva brasileña, una especie de El Dorado, fue el Manuscrito 512 de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
Se trataba de un documento escrito por un explorador portugués en 1753 en el que contaba haber descubierto una ciudad amurallada en los confines de la región de Mato Grosso que recordaba a las de la Antigua Grecia.
No era la primera vez que Fawcett se embarcaba en una expedición para encontrar Z pero ésta fue la definitiva. Su sueño fue una quimera e inspiró a Arthur Conan Doyle para dar vida al profesor Challenger y la base de la novela El mundo perdido.
Aztlán es el Camelot de los Aztecas, una Atlántida que algunos investigadores no creen que se encuentre jamás por tratarse de un mito de este pueblo, aunque hay quien cree que todavía podría ser descubierto su emplazamiento original.
Aztlán era la patria de los Aztecas, de donde partieron hasta ubicar su imperio con capital en la actual Ciudad de México.
En 1581 Fray Diego Durán se encargó de engrandecer el mito de esta tierra mítica que situaba al norte, por eso su búsqueda se centró en lo que actualmente es el sudoeste de Estados Unidos.
Aztlán, cuyo nombre significa “la tierra hacia el Norte” , nunca se ha encontrado.
Pero los Anales de Tlatelolco sitúan la salida de la migración de los Aztecas de Aztlán a Tenochtitlán comenzó el 24 de mayo de 1064, primer año del calendario solar azteca.
Pero los Anales de Tlatelolco sitúan la salida de la migración de los Aztecas de Aztlán a Tenochtitlán comenzó el 24 de mayo de 1064, primer año del calendario solar azteca.
3. Lyonesse, la tierra natal de Tristán
Tristán es el héroe de la leyenda artúrica y Lyonesse era la tierra en la que había nacido.
Cuenta la leyenda que se hundió en el mar en el mismo momento en que murió Arturo.
Allí estaba Camelot y era un país insular frente a la costa de Cornualles al lado de las islas Sorlingas.
Como sucede en territorios míticos, en Lyonesse todo era perfecto: su clima benigno propiciaba que hubiera varias cosechas al año, las vacas daban la mejor leche y las colmenas producían abundante miel.
El primer dato sobre Lyonesse lo dio Richard Carew, un anticuario que murió en 1620 y se le conoce como el historiador de Cornualles. Él fue quien relacionó esta tierra con la leyenda artúrica.
4. La leyenda de El Dorado
La leyenda de El Dorado es una de las más conocidas en la actualidad. En realidad la búsqueda de la ciudad perdida del oro fue lo que motivó a muchos conquistadores a recorrer miles de kilómetros por terrenos inhóspitos de Sudamérica.
El mito de El Dorado lo asocia a un gobernante que se bañaba en oro todas las mañanas y por la noche se lavaba en un lago sagrado, el lago de Guatavita, en el que se depositaba todo esta riqueza.
Aunque en realidad el mito era en realidad una ceremonia que los pueblos Muisca, en el centro de Colombia, realizaban desde antiguo. El cronista Juan Rodríguez Freyle lo contó con todo detalle en
La conquista y descubrimiento del reino de la Nueva Granada (1636).
Francisco de Orellana, en 1541, fue el primer conquistador europeo en recorrer el río Amazonas fustigado por la búsqueda de El Dorado. Más tarde, Sir Walter Raleigh, en 1594, partió por primera vez en su búsqueda y en dos de sus viajes fracasó.
Serían Alexander von Humboldt, el científico que barómetro en mano descubrió la Meseta española, y el botánico Aimé Bonpland quienes llegaron en 1772 a Sudamérica para desmontar el mito de El Dorado.
Su conclusión fue clara: había sido el sueño de los conquistadores españoles.
Julfar era un importante puerto situado en el Golfo Pérsico, en la costa norte de Dubai que cayó en el olvido hasta que su emplazamiento fue hallado por arqueólogos en la década de los sesenta del siglo pasado.
Entre el siglo X y el XIV Julfar vivió sus mejores momentos, pues era un punto importante dentro de la ruta comercial árabe entre el Golfo Pérsico y Asia ya desde el siglo VI.
En el siglo XVI Portugal tomó el control de la zona y Julfar era una de las ciudades más pobladas de la zona: 70 mil habitantes. Un siglo después el imperio persa lo tomó y no lo dejarían hasta 1750, cuando pasó a estar bajo control de la tribu Qawasin de Sharjah.
Su asentamiento en Ras al-Khaimah provocó el progresivo abandono y la decadencia de Julfar, que quedó sepultado bajo el implacable desierto de Dubai.
25 agosto, 2017
Vía: Ancient Origins