La Ouija
“La frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos parece ser un tipo de jungla psíquica, o un territorio de forajidos atestado con personalidades viciosas o psicópatas. Si ellos encuentran una victima y armonizan con ella, sus naturalezas destructivas pueden operar con menos restricciones que lo hacían cuando estaban encarnadas”.
Ian Currie
La Ouija es uno de los métodos de comunicación con los espíritus más comúnmente usados por las personas sin entrenamiento psíquico previo. El nombre proviene de los equivalentes de la palabra “si” en francés, oui, y el alemán, ja. Consta de una tabla plana con las letras del alfabeto, algunos números, signos de puntuación y las palabras sí y no. La gente lo usa colocando levemente los dedos en un puntero, el cual se mueve rápidamente sin el conocimiento consciente de los presentes, deletreando mensajes. La venta de ouijas llegó a su máximo punto en los Estados Unidos durante la Primera Gran Guerra; los años treintas, cuarentas y sesentas fueron testigos de furor por la ouija en la que los estudiantes consultaban frecuentemente ese “Misterioso Oráculo Parlante” (Hunt 1985: 5).
La ouija se ha incluido aquí porque muy a menudo es el primer método usado por los aficionados que tratan de investigar los fenómenos psíquicos. Es un método científico, en el sentido de que quienes siguen la fórmula obtendrán resultados similares. Algunos obtendrán mensajes inteligentes en el sentido de responder a preguntas específicas. La calidad de las respuestas depende, por supuesto, de quien o qué está respondiendo.
Los psíquicos y los médiums experimentados creen que en realidad se hace contacto con los espíritus, que las respuestas de la ouija provienen algunas veces de entidades humanas y no humanas, en diferentes niveles de progresión, pero más a menudo, de las entidades más bajas que operan en una “longitud de onda” muy próxima a la nuestra. Si el contacto se hace con una entidad sabia, la respuesta será sofisticada,
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pero si el contacto se hace con entidades groseras de muy bajo nivel, la información es usualmente del mismo tipo que se obtendría de un ser terrenal grosero, vulgar, arrogante y blasfemo, con el propósito de traumatizar a los presentes. El investigador psíquico Archie Roy compara el uso de la ouija al hecho de ir a un bar o de invitar a su casa a un extraño (1996: 176).
El punto de vista materialista es, que los mensajes vienen de la acción del consciente o del subconsciente de los asistentes a las sesiones, es como una forma de automatismo. La ouija ha sido vendida durante años en tiendas y departamentos de juguetes en los EEUU, y la gente tiende a usarla como una diversión, o para beneficio personal, tal como obtener los números ganadores en los juegos de azar, etc.
Pero ningún escéptico ha podido explicar cómo grupos de personas decentes han recibido como respuesta, blasfemias horribles, maldiciones y toda clase de amenazas, de una forma que, ciertamente no se obtienen por otros métodos que supuestamente proyectaría el subconsciente.
Stoker Hunt, que investigó los efectos del uso de la ouija, sintetiza así un patrón común de comunicación que se desarrolla entre los asistentes y la fuerza con la que comunican:
El invasor (espíritus del bajo astral), se concentra en las debilidades de carácter de la víctima (los que utilizan la ouija irresponsablemente). Si es vana o frívola, apela a su vanidad. “Necesito tu ayuda”, dirá el seductor, y “solo tú puedes ayudarme”. La entidad, evidentemente, es maligna y no vacila en mentir, en hacerse pasar por otra persona (generalmente un ser querido ya fallecido) y en adular. Por supuesto, es mejor para el invasor si la víctima está sola, aislada, cansada y enferma (Hunt 1996: 86).
Así la entidad impulsará a sus victimas para que abandonen a sus verdaderos amigos y a que confíen solo en la comunicación con la ouija para darles asesoría, consejos y compañía. Para conseguir este fin recomendará hazañas peligrosas y aventuras descabelladas, al tiempo que hace perder el estímulo por el cuidado de la salud y de los médicos.
La víctima sentirá un deseo incontrolable de usar la tabla, o de escribir automáticamente (según el sistema empleado) a toda hora del día y de la noche. Si es necesario, el invasor aterrorizará a su víctima materializándose de una forma espantosa, induciendo visiones
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grotescas, provocando actividades “poltergeist”, haciendo que aparezcan objetos de la nada, dando noticias falsas o trágicas, levitando objetos y, quizás, hasta la misma víctima. Todas esas cosas y aún más pueden suceder, no como un fin en sí mismas, sino como un medio para conseguir la posesión total (Hunt 1985: 87).
Los médiums de todo el mundo, continuamente informan de que quienes han muerto y viven en situación de desesperación en las regiones de vibración inferior, las más próximas a la tierra, son muy envidiosos de quienes viven en la tierra; ellos saben que mientras una persona en la tierra puede aumentar la frecuencia de sus vibraciones, es muy difícil hacerlo en las esferas inferiores del mundo de los espíritus.
La desesperación es extrema, simplemente porque no pueden sentir las cosas que gozaban mientras estaban vivas, como las sensaciones del alcohol, tabaco, sexo. Si esos seres vulgares que responden a través de la ouija tuvieran la capacidad de amar, de un pensamiento caritativo, o de cualquier otro atributo espiritual positivo, no estarían en las condiciones en las que están. Si tan siquiera tuvieran la capacidad de pedir ayuda que les alivie de su miseria, recibirían ayuda, según nos dicen desde la vida póstuma.
Muchos investigadores de EVP (ver capítulo 3º) han grabado voces que llegan desde ese nivel en el que hablan obscenidades, suspiros siniestros y, algunas veces, en un tono claramente hostil (Lazarus 1993: 158).
Cualquiera que sea la explicación que se acepte (la hipótesis espiritual o la teoría del subconsciente de los que juegan) hay muchos casos de enfermedades psiquiátricas que han sido originadas por jugar con la tabla y que necesitan ser tomados seriamente.
La ouija puede ser altamente peligrosa para aquellas personas que son muy sugestionables, para cualquiera con desórdenes emocionales o de personalidad, o que han estado usando drogas que alteran la mente. Los expertos aconsejan que bajo ninguna circunstancia sea usada por niños o por quienes no tienen sentido de su propia identidad (Covina 1979).
El Dr. Carl Wickland, un psiquiatra americano, escribió su clásica obra sobre enfermedades mentales “Treinta años entre los muertos), en 1924. En ella previene:
El serio problema de la alineación y trastorno mental que plaga los experimentos psíquicos cuando son realizados sin conocimientos
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adecuados, me llamó la atención inicialmente por los varios casos de personas cuyas experiencias aparentemente inocuas (con escritura automática y con la ouija) resultaron en estados de locura tan descontrolada, que fue necesario recluirlas en sanatorios psiquiátricos.
Muchos otros resultados desastrosos que siguieron al, supuestamente inocente uso de la ouija, llamaron mi atención y mis observaciones me condujeron a la investigación de fenómenos psíquicos buscando una posible explicación a estos hechos extraños (Wickland 1924: 29).
Wickland comprendió que podía curar muchos de estos casos diagnosticados como demencia valiéndose de una médium en trance, (que fue su esposa) la cual debería incorporar al espíritu que estaba obsesionando al paciente psiquiátrico.
Descubrió que muchas de esas entidades perturbadoras no se habían dado cuenta de que ya habían fallecido y no teniendo conocimientos de la vida póstuma, se encontraban en una condición de penumbra. Con la ayuda de inteligencias más desarrolladas del otro lado, se pudo persuadirlas para que se alejaran del aura del paciente, cuya luz les había atraído.
Hugo Lynn Cayce, el hijo del famoso psíquico americano Edgar Cayce, tiene igualmente muchos casos de experiencias negativas por el uso de la ouija. En su libro “Aventúrese hacia el Interior” (1964), en un capítulo sobre escritura automática y la ouija, afirma que las historias de personas metiéndose en dificultades extremas por haber realizado estas prácticas son comunes desafortunadamente. Lo más espantoso acerca de esto es, que puede estar ocurriéndole a millares de casos en internos de las instituciones mentales de todo el mundo (Cayce 1964).
Paul Beard, como Presidente del Colegio de Estudios Psíquicos de Inglaterra estudió muchos casos de obsesión, por haber utilizado la ouija, y llegó a la conclusión de que el uso habitual de la ouija, o de la escritura automática, puede acarrear un contacto prolongado con un espíritu malévolo, quien puede infiltrar su influencia sobre el aura protectora de la victima en cualquier momento, hablándole con voces o transmitiéndole pensamientos a su cerebro. Esto puede le puede producir malas sugerencias continuadamente, entre las cuales se podrían incluir alucinaciones visuales (Beard 1970).
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Ian Currie cita un caso en el que una joven madre sufría alucinaciones en las que creía que estaba torturando y matando a su bebé (Currie 1978: 190).
Martin Ebon relata sus experiencias personales negativas con la ouija. En el libro “La Trampa de Satán” (1975) confiesa que comenzó siendo totalmente escéptico en todo aquello que tuviera algo que ver con lo oculto, pero que se tornó adicto a la tabla cuando le predijo con exactitud las inundaciones de 1973 en Nueva York, y le dio información confidencial exacta acerca de la muerte de un famoso columnista de chismes.
Otra mujer que también hacía advertencias contra el uso de la tabla fue la médium Sussy Smith, en su libro “Confesiones de una Psíquica” (1971). En él decía:
Aconséjenle a la gente de que se abstengan de consultar la ouija y la escritura automática mientras no hayan aprendido a protegerse totalmente. Dicen que los esfuerzos inocentes de comunicarse, son tan peligrosos como jugar con fósforos o con granadas de mano. A mí me pueden utilizar como ejemplo de lo que no se debe hacer, porque yo experimenté muchos de los peores problemas durante mi desarrollo psíquico. Si hubiese sido prevenida por alguien con experiencia en este campo, de que mis lecturas me podían trastornar mentalmente, habría sido más cautelosa (Smith 1971).
Hace pocos años conocí un serio caso en el que un joven había estado utilizando la ouija, preguntando números ganadores para apostar. Durante algún tiempo, en realidad, ganó, y estaba muy excitado por la información dada por sus nuevos “amigos”, pero cuando trató de abandonar el uso de la tabla, comenzó a ser obsesionado por voces que le despertaban a la una o a las dos de la madrugada, con gran terror por su parte al sentirse literalmente ahogado por una entidad vengativa que le reclamaba una deuda.
Algunas comunicaciones positivas.
Mientras los psíquicos experimentados advierten sobre los peligros del uso de la ouija y nos señalan que muchos de los comunicadores que aparecen no son lo que pretenden ser, ha habido muchas comunicaciones duraderas que comenzaron a través de ella.
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Un caso espectacular de comunicación positiva fue el de Pearl Curran, quien usó la ouija con su vecino el 12 de julio de 1912. Después de experimentar durante un año, comenzó a recibir mensajes de Patience Worth, quien dijo ser una entidad espiritual nacida en 1649 cerca de Dorsetshire, en Inglaterra.
Entre 1912 y 1919 dictó cinco millones de palabras entre epigramas, poemas, alegorías, cuentos cortos y novelas completas. Sus trabajos completos llenan 29 volúmenes y 4375 páginas con espacios regulares.
Redactó cinco novelas de longitud normal, siendo la que más éxito tuvo “La Triste Historia”, relativa a una historia de 300.000 palabras de la vida terrenal de Jesús de Nazaret, la cual, al ser publicada, recibió la crítica el 8 de julio de 1917 del periódico norteamericano The New York Times que decía así:
Esta larga e intrincada historia de la vida de los judíos y romanos durante la vida de Cristo está redactada con la precisión y exactitud de la mano de un maestro. Es un libro noble y maravilloso.
Patience Worth dictó también más de 2.500 poemas. Con ellos se ganó un certamen nacional de poesía, en el cual 40.000 participantes también enviaron múltiples poemas. Sus poemas fueron publicados con regularidad, en las antologías anuales de poesía más prestigiosas de los Estados Unidos.
Uno de sus mayores admiradores era el editor William Reedy, quien era miembro del comité para seleccionar al ganador del primer Premio Pulitzer de poesía. Era un asiduo visitante a la casa de Pearl, y dijo que sus poemas:
Contienen pasajes de belleza fascinante, proveniente de excepcionales espíritus elevados, dotados de gran compasión. No iguala a Shakespeare ni a Spencer, no es tan grande como Chaucer, pero sí hay inteligencias que comunican poemas a trasvés de la ouija, o de alguna otra forma…es buena poesía, mejor que la que encontramos en nuestras revistas, poesía con una calidad propia (Hunt 1985: 31).
Los libros de Seth.
Otra relación literaria famosa que comenzó con una comunicación a través de la ouija fue entre Seth y Jane Roberts y su esposo, quienes comenzaron a utilizar la ouija en 1963. Al cuarto intento, una entidad se presentó como “Frank Withers”, quien dijo que había vivido recientemente en la tierra como profesor de inglés, y que había
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fallecido en 1942. Más tarde explicó que prefería ser llamado Seth y que tenía una misión especial para ayudarle a la gente para que se entendieran entre sí mejor y conocieran mejor la realidad de la existencia del plano espiritual.
Seth, a través de Jane, dictó varios libros de máxima venta, que tratan de la naturaleza de la realidad, de la reencarnación, de los sueños, de viajes astrales y de la naturaleza de Dios. Ha dado consejos a sus lectores para que desarrollen las técnicas de meditación y ESP. Ha diagnosticado enfermedades, descrito correctamente los contenidos de edificios y de habitaciones a millas de distancia, y se materializó en una reunión bien iluminada (Ver Roberts 1974, 1994, 1997a, 1997b).
Hay muchas otras historias de éxitos literarios y de relaciones creativas que se han desarrollado a través del uso de la tabla, incluyendo los de James Merrill, quien escribió “La Luz cambiante en Sandover” (1982) y ganó un Premio Pullitzer trabajando con la ouija.
Sus aterradoras experiencias (videncias, transformaciones corporales, presencias poderosas que sintió), así como sus alegres y positivas experiencias, están vívidamente descritas en el poema. Sin embargo, después de más de 30 años de practicar con la tabla, Merrill no se la recomienda a sus amistades, porque:
Nunca se puede decir de antemano cuan susceptible será una persona determinada.
Fuerte evidencia para la vida póstuma.
Lo que encuentro asombroso acerca de la literatura sobre la ouija es, hasta qué punto es preferible su uso, comparada con los descubrimientos de los investigadores que han trabajado con médiums de alto nivel sobre los fenómenos electrónicos de la voz y en las otras áreas de la investigación científica mencionadas en este libro.
Es, sencillamente imposible, explicar las asombrosas y diferentes maneras de comunicación que se reciben cuando se comunica con las entidades de diferentes niveles, con frecuencia en rápida sucesión, puramente en base de la proyección del inconsciente de un individuo o de un grupo.
Ha habido también un sinnúmero de casos sorprendentes, de comunicadores transeúntes a través de la ouija. Estas son entidades que, aunque totalmente desconocidas para los participantes en las sesiones,
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han dado detalles correctos y verificables, como sus nombres, direcciones, ocupaciones y, algunas veces, un gran número de detalles. El Dr. Alan Gauld investigó 37 de las 240 entidades que aparecieron en un círculo de ouija que se reunía en una casa en Cambridgeshire, entre 1937 y 1954 (Gauld 1966-72:273-340).
En su ensayo por encargo de la Sociedad para la Investigación Psíquica explica cómo investigó los pormenores de algunos casos, algunas veces más de veinte años después de haberse realizado la comunicación, y que fue capaz de comprobar un número significativo de detalles en cuatro casos, al menos.
En el caso de Gustav Adolf Biedermann, Gauld pudo averiguar la personalidad del comunicador, y la siguiente información específica:
Viví en Londres
Mi casa fue el albergue Charnwood
Nacionalidad: alemana
Nombre correcto: Adolf Biedermann. Siempre fui conocido por Gustav
Fui un racionalista
Pasaba de los setenta cuando fallecí
Tenía mi propio negocio
Fui socio de la Universidad de Londres
Fallecí hace más de un año
En estos casos, dice Gauld, los asistentes a las sesiones no perseguían publicidad ni dinero, y estaba convencido de que, de ninguna manera, ellos se tomarían la molestia de investigar en los archivos públicos para obtener datos que proviniesen de un gran número de fuentes, solo por el placer de engañar a los otros miembros del grupo, para luego olvidarlos durante más de veinte años por si acaso ocurriera el improbable caso de que alguien los llegase a investigar.