Estos últimos años una serie de excelentes películas, basadas en las obra de Tolkien, tales como “El Señor de los Anillos” o “El Hobbit“, han puesto en un primer plano a este autor, antes solo conocido en entornos reducidos.
Y estás películas, que han utilizado para su simbología una serie de dibujos realizados por el propio Tolkien, han puesto en evidencia los mensajes ocultos que se esconden en sus obras.
Sin embargo, ¿quién era realmente Tolkien? ¿qué clave se esconde tras sus obras? ¿qué relaciones existen entre el mundo imaginario de Tolkien y las enseñanzas ocultas de las sociedades secretas? John Ronald Reuel Tolkien, también conocido como J. R. R. Tolkien, nació en Bloemfontein, capital del Estado Libre de Orange (Sudáfrica), la noche del domingo 3 de enero de 1892. Sus padres eran Arthur Tolkien y Mabel Suffield, de origen británico.
Recibió el mismo nombre que su abuelo paterno, John, pues en su familia era costumbre llamar así al hijo mayor del hijo mayor. Su tío John que era el mayor de los hijos de John Benjamin Tolkien, solo tuvo hijas, por lo que Arthur decidió llamar a su hijo según la costumbre. Su segundo nombre, Ronald, fue puesto por deseo de Mabel, ya que ella creía que el bebé iba a ser una niña y tenía pensado llamarla Rosalind.
Reuel, que proviene del antiguo hebreo y que significa «próximo a Dios», era el segundo nombre de su padre. El niño fue bautizado el 31 de enero en la catedral de Bloemfontein. Su pasión por los idiomas comenzó a los 8 ó 9 años de edad, cuando se deleitaba con el sonido del latín que le hablaba su madre o se entretenía con su prima Mary inventando sus propias lenguas, como el animálico o el nevbosh («nuevo disparate»). Algo más tarde creó el naffarin, basado en el español que aprendía con la ayuda del padre Francis. Después descubriría el gótico, el galés y el finés, base de sus grandes creaciones, el sindarin, la lengua de los sindar, y, sobre todo, el quenya, la lengua de los noldor. Su carrera académica y su producción literaria son inseparables de su pasión por el lenguaje y la filología. Se especializó en filología del griego y en 1915 se graduó en nórdico antiguo. Trabajó para el Oxford English Dictionary desde 1918 y en 1920 se desplazó a Leeds como profesor de Inglés. Tolkien impartió cursos sobre el verso heroico en inglés antiguo, historia del inglés, varios textos en inglés antiguo y medio, filología del inglés antiguo y medio, filología introductoria a las lenguas germánicas, gótico, nórdico antiguo y galés medieval.
Cuando en 1925, con treinta y tres años, Tolkien solicitó entrar como profesor de anglosajón en Rawlinson y Bosworth, mostró entre sus méritos que sus estudiantes de filología germánica en Leeds habían formado un “Club Vikingo“. Tolkien se interesaba por temas de significación racial y lingüística, y calificó a la «lengua nativa» como opuesta a la «lengua materna» en su conferencia «El inglés y el galés», que es crucial para entender su concepto de la raza y el lenguaje. Consideraba el inglés medio de los Midlands Occidentales su lengua nativa. Paralelamente a su trabajo profesional como filólogo estaba su interés por la construcción de lenguas artificiales. Las de mayor desarrollo fueron el quenya y el sindarin.
El lenguaje y la gramática para Tolkien fueron una cuestión de estética y eufonía, efecto acústico agradable que resulta de la combinación de sonidos en una palabra o frase. Y el quenya, en particular, estaba basado en el latín, con ingredientes del finés y del griego. Una notable aportación vino a fines de 1954 con el númenóreano, una lengua de un “sabor ligeramente semítico“, que conectaba con el mito de la Atlántida. Y a través de la “Segunda Edad del Sol” el mito de Eärendil fue asentado en el mundo de las leyendas, proveyendo de este modo un enlace entre “el mundo real y primordial” del siglo XX de Tolkien con el pasado mitológico de la Tierra Media. Tolkien considera a los lenguajes inseparables de la mitología asociada a ellos.
En 1930, en un congreso de esperantistas, les dedicó una conferencia con el título «Un vicio secreto», en la que les dijo: «La construcción de su lenguaje engendrará una mitología». Pero en 1956 cambió radicalmente de idea y concluyó que el «volapük, esperanto, ido, novial, etc, están muertos, más que otras lenguas ancestrales no utilizadas, debido a que sus autores nunca inventaron ninguna leyenda en esperanto». La popularidad de los libros de Tolkien ha tenido un cierto efecto en el uso del lenguaje en la literatura fantástica e incluso en importantes diccionarios, que hoy en día aceptan el restablecimiento tolkiano de palabras como dwarves (enanos) y elvish (élfico), en contraposición a dwarfs y elfish, que no habían estado en uso desde la mitad del siglo XIX. Otros términos que ha acuñado, tales como legendarium y eucatástrofe, son usados en relación con su trabajo.
Vemos que Tolkien fue profesor de inglés y un narrador de historias llenas de aparente fantasía. Pero en la trastienda de sus obras hay mucho más. Uno tiene la sensación de que detrás de estas historias fantásticas se esconde alguna realidad de nuestro pasado más remoto. Y cuando nos referimos a Tolkien también tenemos que referirnos a sus evidentes vínculos con algunas sociedades secretas. También podemos considerar que personajes como Sauron nos retrotraen a personajes como Satán o Lucifer y a los poderes ocultos que se supone que detentan. Asimismo vemos que Gandalf es un miembro de una hermandad llamada “Concilio de los Magos“, que era una sociedad secreta esotérica que empleaba rituales de magia. Y su concepto de la Tierra Media no fue solo fruto de su imaginación. Tolkien, un importante lingüista, se basó en una serie de obras mitológicas para construir su extraño y misterioso mundo.
Una de estas obras es el Kalevala, saga finlandesa repleta de batallas, de héroes y de objetos mágicos, que ha sido citada como una de las inspiraciones iniciales para Tolkien. Además, las lenguas de la Tierra Media se asemejan considerablemente al finés. Otra fuente de inspiración lo constituyenlos Edda, colecciones de poesía épica de Islandia, que son las principales fuentes para la comprensión de la mitología nórdica. Y es curioso que en este texto mitológico se hable de una ‘Tierra Media‘ como de nuestro plano de existencia. Tolkien también tomó muchos de los nombres de los personajes clave de este texto, incluyendo Gandalf y todos los enanos de El Hobbit. También se encuentra en los Eddas el bosque de Myrkwood y el gran Bosque Negro que atravesó Bilbo. La saga de Volsung es la versión islandesa de la historia que fue posteriormente incluida en el Cantar de los Nibelungos germánico. Esta fue la base para el ciclo del Anillo del Nobelungo, de Wagner. El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen, en alemán) es un ciclo de cuatro óperas épicas, compuestas por Richard Wagner y basadas en figuras y elementos de la mitología germánica, particularmente las Sagas islandesas. Estas óperas son El oro del Rin (Das Rheingold),La valquiria (Die Walküre), Sigfrido (Siegfried) y El ocaso de los dioses (Götterdämmerung). El texto y la música fueron escritas por Richard Wagner en el curso de veintiséis años, de 1848 a 1874.
El Cantar de los nibelungos es un poema épico de origen germánico, anónimo y escrito en el siglo XIII. También es conocido, en alemán, como Nibelungenlied o Nibelunge Not, por las palabras que aparecen en el último verso del manuscrito y que significarían “necesidad de los nibelungos“. Este cantar de gesta reúne muchas de las leyendas existentes sobre los pueblos germánicos, mezcladas con hechos históricos y creencias mitológicas que, por la profundidad de su contenido, complejidad y variedad de personajes, se convirtió en la epopeya nacional alemana, al mismo nivel que el Cantar de mío Cid en España o el Cantar de Roldán en Francia. En el Cantar de los Nibelungos se narra la gesta de Sigfrido, un cazador de dragones de la corte de los burgundios, quien valiéndose de ciertos artificios consigue la mano de la princesa Krimilda. Sin embargo, una torpe indiscreción femenina termina por provocar una horrorosa cadena de venganzas. El traidor Hagen descubre que Sigfrido es invulnerable, por haber sido bañado con la sangre de un dragón, salvo en una pequeña porción de su espalda donde se depositó una hoja de tilo y la sangre no tocó su piel. Aprovechando este punto débil, le mata a traición en un arroyo. Krimilda se refugia entonces en la corte del rey Etzel (Atila), y deja pasar el tiempo, hasta que en un banquete, convocado por Etzel, Krimilda consigue que su propio pueblo sea eliminado a traición. Tanto Hagen como la propia Krimilda fallecen en la espantosa carnicería subsecuente. Tal como antes hemos indicado, el compositor alemán Richard Wagner se inspiró en este poema épico y en la tradición mitológica germánica y nórdica para componer la tetralogía operística “El anillo del nibelungo“. El Anillo es un trabajo de extraordinaria envergadura que Wagner tardó más de un cuarto de siglo en escribir. Su cualidad más obvia, para alguien que la escuche por primera vez, es su extensa longitud, de unas quince horas. La primera y más corta de las óperas es su prólogo, El oro del Rin, que generalmente dura dos horas y media, mientras que la más larga y última, El ocaso de los dioses, puede llegar a las cinco horas. Como tetralogía está compuesta como los antiguos dramas griegos, que eran presentados como una trilogía de tres tragedias y una sátira. Como tal, el Anillo propiamente consiste en un prólogo, El oro del Rin, y tres jornadas, La valquiria,Sigfrido y El ocaso de los dioses. Es una historia épica, donde se relatan las peleas entre dioses, héroes y varias criaturas mitológicas acerca del anillo mágico que otorga poder sobre el mundo entero.
El drama y la intriga continúan a través de tres generaciones de protagonistas, hasta el cataclismo final en El ocaso de los dioses. Y la maldición del anillo de la fatalidad es también un tema central en la mitología de Tolkien. Gandalf no sólo se menciona en el Volsung, sino también en las sagas Heimskringla. Gandalf era el nombre del último rey que gobernó en Alfheim y que fue asesinado por Harald Harfagra en el año 866. Gandalf también se menciona en la saga de los Ynglings, en la de Halfdan, en la saga de Negro y en la saga Harfager. Tolkien fue también un distinguido erudito del inglés antiguo y la saga de Beowulf es uno de los tesoros de esta rama de la literatura. Y Grendel, el monstruo de este cuento, es un prototipo de muchas de las criaturas más oscuras que pueblan la Tierra Media. Entre las fuentes que Tolkien utilizó, también había las obras en idioma galés. Y las historias de Gales en ‘el Libro Rojo de Hergest ” parece que también influyeron en sus narraciones de ficción. Asimismo se inspiró en el Mabinogion, que es una colección de historias en prosa, procedentes de manuscritos medievales galeses. Se basan en parte en acontecimientos históricos de la alta Edad Media, pero algunos elementos se remontan con casi total certeza a tradiciones anteriores, de la Edad del Hierro. Su nombre procede de una interpretación equivocada de Lady Charlotte Guest, la primera traductora al inglés del Mabinogion. Encontró en una historia el término mabynnogyon y creyó que se trataba del plural de la palabra galesa mabinogi. El significado de mabinogi aún no se ha establecido con certeza, aunque generalmente se acepta que está relacionado con la palabra galesa mab, ‘hijo‘ o ‘chico‘. El profesor Eric P. Hamp, sin embargo, sugiere que mabinogi deriva del nombre del dios celta Maponos (‘el Hijo Divino’). Lugh, en el mito irlandés, renace en forma de su hijo y héroe mortal, Cuchulainn. Y Cuchulainn tiene cierta relación con la historia de la concepción de un Dios que nace de una virgen, fecundada por un rayo divino de Lugh y nace en el solsticio de invierno. Una figura relacionada con Lugh es la de Maponos, por la relación del dios solar irlandés con Apolo, Apolo Maponos o Mabon. El significado de Mabon es “Hijo” y es el niño divino, que nace en el solsticio de invierno y se le supone hijo de mujer virgen. Además, se le supone el poder de hacer florecer la naturaleza y tiene cierta vinculación con la idea del Dios de la naturaleza. También influyó considerablemente en Tolkien la obra “La reina de las hadas”, de Edmund Spenser, escrita en el siglo XIV. Spenser, como Tolkien, no se limitó a repetir historias clásicas o medievales. Juntaba las piezas en una forma completamente nueva, con lo que creaba una realidad inventada, pero con una lógica interna coherente. Las obras de Lord Dunsany, con sus mundos de encantadora fantasía, también ayudaron a Tolkien a crear su particular mundo. Asimismo, la obra “el bosque de más allá del mundo”, escrita en 1894 por William Morris, fue una de las precursoras de Tolkien.
Tal como hemos indicado, Tolkien fue profesor de inglés y un narrador de historias maravillosas y sorprendentes. Pero hay algo más, ya que parte de sus relatos se introducen en el mundo del ocultismo. Además, se tiene la impresión de que laTierra Media existió en algún momento del pasado, ya que Tolkien se refiere a ella como la antigua Inglaterra. Cuando se discute la cuestión de las sociedades secretas y muy en particular de los Illuminati, es inevitable referirse a Tolkien.Illuminati es el nombre por el que se conoce la Orden de los Iluminados de Baviera. Su símbolo es una pirámide truncada con un ojo que todo lo ve y el lema Novus Ordo Seculorum. Es una sociedad secreta fundada el 1 de mayo (fiesta del trabajo) de 1776 en Ingolstadt (Alemania), por Adam Weishaupt, que la habría creado con el propósito de derrotar a los gobiernos y reinos del mundo, además de erradicar a todas las religiones y creencias para regir a las naciones bajo unNuevo Orden Mundial, basado en un sistema internacionalista y global. Uno de sus objetivos era establecer una moneda única (el Euro puede ser un primer paso) y una religión universal. En efecto, todo parece indicar que Sauron representa a Satán o Lucifer, con todo su poder oculto. Y Gandalf es un miembro de una hermandad llamada “Concilio de los Magos“, que es una sociedad secreta, con sus rituales de magia y de conocimiento esotérico. Por otro lado, los hobbits podrían considerarse como un equivalente a un homo sapiens ignorante, que no desea involucrarse ni saber mucho acerca de lo que está sucediendo a su alrededor. Luego están los orcos, que podrían compararse con los supuestos habitantes del interior de la Tierra. Y se dice en las obras de Tolkien que los orcos fueron creados por Melkor, el “ángel caído“. Es también remarcable que Tolkien creó todo un mundo de túneles y cavernas debajo de las montañas. Y esto coincide con las teorías de que la Tierra es hueca y que extraños seres viven bajo su superficie (ver la serie de artículos titulados: “La Tierra, ¿es hueca y alberga un reino subterráneo?”). Es interesante comparar la lucha por el poder en la Tierra Media con la lucha por el poder en la Tierra desde el punto de vista mágico. Porque existe un poder oculto en el que los magos son los “pastores” y el resto las ignorantes “ovejas”, y que está ocupado en la creación de un imperio gobernado por ellos.
Y como maestro ocultista, Tolkien tuvo la idea para crear su obra maestra después de haber sido herido en la Primera Guerra Mundial. Según dijo Tolkien, no sabía de dónde había sacado la idea. Pero ella “vino a él“. Muchos ocultistas han tenido la misma experiencia, en que un extraño poder se canaliza a través de ellos. Se sabe que Tolkien fue profesor en la Universidad de Oxford, que se dice tiene una presencia muy importante de miembros Illuminati. Todo ello nos lleva a preguntarnos si Tolkien pertenecía de alguna manera a esta sociedad secreta y si, por esta razón, estaba en posesión de conocimientos ocultos. Él mismo afirmó que utilizó partes de la saga de Beowulf y los viejos mitos de Islandia para crear su propia epopeya. Pero eso no lo explica todo. Creo que en este punto es interesante explicar que el origen de las literaturas germánicas está en Homero, Roma y el cristianismo. Dice Jorge Luis Borges que el poeta que cantó la epopeya de Beowulf “no desconocía la Eneida” y tampoco la Biblia, cuya versión gótica es “el monumento más antiguo de las lenguas germánicas”. La increíble y sangrienta saga de Beowulf, escrita probablemente por un monje en el siglo VIII, es la obra épica más antigua de la literatura germánica. No es casual que su estudio del anglosajón se inicie precisamente con los casi tres mil doscientos versos que la componen. Beowulf es un príncipe geata, cuyo pueblo habita en Suecia. Durante dos inviernos, según la saga del guerrero, un monstruo gigantesco, llamado Grendel, devora a los súbditos de Hrothgar, rey de Dinamarca. El príncipe geata promete a Hrothgar destruir a Grendel, descendiente de Caín, quien por un encantamiento de su madre es invulnerable a las armas. Beowulf tiene la fuerza de treinta hombres en un brazo y espera, desarmado y desnudo en la oscuridad, al monstruo. La llegada de Grendel es sangrienta, ya que es un quebrantahuesos que bebe sangre. Sin su espada, Beowulf combate a la bestia a la que finalmente logra coger de un brazo. Para liberarse, Grendel se desprende de su brazo y huye a morir en su ciénega. Woktja, la madre de Grendel, recupera el brazo de su hijo después de matar a un guerrero. Pero Beowulf la sigue y decapita en su cueva. La segunda parte de la gesta ocurre cincuenta años después, cuando Beowulf es rey de los geatas. Cerca de su reino vive un dragón que custodia un tesoro del que un ladrón roba una vasija de oro. Entonces el dragón siembra de calaveras el reino hasta que Beowulf lo mata. Pero la bestia tiene veneno en sus dientes, y Beowulf, involuntariamente, se corta con ellos, muriendo. El cuerpo de Beowulf es despedido por su pueblo en una ceremonia funeraria que consiste en poner su cuerpo en un barco de roble envuelto de fuego.
Y aquí hacemos una incursión en el mundo de los dragones. La Edad Media es el período de tiempo que va desde el siglo V al XV de nuestra era. Nacieron entonces numerosas leyendas, pobladas de creencias y devociones populares, pero también florecieron trovadores, juglares y poetas. El dragón es uno de los seres fantásticos que más pasiones despierta. Caracterizado como una criatura de enorme poder, grande y fiera, es representante de la fuerza y de lo poderoso. La palabra que le da origen, “drakos“, significa serpiente en griego antiguo, y en efecto, muchos dragones son una especie de gran serpiente, o un hibrido entre serpiente y lagarto, con cabeza, piel de escamas y cortas patas acabadas en garras, sin contar con las alas que poseen los dragones voladores. La mitología ha empleado recurrentemente el símbolo del dragón, extendiendo su pervivencia en el imaginario; pero también ha usado su imagen reduciéndolo a un poderoso monstruo casi invencible. Las múltiples apariciones de dragones, sin embargo, hacen uso frecuente de elementos tradicionales e innovadores en la criatura, que amplían sus alcances y estimulan más la imaginación, dando así lugar a un sinfín de dragones con diversas cualidades y variantes. Como ejemplos representativos se pueden mencionar los dragones dellegendarium de Tolkien, cuyo máximo exponente es el Smaug de El hobbit, los dragones de las novelas de la serieMemorias de Idhún, de Laura Gallego García, o los dragones que constituyen uno de los elementos más relevantes del universo del juego de rol Dungeons & Dragons. También podemos encontrar a Fujur en La historia interminable o los dragones-montura de la serie de historietas El Mercenario. También es un buen ejemplo la película Cómo entrenar a tu dragón, en la que se pueden observar distintas formas de dragones. En el año 2005, el Discovery Channel, a través de su afiliada Animal Planet, produjo un documental titulado «El mundo del dragón: una fantasía hecha realidad», realizando de manera fantástica la recreación de lo que podría haber sido la extinción de esta supuesta especie. La producción es una conjunción de ficción, supuestos y leyendas, con una amplia descripción de posibles patrones de conducta animales de apareamiento, alimentación y comportamiento.
La producción del Discovery Channel cuenta la historia de una hembra de dragón que trata de sobrevivir para alimentar a su cría. Esta historia fue ambientada en Rumanía, donde, durante la Edad Media, las leyendas de dragones es muy importante,. Explica que un grupo de estos animales que escupían fuego habrían podido vivir en la época de los dinosaurios, que escaparon a la aniquilación adaptándose a vivir en el agua y que más tarde se expandieron por todo el planeta, dominando selvas y conquistando montañas. En la historia mostrada en este documental, los caballeros rumanos, vestidos con los atuendos típicos de la Edad Media, suben a la montaña y matan a la madre y a su cría, acabando así con la leyenda. El dragón (del latín draco, y este del griego δρακων, drakon, ‘víbora’ o ‘serpiente’) es un animal mitológico que aparece en diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados. Las interpretaciones más familiares de dragones son los dragones europeos, derivados de la tradición popular y de la mitología de Grecia, Escandinavia y Oriente Próximo, y también las de dragones orientales. En función de las diversas culturas que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o pecar de gran avaricia y codicia, que le conduce a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia. Las culturas occidentales y orientales han imaginado reptiles gigantes y alados. El mito de la existencia de los dragones se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas entre las distintas culturas que lo representan. Se ha planteado, como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio que llevasen a esas culturas a imaginar seres parecidos. También cabe señalar que los dragones en cada cultura presentan aspectos y características diferentes. Así, en la Edad Media, se creía que los cadáveres de cocodrilo, traídos a mercados y demás sitios de exhibición desde Egipto y Arabia durante la época de Las Cruzadas, se trataban de cadáveres de dragón.
El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha. La lucha entre el dragón y un héroe, o dios, tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte, o el nacimiento, de un orden universal. Así, en un principio, los dragones fueron devoradores de dioses. Algunos mitos se refieren a los dragones como la causa de los eclipses. Posteriormente los dragones fueron fuerzas a las que se les ofrecían doncellas en sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres. De todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y el mantenimiento de un orden que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe, como un tipo de iniciación. Las actitudes tomadas en las culturas del mundo frente a la figura del dragón y la lucha que supone se distancian en ocasiones, particularmente si se compara la idea de dragón que existe en el lejano Oriente con la predominante en Occidente. Los dragones chinos (o long), los japoneses (o ryū) y los coreanos, son vistos generalmente como seres benévolos, mientras que, curiosamente, los europeos son en su mayoría malévolos. Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa. Entre otras culturas, esta interpretación se mantiene también en la mitología persa. El tema es complejo y ha variado a lo largo de la historia. Como ejemplo, entre los romanos, típicos representantes del Occidente antiguo, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría. En Oriente Próximo, la figura del dragón simbolizaba el mal y la ruina. En el Enuma Elish, una epopeya babilónica que narra el origen del mundo y que fue escrita alrededor del 2000 a. C., la diosa Tiamat era un dragón que simbolizaba los océanos y comandaba las hordas del mal, cuya destrucción previa era necesaria para crear un nuevo universo ordenado. También en la Biblia hebrea el dragón representa el mal. En la mitología persa destaca el caso de Azi
Dahaka, un dragón malévolo. En Rumanía, se habla del dragón dacio geta, que tenía cabeza de lobo y cola de serpiente. Esta imagen era empleada en la guerra ya que en la bandera de Dacia aparece un dragón. En muchas culturas orientales los dragones eran, y en algunos cultos son todavía, reverenciados como representantes de las fuerzas primitivas de la naturaleza y el universo.
En Oriente, el dragón siempre se ha considerado una criatura benéfica y un símbolo de buena fortuna. A diferencia de sus congéneres occidentales, los dragones orientales no escupen fuego ni tienen alas, aunque normalmente pueden volar gracias a la magia. Un dragón típico de Oriente tiene cuernos de ciervo, cabeza de caballo, cuello de serpiente, garras de águila, orejas de toro y bigotes largos como los de los gatos. En las leyendas chinas hay dragones que vigilan los cielos, dragones que traen la lluvia, y dragones que controlan los ríos y arroyos. En Japón, donde se los tiene por seres sabios, amables y siempre dispuestos a ayudar, los dragones han sido, durante siglos, el emblema oficial de la familia imperial. Los dragones chinos y japoneses simbolizan el poder espiritual supremo, el poder terrenal y celestial, el conocimiento y la fuerza, y por lo tanto son benévolos. El dragón es la insignia más antigua del arte de estos países. Proporcionan salud y buena suerte y viven en el agua. Según las antiguas creencias chinas, traen la lluvia para la recolección. Es por eso que el dragón se convirtió en el símbolo imperial de ese país. En el Himalaya representan la buena suerte. Corea también tiene sus dragones, de similar carácter positivo. Pero las tribus nórdicas de Europa asociaban su folclore con varios aspectos terroríficos del dragón. La mitología germana incluye al dragón (Nidhug o Níðhöggr) entre las fuerzas del inframundo. Se alimenta de las raíces de Yggdrasil, el fresno sagrado que extiende sus raíces a través de todos los mundos. Los antiguos escandinavos, como los vikingos, adornaban las proas de sus naves esculpiéndolas en forma de dragón. Usaban esta decoración en la creencia de que así asustarían a los espíritus (Landvaettir) que vigilaban las costas a las que llegaban. También, tal como ya hemos indicado, los dragones aparecen en poemas germanos, como en Beowulf, un poema épico anglosajón, el más antiguo que se conserva y en el que se basó Tolkien para algunas de sus obras. Un hombre llamado Beowulf, que había librado a su pueblo de un monstruo mitad hombre y mitad diablo, luego, ya convertido en el rey, lucha contra un dragón, disputa en la que ambos mueren. En el Cantar de los Nibelungos, un poema épico medieval anónimo, Sigfrido mata a un dragón, llamado Fafnir, y al ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal. Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos. Entre los conquistadores celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar. Entre los romanos el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría. Para la mitología eslava, el dragón era una de las formas que adoptaba el dios Veles, señor del Mundo Subterráneo, adversario de Perún, dios del trueno.
Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en otras tradiciones posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el pecado y, al aparecer bajo los pies de los santos y mártires, representa el triunfo de la fe y los reinos cristianos sobre el diablo. La leyenda de San Jorge y el dragón muestra claramente este significado. En el simbolismo medieval la idea de lucha contra dragones sirvió para fortalecer la motivación de los reinos cristianos. Se presentaban a menudo también como representaciones de la apostasía, la herejía y la traición, pero también de cólera y envidia, y presagiaban grandes calamidades. Varias veces significaban la decadencia y la opresión, aunque sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la fuerza. Los colores a menudo determinaron el simbolismo que un dragón tenía. En la pauta del viaje del héroe, los dragones representaron el obstáculo o el temor, y el paso necesario para volver al hogar y, como muchos dragones, se presentan también como la encarnación de la sabiduría. En esas tradiciones matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino también significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas. Otra faceta del dragón, en la mitología clásica de la época caballeresca, es el dragón como guardián que custodia o secuestra princesas en sus castillos. En occidente es casi siempre concebido como una criatura malvada, poderosa y cruel, estereotipo extraído tanto de las antiguas leyendas como de las más modernas películas. La mayoría de los autores llaman serpientes a los dragones mesoamericanos. Pero, ya que etimológicamente la palabra dragón significa serpiente, entonces tomaremos el término cóatl como dragón en el caso de los seres mitológicos mencionados, en lugar del significado literal “serpiente“, para diferenciarlos de las serpientes y víboras, que tienen sus propios significados. En la Mesoamérica prehispánica existe una gran tradición de veneración a la serpiente como animal sagrado. Gracias al intercambio cultural, debido en gran medida a las constantes guerras de conquista de algunos imperios mesoamericanos y el intercambio comercial de otros tantos, no era sorprendente que muchos pueblos compartieran no sólo creencias, sino que los dioses extranjeros súbitamente formaran parte integral de un panteón. De esta manera, las criaturas mitológicas también eran absorbidas por la gente e incluidas en el folclore y religiones de dichos pueblos. Las serpientes mesoamericanas a menudo son acompañantes de dioses, a quienes asisten en sus deberes. Tal es el caso del dios tutelar de los tenochcas, Huitzilopochtli, a quien un dragón de fuego asiste como arma. Algunos dioses responsables de la lluvia, excepto Tlaloc, montan serpientes volantes mientras lanzan dardos y flechas a las nubes ocasionando la lluvia. Algunas características casi siempre presentes en las serpientes mesoamericanas son: cuerpo serpentino, plumas, en tocado o como símbolo de divinidad, y capacidad de volar.
Si bien los nahuas son un grupo étnico, su cultura influenció a los pueblos adyacentes, particularmente a los que adoptaron su lengua, como los chichimecas, que se asentaron en el Valle de México y se convirtieron más tarde en mexicas. Pero estas categorías de dragones eran reconocidas por la mayoría de las culturas nativas del Valle de México. Decían los antiguos nahuas que el dragón de viento, Ehécatl, barría con su aliento la tierra, preparándola para recibir el regalo del agua divina. De esta manera se explicaban el viento que sopla anunciando la inminente lluvia. Las Mazacoatl, o serpientes venado, son un tipo de serpientes viciosas, mitad venado, mitad serpiente, y es un ser que disfruta al seducir a los mortales para después devorarlos. Desempeña un papel similar al de las sirenas o las arpías de la mitología griega. La serpiente jaguar, Ocelocoatl, tiene la mitad anterior del cuerpo como el de un jaguar y de la cintura a la punta de la cola tiene el cuerpo de una serpiente. Ésta simboliza la tierra (jaguar) y el agua (serpiente), en relación dependiente la una de la otra. La traducción literal utilizada de ‘serpiente emplumada’ ha ido cambiando conforme a nuevos hallazgos e interpretaciones de las culturas nahuas. El término “quetzalli“, en el caso de Quetzalcoatl, significa precioso, debido al plumaje reluciente del dragón. Recordemos que las plumas eran utilizadas por los pueblos americanos a manera de joyas y las plumas del quetzaleran las más preciosas de todas. De ahí que el término haya pasado de ‘serpiente emplumada’ a ‘serpiente preciosa’ o ‘hermosa serpiente voladora’, que es un término más conceptual y no una mera traducción literal. La serpiente preciosaposee un plumaje de brillantes colores en donde predomina el verde turquesa, además de un gran tocado de plumas rodeando su cabeza a manera de melena. Y en una pirámide americana está representado que en el equinoccio baja una serpiente del cielo. Aparece representado en muchas culturas como ornamento en muchos objetos y monumentos, desde vasijas ornamentadas hasta templos y edificios. La serpiente preciosa es casi exclusivamente identificada con el dios toltecaQuetzalcóatl, el que fue reverenciado por múltiples culturas del Valle de México, como los teotihuacanos, los propiostoltecas y hasta los tenochcas, como podremos evidenciar en el arte de cualquiera de estos pueblos. Alfonso Caso lo traduce como “mi gemelo precioso“, debido a que Venus aparece a un lado y otro del cielo, representando a Quetzalcóatl yTezctlipoca, según sea de mañana o al caer la noche.
Xiuhcóatl , o serpiente de fuego, se trata de una serpiente, color verde turquesa, que puede verse en los cielos nocturnos cuando cruza el firmamento como estrella fugaz. Su apariencia es similar a la de la ‘serpiente preciosa’, pero se puede diferenciar, ya que en algunas ocasiones es representado como roja, con flamas turquesa alrededor de su cuerpo, y con un tocado de largas plumas en vez de la melena característica de la serpiente preciosa. Además, frecuentemente se la representa con un cascabel en la punta de la cola. Según las historias del Popol Vuh, Tepew y Kukumatz fueron dos dioses que tomaron forma de serpientes y dieron forma y orden a todo lo creado a partir del caos primitivo. Cabe destacar que Kukumatz comparte muchas características con el maya Kukulkán o el tolteca Quetzalcóatl. No obstante, varios estudiosos de las culturas mesoamericanas no consideran correcto utilizar el concepto de “dragón“, para referirse a las serpientes sagradas objeto de culto de dichos pueblos. En torno a Los Andes se creía en el poder que ejercían las “serpientes del abismo marítimo y de la montaña esplendorosa“. Estas eran criaturas de grandes proporciones que también eran consideradas dragones. Así, por ejemplo, las que se veneraban en los Andes centrales difieren de aquéllas de los extremos del Imperio Inca. Los dragones de la mayor parte de Sudamérica estaban ampliamente relacionadas con enormes serpientes que se remontaban con los orígenes de la humanidad, coincidiendo con otras regiones del planeta. Pero, a diferencia del viejo mundo, estos dragones no presentan unicidad ni en sus características predominantes ni en sus actitudes, aún siendo de aspectos semejantes. De hecho, tales dragones mantenían una historia de conflictos entre, sí que se remonta al primitivo pasado de las culturas americanas. La leyenda de Ten Ten y Cai Cai Vilu refleja el enfrentamiento de ambas serpientes (Mar y Tierra) por el futuro del pueblo Mapuche. Los Muiscas, pueblo indígena de Colombia, creían en Chiminigagua, dios creador en forma de serpiente de fuego, que bajo a la sagrada laguna de Iguaque y creó a los padres de la humanidad, Bachue y su joven acompañante. Vivieron y tuvieron hijos que, después de un tiempo, los dejarían hasta convertirse en dos serpientes acuáticas para vigilar a su pueblo, dentro de la laguna de Iguaque. El primer Zaque de la sabana de Bogotá, hijo de Sue o el sol (o de Chia, la Luna o deidad maligna) era un hombre en forma de dragón de color verde. Los dragones de Europa arrojaban fuego, envenenaban las aguas y raptaban doncellas. O esto era lo que se decía de ellos para que se les considerara un enemigo común con el que todos desearan acabar. Se les culpaba de plagas y de épocas de carestía de alimentos, ya que no sólo podían atacar físicamente, sino que dominaban los secretos de la magia con la que podían maldecir o hechizar sin que la gente lo notara. Ya fueran europeos o asiáticos, todos los cronistas coinciden en afirmar que los dragones eran tan antiguos como el propio mundo, criaturas que surgieron de las mismas entrañas del Caos con el nacimiento de la Tierra y el Cielo.
Su imagen cambia según las épocas y el lugar, pero suelen tener unas características generales en común: una bestia serpentina con una piel de escamas que actuaba como la mejor de las armaduras. De hecho, cada vez que un ejemplar era muerto, se entraba en la disputa de quién se quedaría con la piel para usarla como armadura o escudo impenetrables. También tenían unas armas mortíferas, como eran su aliento, ya fuera en forma de fuego o de aire helado, sus garras y su misma sangre, que resultaba un ácido muy potente al contacto con los seres humanos. También se les relacionaba con una vista sobrenaturalmente e incluso nos encontramos con relatos antiguos en los que la misma mirada del dragón era capaz de fulminar a sus adversarios. Muchas veces encontramos figuras de dragones en los emblemas de distintos ejércitos. Era una creencia extendida la de que el animal que acompañaba en la batalla prestaba su fuerza a los hombres que luchaban en ella, y esta es, sin duda, la razón por la que esa imagen es tan común. Los soldados persas iban a la guerra llevando delante de sus ejércitos grandes figuras de dragones con las que pretendían espantar a sus enemigos. Los romanos ya pintaban dragones en sus estandartes y los guerreros de las tierras escandinavas tenían como costumbre adornar las proas de sus barcos, a los que llamaban drakar, con cabezas de dragones, que les prestarían su fuerza en caso de combate. Sin embargo, a pesar de las buenas relaciones que con estos seres se daban en algunas tierras, sobre todo en Oriente, donde aún se celebran muchas fiestas con la exhibición de dragones, la realidad más extendida fue de una oposición entre la especie de los dragones y la humana. Los hombres que mataban a un dragón se convertían en héroes. Incluso los hombres olvidaron las ocasiones en las que los dragones habían estado de su lado. Asimismo, los dragones se volvieron más fieros y hubo enfrentamientos crueles. Dejaron de batallar conjuntamente, y al final los dragones acabaron convirtiéndose en lo que hoy son, un mito fantástico, una leyenda del pasado.
Tal vez, inteligentes y sabios como habían sido siempre, fueron ellos mismos los que optaron por permanecer ocultos, por refugiarse en nuestro olvido, quizás hartos de que los hombres acabaran una y otra vez enzarzados en las mismas batallas de siempre, eternas y repetidas. Allí, relegados al mismo olvido que tantos otros seres mágicos, contactaron con otros seres, como los gnomos, hadas, elfos, unos poderosos magos a quienes, si lograban hacerse dignos de su admiración, a veces servían. Incluso amazonas sin miedo llegaron a cabalgar sobre sus lomos, volando por los aires. Smok Wawelski, también conocido como El Dragón de Wawel Hill, o simplemente The Wawel Dragon, es un famoso dragón del folclore polaco. Cuenta la leyenda que este maligno animal vivía antiguamente en una caverna debajo de Wawel Hill, en la ribera del río Vístula, que atraviesa Cracovia, Polonia. Algunas historias y tradiciones indican que los dragones existían con anterioridad a la fundación de la ciudad, cuando el área todavía era ocupada sólo por granjeros. Las catedrales de Wawel y de Cracovia se encuentran construidas sobre Wawel Hill. Allí ostentan estatuas de Smok Wawelski y una placa conmemorativa del héroe Krakus, el príncipe polaco fundador de la ciudad. Su palacio, supuestamente, se alza sobre la guarida de dragón. Actualmente se utiliza la caverna del dragón, debajo del castillo, como pieza de interés turístico. Una versión popular del cuento de Smok Wawelski indica que, durante el imperio del Rey Krak, la ciudad vivía atemorizada bajo el acecho de esta bestia de peligroso aliento de fuego, dotada de seis patas. Cada día, el maligno dragón causaba estragos en la campiña, matando gente, destruyendo sus viviendas y devorando el ganado. Se dice que este animal fabuloso disfrutaba alimentándose de jóvenes doncellas. El gobernante, ansioso de poner fin a la amenaza del dragón, utilizó una una vía para conseguirlo. Ya no quedaban más jóvenes vivas en el reino, excepto la hija del rey, llamada Wanda. Desesperado, el rey prometió la mano de su hermosa hija al caballero que fuera capaz de vencer al temible dragón. Grandiosos guerreros se acercaron desde lugares remotos para disputarse el trofeo, pero todos fueron derrotados por el animal. Un día, un pobre aprendiz de caballero, llamado Skuba Dratewka, aceptó el desafío. Rellenó un gran trozo de carne de cordero con azufre y lo colocó afuera de la caverna de dragón. Éste lo engulló de un bocado e inmediatamente comenzó a sentir una sed insoportable. Se acercó al río Vístula para beber, pero el agua no logró mitigar su estómago insatisfecho. Después de beber y beber interminablemente, explotó a orillas del río. Finalmente, Dratewka obtuvo la mano de la bella Wanda y el pueblo recuperó su felicidad.
Jorge de Capadocia es el nombre de un supuesto soldado romano de Capadocia, en la actual Turquía, mártir y más tarde santo cristiano. Nació el 275 d.C. y se dice que murió el 23 de abril del 303. Es considerado un pariente de Santa Nina. Su popularidad en la Edad Media le ha llevado a ser uno de los santos más venerados en las diferentes creencias cristianas e incluso, en un fenómeno de sincretismo en las religiones afroamericanas. La leyenda, posiblemente originada en el siglo IV, cuenta la historia de Jorge, un romano que, tras morir su padre, Geroncio, oficial del ejército romano, se trasladó con su madre Policromía hasta la ciudad natal de ésta, Lydda, actual Lod (Israel). Allí, Policromía pudo educar a su hijo en la fe cristiana y poco después de cumplir la mayoría de edad entró en el ejército. Debido a su carisma, Jorge no tardó en ascender y, antes de cumplir los 30 años, fue tribuno, siendo destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador Diocleciano (284-305 d.C.). En el 303, el emperador emitió un edicto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio, que continuó con el emperador romano, nacido en Sárdica (Tracia), Maximiano Galerio (305-311). Jorge, que recibió órdenes de participar en la persecución, confesó que él también era cristiano y Diocleciano ordenó que le torturaran sin éxito. Por ello, fue ordenado que se le ejecutara. Tras ser decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303, los testigos convencieron a la emperatriz Alejandra y a una anónima sacerdotisa pagana para convertirse al cristianismo y unirse a Jorge en su martirio. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para que fuera enterrado. La historia anterior es, en el mejor de los casos, dudosa. Sin embargo, su veneración como mártir comenzó relativamente pronto. Se tienen noticias, a través de relatos de peregrinos, de una iglesia construida en Diospolis (la antigua Lydda), en su honor, durante el reinado de Constantino I, y que se convirtió en el centro del culto oriental a Jorge. Hacia los años 518–530, el archidiacono y bibliotecario Teodosio relató que Diospolis era el centro del culto de Jorge. Un peregrino anónimo de Piacenza menciona lo mismo hacia el 570. La iglesia fue destruida en 1010 y más tarde reconstruida por los cruzados. En 1191 y durante la Tercera Cruzada (1189–1192), la iglesia fue destruida de nuevo por las fuerzas de Saladino. Una nueva iglesia fue erigida en 1872 y aún se mantiene en pie. Durante el siglo IV, la veneración al santo se extendió desde Palestina al resto del Imperio Romano de Oriente. En el siglo V su popularidad llegó a la parte occidental del imperio. En el 494 d.C., Jorge de Capadocia fue canonizado por el papa GelasioI: «…aquellos cuyos nombres son justamente reverenciados, pero cuyos actos sólo son conocidos por Dios».
Esta afirmación no evitaría la creación de diversas historias apócrifas sobre su vida, varias de ellas llenas de milagros. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, el texto más antiguo preservado sobre la vida del santo se encuentra en el Acta Sanctorum, identificado por estudiosos como un documento del siglo V, «lleno de extravagancias y maravillas más allá de cualquier credibilidad». Hacia finales del siglo VI, el abad irlandés Adomnanus, de la abadía de la isla de Iona, relata algunas de las leyendas orientales de Jorge, recogidas por el obispo galo Arkulf en su peregrinaje a Tierra Santa en el año 680. En los comienzos del Islam, el santo cristiano se unió, a través del sincretismo religioso y cultural, con el profeta judío Elías, el predicador judío samaritano Phineas y el santo islámico al-Hadr (‘el verde’, del árabe hadir) para formar una figura religiosa que era y todavía es venerada en las tres grandes religiones monoteístas. El nombre de al-Hadr es más corrientemente transcrito como al-Khidr o al-Khadir, mientras para el habla hispana sería más correcto al-Jadir o al-Jidr. La historia de al-Jidr con el profeta Moisés en el Corán árabe, al-Qur’an al-Karim, donde se le llama Musa, se encuentra en la sura 18, Surat al-Kahf. Es una historia característica para las realidades místicas y gnósticas del sufismo, la ciencia esotérica del Islam. En el siglo IX aparece otra popular historia, la de San Jorge a caballo como vencedor de un dragón. Esta historia, que es parte de la leyenda dorada, también es conocida como «San Jorge y el dragón», y es el probable origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente. Debe tenerse en cuenta que la leyenda se relata en diversas partes de Europa y Asia Menor como propia. E incluso en el Japón, donde se puede equiparar a Jorge con el dios del trueno Susano-oh, a la princesa con la doncella Kushinada y al dragón con Yamata-no-Orochi. Los detalles varían según la tradición local. La leyenda occidental medieval comienza con un dragón que hace un nido en la fuente que provee de agua a una ciudad. Como consecuencia, los ciudadanos debían apartar diariamente el dragón de la fuente para conseguir agua. Así que ofrecían diariamente un sacrificio humano que se decidía al azar entre los habitantes. Un día resultó seleccionada la princesa local.
En algunas historias aparece el rey, su padre, pidiendo por la vida de su hija, pero sin éxito. Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, aparece Jorge, que en uno de sus viajes, a menudo a caballo, se enfrenta con el dragón, lo mata y salva a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y abrazan el cristianismo. La historia del héroe Jorge, antiguamente considerada verdadera, ha sido abandonada progresivamente. Pero pocos dudan que contenga un rico simbolismo religioso, para el que se han propuesto diversas interpretaciones. Según una antigua interpretación cristiana del mito, Jorge sería el creyente, el caballo blanco la Iglesia, mientras que el dragón representaría el paganismo, la idolatría, la tentación y Satanás. Algunos historiadores laicos consideran que la historia tiene raíces más antiguas que las cristianas. En Capadocia, como una de las primeras regiones en adoptar al santo, puede que haya habido una integración de elementos paganos. Un candidato a predecesor de Jorge de Capadocia es el dios Sabacio, padre celestial de los frigios, conocido como Sabazius por los romanos. Su imagen a caballo arrollando a una serpiente es el origen de la popular imagen de San Jorge sobre un caballo blanco. Por otra parte, la historia de Jorge y el dragón tiene muchos elementos comunes con el antiguo mito griego de la princesa etíope Andrómeda y su salvador y posterior esposo, Perseo, vencedor de la gorgona Medusa. En ambos casos hay un dragón o Gorgona, con su decapitación, una princesa y una recompensa. En un caso el matrimonio y en el otro la conversión de la ciudad. Algunas de las leyendas sobre Jorge y el dragón sitúan la acción en Libia, que antiguamente representaba toda África del norte al oeste de Egipto. Es decir, la acción en ambos casos se sitúa en distantes reinos «mágicos». Finalmente, el origen podría estar en una manifestación alternativa de Miguel Arcángel, que está al frente de las huestes celestiales. Se puede demostrar que en el reino franco merovingio ya se veneraba a Jorge de Capadocia en el siglo VI. Sin embargo, no fue hasta la Alta Edad Media, la época de las cruzadas y de la caballería, que se extenderá el culto en Europa. Jorge se convirtió en el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalén, el15 de julio de 1099. Como miles Christi, es decir, ‘soldado de Cristo’, se convirtió en patrón de los caballeros y soldados, y en protector de algunas órdenes religiosas militares, como la Orden Teutónica (siglo XII) o los templarios. Hacia el siglo XII, la leyenda áurea se extendió por Europa. Santiago de la Vorágine (1230 –1298), arzobispo de Génova, escribió la Legenda sanctorum, una colección de fábulas sobre distintos santos. La historia de Jorge de Capadocia destacaba entre otras. El libro, por el valor que tenía a ojos de los lectores del siglo XIII, acabó conociéndose como Legenda aurea o Leyenda dorada. La información contenida en sus 177 capítulos, actualmente se considera falsa, pero de notable valor literario. Se estima que el libro tuvo una profunda influencia en la extensión de la leyenda en Occidente, tanto a nivel popular como en la literatura y la pintura de Europa Occidental. En los últimos siglos de la Edad Media, Jorge se convirtió en patrón de ciudades, burgos y casas nobles. También llegó a ser el primero de los 14 santos protector de los animales domésticos.
Como derivación de la anterior leyenda tenemos la de Sant Jordi, en Catalunya. Cuenta la leyenda que la ciudad de Montblanc vivía aterrorizada por un gran dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los animales. Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y, para ello, todos los días se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón. Uno de esos días la mala suerte le tocó a la hija del rey. Ella era una mujer joven y bella muy admirada por los habitantes del pueblo, en especial por su padre, quien se resistía a entregarla en sacrificio. Al ver el sufrimiento del rey, muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazar a la princesa, pero el rey se negaba a que otros tuvieran que pagar por la suerte de su hija. Además, él era consciente de que su hija hacía parte del pueblo y por tanto debía seguir las normas que hasta el momento se habían pactado. La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en dirección hacia el gran dragón, la princesa se detenía algunos instantes para mirar su pueblo con gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo. Este caballero llamado Jordi, se enfrentó al dragón tan pronto este apareció. Libraron una gran batalla hasta que el caballero le incrustó una gran lanza al dragón. De la sangre que derramó el dragón nació un hermoso rosal que Jordi entregó a la princesa después de haber ganado la batalla. Así nace la tradición de que el 23 de abril, día de Sant Jordi, todos los enamorados le regalen una rosa a sus novias. Dice una leyenda que cuando todavía las aguas no estaban controladas y los ríos en su desborde arrasaban los campos, la diosa madre procreó benéficos descendientes que terminaron ordenando ese caos diluvial. Trabajando en el control de los ríos, de los lagos, del mar y de las nubes, los brillantes dragones navegaron por las aguas y el cielo. Con zarpas de tigre y garras de águila, rasgaban con estruendo las cortinas de lo alto que, chispeando ante el descomunal embate, dejaban en libertad a las lluvias. Ellos dieron cauce a los ríos, contención a los lagos y profundidad a los mares. Hicieron cavernas de las que brotaba el agua y por conductos subterráneos las llevaron muy lejos para que surgieran de pronto, sin que el asalto abrasador del sol las detuviera. Trazaron las líneas que se ven en las montañas para que la energía de la tierra fluyera, equilibrando la salud de ese cuerpo gigantesco. Y muy frecuentemente tuvieron que luchar con las obstrucciones que provocaban los dioses y los hombres ocupados en sus irresponsables afanes. De sus fauces brotaba como un humo la niebla, vivificante y húmeda, creadora de mundos irreales. Con sus escamosos cuerpos serpentinos cortaban las tempestades y dividían los tifones. Con sus poderosos cuernos; con sus afilados dientes, ningún obstáculo era suficiente, ningún enredo podía permanecer.
Otra leyenda dice que hace mucho tiempo, cuando no había ríos ni lagos en la Tierra sino solamente el mar del Este, habitaban en él cuatro dragones: el Gran Dragón, el Dragón Amarillo, el Dragón Negro y el Dragón Perlado. Un día, los cuatro dragones volaron desde el mar hacia el cielo, en donde comenzaron a jugar con las nubes. De pronto uno de los dragones dijo a los demás “¡Vengan rápido a ver esto, por favor!”. “¿Qué sucede?” preguntaron al unísono los otros tres, mirando hacia donde apuntaba el Dragón Perlado. Abajo, en la Tierra, se veía una multitud ofrendando panes y frutas y quemando incienso. Entre el gentío se destacaba una anciana de cabellos blancos, arrodillada en el suelo con un niño pequeño atado a su espalda. Ella rezaba: “Dios de los Cielos, por favor, envíanos pronto la lluvia para que tengamos arroz para nuestros niños”. Y es que no había llovido por largo tiempo. Los cultivos se secaban, la hierba estaba amarilla y la tierra se resquebrajaba bajo el sol ardiente. “¡Cuán pobre es esta gente!” dijo el Dragón Amarillo, “y morirán si no llueve pronto”. El Gran Dragón asintió. Entonces propuso “Vayamos a rogarle al Emperador de Jade para que haga llover”. Dicho lo cual dio un salto y desapareció entre las nubes. Los demás lo siguieron de cerca y todos volaron hacia el Palacio del Cielo. El Emperador de Jade era muy poderoso, pues estaba a cargo de los asuntos del cielo y de la tierra. Al emperador no le agradó ver a los dragones llegar a toda velocidad. “¿Qué hacen aquí? ¿Por qué no se comportan como es debido y se quedan en el mar?”. El Gran Dragón se adelantó y dijo: “Los cultivos de la Tierra se secan y mueren, su majestad. Le ruego que envíe pronto la lluvia”. “Muy bien. Primero vuelvan al mar y mañana enviaré la lluvia”, dijo el emperador. Los cuatro dragones le agradecieron y regresaron muy alegres. Pero pasaron diez días y ni una sola gota de agua cayó del cielo. La gente sufría más, algunos comían raíces, algunos comían arcilla, cuando ya no hubo más raíces. Viendo esto, los dragones se pusieron muy tristes, pues sabían que el Emperador de Jade sólo se preocupaba por su propio placer y nunca se tomaba a la gente en serio.
Sólo ellos cuatro podían ayudar a la gente, pero ¿cómo hacerlo? Mirando hacia el vasto océano, el Gran Dragón dijo tener la solución. “¿De qué se trata? ¡Habla ya!” dijeron los otros tres. “Miren. ¿No hay muchísima agua en el mar en donde vivimos? Podríamos tomarla y arrojarla hacia el cielo, entonces caería como si fuera lluvia y se salvarían la gente y sus cultivos”, dijo el Gran Dragón. “¡Buena idea!” dijeron los demás aplaudiendo. “Pero, advirtió el Gran Dragón, si el emperador se entera nos castigará”. “Haría cualquier cosa con tal de ayudar a la gente” dijo el Dragón Amarillo. “Entonces comencemos. De seguro no nos arrepentiremos” dijo el Gran Dragón. El Dragón Negro y el Perlado no se quedaron atrás y volaron hacia el mar para llenar sus bocas de agua, que luego soltaron sobre la Tierra. Los cuatro dragones iban y venían y el cielo se oscureció de tanta actividad. No pasó mucho rato hasta que el agua del mar estaba derramándose en forma de lluvia sobre toda la Tierra. “¡Llueve, llueve! ¡Los cultivos se salvarán!” toda la gente saltaba y gritaba de alegría. Las espigas de trigo y el sorgo se enderezaron. El Dios del Mar descubrió lo que estaba sucediendo e informó al emperador. “¿Cómo se atreven los cuatro dragones a dar lluvia sin mi permiso?”. El Emperador de Jade estaba furioso y ordenó a las tropas del cielo que apresaran a los dragones. Los dragones, en evidente inferioridad numérica, no pudieron defenderse y pronto fueron arrestados y llevados al Palacio del Cielo. “Ve y pon cuatro montañas sobre los cuatro dragones, para que nunca más puedan escapar” ordenó el emperador al Dios de las Montañas. Este uso su magia para que cuatro grandes montañas aparecieran volando y cayeran sobre los cuatro dragones. Aún así, los dragones nunca se arrepintieron de sus actos. Decididos a ayudar a la gente por toda la eternidad, se convirtieron en cuatro ríos, que corrieron atravesando las montañas y los valles, cruzando el territorio de oeste a este para llegar finalmente a su hogar, el mar. Y así se formaron los cuatro grandes ríos de China: el Heilongjian (Dragón Negro) en el norte, el Huanghe (Río Amarillo) en el centro, el Changjiang(Yangtze, o Gran Río) en el sur y el Zhujiang (Perlado) mucho más al sur. El nacionalismo romántico alemán del siglo XIX hizo un intento por unir el cristianismo, generalizado en la sociedad alemana, con la idea de un pueblo identificado con una raza y una cultura milenaria. Se quiso crear un neopaganismo basado en los mitos germánicos, pero el problema era que se desconocía casi todo de ellos. Lo que se conocía mejor eran las tradiciones medievales y las historias épicas de Parsifal o de los Nibelungos, que sirvieron de inspiración a uno de los grandes ideólogos del nacionalismo alemán, el compositor Richard Wagner. Sus óperas se basan en historias épicas medievales, con las que buscaba reforzar el sentimiento patriótico del pueblo alemán y dotarlo de un pasado mítico, en los años en que el estado alemán, derivado del estado prusiano, se estaba formando.
El problema residía en que esas historias medievales tenían mucho simbolismo de origen cristiano, mientras que uno de los grandes mitos del nacionalismo alemán era su identificación con el ideal de la pureza aria, acompañada de un fuerte antisemitismo. Y como el cristianismo era de origen judío, se consideraba una religión antinatural para los pueblos germánicos. Ante eso había dos alternativas: negar el cristianismo y explicarlo como un invento judío para el sometimiento de los pueblos arios, o bien germanizarlo. Esa era la solución menos traumática, porque el cristianismo no podía ser eliminado tan fácilmente de la sociedad alemana. Eso fue lo que hicieron algunos, como el propio Wagner. Se consideró que Jesús y sus discípulos eran de origen ario y, de esta manera, los símbolos cristianos que aparecían en las epopeyas medievales se consideraron símbolos del poder de la sangre del pueblo elegido, que se decía no era el judía sino germánica. Otros plantearon que el cristianismo no servía para el pueblo alemán y que era un invento judío, pero aún así mantuvieron símbolos teóricamente cristianos. Consideraban que eran símbolos unidos a la historia del pueblo alemán a través de las leyendas medievales. El grial estaba unido históricamente al pueblo alemán debido a la búsqueda que protagonizaron los caballeros del Parsifal. El hecho de que su origen estuviese en Palestina no parecía afectarles. Lo mismo pasó con la lanza de Longino, que había pasado de un emperador a otro. Era un símbolo del poder de los emperadores germánicos y no simplemente una reliquia cristiana.
La veneración por lo ario, que se inició durante el siglo XIX, derivó de los estudios lingüísticos del siglo XVIII, que descubrieron el parentesco entre el sánscrito, el avéstico (persa antiguo) y muchas de las lenguas europeas y, de esta manera, el origen de los pueblos europeos se situó en algún lugar de Asia Central (Tibet, Cachemira, los montes Altai…). Se considera que en algún tiempo remoto salió de allí el pueblo ario, que colonizó la India (siendo sus descendientes las castas superiores hindúes), Persia, Oriente Próximo y Europa. El gran filosofo Schopenhauer se inspiró en el hinduismo y los textos sagrados sánscritos, y Nietzsche en el mazdeísmo y los textos avésticos, Los europeos, ateos y neopaganos, habían descubierto un origen alternativo a la tradición judeocristiana, una historia distinta a la que se contaba en la Biblia. Existía una raza primigenia, con su lengua y su religión, de la que ellos eran descendientes. La lengua primitiva era la más perfecta, nacida del contacto con la naturaleza, y su máxima expresión era la poesía épica, con lo que se podían unir las epopeyas griegas, las sagas nórdicas y los romances medievales, así como los restos del espíritu de la lengua original común. La religión original era un culto a la naturaleza, muy diferente del cristianismo, que era totalmente ajeno a la raza aria. Aunque hubo quien también quiso buscar en las raíces del cristianismo esta religión original, quitándole todas las impurezas que se le habían añadido a lo largo de los siglos. Así no era necesario renunciar al cristianismo, sino que solamente había que alejarlo de su influencia judía. A medida que se realzaba la raza aria y su expansión llevando consigo la civilización, caía en desgracia la raza judía de la Biblia, por su resistencia a esa influencia civilizadora. Al mismo tiempo, por influencia de la teoría de la evolución, empezó a extenderse la idea de la degradación de la raza: la raza aria primitiva había ido corrompiéndose por el mestizaje y perdiendo sus valores originales. Todo esto, más el ocultismo y las sociedades secretas de la segunda mitad del siglo XIX, está en el origen de las teorías esotéricas nazis (ver el artículo “los enigmas del nazismo”). Tolkien conocía muy bien las tablillas sumerias, con sus sorprendentes revelaciones (ver otros artículos del blog sobre la civilización sumeria). Si nos fijamos en el génesis explicado en “el Silmarillion“, se ven las similitudes con la antigua Sumer. En el texto de “el Silmarillion” se escribe: “En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa”.
Todo parece indicar que Eru representa a Anu, el dios principal de Sumer, y Ainur representa a los Anunnaki, los supuestos extraterrestres que vinieron a la Tierra desde su planeta Nibiru, fundaron la civilización sumeria y fueron reverenciados en la antigüedad como dioses. Y Melkor, equivalente a Satanás, es el ángel caído (o Lucifer), que representa al maestro Sauron. También existe otra conexión: Moriah es el nombre que usan los Illuminati para referirse a su propia Orden y Tolkien usa la palabra Moria, en referencia al reino oculto y secreto que se encuentra en los túneles bajo las Montañas Nubladas. El reino de Moria es el lugar donde se guardan los secretos de los brujos. Gandalf cayó al abismo junto con el Balrog y murió. Pero luego renació incluso más sabio y vestido de blanco en lugar de gris. El blanco es señal de sabiduría. Sin embargo, Saruman eligió el otro camino y se unió a la Orden Negra de Mordor. Con el tiempo se poder se derrumbó, como sucede con la mayoría de los magos negros y se impuso la victoria de las fuerzas del bien. Cuando el Señor de los Anillos se publicó en 1954 nadie, ni siquiera Tolkien, pensó que su trilogía llegaría a vender millones de copias y sería traducido a casi todos los idiomas. ¿Qué hay en esta historia que puede causar una reacción tan sorprendente? ¿Cómo es posible que un simple cuento de hadas pueda ser considerado como una de las más importantes obras de la literatura del siglo XX? Creemos que Tolkien tenía conocimiento de la prehistoria de la Tierra y que la historia humana se está moviendo inexorablemente hacia el final de lo que es conocido por los místicos esotéricos como la Cuarta Edad de la Humanidad. De hecho, en el Señor de los Anillos, Tolkien cuenta la historia del final de la Tercera Edad en la Tierra Media. Por ello pensamos que el Señor de los Anillos no es simplemente una alegoría. Leyendo El Señor de los Anillos, El Silmarillion, y otras obras de J.R.R. Tolkien, es evidente el paralelismo entre la obra de Tolkien y el conocimiento alquímico, así como con respecto a la creación, la historia y la prehistoria de la humanidad.
Su épica historia El Silmarillion presenta la cosmología de Tolkien desde el inicio de la creación de la Tercera Edad en la Tierra Media. La trilogía del Señor de los Anillos en realidad es el relato de la transición de la Tercera Edad a la Cuarta. De acuerdo con la tradición alquímica, el período que consideramos la “historia” se equipara con el comienzo de la Tercera Edad, Hace unos 6.500 años. Los mitos y leyendas se refieren a los acontecimientos que ocurrieron antes de este período de tiempo, en lo que podríamos considerar la “prehistoria“. Tolkien afirma que su imaginaria “historia” se supone que tienen lugar en un período real del Viejo Mundo. Curiosamente, son casi las mismas fechas de los eventos que se desarrollan en el Señor de los Anillos. Tolkien tuvo una profunda comprensión filosófica de las fuerzas que dan forma a nuestra realidad, por lo que se hizo capaz de convertirse en un testigo de la historia oculta de la humanidad, especialmente la de las culturas inglesa, celta y de los pueblos del Norte de Europa. Describió su especial sensibilidad por los patrones lingüísticos en las leyendas, que producen un efecto emocional de la misma manera que el color o la música. Se había sumergido en la belleza y la fuerza de las grandes epopeyas de Grecia, Escandinavia, Finlandia, Alemania y de otros lugares. Y quería devolver a la Inglesa una tradición épica y dotarla de una mitología propia. Tolkien ha logrado su objetivo, porque en esta obra monumental ha tocado la fibra sensible que resuena profundamente en los corazones de mucha gente. El doctor Ralph C. Wood, profesor de inglés en la Universidad de Baylor y experto en la obra de Tolkien, considera que la idea de los “dioses” se ajustaría a la mitología celta y nórdica, dos áreas de investigación que fascinaron a Tolkien. Ralph C. Wood dice: ” En la parte superior se encuentra Ilúvatar, el Padre de Todo, que corresponde aproximadamente a Aquel a quien los cristianos llaman Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y la Tierra. De él proceden todas las cosas, y con él todas las cosas retornan. Él es el principio y el fin, el que forma todos los eventos a sus propios fines. Él rara vez interviene en su creación, prefiriendo en su lugar de trabajo a través de quince seres subordinados ….”. Y luego añade: ” Manwë, buena y pura …. está más preocupada con el aire, el viento, las nubes y los pájaros que vuelan. Ella hizo las estrellas, estableció los cursos del Sol y la Luna, y estableció la mañana y la estrella de la tarde Eärendil en el cielo. Así es que ella sabe de los elfos como Elbereth (“Estrellas de la Reina”) y Gilthoniel.
Ella escucha los gritos de hombres y elfos para acudir en su ayuda y socorro.” Y continúa: “ Luego viene Melkor (“El que nace en el Poder”). Ilúvatar le dio mayor poder y el saber que a cualquiera de los otros Valar. Él desea tener su propio poder para crear cosas de la nada – para darles verdadero Ser – como el Padre que Todo lo hizo. Así que buscó en el vacío de la Llama Imperecedera, alteración del musical original que Ilúvatar había creado para mantener a los salones sin tiempo en armonía”. “Ulmo es señor de las aguas, que habita en el Océano Exterior o en las aguas debajo de la Tierra Media, en el cruce de todos los océanos y los ríos. Ulmo se preocupa mucho por los Hijos de Ilúvatar, aconsejándoles que por las apariencias, por los sueños o a través de la música de las aguas ….”. ” Irmo (“amo del deseo”) es el autor de visiones y sueños ….”. Al igual que los dioses sumerios, para Tolkien los dioses menores “eran señores de los elementos” y Ulmo era el “Señor de las Aguas“, al igual que el Enki sumerio. Los cristianos están divididos con respecto a los libros de Tolkien. Por un lado son evidentes los vínculos de su mitología con el entorno bíblico pero, por otro lado, son muy evidentes sus vínculos ocultistas. Tolkien era un hombre de muchas contradicciones. Ya en 1969 escribió una carta afirmando que “el propósito principal de la vida, para cualquiera de nosotros, es mejorar de acuerdo a nuestra capacidad para conocer a Dios por todos los medios que tengamos“. Sin embargo, el tema principal de sus obras fue su mítica Tierra Media, con un lejano e impersonal “Dios“, que podría confundir más que aclarar la naturaleza del Dios de la Biblia. En sus cartas personales expresó su cautela hacia las prácticas ocultas. Pero sin embargo él mostró a sus héroes míticos (“la Comunidad del Anillo”) con los poderes mágicos paganos que se supone que el Dios cristiano prohíbe. Por ejemplo, Gandalf es capaz de manejar una poderosa magia para la batalla con las fuerzas de la oscuridad. Asimismo, Gandalf puede usar no sólo la magia, sino también su poder personal y la espada élfica Glamdring
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Tolkien dijo una vez a un amigo jesuita algo sorprendente: “El Señor de los Anillos es, por supuesto, una obra fundamentalmente religiosa y católica, en el que el elemento religioso es absorbido en la historia y el simbolismo“. Se dice de Tolkien que era un estricto católico. Pero su mítico Dios dejó de crear antes de que su obra estuviese terminada, y esta acción creadora la transfirió a un grupo de dioses menores. Tolkien inventó una jerarquía de deidades que desafiaban las advertencias del Dios de la Biblia. Pero no importa cuáles eran las intenciones de Tolkien, porque se apoyaron claramente en su interés por lo oculto. Hoy contamos con Dan Brown y su “El Código Da Vinci“, que también ha contribuido a aumentar el interés por lo oculto. Brown afirma que es neutral con respecto a las sociedades secretas, pero sus libros presentan una imagen demasiado suave de lo que son dichas sociedades. Ahí también tendríamos que referirnos a la visión algo infantil del ocultismo en las novelas sobre Harry Potter, de JK Rowling. Los libros de Tolkien han tenido una gran influencia en mucha gente y han allanado el camino para otras formas de ocultismo. Juegos como “Dungeons and Dragons” están fuertemente influenciados por “el Señor de los Anillos“, de Tolkien. Además, sus libros han influido en que muchos otros autores hayan escrito historias similares, que impulsan el interés por el ocultismo y la magia. Y actualmente esta tendencia es impulsada por la trilogía “el Señor de los Anillos”, por Harry Potter y por otras obras. En “La Comunidad del Anillo” Gandalf cae en las profundidades de Moria y muere, solo para reencarnarse después, mucho más sabio, y transfigurándose de Gandalf el Gris en Gandalf el Blanco. En palabras de Tolkien: “Gandalf no es, por supuesto, un ser humano. No hay términos modernos precisos para decir lo que era. Me atrevería a decir que era un ángel encarnado”. Y añade: “Este ángel encarnado no cabría en el ejército de los ángeles bíblicos. Pero bien podría encajar en la jerarquía de los devas, ángeles y maestros en el sistema espiritual que se expone en la Teosofía o la Sabiduría Antigua”. Popularizada por Helena Blavatsky, la Teosofía representa una mezcla esotérica de hinduismo y ocultismo occidental que, según ella, recibió su doctrina de “maestros ascendidos“, tales como Djhwal Khul.
Se dice, pero no podemos confirmarlo, que tanto Tolkien como CS Lewis se iniciaron en la Orden Hermética del Amanecer Dorado (Golden Down), que fue una sociedad secreta basada en la magia negra. Y, por otro lado, la Golden Dawn está estrechamente relacionada con Helena Blavatsky y su Sociedad Teosófica. Clive Staples Lewis (1898 –1963), popularmente conocido como C. S. Lewis, fue un medievalista, apologista cristiano, crítico literario, académico y ensayista. Es especialmente conocido por sus novelas de ficción, especialmente por las Cartas del diablo a su sobrino, Las Crónicas de Narnia, y la Trilogía Cósmica. Lewis fue un amigo cercano de Tolkien y ambos autores fueron prominentes figuras de la facultad de inglés en la Universidad de Oxford. De acuerdo a sus memorias, tituladas “Sorprendido por la alegría”, Lewis fue bautizado en la Iglesia de Irlanda cuando nació, pero durante su adolescencia se alejó de su fe. Debido a la influencia de Tolkien y otros amigos, cuando tenía cerca de 30 años, Lewis se reconvirtió al cristianismo, siendo un participante muy activo de la Iglesia de Inglaterra. Su conversión tuvo un profundo efecto en sus obras, y sus transmisiones radiales en tiempo de guerra sobre temas relacionados con el cristianismo fueron ampliamente aclamadas. Durante una discusión sobre Tolkien y su obra, un enigmático personaje comentó que “El Hobbit” y el resto de la serie de la Tierra Media no era más que una introducción a la brujería, pero que no era conocido por casi nadie. También añadió que CS Lewis era otra figura literaria conocida que se inició en la Golden Dawn. Si esto es cierto o no, es difícil de decir. Pero, sin embargo, hay indicios de que tanto Tolkien y Lewis tenían conexiones con la Golden Dawn. Otra alegoría que también utiliza Tolkien es el de la Atlántida, el legendario continente que se hundió en el mar. En el mundo de Tolkien, la equivalencia a la Atlántida sería Númenor, la gran isla del Oeste, donde vivían grandes reyes de un linaje divino. Al igual que con la Atlántida, Númenor se hundió en el océano en una catástrofe devastadora y los sobrevivientes huyeron a la Tierra Media, donde se mezclaron con los seres normales. Esto es casi igual que la historia que se cuenta sobre la Atlántida, cuando se afirma que los sobrevivientes de sangre azul se escaparon de la catástrofe y huyeron a Egipto y otros lugares en el Mediterráneo. Aquí está de nuevo Tolkien hablando de un sueño que tuvo en relación a la Atlántida: “Númenor es mi aportación personal al mito de la Atlántida. De todos las mitologías esta es la que ha influenciado más profundamente en mi imaginación; y durante muchos años tuve un sueño recurrente sobre Atlantis.
Una cosa es cierta, Tolkien estaba fascinado por el simbolismo oculto. Su epopeya tiene gran abundancia de dicho simbolismo. La película ‘La Comunidad del Anillo” está llena de este simbolismo. En la puerta de las cavernas de los enanos de Moria encontramos una puerta de entrada que en un principio bloquea el avance. En efecto, un arco simbólico se apoya en dos pilares cubiertos por la vegetación. El arco tiene una inscripción, en una antigua forma élfica, con el texto: “Las Puertas de Durin, Señor de Moria. Habla, amigo, y entra“. También pueden verse siete estrellas y una corona y, debajo de estos, se puede ver una estrella mucho más grande (la Estrella de la Casa de Fëanor). Este motivo es muy similar al Arco Real Masón, que también tiene siete estrellas debajo del arco, que podrían mostrar 7 casas del zodiaco. Este simbolismo podría referenciar a Niburu, el planeta de los anunnaki. Hay algo digno de mención: La puerta de entrada a Moria, mostrada en la película, se reproduce directamente desde el dibujo que hizo Tolkien en su libro “El Señor de los Anillos“. Se trata de una referencia a los siete reyes enanos y sus anillos de poder. Para comprender el simbolismo de Tolkien se tiene que leer “el Silmarillion”, su otra obra. Aunque se encuentran algunos paralelismos con el simbolismo esotérico, hay que recordar que Tolkien era un devoto cristiano. Estos paralelismos pueden verse en el hecho de que sus fuentes son paganas ( “el anillo del Nibelungo” y otros mitos celtas y germánicos), y porque “el Silmarillion” accede al inconsciente colectivo de la raza humana, donde muchos de estos símbolos arquetípicos están profundamente arraigados. Tal como hemos indicado, las siete estrellas puede ser que representen los siete anillos de los Reyes enanos en lugar de ser un símbolo astronómico. Lo que es evidente es que hay un montón de imágenes que afectan al subconsciente arquetípico y la fuente original de su simbología puede ser muy profunda. Y siendo un devoto cristiano no se contradice necesariamente con veleidades esotéricas. De hecho, la mayoría de los masones son cristianos e incluso el Arzobispo de Canterbury no tiene inconvenientes en ponerse un manto Druida. Una cosa es clara, Tolkien era un hombre con grandes conocimientos y su simbolismo no es casual. Él conocía los símbolos ocultos y los utilizó para algún propósito oculto. Su mezcla de fuentes paganas y su fe cristiana le da un toque muy gnóstico, en el más amplio sentido de la palabra. Y está en línea con la mezcla de símbolos que estamos viendo. Si Nibiru fue la Estrella Mesiánica, entonces su huella arquetípica en el inconsciente colectivo sería muy fuerte, por lo que la increíble imaginación de Tolkien sería un terreno fértil para su representación.
Los paralelismos son demasiado sorprendentes para ser mera coincidencia, por lo que probablemente aplico conscientemente los símbolos provenientes de antiguas y misteriosas fuentes paganas que, en muchos casos, están en la raíz del simbolismo cristiano. Sólo a través del conocimiento de los antiguos símbolos de las escuelas esotéricas, incluyendo la alquimia, se puede ser capaz de plasmar dicho simbolismo. Y ello nos lleva a la conclusión de que Tolkien posiblemente era un iniciado. Un conjunto similar de símbolos es utilizado por Tolkien en el Reino de Gondor. Al mismo tiempo que elÁrbol Blanco de Gondor, también son evidentes siete estrellas en las banderas Gondor. En este caso, éstos no pueden denotar los siete anillos de los reyes enanos, ya que Gondor es un reino de seres humanos. Pero las cosas se vuelven aún más misteriosas cuando, hacia el final de la película ‘El Retorno del Rey’, se observan los símbolos utilizados en la coraza de Aragorn durante su coronación. Esta coraza negra muestra las mismas siete estrellas y el mismo símbolo de la corona que se utiliza en la Puerta de Moria, que tiene claras connotaciones masónicas. En este retorno del Rey hay un cierto vínculo con los símbolos del Arco Real. Y pueden deducirse evidentes analogías con un retorno mesiánico relacionada con las imágenes celestes. Puede verse un vínculo significativo con el regreso de un antiguo planeta ‘Real‘: Nibiru. Al ver este simbolismo en la película uno no puede evitar sentirse impresionado por su claro estilo egipcio. La corona tiene el aspecto de un escarabajo sagrado, pero también podría representar un Disco Alado. Si observamos una versión estilizada del Árbol Blanco de Gondor, vemos que representa una Cruz. Y ello está en consonancia con el “Talismán de Orfeo”, con su figura de Crucificado (Baco, Orfeo, Cristo) debajo del semicírculo de siete estrellas y la media luna. La cruz y el árbol puede ser símbolos intercambiables, lo cual crea un gran paralelismo entre las imágenes utilizadas por Tolkien y los antiguos símbolos esotéricos que se asocian con la Estrella Oscura. En el certificado Rosacruz anterior, el símbolo de Nibiru se eleva por encima del Sol y del zodiaco, e incluso por encima de la cruz (como el “Talismán de Orfeo”). Implica una presencia fuera del sistema solar.
Hay algunos ejemplos de la simbología masónica que se correlacionan bien con la obra de Tolkien. El más notable es un certificado de pertenencia a Sociedad Masónica Rosacruz en Inglaterra, fundada en 1886 por un grupo de masones, en que puede verse una corona y siete estrellas muy similares. Y en relación a la naturaleza de la Sociedad Masónica Rosacruz:“La calificación para ser miembro es ser un Maestro Masón y un cristiano. Tal vez lo más importante es la necesidad de estar interesado en los temas más profundos que rodean la masonería y la voluntad de su estudio. La sociedad se formó en 1865. Cada una de las ceremonias de primer orden cubre un aspecto específico de estudio esotérico y marca una etapa específica del desarrollo personal de los hermanos que participan. La sociedad anima al estudio de todos los temas misteriosos y esotéricos, no solo desde el punto de vista teórico sino también desde un punto de vista práctico. El tiempo es dedicado a la presentación de trabajos y los miembros son exhortados a escribir y presentar ponencias. Estas pueden ser sobre temas como: la astrología, la astronomía, la alquimia, la teosofía, y sobre todo la cábala”. Es interesante señalar que Frodo, el aspirante, después de completar su trabajo fue aceptado plenamente por la Hermandad, se inició y salió de su ignorante vida humana como hobbit, para unirse a los iluminados. Este hecho fue representado simbólicamente cuando Frodo dejó la Tierra Media, junto con Gandalf y los elfos, en el final de “El retorno del rey“. Bilbo también fue aceptado en la Orden después de haber demostrado que podía superar su ego y tener el control sobre la tentación del “Anillo del Poder“. Su batalla final contra la tentación del Anillo se produce en Rivendel, justo antes de que Frodo decida ir solo a Mordor. En ese momento Bilbo pasó las etapas iniciáticas de la Orden. Además, la comparación de Gandalf y Saruman es interesante. También Aleister Crowley y MacGregor Mathers (miembros de la Golden Dawn) fueron amigos al principio, pero se convirtieron en enemigos cuando Crowley salió de la Golden Dawn y se convirtió en el jefe de la OTO (Ordo Templi Orientis). Mathers nunca le perdonó el que publicase algunos de los secretos y los dos magos comenzaron una batalla que Crowley (Gandalf ) ganó, y Mathers (Saruman) terminó como un hombre derrumbado física y mentalmente, hasta su muerte. Arwen, también llamada Undómiel («estrella de la tarde»), mitad Elfo y mitad humana, era una iluminadaperteneciente a la “raza antigua“, equivalente a las razas raíces de la Teosofía de Blavatsky.
Cuando Aragorn se convirtió en rey, ello simbolizó el fin de la Tercera Edad (“el viejo Orden“) y se convirtió en el primer rey de la Cuarta Edad (“el Nuevo Orden Mundial“), el rey de la Humanidad. Al casarse con Arwen también se convirtió eniluminado. Pertenecía a la línea de sangre iluminada Real, en línea directa con Isildur (rey Salomón ). Arwen (representando el “Espíritu“) simboliza el punto de partida, cuando el rey de sangre azul del linaje Illuminati, que posee los conocimientos secretos a través de Arwen, se sienta en el trono y reina sobre la Humanidad. Otro tema interesante es el símbolo que utiliza Sauron, similar al que figura en el billete de un dólar: el ojo que todo lo ve, también llamado “ojo de Horus” u “ojo de Lucifer“, todos ellos de origen Masónico. Una discreta cruz situada en pleno centro de Hendaya, en el suroeste de Francia, junto a la iglesia de San Vicente y a pocos metros del Ayuntamiento, esconde desde hace cuatro siglos, según expertos en esoterismo y ciencias ocultas, la más terrorífica noticia de todos los tiempos: el fin del mundo. Hay que remontarse a mediados de los años veinte del siglo pasado para encontrar el origen de esta teoría, cuando un apasionado de la alquimia y los mensajes secretos, que firmaba sus libros bajo el seudónimo de Fulcanelli, descubrió la cruz en uno de sus viajes. La primera referencia a ella apareció en 1957, en su obra “el Misterio de las Catedrales”. El remate de estas conjeturas llegó en 1999 de la mano de dos especialistas estadounidenses en ciencias esotéricas, Jay Weidner y Vincent Bridge, quienes dedujeron a partir de las notas del alquimista galo que sobrevendría un gran cataclismo. En su libro publicado “Misterios de la Gran Cruz de Hendaya, la Alquimia y el Fin de los Tiempos”, de Jay Weidner y Vincent Bridges, tratan sobre esta cruz misteriosa de la población de Hendaya e indican que codifica el conocimiento detallado de la Revelación Alquímica de las Cuatro Edades. Si bien los detalles exactos se encuentran en ese libro, en general se puede declarar que la cruz de Hendaya revela que la alineación con el centro de la galaxia es como un reloj gigante cosmológico que marca las cuatro Grandes Edades (ver artículo “La interrelación entre la Tierra y los otros cuerpos celestes”). Una lectura atenta de los libros de Tolkien revela su obsesión con estas edades y, en particular, por la transición de la Tercera Edad a laCuarta Edad.
Según el académico John Major Jenkins, este momento marca el fin de la cuenta larga del calendario maya. Curiosamente la cruz de Hendaya también parece ser que indica este mismo periodo de tiempo. Ambos antiguos sistemas cronológicos parecen dar una gran importancia a la alineación con el centro de la galaxia en 2012. Así como el ecuador de la Tierra divide el planeta en dos hemisferios de Norte y Sur, el Ecuador Galáctico es el término astronómico para la línea divisoria de la Vía Láctea, separando la Galaxia en dos mitades. Similar al tiempo del Equinoccio, cuando el Sol parece cruzar el Ecuador de la Tierra y entra así en un nuevo hemisferio, así también en 1998 el Sol del Solsticio de Invierno comenzó a atravesar el Ecuador Galáctico. Considerando que el Sol es tan grande (aproximadamente uno y medio grados de ancho) y el movimiento es tan lento, nuestro Sol no cruzará el Ecuador y entrará totalmente en el nuevo Hemisferio Galáctico hasta el año 2018. Así que nosotros necesitamos entender entonces que la fecha maya de 2012 simplemente es un indicador de este periodo de 20 años de transición – el proceso de nacimiento de la Nueva Era y el punto del principio del Nuevo Ciclo Precesional de unos 26.000 años. El enigmático alquimista francés Fulcanelli, en su obra “el Misterio de las Catedrales”, explica que la Cruz de Hendaya indica el final de la Edad de Hierro o Tercera Edad. Según la tradición antigua, la Edad del Hierro es una época donde la magia negra se convierte en la religión y en el medio para el control y dominio de los seres humanos y la Tierra. Según dicha tradición, bastante catastrofista, en línea con Nostradamus, el aire y el agua se contaminarán, se producirán guerras, hambrunas y plagas que diezmarán la raza humana. El tiempo se está acelerando a medida que nos acercamos al fin de la Tercera Edad y el comienzo de un nuevo ciclo. Estos son muchos de los eventos que también se producen al final de la Segunda y Tercera Edad en El Señor de los Anillos. Tolkien utiliza este concepto de catástrofe que se produce al final de cada edad como el telón de fondo de la historia de Frodo y el Anillo. El siguiente extracto de “El Señor de los Anillos” es bastante significativo: “Un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos, y atarlos en las tinieblas”. ¿Qué es lo que impresiona tanto de la trilogía de los anillos? Seguramente es la sutileza del lenguaje de Tolkien y la forma en la que nos habla de los recuerdos de unaépoca remota. Eso es realmente lo que hace sus obras tan atractivas. Tolkien tiene un don especial para la creación de idiomas imaginarios. Es su capacidad para sincronizar nuestras capacidades auditivas con una sutil frecuencia vibratoria. Su investigación sobre las raíces del lenguaje, conocido en la tradición alquímica como el “Lenguaje de los Pájaros” o “Lenguaje de los Dioses”, lo llevaron a reflexionar sobre los misterios ocultos o mensajes secretos que nos han trasmitido los antiguos a través de la palabra hablada y escrita.
En “el Misterio de las Catedrales”, Fulcanelli describe este lenguaje sagrado como “la lengua que enseña el misterio de las cosas y da a conocer las verdades más ocultas“. Este lenguaje sagrado fue el padre de todos los idiomas, y era el “conocimiento de esta lengua lo que Jesús reveló a sus apóstoles mediante el Espíritu Santo”. Y la tradición nos dice que los hombres hablaban este lenguaje sagrado antes del incidente de la Torre de Babel, un evento que Fulcanelli describe como la causa de que esta “lengua sagrada fuera totalmente olvidada por la mayor parte de la humanidad“. Fulcanelli nos dice también que este lenguaje arcano del espíritu “utiliza una homofonía perfecta, de acuerdo con la ley fonética que rige, en todas las lenguas y sin tener en cuenta la ortografía, la cábala tradicional”. A través de su vida de investigación y su sintonía con los orígenes de la lengua sagrada, Tolkien se dio cuenta de que cada nombre, palabra o frase era la manifestación actual de miles de años de historia. En otras palabras, su estudio de la historia de la lengua representa el paradigma del conocimiento arcano que, una vez descifrado, revela la historia secreta de nuestra Humanidad. La Biblia, nos dice que: ” En el principio era el verbo“; y fue a través de sus estudios sobre los orígenes y el desarrollo de palabras y el lenguaje, así como de las leyendas de antiguas civilizaciones, que Tolkien llegó a comprender la forma que una cultura tiene de incidir en la historia. Al igual que cualquier persona que se adentra profundamente en la historia antigua, Tolkien se planteó las preguntas esenciales, ¿Cuáles son las fuerzas que dan forma a la historia?¿Cuál es su objetivo? ¿Cuál es nuestra relación con estas poderosas fuerzas? ¿Quiénes somos? Tolkien llegó a entender que era muy probable que lo que hoy consideramos seres extraños y mágicos, como los hobbits, elfos, enanos, o magos, realmente hubiesen existido en nuestro mundo. El que Tolkien creyese que estas criaturas existían en nuestro pasado no es tan relevante como el hecho de que su comprensión de la filología reveló su presencia. Tal vez su sintonía con las frecuencias de la vibración sutil del sonido, superior a la que posee la mayoría de la humanidad, le permitía viajar en el tiempo hasta una época remota y percibir la presencia de este tipo de seres. Tolkien describe el proceso por el cual creó su historia como un encadenamiento de cuentos que surgió en su mente como algo repentino. Al escuchar los sonidos fundamentales de las palabras extraídas de la cultura europea antigua, Tokien se sincronizó con el espíritu esencial de la vieja Europa y las voces de sus antepasados.
En una carta escrita en 1955, Tolkien dice: “El nombre de Frodo es un nombre verdadero de la tradición alemana y su antigua forma en inglés es Froda. Tiene una clara conexión con la antigua palabra ‘frod’, que significa etimológicamente ‘sabio por la experiencia’, y que tenía vinculaciones con las leyendas mitológicas de la Edad de Oro del Norte europeo“. De sus investigaciones filológicas y su inmersión en las enseñanzas del catolicismo, que tienen su origen en el Antiguo Testamento de los hebreos y en el Génesis, Tolkien debe haber tomado conciencia de que cada sonido tiene una frecuencia vibratoria que manifiesta el pensamiento asociado. Fulcanelli, seudónimo de un autor desconocido de libros de alquimia del siglo XX, afirma que: “El fuego secreto es la chispa vital comunicada por el Creador a la materia inerte, que es el espíritu encerrado en las cosas“. También se refiere al fuego secreto como “el espíritu universal que permite que el artista o el alquimista, como imitador de la Naturaleza y de la Gran Obra Divina, separe en su pequeño mundo las partes claras y cristalinas de la oscuridad”. También debe haber conocido los debates sobre la naturaleza del sonido y el significado metafísico del lenguaje que tuvo lugar durante la Edad Media. Tal como explicó el filósofo e historiador Jeremy Naydler en su libro “Templo del Cosmos”, se plantea la perspectiva de que todos los sonidos son sagrados y que tienen su origen en la voluntad divina. Para los alquímicos, adeptos tántricos, cabalistas, místicos sufíes y cristianos, la palabra expresa la esencia espiritual de una cosa, mientras que para los materialistas las palabras no son más que un producto de la convención humana, creadas de manera arbitraria por los seres humanos para comunicarse. Desde su punto de vista, las palabras no tienen relación alguna con la naturaleza interna de las cosas. Debido a la prevalencia del materialismo, la gran mayoría de los europeos perdieron la conexión con uno de los mayores misterios de la tradición: el conocimiento de la verdadera naturaleza sagrada del sonido y del lenguaje. Tras años de investigación y desciframiento del las claves lingüísticas, Tolkien había sintonizado con el conocimiento de esta antigua orientación espiritual en que se resaltaba el papel del sonido en la creación y en la manifestación de la realidad. En “El Silmarillion” describe el proceso de la creación de una manera que corresponde a los mitos de numerosas culturas antiguas en todo el planeta: “En el principio, Eru, el Único, que en lengua élfica es llamado Ilúvatar, hizo a los Ainur de su pensamiento, e hizo una buena música y antes que él el mundo se inició en esta música. Porque Ilúvatar hizo visible el canto de los Ainur, y ellos lo vieron como una luz en la oscuridad. Y muchos de ellos se enamoraron de su belleza y de su historia, que vieron comenzar y desarrollarse como en una visión. Por lo tanto, Ilúvatar dio Ser a esta visión y la puso en medio de la nada; y el Fuego Secreto fue enviado para que ardiera en el corazón del mundo“.
Gandalf, el mago, juega un papel destacado en la historia de la Tercera Edad en la Tierra Media. Durante su enfrentamiento con el monstruo Balrog, en las profundidades de Moria, se refiere a sí mismo como el “siervo del fuego secreto’. Tolkien, en una carta a Robert Murray, describe a Gandalf, así como a los otros magos, como “ángeles encarnados“, enviados a la Tierra Media durante la Tercera Edad, como guardianes y emisarios para ayudar a los Elfos y los Hombres en su resistencia a las fuerzas de la oscuridad, representadas por Sauron. Con reminiscencias de los grandes maestros alquímicos, el papel fundamental de los Wizards, grupo de seres aparentemente semejantes a los humanos, pero que poseen un mayor poder físico y mental, es el de fortalecer el espíritu universal de la humanidad, manteniendo sus corazones y sus mentes en el “Camino de la Luz”. Son, en esencia, la “Hermandad Hermética de la Alquimia”. Mediante esta tarea sagrada, se verá reforzado su coraje para resistir las tentaciones de las fuerzas oscuras que surgen inevitablemente. Y la misión esencial de la obra divina es la de mantener la chispa vital del fuego puro secreto y no contaminado. En los cuentos de Tolkien, como en el mundo real, incluso los grandes maestros pueden cometer errores y descender al mundo de la oscuridad. Gandalf y Saruman, siguiendo la tradición alquímica, no están exentos de ser sometidos a pruebas. Alrededor del año 1000 de la Tercera Edad, para contrarrestar el aumento de poder de Sauron, se celebró un concilio entre los Valar con el fin de elegir a los Maiar, los Ainur de menor rango que descendieron al Eä junto a los Valar para servirles y ayudarles a acabar de dar forma al mundo. El objetivo era que fueran a la Tierra Media para ayudar a los Hombres y a los Elfos a defenderse de Sauron. Estos Maiar eran los Istari, y al menos fueron cinco: Olórin (Gandalf), Curunír (Saruman), Aiwendil (Radagast), Alatar y Pallando (los Ithryn Luin o Magos Azules). El aspecto de Saruman está fuertemente influido por la figura del druida. El nombre «Saruman» fue tomado por Tolkien directamente del inglés antiguo “særu man”, que significa «hombre hábil». En los textos de Tolkien también era conocido por los Elfos como Curunír, con un significado equivalente («varón de hábiles recursos»). Saruman el Blanco era el más poderoso de los magos enviados a la Tierra Media para combatir a Sauron, materializado, como sus compañeros, en la forma física de un anciano vestido con túnica blanca.
Al cabo de un tiempo, consiguió de Beren, senescal de Gondor, las llaves de la torre de Orthanc, en Isengard, ya que estaba complacido de tener un amigo tan poderoso. Cuando la elfa Galadriel pidió la formación de un Concilio para que los Sabios decidieran como hacer frente a Sauron, Saruman se convirtió en su cabeza, por sus amplios conocimientos sobre la formación e historia de los Anillos de Poder. En una reunión de este Concilio, Gandalf pretendió que se atacara la fortaleza de Dol Guldur, pero Saruman se opuso, ya que en ese tiempo estaba buscando el Anillo para sí y pensaba que lo encontraría antes que Sauron, si dejaban a éste en paz. Cuando se enteró de que los siervos de Sauron estaban registrando el Anduin entendió que el Anillo había aparecido, y apoyó entonces el ataque a Dol Guldur para impedir que Sauron lo encontrara, siendo ésta la última vez que ayudó a los Sabios. En la historia de la lucha continua de Gandalf en busca de la luz, como lo demuestran sus actos abnegados en contraste con los actos terribles de Saruman, Tolkien vuelve a poner de relieve la elección inevitable que todos debemos tomar, no importa cuán lejos nos elevemos en el conocimiento, poder e influencia. El propio Gandalf se sacrifica para salvar a Frodo y el anillo, y posteriormente se transformó de Gandalf el Gris en Gandalf el Blanco. Es este acto altruista el que le transforma y le da un mayor grado de sabiduría y poder que nunca había tenido antes. Esta batalla con el Balrog en las profundidades del inframundo le permite convertirse en un más grande “siervo de la luz“, que de manera más efectiva puede luchar contra la oscuridad, representada por el poder corrupto de Saruman. Es posible que, a través de su investigación, Tolkien descubriese el mágico “Lenguaje de los Pájaros”, el lenguaje místico, perfecto y divino, considerado un lenguaje mítico, mágico y oculto, usado por los pájaros para comunicarse con los iniciados. Y descubrió que la tradición legendaria de la Alquimia también resonaba a través de este lenguaje. En el Silmarillion, Tolkien dijo:”Creo que las leyendas y los mitos son gran parte de la verdad, y de hecho presentan aspectos de ella que sólo puede ser recibido en este modo“. La cosmología de Tolkien nos lleva desde el momento de la creación a inicios de la Cuarta Edad en la Tierra Media. Y los problemas filosóficos esenciales que se encuentran en el núcleo de nuestra realidad se aclaran a través de la historia, pensamientos y acciones de sus personajes, ya sean elfos, magos u hombres.
El Creador otorgó a los seres creados el don del libre albedrío. Y los personajes de Tolkien, al igual que a todos y cada uno de nosotros, se les da la oportunidad de elegir entre el bien o el mal, el egoísmo o el altruismo, el camino de la luz o el de la oscuridad, tal como es representado por Dios y Satanás. Al igual que en epopeyas como el Ramayana y el Mahabharata, en la India, el Kalivala, en Finlandia, y la mitología nórdica, en todas las épocas ha habido una caída en la oscuridad, con una batalla entre las fuerzas del bien y del mal, a fin de configurar un nuevo mundo para los seres de la Edad venidera. La historia del mundo de Tolkien, como el nuestro, es una batalla continuada entre fuerzas opuestas: la luz y la oscuridad, el bien y el mal, la magia y el materialismo. Para tener una perspectiva más amplia sobre la Trilogía de Los Anillos, hay que echar un vistazo a la historia de la Primera Edad. Al igual que en todos los cuentos creativos, el despliegue y desarrollo de la Primera Edad comienza con un mito cosmológico. De la misma manera que en las enseñanzas de la alquimia se relata la historia de la Primera Edad o la Edad de Oro como la edad en que los dioses habitaban la Tierra. Los Valar descienden de los cielos y moran en la Tierra, a veces como seres de luz y a veces en cuerpos materiales. Pero en la epopeya de Tolkien, como en muchas de las grandes epopeyas, casi inmediatamente hay una “caída” del más grande de los Valar, llamado Melkor, que más tarde sería conocido como Morgoth en la lengua Elvin. Melkor es uno de los personajes principales de El Silmarillion y uno de los actores más importantes de todo cuanto tiene lugar en Arda desde su misma creación, conocido de todos y temido por muchos. Es el más poderoso de los Ainur en entrar en el Eä, pero por sus obras termina perdiendo sus poderes y categoría. Era el hermano de Manwë en la mente de Ilúvatar. Se le considera como el personaje más poderoso del mundo de Tolkien. Pero, sin embargo, Sauron, su lugarteniente, asciende rápidamente en la Segunda Edad del Sol proclamándose así Señor oscuro y dejando en entredicho a Melkor, que fue la fuerza original oscura durante esta Primera Edad. Después de haber caído en desgracia, en una forma que recuerda el Demiurgo de los gnósticos cristianos, entidad que sin ser necesariamente creadora es impulsora del universo, Melkor no puede crear por su propia voluntad, sino simplemente producir versiones falsificadas de los seres preexistentes por manipulación de los creados por el Único. Desde el momento en que él cayó y volvió la cara hacia el egoísmo y la tiranía, Melkor se convirtió en un ente que no podía ser ignorado.
En “El Señor de los Anillos”, Faramir de Gondor, hijo menor de Denethor II, Senescal de Gondor, y de Finduilas de Dol Amroth, y hermano de Boromir, comparte con el propio Tolkien y con Christopher, el hijo menor de éste, un sueño recurrente sobre la Atlántida. En el sueño, una gran ola arrasa y hunde un país bajo el agua, que en el mundo de Tolkien será Númenor, patria originaria de los Dúnedain. Es la tradición de la caída de la Atlántida que termina con la Segunda Edad o Edad de Plata conocida como la Edad del ritual. Es en Númenor o Atlantis donde primero se plantea la cuestión crucial de la muerte y la inmortalidad, un tema de enorme importancia en el trabajo tanto de Tolkien como de la Gran Obra de la Alquimia. En su cosmogonía, las reflexiones profundas de Tolkien en esta materia se articulan a través de la relación entre Dios y los Elfos. En su creación se otorga a cada raza un período de vida natural que es único en su naturaleza biológica y espiritual. A los Elfos les otorga la perspicacia, sabiduría y belleza, así como el don tan anhelado de la inmortalidad. Pero, al final, este precioso regalo contiene realmente su destino. Tolkien nos dice: “El destino de los Elfos es ser inmortales y amar la belleza del mundo, para ponerla a florecer plenamente con sus dones de delicadeza y perfección, para durar mientras dure“. Los Elfos deben permanecer en el mundo hasta el “fin de los días”. Desde esta perspectiva, en el mundo de Tolkien, la mortalidad, que muchos consideran la maldición de la humanidad, se percibe como un don fundamental. Tolkien cree que, a pesar de que son mortales, los seres humanos tienen una posición única y poderosa en los ciclos de la creación. Pues, desde su punto de vista, de los seres humanos no sólo entrelazarán su energía y su esencia con la de la tierra hasta el final del ciclo actual, sino que, en última instancia, jugarán un papel importante en la creación del gran ciclo siguiente. Este tema de la muerte y la inmortalidad es el punto fundamental en la historia de Númenor / Atlantis y la Segunda Edad. Al hablar de la ascensión y caída de este gran reino de los hombres, nos dice que hay tres etapas bien diferenciadas, que tienen un claro paralelismo en el mito de la Atlántida. En los albores de la Segunda Edad, los hombres buenos, que habían ayudado a los elfos en su lucha contra Melkor y Sauron, fueron dotados de gran sabiduría y una extensión de su vida tres veces la de la mayoría de los mortales. Sin embargo, comprendiendo la debilidad innata del hombre, la naturaleza del tiempo y cómo los logros en el mundo material puede dar lugar a la corrupción, los dioses colocaron una prohibición de los habitantes de Númenor: no podían ir a la ‘tierra de los inmortales’.
Al principio, los hombres de Númenor, obedientes a las leyes del Creador, no trataron de navegar hacia el oeste en dirección a la “tierra inmortal”, sino por toda la Tierra Media, con el fin de renovar y ampliar su conocimiento de la verdad, así como del alcance y la naturaleza del mundo. Todos los habitantes de Númenor vivían alineados con las leyes del Uno y entendían que la muerte no era un castigo, sino una parte intrínseca del diseño original del Creador para ellos. Y, por esta razón, Aragorn murió en aras de su libre albedrío, cuando sintió que era hora de hacerlo. Sin embargo, a medida que se desarrolló la Segunda Edad, y creció su conocimiento del arte y la magia, en lugar de aceptar el don de la belleza con gratitud, muchos de los habitantes de Númenor comenzaron a codiciar el don de la inmortalidad. Vivir en una isla, en medio del ancho mar, los convirtió en maestros en el arte de la construcción naval. Restringidas sus rutas hacia el oeste, en dirección a la bendita tierra de los inmortales, comenzaron a poner rumbo hacia el este, sur y norte. Por lo tanto, los habitantes de Númenor viajaron a través de la Tierra Media y llevaron el conocimiento de la agricultura y de la fabricación de herramientas a los hombres, que los consideraron como dioses. Pero iba creciendo su deseo de vida eterna y siempre tenían in mente un anhelo por las tierras de los elfos inmortales y de los dioses. Y, a medida que su confusión mental aumentó, disminuyó su felicidad. Y, a medida que su miedo a la muerte aumentaba, sus sabios pasaban sus días en la búsqueda de formas de prolongar la vida. Pero, al igual que los antiguos egipcios, sólo pudieron descubrir el arte de la momificación. Comenzaron a construir grandes tumbas y sus mentes se implicaron con mayor frecuencia en la búsqueda del poder y la riqueza en el mundo material. Ar-Phârazon aparece en la novela El Silmarillion. Era un Dúnadan, hijo de Gimilkhâd y sobrino del Rey Tar-Palantir. Nació en el año 3118 de la Segunda Edad del Sol con el nombre de Calion, que significa “Hijo de la Luz” en la lengua quenya. Tras la muerte de su tío en el año 3255 de la Segunda Edad, Ar-Pharazôn se ve obligado a casarse con su prima Míriel, única hija de Tar-Palartir y, por tanto, heredera del trono. Así, usurpó el trono tomando el nombre de Ar-Phârazon y se convirtió en el rey más orgulloso de Númenor. En el momento en que Ar – Pharazôn, el vigésimo quinto rey de Númenor, llegó al poder, sus habitantes había establecido grandes asentamientos en la Tierra Media y se constituyeron en los reyes y señores de los hombres. Aquí vemos una gran similitud con lo que sucedió entre los dioses anunnaki y el pueblo sumerio.
Pero, en este tiempo, la influencia de la sombra oscura comenzó a extenderse por la Tierra Media, pues a pesar de que Melkor había sido físicamente encarcelado en el vacío, su voluntad se mantuvo activa y las semillas de la corrupción que había plantado seguían creciendo entre sus seguidores y, en particular, en su siervo Sauron, en esta Segunda Edad de la Tierra Media. Consciente de la creciente amenaza de Sauron, su deseo por tener poder y dominio sobre la Tierra Media, llevó a Ar – Pharazôn a decidir hacer la guerra a Sauron. Al ver el poderío de Númenor dispuesto en su contra, Sauron , que todavía conservaba su belleza, el poder de la persuasión y el conocimiento de las Artes Negras, inteligentemente se dejó tomar como rehén y fue llevado al gran reino, donde después de tres años se congració con Ar–Pharazôn, convirtiéndose en su consejero más influyente. Al percibir el deseo de inmortalidad, que se encontraba en el centro del descontento del Rey, Sauron le habló de los poderes de Melkor, el Señor Oscuro, que podría ofrecerle el poder y la inmortalidad. Tal fue la capacidad de persuasión de Sauron, que Ar – Pharazôn dirigió su reino a la adoración de Melkor y la oscuridad, mediante la construcción de un gran templo, en donde se hicieron sacrificios horribles a Melkor, a fin de que los liberase de la muerte. Pero la muerte no se apartó de Númenor y una gran locura se apoderó de la tierra. Ar – Pharazôn, ahora totalmente bajo la influencia de Sauron, decidió navegar hacia la tierra de los inmortales para hacerles la guerra. Pero las fuerzas de la bondad y la verdad seguían viviendo en los corazones de algunos. Amandil. Dúnadan, de la isla de Númenor, hijo de Númendil y el último Señor de Andúnië, se convirtió en líder clandestino de Los Fieles en los oscuros días de Ar-Phârazon. Pues él, al igual que sus ancestros, su hijo Elendil y sus nietos Isildur y Anárion, eran leales a los Valar y a la tradición de amistad con los Elfos. Ellos fueron los antepasados de Aragorn. Ar-Pharazôn todavía lo respetaba a pesar de todo, pues los Señores de Andúnië eran los más nobles de Númenor después de los reyes y los más poderosos dentro de los consejeros del reino. De todos los cortesanos, Amandil fue el único que no prestó oídos a Sauron ni lo aduló en los días en que se volvió poderoso e influyente. Por eso, Sauron siempre odió a Amandil y a los suyos. Cuando Ar-Pharazônfinalmente decidió navegar hacia Valinor en pie de guerra, Amandil previó que tal decisión no podía significar otra cosa que el fin del mundo tal como los habitantes de Númenor lo habían conocido hasta entonces. Así se lo hizo saber a Elendil (un equivalente a Noé), y le recomendó embarcarse con su familia, en secreto, en la costa este de Númenor y huir del inminente cataclismo.
Él, por su parte, intentaría navegar al Reino Bendecido para realizar una hazaña similar a la efectuada miles de años antes por su antepasado Eärendil: pedir clemencia a los Valar para la humanidad. Así, navegó inadvertido hacia el Oeste. Nunca se supo qué fue de él. Han dicho algunos que los Hombres no podían ser salvados una segunda vez por una embajada semejante. Pero haya tenido o no éxito, lo cierto es que su hijo Elendil y la familia de éste pudieron navegar lejos de la destrucción y llegar sanos y salvos a la Tierra Media, y esto fue visto como una gracia especial de los Valar. Al llegar Ar-Phârazon con sus flotas a Valinor, los Ainur recurrieron a Ilúvatar. Éste enterró para siempre los ejércitos debajo de una montaña derrumbada, donde se dice que permanecerán hasta la Dagor Dagorath, («la batalla de las batallas» en sindarin) o la Batalla Final, equivalente al Armagedón del Apocalipsis. Después anegó Númenor (como la Atlántida), apresando a Sauron en él y provocándole la pérdida de su bello y amado cuerpo, quitándole así el poder de seducción con el que tantas veces había engañado a los Hijos de Ilúvatar. Y en el momento en que subió a la tierra de Valinor, el Creador: “mostró su poder y cambió la faz del mundo, un gran abismo abierto en el mar entre Númenor y las Tierras Inmortales, y las aguas fluyeron hacia abajo en él”. Los de Númenor se hundieron con sus barcos en el abismo. Como en la leyenda de la Atlántida, Númenor en sí fue cubierto por una gran ola y desapareció para siempre, cambiando la faz del mundo. Es interesante notar que la información descifrada de la cruz de Hendaya contiene paralelismos con esta visión de la historia humana. Divide el tiempo en cuatro épocas de alrededor de 6.500 años cada una y también lleva una inscripción que lleva a descubrir los orígenes de la Atlántida en las ruinas de Tiahuanaco, en Bolivia. Tal como se documenta en la Gran Cruz de Hendaya, el profesor Arthur Posnansky examinó las antiguas ruinas de Tiahuanaco y llegó a la conclusión de que se construyeron alrededor del 13.000 a. C. En el lago Titicaca viven criaturas de aguas muy profundas. Si al final de la Segunda Edad fue hace 13.000 años, entonces es posible que la antigua civilización que ocupó Perú desapareció de alguna manera durante el paso de la Segunda a la Tercera Edad, basada en la precesión de los equinoccios. Esta es la era de la Gran Guerra de losAnillos, como se documenta en la Trilogía de Los Anillos. Se inicia con la fundación del Reino de Gondor por los fieles de Númenór, la derrota de Sauron y la recuperación del Anillo Único de Isildur. Concluye con la destrucción del Anillo de Poder y la coronación de Aragorn como Rey de la Tierra Media. Esto señala el final de la Tercera Edad y la toma del poder por parte de las fuerzas del mal.
En cada edad estas fuerzas opuestas se enfrentan entre sí y, finalmente, se produce una gran batalla entre ellas, que se convierte en la fase de transición entre una Edad y el siguiente. No es una limpieza de la manifestación del mal, sino que al final de cada edad hay una separación de las tierras puras de los dioses inmortales, que desaparecen de la vista de los seres que aún habitan en la Tierra Media. Con la caída de Númenor (Atlántida) al final de la Segunda Edad, Tolkien nos dice: “no hay ningún hogar visible de los divinos e inmortales en la tierra. Valinor, la morada de los dioses (o Paraíso) se retira, quedando sólo en la memoria de la Tierra. Los hombres ahora pueden navegar hacia el oeste hasta donde puedan. Pero el mundo es redondo y finito, [como el Anillo]. Sólo los inmortales, los Elfos, podrán embarcarse y encontrar el ‘camino recto’, y llegar al antiguo y verdadero Oeste y estar en paz“. De acuerdo con El Señor de los Anillos y El Silmarillion, cada grupo de seres que habitan la Tierra Media no sólo tienen un lugar, sino también un tiempo. Cuando termina la Tercera Edad, Tolkien deja muy claro que la Era de los seres fantásticos que ocupan la Tierra Media, tales como los elfos, los enanos y los, magos, también termina. Los elfos inmortales se dirigen a Occidente y se desvanecen de la vista de la humanidad. En términos alquímicos esto significa que están dejando este plano de existencia. Los elfos no están dejando la Tierra Media porque quieran, sino que salen de este plano terrenal porque no tienen otra opción. Y, de esta manera, los hombres se quedan solos. Ellos han aprendido las artes de la guerra y los caminos de la magia alquímica a través de Sauron y Saruman. Incluso podría decirse que el propósito de la guerra de Sauron era destruir el mundo de los hombres, prevenir la inminente Edad del Hierro y tratar de abortar la disolución final de la Tercera Edad. En este contexto, la Gran Guerra del Anillo no es tanto un genocidio de hombres, sino una lucha de un poderoso hechicero para detener la inevitable llegada de la temida Edad de Hierro. En las cartas de J. R. R. Tolkien se dice: “Con la caída inevitable, y con la mortalidad, especialmente en lo que afecta el arte, la creatividad y el deseo. Este deseo es a la vez causado por un amor apasionado por el mundo primario real. Él se rebelará contra las leyes del creador, especialmente contra la mortalidad, dando lugar al deseo de poder, para hacer su voluntad efectiva más rápidamente mediante lo mágico“. Aquí nos encontramos con otro de los temas principales que se encuentran en la obra de Tolkien: la relación entre la creación, el arte, el deseo, el poder y la inmortalidad. Verdaderos adeptos de las grandes tradiciones esotéricas de la humanidad hablan de la trampa del poder personal y la naturaleza de dejarse imbuir por el ego individualizado y, por tanto, con el objetivo de la inmortalidad por encima de todo.
Porque así como el adepto de la tradición alquímica actúa como el artista e imitador de la naturaleza y la Gran Obra divina, se eleva en el conocimiento y se adentra en el corazón de la naturaleza y los elementos, en la búsqueda de la piedra filosofal y del elixir de la vida, tan difícil de alcanzar. Con demasiada frecuencia, como el mago Saruman en la Trilogía de Los Anillos, el adepto se convierte en víctima de desequilibrios mentales, que Tolkien describe como una perversión del arte del poder. El alquimista es seducido y pervertido por su comunión cada vez mayor con las “fuerzas ocultas” que prometen riquezas sin fin, extraordinarias habilidades físicas y psíquicas, el poder sobre los hombres y la inmortalidad. Después de haber abandonado los objetivos esenciales y espirituales del arte divino, se ven atrapados en la red, cada vez más tupida, de la oscuridad, y tienen la ilusión de que es en esencia la antítesis de la meta final de la Gran Obra. Tolkien nos dice que los elfos, mediante sus obras, muestran la diferencia entre la magia pura y sin mancha de la que nos referimos como magia negra. La Magia, en su forma esencial, es la comunión con la energía de un poder espiritual. En el fondo se trata de una pura fuerza creativa. En el mundo de Tolkien, como en el nuestro, desde la época de la primera “caída“, ha habido dos principales corrientes opuestas de esta fuerza mágica. Una es la magia o arte, lleno de luz divina y poder curativo, de aquellos cuyos corazones siguen siendo fieles a la luz, al igual que Galadriel, Elrond, Gandalf y Aragorn. La segunda corriente, según la definición de Tolkien, es la magia negra de Sauron y de todos los seres creados mediante la manipulación genética o la magia corrupta de los Elfos, Hombres y Magos cuyas mentes fueron envenenadas mediante oscuras promesas y tentaciones. Sin embargo, cuando se incrementa el conocimiento y el poder, cuando uno llega a comprender la esencia de las fuerzas de la creación, siempre existe la tentación de dirigirse hacia la Oscuridad. Tolkien, enla Comunidad del Anillo, ilustra la prueba a que se somete a cada uno de nosotros ante cada elección que hacemos. Para, después de haber sido dotados con el “libre albedrío“, como los personajes de la Trilogía del Anillo, depende de nosotros elegir qué camino vamos a seguir. Galadriel, que ha tomado parte en el drama de la Tierra desde los Días Antiguos de la Primera Edad, tiene la máxima prueba de su devoción a la Divina Ruta de la Luz cuando se le ofrece el Anillo de Frodo enLa Comunidad del Anillo. Pero, después de haber visto de primera mano los terribles resultados de este tipo de magia negra, reconoce la corrupción espiritual que conlleva la posesión del anillo. Galadriel hace su elección, alinearse con las fuerzas de la belleza universal y la armonía. Es una decisión desinteresada y sabe que con esta elección su tiempo en la Tierra Media tocará a su fin.
A lo largo de la tradición alquímica se encuentra este tipo de pruebas para el adepto. A medida que se desarrollan las pruebas hay constantes advertencias contra el uso del poder en beneficio personal. La seducción de las fuerzas satánicas para reinar en el mundo material son temas recurrentes en la literatura. Los resultados de la corrupción del alma del adepto por las fuerzas oscuras son evidentes. Pero para el verdadero adepto alquímico, convertir el plomo en oro no es más que una metáfora para el proceso por el cual se transforma la materia prima principal en el oro puro de la iluminación, en que el adepto entra en armonía total con la Divinidad. Maestros y adeptos, como subproducto de su devoción a los principios divinos y al trabajo espiritual, han adquirido ciertos poderes que nosotros llamaríamos mágicos o milagrosos. ¿Por qué Galadriel , Gandalf , Elrond , Aragorn y Faramir se niegan a aceptar el anillo? Porque saben en lo profundo de su ser que su tarea es estar al servicio de la continuidad de la visión de las leyes del Creador, único y verdadero. En el prefacio alSilmarillion, Tolkien dice: “El principal poder de todos los anillos fue la preservación de lo que se desea. Pero también aumenta los poderes naturales del poseedor de magia, para poder corromper, inducir al mal y generar un ansia de dominación“. Los Tres Anillos de Poder fueron presentados por los Elfos para mostrar sus innatas facultades creativas para preservar la belleza en el mundo. Estos anillos ayudan a ralentizar el envejecimiento y el deterioro. Pero a diferencia del Anillo Único, no confieren el poder de la invisibilidad. Al mismo tiempo, en las profundidades subterráneas de su reino del mal, Sauron forjó en secreto el Anillo Único que contenía en su interior el poder de todos los anillos. El Anillo Único le dio el control final sobre los otros anillos, otorgándole la capacidad de leer los pensamientos de quien los utiliza, la influencia en sus acciones y poderlos manipular a su voluntad. Debido al hecho de que Sauron tenía el Anillo Único, obtuvo fácilmente el control sobre las mentes y voluntades de la mayor parte de los habitantes de Númenór, conduciendo a la caída de este primer gran reino de los hombres. Para consolidar su dominio sobre la Tierra Media, Sauron había forjado en secreto el Anillo Único. Pero Tolkien nos dice que, para hacer esto, fue “obligado a dejar que una gran parte de su poder inherente pasara al Anillo Único“. Aquí Tolkien nos lleva a un tema que es muy discutido en los círculos alquímicos: el de los efectos residuales de la propia energía o fuerza vital, llamado Ka por los antiguos egipcios. Ka es la “fuerza vital“, un componente del espíritu humano, una pequeña parte del principio universal e inmortal de la vida, según la mitología egipcia.
Para los antiguos egipcios los componentes del espíritu humano eran: Ib, Ka, Ba, Aj, Ren y Sheut. Se pensaba que el Ka era creado por Jnum, en su torno de alfarero, para ser depositado en los hijos en el momento de su concepción. Jnum, “El que modela“, fue un dios creador en la mitología egipcia. Originalmente fue un dios del agua y fue representado como hombre con cabeza de carnero, tocado con la corona Atef, que era uno de los símbolos más distintivos de los faraones y dioses del Antiguo Egipto, y portando cetro. Este elemento confería la inmortalidad a cada hombre, que incluso podría transformarse en un dios, necher, si lo hubiere merecido por sus excepcionales buenas acciones durante su vida en la Tierra. Los egipcios también creían que el Ka se mantenía por medio de los alimentos. El Ka podía perdurar en el cuerpo del difunto si se conservaba momificado. Por esta razón era necesario embalsamar a los cadáveres, y se debían depositar ofrendas de alimentos a los difuntos, aunque eran los Ka de las ofrendas los que se consumían, no la parte material. El Ka de los dioses y faraones estaba indisolublemente unido a su cuerpo, mientras que los demás egipcios obtenía su Ka por mediación del faraón. Las condiciones de la vida futura en la Duat dependían del veredicto en el juicio de Osiris: “El Ka del rey posee un poder especial, procede directamente del dios y se relaciona también con los súbditos debido a que el Ka de éstos procede del rey o es el propio rey. Es uno de los elementos sustentantes de la monarquía divina y de su autoridad. El Ka (‘gemelo’ o ‘doble’) del rey acabó convirtiéndose en un dios-Luna, Jonsu, el Ka por excelencia del Sol“. Al colocar gran parte de su propia Ka en el Anillo Único, Sauron era capaz de influir en las mentes e incitar a cometer malas acciones. Su Ka, contaminaba y doblegaba voluntades y mentes. Como un vampiro de los cuentos antiguos, Sauron, mediante el anillo se introducía con su fuerza oscura y dejaba una huella indeleble del mal. El anillo puede, temporalmente, alargar el tiempo de vida de un ser vivo y lenta e inevitablemente absorber su fuerza vital. Tolkien nos dice que “tan grande era el poder del Anillo que cualquier persona que lo utilizó fue dominado más allá de su fuerza de voluntad“. Gollum, Bilbo, Frodo y todos los que llevaron el anillo alcanzaron una “falsa inmortalidad”, o como el eminente erudito e historiador Robert Lawlor lo llama, “inmortalidad prematura“, que es a la vez una indicación de nuestros deseos de una Edad de Oro y una trampa en la que se condenará a nuestras almas. Esta falsa inmortalidad destruye el verdadero regalo de la humanidad, que se encuentra en la posibilidad de la comunión definitiva con lo Divino.
Al final de la Cuarta Edad, el Anillo envuelve como una malla. Este es el fin de la seducción del Anillo de Tolkien. Pero hay que darse cuenta de que el anillo es una adicción. Boromir no pudo resistirse a su llamada. La lastimosa criatura Gollum, cuyo nombre y naturaleza es probable que derive de las leyendas de los golems, creado por los magos alquimistas del siglo XVII, es prácticamente consumido por dicha adicción. Bilbo, por un momento, se convierte casi en un ser demoníaco en su deseo de mantener el anillo. Y el brillante y desinteresado espíritu del valiente Frodo se convierte en un ser obsesionado. Este poder del Anillo se hizo claramente evidente en el debilitamiento del cuerpo y el espíritu de Frodo cada vez que decide ponerse el anillo en el dedo. En El retorno del rey, Frodo describe esta experiencia: “No hay sabor en la comida, no hay sensación en el agua, no hay sonido del viento, no hay memoria de los árboles o la hierba o una flor, ni la imagen de la luna o una estrella. Estoy desnudo en la oscuridad, Sam, no hay velo entre mí y la rueda de fuego. Empiezo a ver incluso con los ojos despiertos y todo lo demás se desvanece“. Se trata de la inserción del Ka de Sauron en el Anillo Único y su posterior invasión del “libre albedrío” del Gollum y Frodo, que redunda en la desaparición de Sauron. Frodo, mientras se encuentra en la Grieta del Destino, es dominado por la fuerza oscura de Sauron incrustada en el anillo y decide mantener el Anillo para sí mismo. Pero es su compasión, generosidad y compasión hacia las criaturas miserables, además de la avaricia devoradora de Gollum, lo que provoca la destrucción del Anillo. Con esta destrucción viene la disolución del poder de Sauron. En las antiguas enseñanzas sobre las cuatro edades, a medida que el ciclo de tiempo se desarrolla, el mundo y sus habitantes adquieren mayor densidad y, por lo tanto, una mayor “magia” se localiza en el material más denso. El Anillo es la encarnación perfecta de la densificación de las energías mágicas. De hecho, cuando Frodo se acerca al monte Doom, el Anillo a Frodo se vuelve más pesado. Frodo comienza a mostrar signos de la corrupción inherente a llevar el anillo. Esta corrupción lleva su peso todo el camino hasta el final, cuando a pesar de adversidades, Frodo, Sam y el Gollum llegan a la cima del monte Doom. En este punto, al parecer, Frodo abandona su intención de destruir el Anillo. Este aro metálico se ha convertido en una prisión de la que Frodo no puede escapar. Es sólo a través de la codicia de Gollum que el anillo cae.
Y esto es la esencia del mensaje de Tolkien. Que, aunque las probabilidades están abrumadoramente en contra de nosotros, a pesar de la codicia y la corrupción que consumen nuestras almas en esta edad final del ciclo, a pesar de que todo parece estar perdido y las fuerzas de la oscuridad están a punto de conseguir la victoria, de alguna manera el bien triunfa. Tolkien parece estar diciendo que hay fuerzas superiores que están guiando nuestra raza y nuestra especie. Estas fuerzas, que ocupan lo que podríamos llamar como “tierra alta“, extienden su mano invisible para asegurarse de que Frodo tenga éxito y que sobreviva. Tolkien nos dice que incluso el más pequeño de nosotros es importante. Que criaturas como los hobbits Frodo y Sam pueden derrotar a los poderes de las tinieblas y que tienen un aliado invisible que asegura su éxito. No es casualidad que la versión cinematográfica de El Señor de los Anillos fuese lanzado en 2001, 2002 y 2003. La Cruz de Hendaya marca el equinoccio de otoño de 2002 como el punto culminante de la historia. Utilizando la alquimia mágica de luz y sonido, fue presentada la representación cinematográfica. Unos meses antes de publicarse la versión inicial de la primera película, el final de la Cuarta Edad fue inaugurado con la destrucción de las Dos Torres gemelas en Nueva York. Fulcanelli nos advierte en “el misterio de las catedrales” que el final de esta Era llegará pronto y el hemisferio norte será juzgado por el fuego. Cuando era niño, Tolkien observó como el bosque que rodeaba su casa en Inglaterra era destruido por la Revolución Industrial. En el momento en que regresó de combatir en la Gran Guerra, las chimeneas y los fuegos infernales de la Edad del Hierro había consumido por completo el rústico y pintoresco pueblo donde se crió. Luego vio que todos sus amigos de la infancia eran asesinados y destruidos por las ametralladoras, gases venenosos y las trincheras de alambre de púas de la Primera Guerra Mundial. Mientras se recuperaba de sus heridas se sentó debajo de un roble gigante en el sur de Francia y concibió la génesis del “Señor de los Anillos”. Su profundo catolicismo y su espíritu artístico intuitivo se combinaron para crear esta historia de la final de la Tercera Edad y el amanecer de la Cuarta Edad. “El Señor de los Anillos“ también actúa como una advertencia de que nuestra época también va a terminar pronto. Esta es la razón por Tolkien diese a entender que El Señor de los Anillos era una alegoría. Para él, el Señor de los Anillos fue una mítica reinvención de la historia de Europa hace 6.000 o 7.000 años.
Desde el punto de vista alquímico, con respecto al flujo cíclico del tiempo, de la oscuridad de esta Edad de Hierro renacerá una nueva Edad de Oro de la Humanidad. La percepción del tiempo se verá alterada y en un instante nuestra realidad se transformará. Los verdaderos Maestros y adeptos de las tradiciones espirituales de todo el mundo dicen que las semillas de esta transformación existen dentro de cada uno. Y por esta razón llaman al cuerpo humano el «buque alquímico sagrado de transformación“. Por haber sido dotados por la Divinidad con el “libre albedrío“, en cada momento tenemos el poder de elegir nuestro propio camino. Como Frodo, Gandalf, Sam, Aragorn y sus amigos hicieron en El Señor de los Anillos, debemos abrir nuestros corazones y caminar por el sendero de la Luz. No porque sea fácil, sino porque sabemos que es lo correcto. Todos somos Frodo, todos y cada uno de nosotros. Al igual que Frodo, tenemos dentro de nosotros el potencial para grandes hazañas de valor y sacrificio. Frodo, al destruir el Anillo de Poder, termina con el dominio de Sauron, el mundo se purifica y comienza una nueva Era. Esta es la belleza de la narración de Tolkien. A través de esta obra elocuente y poderosa, Tolkien demuestra que él es del linaje de los grandes artistas que han influido en la Edad de Hierro. Impregnado de principios alquímicos y de una tradición espiritual antigua, que se remonta a la Tercera Edad, Tolkien fue capturado en la cúspide que une dos mundos: el mundo cristiano tradicional de los ángeles y los demonios, de las visiones de sueños, en donde lo natural y lo sobrenatural se entrelazan indisolublemente, y del mundo moderno, donde el espacio y el tiempo han sido radicalmente relativizados por los descubrimientos científicos, la exploración psicológica y la invención imaginativa. Las ideas teosóficas de H.P. Blavatsky, así como la influencia de Yeats, Steiner, Gurdjieff, Ouspensky o Annie Besant, influyeron en Tolkien, que adapto muchas de las ideas teosóficas en su mundo mítico. Por ejemplo, Gandalf y Saruman coinciden en la idea teosófico – ocultista de “maestros ascendidos“, “devas“, o seres angélicos evolucionados que fueron enviados de regreso al mundo para guiar a los seres humanos. Tal como Tolkien escribió: ”Gandalf no es, por supuesto, un ser humano (hombre o hobbit). No hay términos modernos precisos para decir lo que era. Me atrevería a decir que era un “ángel encarnado” que fue enviado a la Tierra Media cuando la gran amenaza de Sauron se cernía en el horizonte. Por ‘encarnado’ significaba que se había incorporado en un cuerpo físico capaz de sufrir dolor y cansancio“.
Fuentes:
J.R.R Tolkien – El hobbit
J.R.R Tolkien – El Silmarillion
J.R.R Tolkien – El Libro de los Cuentos Perdidos
J.R.R Tolkien – Cuentos desde el Reino Peligroso
J.R.R Tolkien – El Señor de los Anillos
J.R.R Tolkien – Cartas
Louis Pauwels & Jacques Bergier – La Rebelión de los Brujos
David Icke – Y la verdad os hará libres
H.P. Blavatsky – La Doctrina Secreta
Fulcanelli – El Misterio de las Catedrales
C.S. Lewis – Cartas del Diablo a su Sobrino
C.S. Lewis – Las Crónicas de Narnia
Wes Penre – J.R.R Tolkien y las connotaciones ocultas del “Señor De Los Anillos”
Peter Beagle – El Anillo Mágico de Tolkien
Edouard Schure – Atlántida
Louis Pauwels & Jacques Bergier – El Retorno de los Brujos