El candidato republicano vence en casi todos los estados bisagra y se impone en estados donde se esperaba la victoria de Clinton como Michigan y Wisconsin
El mundo se tambalea. Contra casi todos los pronósticos, Donald Trump, un magnate inmobiliario de 70 años, sin experiencia política alguna, el más controvertido de los candidatos que jamás había nominado el Partido Republicano, dirigirá los destinos de la primera potencia mundial durante los próximos cuatro años. Los ciudadanos estadounidenses le han elegido como su 45.º presidente, a pesar de que todo apunta a que su rival Hillary Clinton ganará por un estrechísimo margen en apoyo popular.
Las primeros en reaccionar fueron las bolsas de Londres, Tokio y México: se desplomaron. Con un escrutinio de infarto que probablemente requiera algún recuento, el candidato republicano fue superando a Hillary Clintonen cada uno de los estados clave que los sondeos habían señalado a la candidata demócrata como favorita.
A falta de un análisis pormenorizado de los resultados, todo apunta a que una movilización multitudinaria de última hora del electorado conservador, no detectada en los sondeos, brindó la victoria a Trump y cumplió la tradición según la cual los estadounidenses no entregan el mando a un mismo partido para tres mandatos consecutivos. Ronald Reagan y George Bush padre fueron la excepción que confirma la regla.
La victoria de Trump abre una etapa de incertidumbre de consecuencias todavía imprevisibles teniendo en cuenta que el candidato republicano ha defendido durante la campaña un giro de 180 grados tanto en la política doméstica como en la política exterior. El nacionalismo político, el proteccionismo económico y el aislacionismo militar que preconiza el presidente electo marcarán una inflexión en Estados Unidos y en el mundo.
Para comprobarlo, sólo hace falta repasar el plan anunciado por Trumppara sus primeros cien días de gobierno: derogar la reforma sanitariaimpulsada por el presidente Obama que ha dado cobertura médica a veinte millones de estadounidenses, iniciar la deportación masiva de inmigrantes en situación irregular, renegociar el acuerdo de libre comercio de América del Norte, retirar a Estados Unidos del acuerdo Comercial Transpacífico, y nombrar un juez conservador para cubrir la vacante de Antonin Scalia en el Tribunal Supremo.
Aunque el gran reto que se va a encontrar el nuevo presidente es reconciliar un país profundamente dividido, empezando por su propio partido, con la mayoría de los líderes conservadores que se han enfrentado con él. Con todo, la victoria de Trump viene además reforzada por el triunfo republicano en el Congreso. Mantendrá la mayoría en la Cámara de Representantes y también la del Senado .
En su discurso como vencedor, Trump ha usado un tono suave con el que se ha comprometido a unificar el país y a mantener el diálogo con todos los gobiernos extranjeros.
Más allá del resultado, las elecciones más insólitas de la historia de Estados Unidos han puesto de
manifiesto la profunda crisis que sufre el sistema político bipartito que ha regido los destinos de la primera potencia mundial prácticamente desde su fundación. Republicanos y demócratas se han revelado incapaces de aglutinar todas las sensibilidades de su espectro político-ideológico. El país está dividido y ambos partidos ensimismados en batallas internas que enfrentan posiciones irreconciliables.
manifiesto la profunda crisis que sufre el sistema político bipartito que ha regido los destinos de la primera potencia mundial prácticamente desde su fundación. Republicanos y demócratas se han revelado incapaces de aglutinar todas las sensibilidades de su espectro político-ideológico. El país está dividido y ambos partidos ensimismados en batallas internas que enfrentan posiciones irreconciliables.
Por edad, por perfil y por su nivel de impopularidad, el 45.º presidente no podrá ni tendrá tiempo suficiente para resolver los problemas, pero le corresponde iniciar la transición, instar la reforma del sistema para que nadie se sienta tan excluido como ahora y todos puedan volver a soñar. No parece un desafío factible para la renovada hegemonía conservadora. Las batallas libradas entre Hillary Clinton y Bernie Sanders en el campo demócrata y la de Donald Trump con la dirección del Partido Republicano no son meros episodios. Son la expresión política de la división del país.
Ahora, los negros que votaron a Obama no han querido entregar el mismo cheque en blanco a Clinton; los jóvenes blancos o negros que auparon a Sanders se han desentendido de la candidata más representativa del establishment. Buena parte de los hispanos conservadores que en Florida votaban republicano han optado esta vez por la candidata demócrata por la cuenta que les trae. Los blancos de la clase obrera que estaban afiliados a los sindicatos, principal lobby del Partido Demócrata, se han pasado con armas y bagajes a las filas del candidato republicano más beligerante. Y, al revés, los financieros de Wall Street y los militares que siempre habían apostado por el Grand Old Party (GOP) han huido despavoridos cuando han escuchado las ocurrencias de Donald Trump para refugiarse bajo las faldas de su amiga Hillary Clinton.
A partir del 20 de enero, el nuevo inquilino de la Casa Blanca se va a encontrar no sólo con un país dividido. También con unas instituciones bloqueadas. La audacia de Barack Obama ha permitido aplazar ocho años el default político de Estados Unidos, pero la política de tierra quemada practicada por las mayorías republicanas del Congreso, que han boicoteado sistemáticamente todas las iniciativas del presidente, ilustra mejor que nada el grado de inquina que ha alcanzado la política estadounidense y su secuela, la inoperancia de las instituciones.
La producción legislativa del Congreso ha sido la más baja de la historia moderna. Se ha recuperado el concepto Do-nothing Congress de los tiempos de Truman. La obsesión por el fracaso del adversario ha centrado todas las estrategias y ha relegado el interés común, hasta el punto que el 84% de los estadounidenses no aprueba la labor del Congreso. Los asuntos más trascendentales han continuado empantanados y ahora podrán desbloquearse pero de forma unilateral.
Trump ya anunció que su prioridad sería desmantelar el legado del presidente Obama. El nombramiento de un nuevo juez conservador para el Tribunal Supremo marcará el primer impacto del derribo.
Obama ya ha llamado al presidente electo para felicitarle y invitarle a la Casa Blanca con el objetivo de preparar el traspaso de poderes. La recepción de la noticia ha variado en función de desde donde llegaran las palabras. En Europa la prioridad es mantener la cooperación comercial y en seguridad, han apuntado desde Bruselas. En el continente han resonado los ecos del Brexit, sobre todo en Reino Unido y entre los líderes de la ultraderecha. En Alemania, Angela Merkel ha ofrecido a Trump cooperación, similar al mensaje de las instituciones europeas.
En el caso de Asia, China ve con buenos ojos la llegada de Trump, ya que en teoría reducirá la influencia americana en la zona, algo que potencia los tentáculos chinos, mientras que los países bajo su influencia pierden un paraguas, en forma de protección americana, muy preciado.
09/11/2016 06:19 | Actualizado a 09/11/2016 17:58
http://www.lavanguardia.com/internacional/20161109/411709442508/donald-trump-nuevo-presidente.html
"La victoria de Trump ha causado estupor en Bruselas"
Publicado: 9 nov 2016 14:05 GMT
El experto geopolítico Jeff Stone duda de que, pese a la desilusión reinante en las élites europeas, el resultado electoral en EE.UU. vaya a traducirse en cambios importantes en las relaciones entre la UE y Washington.
Francois LenoirReuters
Todo sobre este tema
Elecciones presidenciales en EE.UU.
El triunfo del candidato republicano Donald Trump en las presidenciales de este martes ha causado una gran sorpresa en las élites políticas de la Unión Europea, según el experto en relaciones internacionales Jeff Stone.
Al mismo tiempo, el analista duda de que el éxito electoral del magnate se vaya a traducir en cambios radicales en las relaciones entre Bruselas y Washington o en que la desilusión con los resultados de los comicios se manifieste a nivel oficial.
Preocupación por el euroescepticismo de Trump
"Las estructuras de la UE apostaron por Hillary Clinton, por lo que los resultados de las elecciones han sido una sorpresa y les han causado estupor. Una reacción semejante puede llegar también de los mercados europeos, que experimentaron una notable caída tras las plataformas asiáticas. Sin embargo, lo de ahora es solo una reacción emocionalvinculada con expectativas incumplidas", afirma el experto en declaraciones a la agencia TASS.
Stone recuerda que Clinton se halla más cerca de la mayoría de los líderes europeos en varias materias que lo está Trump.
En primer lugar, la derrotada es conocida por su labor como secretaria de Estado y su elección habría confirmado la continuidad de la política exterior de Obama.
En segundo lugar, son muchas las declaraciones de Trump que le han hecho ganarse fama de populista, una realidad equiparable al euroescepticismo, un fenómeno especialmente rechazado en las estructuras de la UE.
En tercer lugar, las declaraciones de Trump sobre la posible disminución de la participación de EE.UU. en la OTAN si los miembros de la UE no asignan más fondos a la defensa desesperan en Bruselas.
Pese a todo, el experto cree que los líderes europeos cursarán las felicitaciones formales habituales a Trump por su victoria y les mostrarán su disposición a colaborar con el nuevo Gobierno. La única posibilidad de que manifiesten desafecto a nivel oficial sería una demora a la hora de pronunciarse en público hasta que se cumplan todas las formalidades electorales.
¿Cambios radicales?
Stone destaca que no hay que entender las declaraciones preelectorales de Trump "como una guía de actuación". El experto admite que la política exterior de la nueva administración puede no ser demasiado diferente de la de Obama.
"Durante la campaña electoral Trump debía contraponerse a Clinton, que lógicamente abogó por el curso actual. Pero terminadas las elecciones, este factor se desvanecerá y Trump tendrá que guiarse por la lógica geopolítica y no por la partidista", precisa el experto.
Stone cree que con respecto a Rusia y Siria la política estadounidense puede experimentar cambios "aunque no hay garantías", mientras que en relación a la UE y la OTAN no se deben esperar cambios drásticos "porque hay poco margen de maniobra".
https://actualidad.rt.com/actualidad/223207-victoria-trump-causar-choque-bruselas