Era una época de efervescencia: a mediados de los 2000, con José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa, un grupo de chavales, jóvenes, socialistas, con maletines en las instituciones pero sin mayores responsabilidades, se reunía, charlaba, pensando en renovar la izquierda.
Compartían poco, excepto dos medallas en sus solapas: todos tenían hambre política y un título en Economía.
Son los Economistas 2004: licenciados que influyeron directamente en la política económica de España y que articuló, con sus salidas, sus fiestas, sus carcajadas e ideas, buena parte del PSOE que conocemos hoy en día. Y Pedro Sánchez Pérez-Castejón, un chaval madrileño del que todos destacaban su buena predisposición, era uno de ellos.
Ahí, entre cervezas y confidencias, el hoy presidente del Gobierno sintió la llamada del doctorado. También la de aterrizar algún día en la carrera de los Jerónimos y, quizás, en Moncloa. Pero si algo tenía claro era cómo conseguirlo. O, al menos, de la mano de quién.
Cachorros de la vieja guardia
Los Economistas 2004 eran los cachorros de la vieja guardia económica socialista. Jóvenes que orbitaban en torno a alguno de los grandes gurús de la época de oro del PSOE, el gobierno de Felipe González.
Todos venían de lo mismo, de los equipos de ministros y secretarios de Estado, tal y como han relatado a EL ESPAÑOL fuentes cercanas al Ejecutivo de la época.
Miguel Sebastián —que sería presidente de la Oficina Económica de Zapatero y ministro de Industria—,
Soledad Núñez —exdirectora del Tesoro—,
David Vergara —secretario de Estado de Economía—,
Inmaculada Rodríguez-Piñero—secretaria de Política Económica y Empleo en el PSOE—,
David Taguas —director de la Oficina Económica de Zapatero—
y Javier Vallés —que tambián accedería a este último cargo— son sólo algunos de ellos: economistas bien formados, que, en su mayoría, accedieron a una educación privilegiada en la Universidad de Minnesota gracias a becas del Banco de España. Todos eran amigos, todos se cuidaban.
Estaban repartidos entre la Universidad, la empresa privada y la Banca. La mayoría trabajaban en los centros de estudio o del Banco de España o del BBVA. Querían modernizar la izquierda y consiguieron articular gran parte de la política económica de Zapatero. Suyas eran las ideas del cheque bebé, por ejemplo, o la eliminación del Impuesto del Patrimonio.
Cuando Sánchez estaba estudiando, en el año 2006, recala en Economistas 2004. Era colega de varios de ellos. Los conocía, se llevaban bien. Salían, entraban, compartían tiempo. Especialmente de Carlos Mulas y Jesús Caldera, a la postre, respectivamente, director general de la Fundación IDEAS, uno, y ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, otro.
Sánchez escoge bando: siempre con Sebastián
Sánchez gustaba. A raíz de salir con ellos, comenzó a escalar en el partido. Y se posicionó: frente al bando de Pedro Solbes —con David Vergara y José Carlos Díez mano a mano—, el hoy presidente del Gobierno optó por guarecerse junto a Miguel Sebastián. Sería la decisión acertada para sus intereses: Sebastián gozaba de la confianza absoluta de Zapatero y le auparía hasta el Ministerio de Industria, tras dirigir la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno.
Allí, en Industria y en Economistas 2004, también conoció a Carlos Ocaña Orbis, conocido como Cocana, el coautor de su libro La nueva diplomacia económica española, que reflejaba su hoy entredicha tesis doctoral. Él era la mano derecha de Sebastián en la Oficina Económica del Presidente del Gobierno; después recalaría en Paradores y, finalmente, en la cartera de Industria como director general.
El propio Ocaña, tal y como adelantó ayer este periódico, afirmó conocer a Sánchez únicamente de esta etapa, cuando ya había terminado la tesis. Sin embargo, su coautoría en el manual, así como el agradecimiento del socialista en el prólogo, está ahí. “[Mi gratitud] a quienes me acompañan con su consejo y la redacción del libro, los profesores Francisco Aldecoa, Miguel Sebastián y Carlos Ocaña”.
Fuentes socialistas consultadas por este diario cuentan que “son todos los que se están viendo. El mismo núcleo de gente”. Las influencias volaban; los favores debidos, también.
Una tesis al calor del grupo
La tesis doctoral de Sánchez ha permanecido siempre oculta hasta esta semana. El propio presidente del Gobierno ha intentado, por activa y por pasiva, despejar el balón sin mostrar el trabajo, pero su táctica no ha surtido efecto. Siempre se vuelve al mismo núcleo. Siempre a las mismas sospechas.
Hace algo más de un año, Vozpópuli publicó una versión que explicaría el prolongado silencio del líder socialista sobre su tesis doctoral. En abril de 2017, este periódico relató que uno de los primeros mentores de Sánchez, Miguel Sebastián, ministro de Industria entre 2008 y 2011, habría confesado en un foro privado que el grueso del libro en el que está la tesis del actual presidente del Gobierno habría sido realizado con papeles de aquel departamento del Gobierno.
“El 90 % del libro se lo hicimos en el Ministerio (de Industria)”, descerrajó Sebastián
en aquella reunión, aunque después, de puertas para afuera, se desdijo. Sí que es cierta una cosa: que el contenido de la tesis aparece plagado de toda clase de referencias a esas etapas de gobierno de la primera década de los 2000, en especial a la fase de la presidencia de Rodríguez Zapatero. Y que la guardia de Sebastián y de Economistas 2004 acompañó a Sánchez en la presentación de aquellos libros y
en su desembarco en la Administración hace un par de meses, también.
Fuente: El Español
Según publica La Tribuna de España, Sánchez Guitián sería el autor de la Tesis de Pedro Sánchez
Así de tajante lo publica La Tribuna de España: José Miguel Sánchez Guitián, autor del libro "Marca país; España una marcalíquida" es el autor de la Tesis Doctoral de Pedro Sánchez.
Mucho se está escribiendo sobre la autoría de la tesis Doctoral de Pedro Sánchez.
La Tribuna de España ha tenido conocimiento -de fuentes de absoluta solvencia- que el verdadero autor de la Tesis doctoral del presidente Sánchez sería José Miguel Sánchez Guitián, asesor del Gabinete del Ministro de Industria, Turismo y Comercio siendo -como ayer afirmábamos- ministro Miguel Sebastián.
Además ¡y es bastante casualidad!, Sánchez Guitián fue el responsable del proyecto de Imagen de España.
Este es el nombre que desde la Ejecutiva del PSOE y desde La Moncloa se intenta que no salga a la luz: José Miguel Sánchez Guitián, que en la actualidad es profesor de Marketing y Comunicación en ESIC y en el Master en Gestión Deportiva del Real Madrid en la Universidad Europea de Madrid.
Precisamente, Nieves Sánchez Guitián ha ascendido hasta la Secretaría Ejecutiva de Emprendimiento, Ciencia e Innovación del PSOE de la mano de Pedro Sánchez.
Durante la etapa de Miguel Sebastián al frente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, José Miguel Sánchez Guitián fue uno de los hombres fuertes.
Según nuestras fuentes, en poco más de seis meses el verdadero autor de la Tesis doctoral de Pedro Sánchez habría concluído un trabajo del que, si leemos las reseñas bibliográficas de su libro, es un auténtico especialista. Pedro Sánchez había perdido su escaño como diputado y necesitaba el doctorado para poder dar clases en la Universidad.
Análisis: El doctor Sánchez, contra las cuerdas
Jesús Cacho
“En mi comunidad, donde compartimos propiedad con el matrimonio Sánchez-Gómez, hemos creado un grupo de whatsaap para jugar al pádel, y acabo de escribir a mis compañeros esta boutade”, me contaba ayer un residente en Pozuelo de Alarcón, Prado de Somosaguas, calle Tramontana, pisos por encima de los 700.000 euros: “Meted a Pedro en el grupo de inmediato; yo creo que para el sábado está de vuelta”.
El pozueleño peca ciertamente de optimismo, aunque la situación de su notorio convecino sea ciertamente apurada. Pedro Sánchez está hoy literalmente contra las cuerdas, como esos boxeadores que han recibido un gancho de derecha en la sien y buscan, la mirada perdida, el rincón de su preparador implorando cuanto antes el gong salvador.
El presidente del Gobierno que decía venir a regenerar la vida política ha mentido a los españoles, y lo ha hecho por partida doble, triple o cuádruple con la famosa tesis bodrio que ayer prometió, a la fuerza ahorcan, poner a disposición de quien quiera consultarla tras haberla mantenido durante años guardada bajo siete llaves.
La sesión en el Congreso del 12 de septiembre de 2018 pasará a los anales de nuestro parlamentarismo como aquella que sirvió para desenmascarar a un impostor. Albert Rivera pegó donde más duele en cuanto intuyó el flanco descubierto del defensor del título, y éste acusó el golpe perdiendo los papeles.
Le delató el lenguaje corporal, ese rictus que tensa su mandíbula hasta convertir su dentadura en piedras, y ese dedo amenazador del “os vais a enterar”, el colt de un pistolero a punto de apretar el gatillo, que tanto recuerda otros gestos acaecidos en la Carrera de San Jerónimo en épocas históricas dramáticas hoy felizmente superadas.
Os vais a enterar. Como ayer reveló ABC con pruebas, Sánchez plagió en 2012 buena parte de su tesis doctoral. En las 342 páginas de la misma, “existen decenas de corta-pegas demostrativos” y “párrafos completos de obras y artículos de otros autores publicados unos años antes, más informes oficiales completos y sin entrecomillar, incluida una presentación informática del Ministerio de Industria cuando su titular era el socialista Miguel Sebastián”.
“Sánchez incurrió en plagios literales, plagios mosaico -un puzle de diversas publicaciones a las que sólo alteró unas pocas palabras- y autoplagios, práctica que se ve agravada además porque copió literalmente antiguos artículos propios firmados junto a una segunda persona a la que, sin embargo, no cita.
Con este método, Sánchez completó páginas enteras de su tesis, hasta el punto de que la inmensa mayoría podría haber sido un inmenso entrecomillado” (…) “Éticamente, la tesis es un fraude y un bodrio sin valor académico alguno, que en otros países implica la dimisión de su autor. Es incomprensible que tuviera la máxima calificación”.
Efectivamente, en un país con mayor tradición democrática que el nuestro, este señor tendría que haberse ido a su casa ayer mismo, porque alguien que es capaz de urdir este fraude no puede ser presidente del Gobierno de España. Carece en absoluto de credibilidad.
Los casos son numerosos. En marzo de 2011, el ministro de Defensa alemán, Karl T. zu Guttenberg, 39 años, se vio obligado a dejar el cargo después de que el Süddeutsche Zeitungpublicara las pruebas del plagio parcial de su tesis doctoral en Derecho. Un duro golpe para el Ejecutivo de Angela Merkel.
El cuajo de nuestro personaje (“Yo soy un político limpio”, 24 de febrero de 2015) le llevó el miércoles, albarda sobre albarda, a mentir en sede parlamentaria al sostener, en el mundo de Google, que su tesis estaba disponible en la base de datos Teseo, cuando cualquier español podía comprobar que lo que allí figuraba era apenas la ficha de la misma.
El señor que ha obligado a dimitir a una ministra del montón por un quítame allá un máster de la Juan Carlos I, no puede seguir al frente del Gobierno tras haber mentido sobre su tesis doctoral, asunto más relevante por cuanto faculta para la enseñanza universitaria, mediante un trabajo que, en su mayor parte, no escribió él y que, además, plagió. “La cuestión es si usted va a asumir sus responsabilidades y si va a dimitir.
La cuestión es si esta democracia se puede permitir el lujo de estar dos años más encadenada a la corrupción del PP. Yo creo que no”. Así espetaba Sánchez a Rajoy en la memorable jornada del 30 de mayo pasado. Cambien la corrupción del PP, por la del PSOE y, más en concreto, por la personal e intransferible de Pedro Sánchez Castejón. Éste era el que venía a regenerar la vida democrática y convocar elecciones. Ni lo uno, ni lo otro.
La tesis de Pedro y los restos de Franco
Si el tipo fuera listo, además de honrado, se iría ahora mismo disolviendo las Cámaras y convocando elecciones, con el objetivo puesto en minimizar daños electorales para su partido. Pero estamos ante un superviviente, un buscavidas, un psicópata del poder que no se va a apear del cargo por nada del mundo.
Un tipo frío y manipulador, también, que tratará de resistir embarrando el campo –el miércoles, Rivera le castiga el mentón por la mañana y por la tarde él devuelve la torta a un Casado que pasaba por allí y que camina por la política española con una mano atada a la espalda por lo que todos sabemos-.
Embarrando el campo y endosando a los españoles taza y media de populismo vía memoria histórica y demás. El escándalo de la tesis arruinó ayer la gran operación de agitprop del Ejecutivo, la aprobación por el Congreso del decreto para la exhumación de los restos de Franco.
Se entiende el cabreo de Carmen Calvo, Carmen la de Cabra, la de “el dinero público no es de nadie”, ese portento, vociferando por los pasillos de la Cámara, “¡la tesis de Pedro, la tesis de Pedro, como si en este país no hubiera cosas más importantes que la tesis de Pedro, cuando acabamos de aprobar la ley más importante de la democracia…!”
Su cabezonería, su obstinación, podría hacer pagar al PSOE un alto precio en términos electorales. Se acabó la luna de miel. Salió a relucir la verdad de un Gobierno de muy bajo nivel, obligado a desmentirse de forma continua. Hay quien habla ya en el PSOE de olvidarse de mayo, porque probablemente sea necesario hacer coincidir generales con andaluzas este noviembre.
Las encuestas se han dado dramáticamente la vuelta. Y no estaría mal que el electorado diera una nueva lección a un partido cuya militancia ha sido capaz de encumbrar, tras Zapatero, a un tipo bastante más peligroso que Zapatero, un tipo que ha quedado retratado de cuerpo entero por un asunto, si me apuran, menor, una chuminada a lo Capone, siendo así que el gran culpable del escándalo que nos ocupa es una Universidad, la española, que viciada, endogámica y reñida con la excelencia, sigue siendo un cuerpo aparte, un ente extraño alejado de las preocupaciones de los españoles por el futuro.
Arde Sánchez en la hoguera de su tesis plagiada, mientras la santa compaña de un país asediado por gravísimos problemas –las pensiones, la deuda pública, el paro, la reforma del gasto, la organización territorial, el nacionalismo catalán y sus antorchas-, sigue desfilando entre la general indiferencia. Cosas de España.
SÁBADO 15 DE SEPTIEMBRE DE 2018 10:34
Fuente: Vozpopuli
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