29 noviembre, 2018
El caso de la niña que era una reencarnación del Antiguo Egipto
Reencarnación del Antiguo Egipto. Suena interesante, ¿pero es posible?
Obviamente, para quien cree sí. Para quien no, resulta mucho más difícil poder explicar lo que le ocurrió a Dorothy Eady, una chica nacida en Inglaterra en 1904.
Tenía apenas 3 años cuando cayó por las escaleras de su casa, y se dio un golpe tan fuerte que quedó inconsciente; el médico de la familia la atendió pero la declaró muerta y al volver una hora después para comenzar los arreglos del cuerpo su sorpresa fue mayúscula al encontrarse a Dorothy jugando, tan tranquila.
La niña comenzó a tener sueños recurrentes y hablaba de un edificio muy grande con columnas, y a menudo lloraba pidiendo “ir a casa”. Un buen día, un año después de aquel accidente, sus padres la llevaron al Museo Británico. La pequeña, de escasos 4 años, al entrar en las salas egipcias se soltó de su madre y corrió al pie de las grandes estatuas para besarles los pies.
Contentísima, decía que ésa era su casa y su gente; a partir de allí mostró un interés creciente en
Egipto, y en el Museo recibió de Ernest Wallis Budge las nociones para leer jeroglíficos.
Comenzó a estudiar Egiptología hasta 1930, fecha en la que viajó al país africano; allí se casó con un estudiante egipcio con quien tuvo un hijo, al que llamó Seti. A partir de allí comenzó a llamarse a sí misma Omm Seti, o “madre de Seti”.
Ruinas del templo de Seti I
El matrimonio duró poco. Tal como lo cuenta ella misma, creía ser Bentreshyt, sacerdotisa y sirvienta de la corte de Seti I, hijo de Ramsés I y Sitra y segundo faraón de la dinastía XIX.
La parte más interesante es que, además de sacerdotisa, Dorothy/Bentreshyt era también amante del faraón, y según escribe en sus diarios, tuvo encuentros amorosos nocturnos con Seti I; la primera vez se le presentó como la momia embalsamada que se conoce actualmente, pero luego con el aspecto de un hombre fuerte, aunque entrado en la cincuentena.
Cuando se casó estas “visitas” fueron platónicas, y cuando el divorcio se hizo efectivo, volvieron a sus características más eróticas.
A los 15 años, Dorothy tuvo su primer sueño lúcido con la momia del faraón Seti I, una aventura onírica que, según ella, le trajo memorias de su vida pasada. Esto llevó a que poco a poco, ya como señorita, abandonara la religión cristiana y abrazara la religión politeísta del antiguo Egipto.
A lo largo de casi diez años, Dorothy comenzó a recibir en las noches de luna llena pequeños mensajes por medio de la escritura automática. Nada de particular hubieran tenido estos mensajes si no fuera porque estaban redactados en la escritura jeroglífica de los antiguos egipcios. A través de estos comunicados, Dorothy comenzó a comprender, maravillada, su auténtica realidad.
Tomando en consideración diferentes fragmentos recibidos en días distintos, con mucho trabajo, consiguió aglutinar un pequeño manuscrito de 70 páginas. Su «confidente» desde el Más Allá, un tal Hor-Ra, le dictó en varios pasajes grandes retazos de la vida anterior de la muchacha.
Dorothy descubrió que en otra vida había sido una joven llamada Bentreshyt y que había crecido desde los 3 años en el templo de Abidos. Allí fue dejada por su padre, un militar incapaz de hacerse cargo de la niña después de que su madre, una modesta vendedora de frutas, falleciera. Como sacerdotisa, habría conocido al «dios viviente»
Seti I, del cual se enamoraría. Como amante del faraón, quedaría embarazada pero, lamentablemente, el destino de tal relación no tendría un final feliz. Un alto sacerdote del templo le dijo a Bentreshyt que la situación representaba una gran ofensa en contra de la diosa Isis y que causaría problemas al faraón, por lo que la joven decidió —o fue instigada a— suicidarse.
Se mudó a la ciudad de Abidos, donde vivió desde 1954 hasta su muerte en 1981; allí trabajó con los egiptólogos Selim Hassan y Ahmed Fakhry, demostrando una gran pericia y extraordinarios conocimientos. Fue la primera mujer empleada en el Consejo Supremo de Antigüedades egipcio, donde se desempeñó como asistente de investigación arqueológica.
Omm Seti, o Dorothy Eady
Para los que no creen en esta reencarnación del Antiguo Egipto resulta particularmente embarazoso o bastante difícil explicar cómo esta inglesa, por muy aficionada que fuese a la egiptología, pudo determinar y localizar con exactitud un jardín adjunto al antiguo Templo de Seti I.
Omm Seti insistía en que el mencionado jardín era real –aunque para un egiptólogo es bien sabido que la mayoría de los templos egipcios ostentaban tales jardines–, y fue capaz, contra todo pronóstico, de ubicar el lugar exacto donde había que hacer las excavaciones y donde encontrarían las ruinas; asimismo, predijo que se encontrarían con un túnel por debajo de la parte norte del templo, el cual consiguieron en una siguiente excavación.
Hasta ahora, una de sus últimas afirmaciones (“debajo del templo de Seti I hay una bóveda secreta que contiene una biblioteca con registros históricos y religiosos ocultos”) aún no ha sido confirmada. Lo cierto es que el templo de Seti I en Abidos fue el mismo que ella vio en sus sueños infantiles.
Entrada frontal del templo
Dorothy, u Omm Seti, no era una mujer desquiciada o loca. Todos los que trabajaron con ella durante décadas jamás la catalogarían de esa manera, era perfectamente cuerda para todos, aparte del hecho de que insistía en ser una reencarnación del Antiguo Egipto, la sacerdotisa Bentreshyt. Era impresionante, porque sus descubrimientos arqueológicos los hacía, según ella, basándose en su memoria, y no en intuiciones o investigaciones.
Por supuesto que sus colegas no le creían, dudaban de su historia, pero los descubrimientos apabullantes los dejaban sin palabras y sin argumentos. Luego de las consabidas burlas, dejaron de juzgarla, y guardaban un sabio silencio.
Pronto, la mayoría de los egiptólogos no podían negar que Omm Seti tenía un conocimiento sin precedentes de la cotidianidad en el antiguo Egipto. Uno de ellos fue el británico Kenneth Kitchen que, a pesar de no admitirlo abiertamente, le creía. Otro egiptólogo, más contemporáneo, es Nicholas Reeves, quien ha tomado en cuenta las visiones de su compatriota para la reciente búsqueda de la tumba de Nefertiti. De acuerdo a Omm Seti, la tumba de la reina egipcia estaría en el Valle de los Reyes:
«Una vez le pregunté a Su Majestad dónde estaba, y él me dijo: “¿Por qué quieres saberlo?”. Yo le respondí que me gustaría excavar la tumba, a lo que él me dijo enfáticamente: “No, no debes. No queremos que se sepa nada más de esa familia”. Pero terminó contándomelo, y lo que puedo decir es que se encuentra en el Valle de los Reyes, y está muy cerca de la tumba de Tutankamón, en un lugar donde nadie pensaría en buscar y, aparentemente, aún intacta…».
Por décadas, Omm Seti fue la inspiración de muchos investigadores. Sus historias acerca de la vida y muerte en tiempos de Seti I tocaron muchos corazones, tantos como los descubrimientos que se hicieron en base a éstas.
Por ejemplo, siguiendo la información suministrada por las visiones, Otto Schaden descubrió la tumba KV63 en el Valle de los Reyes, localizada cerca de la tumba de Tutankamón, y que contenía los restos de una mujer de la dinastía XVIII.
El final de un gran sueño
Gracias a Omm Seti podemos ver hoy la reconstrucción total del templo de Abidos. Ayudada de los numerosos viajes astrales que realizó, en los que dejaba volar fuera de su cuerpo el «akh» —término que empleaban los egipcios para llamara al astral—, esta mujer pudo reconstruir con paciencia los 2.000 bloques de relieves que hasta llegar ella, permanecían desparramados por el suelo del templo a la intemperie.
Existe un libro, La búsqueda de Omm Seti, una historia de amor eterno, de Jonathan Cott y Hanni El Zeini, sobre esta increíble historia de reencarnaciones. Allí se habla del suicidio de Bentreshyt al descubrir que estaba embarazada del faraón, pues las sacerdotisas no podían exponer al rey a ningún cuestionamiento.
Estos datos fueron aportados por el viejo amigo de Dorothy, el colaborador Hanni El Zeini, que supo de todas sus vicisitudes y conocía sus diarios, por lo que el libro no es una simple ficción sino la transcripción fiel de lo que ella escribió.
Dependiendo de cómo se vea, la idea de la reencarnación puede ser absurda o, al contrario, completamente lógica, pero sea lo que sea no es fácil, muchas veces, lograr explicar estos casos desde una visión “científica”. Parafraseando a Carl Sagan, el hecho de no poder explicar algo no significa que no tenga explicación. Así que cada uno decidirá en qué creer.
http://www.unsurcoenlasombra.com/la-amante-de-ramses-i-que-reencarno-en-una-nina-del-sxx-y-escribieron-libros-sobre-ella/