Os propongo recordar un nacimiento trascendental, desde un punto de vista histórico como el de Alejandro el Grande, un ser extraordinario. Un hombre que parecía predestinado a la conquista del mundo ya desde la cuna.
Alejandro Magno fue aquel que logró vencer al poderoso Darío III, Rey de Persia, y liberar a los griegos del yugo de los persas para luego difundir la cultura helenística por todo el mundo.
Un nacimiento así no podía ser como los demás. Un personaje tan insigne debía llegar al mundo envuelto por un aura casi mítica, acompañado de sucesos que lo relacionaran con dioses y héroes. Asi pues, tenemos el mito del conquistador macedonio.
A la venida al mundo de Alejandro Magno, se le atribuyen orígenes mitológicos. De hecho existe una mística leyenda que dice que Alejandro es descendiente directo de Zeus, Dios de los Dioses. A raíz de todas estas leyendas podemos decir que Alejandro era un ser que tenia mucho a su favor ya desde el primer momento de su vida llegando a ser mitificado por las generaciones posteriores como un ser “inmortal”.
El mito de Alejandro
La vida de este mítico héroe como la de otros personajes relevantes de la historia comienza con los presagios que anuncian la llegada de un ser dotado de inteligencia y del favor de los dioses. Estas historias míticas suelen acompañar generalmente al nacimiento de héroes, dioses o semidioses de todas las culturas en las mitologias antiguas. No olvidemos que en la Edad Antigua los augurios eran extremadamente importantes, ya que les permitían interpretar cada suceso y saber si era del agrado de los dioses o no.
Muchos siglos después, no nos es posible saber si dichos sucesos prodigiosos tuvieron lugar realmente, o si bien, fueron añadidos después a cada texto histórico como una forma de adornar cada biografía con una pincelada mítica adicional.
Estamos pues ante el nacimiento de un mito ” el mito no nace sino que se hace” un tipo de narración que explican el origen de seres maravillosos o fuerzas sobrenaturales a través de la intervención constante de dioses.
Presagios y Augurios en el nacimiento de Alejandro
El sexto día del mes que los Macedonios llamaban Panemos y los Griegos Ekatombalón (es decir, el 21 de Julio de nuestro calendario), del año 356 aC. en el palacio real de Pella, capital de Macedonia la bella hija del Rey de los Molosos (un pueblo Griego del Epiro) y mujer de Filipo II llamada Olimpia daba a luz a un niño que se llamaría Alejandro igual que su tío Alejandro III.
Se cuenta que, el día de su nacimiento, acababa Filipo de tomar a Potidea, eliberándola del dominio de Atenas,cuando mensajero llamado Plutarco llegó con el mensaje del grandioso acontecimiento. Pero es que además recibió dos noticias excelentes más: que había vencido a los Ilirios en una gran batalla por medio de Parmenión, y había vencido su caballo cojo en una competición de burros. Filipo no cabía en sí de gozo cuando los adivinos acrecentaron todavía más su alegría manifestándole que aquel niño nacido entre tres victorias sería invencible. Evidentemente aquellos fueron considerados increíbles augurios. Seguramente patrañas a raíz de la leyenda que dejó este personaje, porque es muy difícil que un caballo cojo le gane a un burro por muy burro que sea.
Poco después del nacimiento y según otra fuente invocada por Plutarco, se supo que el templo de Artemisa , en Efeso, Asia Menor, había ardido por completo, y que no había que extrañarse de que la Diosa lo hubiese dejado consumirse, ya que esa noche esta presenciando el nacimiento de Alejandro.
Pero cada cual veía las cosas a su manera: mientras los adivinos de Macedonia anunciaban a su rey un futuro radiante, para los sacerdotes y adivinos de Efeso el incendio del templo era un presagio de futuras desgracias para Asia, porque aseguraban que ese día se había encendido una llama en alguna parte del mundo que un día habría de consumirla por completo (a Asia), de lo que podemos deducir que la llama es Alejandro.
Todo esto, evidentemente, formaba parte de la mentalidad de la época y para tratar de entenderla conviene echar mano de la Historiografia y del trabajo más conocido de Plutarco “ Vidas paralelas” donde escribe por pares las biografías de griegos y romanos famosos comparándolas entre ellas.
La vida de Alejandro por Plutarco
La Vida de Alejandro de Plutarco es una de las cinco fuentes supervivientes sobre el conquistador macedonio que incluye anécdotas y descripciones de incidentes que no aparecen en otras fuentes.
Así nos lo explica en inmortal Plutarco, en el capítulo dedicado a Alejandro en su gran obra “Las vidas paralelas”como fue el nacimiento de Alejandr o El Grande :
[..."Parecióle a la esposa que antes de la noche en que se reunieron en el tálamo nupcial, habiendo tronado, le cayó un rayo en el vientre, y que de golpe se encendió mucho fuego, el cual, dividiéndose después en llamas, que se esparcieron por todas partes, se disipó. Filipo, algún tiempo después de celebrado el matrimonio, tuvo un sueño, en el que le pareció que sellaba el vientre de su mujer, y que el sello tenía grabada, la imagen de un león. Los demás adivinos no creían que aquella visión significase otra cosa sino que Filipo necesitaba una vigilancia más atenta en su matrimonio; pero Aristandro de Telmeso dijo que aquello significaba estar Olimpia encinta, pues lo que está vacío no se sella, y que lo estaba de un niño valeroso y parecido en su índole a los leones. Vióse también un dragón, que estando dormida Olimpia se le enredó al cuerpo, de donde provino, dicen, que se amortiguase el amor y cariño de Filipo, que escaseaba el reposar con ella; bien fuera por temer que usara de algunos encantamientos y maleficios contra él, o bien porque tuviera reparo en dormir con una mujer que se había ayuntado con un ser de naturaleza superior.
... y continúa diciendo:
...Nació, pues, Alejandro en el mes Hecatombeón, al que llamaban los Macedonios Loo, en el día sexto, el mismo en que se abrasó el templo de Ártemis de Éfeso, lo que dio ocasión a Hegesias el Magnesio para usar de un chiste que hubiera podido por su frialdad apagar aquel incendio: porque dijo que no era extraño haberse quemado el templo estando Ártemis ocupada en asistir el nacimiento de Alejandro. Todos cuantos magos se hallaron a la sazón en Éfeso, teniendo el Suceso del templo por indicio de otro mal, corrían lastimándose los rostros y diciendo a voces que aquel día había producido otra gran desventura para el Asia...]
Las leyendas mitológicas
A esta genealogía mítico-histórica de Alejandro cabe añadir otros ingredientes sobrenaturales como que cuando Olimpia y Filipo se casaron, la noche anterior a la de bodas Olimpia en sueños vió a un rayo penetrar en su seno, de donde salió una columna de fuego y varios torbellinos en llamas, mientras Filipo soñaba que ponía su sello representando un león grabado en el vientre de su mujer,Aristrando que luego acompañaría a Alejandro dijo – no se sella un vaso en cuyo interior no hay nada, por lo tanto, es que Olimpia esta embarazada de un hijo que tenia un corazón de león. Lo que viene a decir que Olimpia estaba embarazada de Zeus antes de casarse.
Otras fuentes dicen que Olimpia en la noche de bodas, soñó que una serpientevenia por el corredor y entraba en su dormitorio, aunque la veía no podía moverse ni gritar, luego extrañamente ya no sentía miedo, es mas, se sentía atraída por la serpiente. La serpiente se introdujo bajo sus mantas y luego de poseerla soñó que su semen se mezclaba con el de su esposo. Los sacerdotes del oráculo de Dodona, en su patria, Epiro, que este sueño encarna a Zeus en la serpiente.
También se cuenta que cuando Olimpia daba a luz a Alejandro, dos águilas estaban en el techo de Pella, presagio que anunciaba que el niño reinaría sobre dos imperios.
Conclusión
A raíz de todas estas leyendas podemos decir que Alejandro era un ser que tenia mucho a su favor ya desde el primer momento de su vida llegando a ser mitificado por las generaciones posteriores como un ser “inmortal”.
En el Blog, el
Séptimo Hombre apuntan que Alejandro simplemente fue un elegido:
…[Su nacimiento estuvo rodeado de prodigios y recibió su iniciación en los cultos mistéricos a los trece años. Su conquista de Oriente puede interpretarse como una búsqueda del encuentro con su padre Zeus-Amón para transformarse en el dios solar viviente. El misterio rodea la figura de Alejandro Magno. No sólo fue un alto iniciado, sino un auténtico elegido...]
La tumba de Alejandro Magno
¿Donde está enterrado el cuerpo de Alejandro Magno?
De Babilonia a Alejandría, pasando por Macedonia, Menfis y Siwa; Nicholas J. Saunders persigue en un libro los testimonios y las leyendas sobre el cuerpo y el sepulcro perdidos de Alejandro Magno. Viaje a uno de los grandes enigmas de la arqueología.
Dónde está Alejandro? ¿Bajo la cripta de la mezquita de Nabi Daniel en Alejandría? ¿Oculto entre las millares de momias doradas del oasis de Bahariya? ¿Desmenuzado en mil reliquias y amuletos de la tardoantigüedad?
Se ignora el paradero del cuerpo y la tumba del que fuera el mayor conquistador del mundo.
Desde que murió y fue embalsamado en Babilonia en el 323 antes de Cristo hasta que en 2002 un extravagante experto aeroespacial, Andrew Chugg, propuso que Alejandro yacía bajo el altar mayor de la basílica de San Marcos en Venecia (¡!), pasando por 1995, cuando la dudosa arqueóloga griega Liana Souvaltzi anunciara el hallazgo de su sepulcro en el oasis de Siwa -no era verdad: fue una de las grandes decepciones de la arqueología-, la historia de los restos del rey macedonio y el monumento destinado a contenerlos, el Soma, está envuelta en maravilla, misterio y leyenda. Incluso Hamlet especuló sobre el tema.
La historia de los restos del rey macedonio y el monumento destinado a contenerlos, el Soma, está envuelta en misterio.
En la aventura de la búsqueda, digna de Indiana Jones, han figurado arqueólogos, locos y visionarios.
Octavio Augusto le rompió accidentalmente la nariz a la momia al besarla en su tumba en Alejandría.
Ahora, un libro, Alejandro Magno. El destino final de un héroe, de Nicholas J. Saunders, profesor de antropología del University College de Londres (Zenith/Planeta), documenta por primera vez todas las teorías y búsquedas del emplazamiento de la tumba del personaje y de sus restos -los considera el verdadero “grial” de la arqueología-, componiendo un recorrido por la historia, el mito y la geografía realmente apasionante.
En la aventura de la búsqueda, digna de Indiana Jones, han figurado arqueólogos notables, incluso Schliemann, el descubridor de Troya (al que no le dieron permiso para excavar bajo la mezquita de Nabi Daniel), y Howard Carter, el que halló la tumba de Tutankamón, que presumió ante Farouk de que sabía el paradero de la del rey macedonio. Y también, en gran cantidad, impostores, visionarios y locos pintorescos (“los tontos de Alejandro”).
Entre estos últimos, el camarero griego Stelios Koumatsos, que a lo largo de treinta años, desde 1950, se las apañó para excavar por toda Alejandría, a menudo clandestinamente, y dijo haber entrevisto en un pasadizo subterráneo, por un agujero, un ataúd de cristal con el nombre de Alejandro. Emulaba así a ilustres y no menos estrafalarios predecesores como Alexéi Ramonsky, funcionario de la Embajada rusa de Alejandría, que aseguró en 1898 haberse topado en las bóvedas bajo la mezquita de Nabi Daniel con un bloque de alabastro negro que aguantaba una polvorienta urna de cristal dentro de la que había una figura momificada sentada en un trono.
En 1979 se registró incluso una expedición de videntes a Alejandría en busca del paradero de Alejandro
Respecto al cuerpo de Alejandro
De hecho, lo que se sabe históricamente sobre el cuerpo de Alejandro es que tras su momificación en Babilonia fue enviado en un gran carro ceremonial hacia Macedonia.
En el camino el regio cargamento fue interceptado por Ptolomeo, uno de sus generales, que se había apropiado de Egipto, y llevado al país del Nilo como un valioso instrumento simbólico de legitimación. Ptolomeo, recapitula Saunders, instaló el cuerpo en Menfis mientras le preparaba una tumba a su altura en Alejandría, la gran capital que debía potenciar Alejandro con su presencia post mortem.
De la morada funeraria que Alejandro tuvo en Menfis, durante unos veinte años, no se sabe absolutamente nada. Así que ahí hay un primer enigma arqueológico: es posible que estuviera en el área de Saqqara, quizá en conexión con el Serapeum. El momento exacto del traslado del cuerpo de Alejandro a Alejandría en su sarcófago de oro no está claro. Saunders especula con que pudo haber sido el hijo y sucesor de Ptolomeo, Filadelfo, quien se encargara de ello. En el 274 antes de Cristo, Alejandro ya estaba en Alejandría. Su estancia allí duraría siglos, casi toda la antigüedad, y lo más seguro es que el rey (o lo que quede de él) siga aún en la ciudad.
Pero parece ser que no estuvo siempre en el mismo lugar de la metrópolis. Saunders apunta que hubo otro traslado urbano, desde una primera tumba, solitaria, a otra más monumental que estaría en conexión con las de los reyes de la dinastía ptolemaica que se enterrarían en la misma área del mausoleo de Alejandro.
El historiador Estrabón, que visitó la ciudad en el 30 antes de Cristo, señala que el Soma, “que tiene un recinto donde están las tumbas de los reyes y la de Alejandro”, estaba en el distrito de los Palacios
reales, al norte de la ciudad. “Ésta era”, apunta Saunders, “la segunda y la más famosa de las tumbas de Alejandro Magno en Alejandría”.
Hoy esa zona corresponde al promontorio Silsileh, pero una parte del área antigua quedó bajo el agua con la elevación del nivel del mar y otra fue arrasada en el siglo XIX al construirse el malecón, la Corniche alejandrina.
Ni de la primera tumba ni del gran mausoleo definitivo de Alejandro, que debió ser espectacular, se ha encontrado -aquí hemos de añadir un esperanzado “aún”- ningún resto. Tampoco ha quedado, y esto es muy extraño, representación alguna. Así que, aunque Saunders rastrea cómo pudo ser la tumba, la verdad es que no tenemos ni idea de su aspecto, todo son especulaciones.
La tumba de Alejandro fue uno de los lugares más célebres de la antigüedad, un punto caliente del turismo grecorromano, y, entre el 300 antes de Cristo y el 400 de nuestra era, la visitaron todos los famosos de la época.
Sabemos que entre ellos se contaron Julio César y Octavio Augusto, que le colocó una corona de oro a la momia del conquistador -y le rompió la nariz accidentalmente al besarla: siempre se pone uno nervioso al besar a una momia-. El rey por lo visto ya no descansaba en su sarcófago original de oro, sustituido por Ptolomeo X por otro más baratito de alabastro o cristal de roca.
Tampoco poseía sus ornamentos áureos, de los que lo había despojado Cleopatra para reclutar más tropas tras la derrota de Actium. Visitantes posteriores fueron Calígula, que le quitó la coraza a Alejandro y seguramente a Adriano. Septimio Severo hizo cerrar a inicios del siglo III la tumba, que por entonces parece que estaba en conexión con algunos rituales secretos preocupantes.
Las luchas entre paganos y cristianos que devastaron Alejandría entierran definitivamente el Soma en la oscuridad del olvido y la rumorología. Saunders ofrece la muy sugerente teoría de que la tumba de Jesucristo en Jerusalén, hallada en el siglo IV, fue un oportuno contrapeso a la de Alejandro, símbolo del paganismo.
Restos de cualquiera de las tumbas de Alejandro, incluida la más importante, el Soma, perdida en el palimsesto que es Alejandría, pueden aparecer cualquier día. No hay que hacerse muchas ilusiones acerca de su estado.
La momia, más frágil, lo tiene aún peor. Puede haber sido escondida por paganos en algún lugar secreto o haber sido destruida en cualquiera de las violentas vicisitudes -humanas y geográficas- de Alejandría . Saunders propone que pudo tener un final digno del cosmopolita Alejandro: troceada y convertida en millares de amuletos desperdigados por todo el ancho mundo que una vez el joven y heroico macedonio conquistó.