Se dice que no tomaba ningún alimento de la tierra y que volaba por el aire subido en su flecha, el regalo del dios Apolo.
Curaba enfermedades mediante cánticos y libró al mundo de una plaga.
«Dicen que hubo una plaga en todo el mundo, y Apolo ordenó a los griegos y bárbaros que habían venido a consultar su oráculo que los atenienses debían rezar en nombre de todos.
Y muchas razas les enviaron embajadas.
Y dicen que Abaris llegó como embajador de los hiperbóreos, en la 53ª Olimpiada (568-565 a. C.)». – Suda, α.18 Un gran grupo de místicos legendarios aparecen en la Grecia arcaica tardía y la Grecia clásica temprana.
Abaris es fácilmente el más colorido por las extrañas historias a su alrededor, sin embargo, no mucha gente ha oído hablar sobre él. «(La constelación de Sagitta) es la flecha de un arquero, se dice que es de Apolo.
Con ella, Apolo mató a los cíclopes, los creadores del rayo de Zeus; los mató por Asclepio. Luego lo escondió en Hiperbórea, que es donde tiene un templo alado. (…) Fue enorme.
Heráclides de Pontos también (dice) en su Sobre la justicia que un tal Abaris andaba cabalgando sobre ella. Posteriormente, Apolo la convirtió en una constelación, en memoria de su batalla». – Eratóstenes, Catasterismos 29 (~ Heracleides fr. 51c Wehrli).
«Abaris cabalgó sobre la flecha, y de esta manera atravesó lugares intransitables, como ríos, lagos, marismas, montañas, etc.
Y, cuenta la historia, recitó que la flecha realizaba purificaciones y ahuyentaba plagas y tormentas de las ciudades que consideraban oportuno ayudarlo». – Jámblico, Vida Pitagórica, 91. «Como dice Heródoto, este Abaris vino de los hiperbóreos. Están al norte y al interior de los escitas.
Este Abaris fue inspirado divinamente y recorrió Grecia con una flecha, y dio varios oráculos y profecías.
El orador Licurgo dice en su Contra Menesaecmo que hubo una plaga entre los hiperbóreos, y Abaris fue a trabajar con Apolo.
Abaris aprendió oráculos de él, tomó la flecha de Apolo como señal y fue por Grecia profetizando». – Glosa sobre Gregorio de Nacianceno, ii.2.7 A Nemesius 274 (Gaisford 1812.i: 50-51).
Entre el mito y la realidad Abaris es un personaje que se supone ficticio, no obstante, a él se achaca la autoría de varios libros reales.
La Suda, una enciclopedia bizantina, enumera cinco títulos: Oráculos escita. Matrimonio del río Hebrus.
Purificaciones. Teogonía.
La llegada de Apolo a Hiperbórea. La idea de textos reales con un autor irreal parece extraña. No obstante, este tipo de cosas están por todas partes en la Grecia arcaica.
Tomemos a Orfeo por ejemplo. Orfeo era hijo de Apolo y una de las Musas, Calíope.
Visitó el inframundo, era uno de los argonautas y sus canciones podían encantar a todas las criaturas vivientes e incluso a las rocas y los ríos.
Y aún así, tenemos fragmentos de poemas que se le atribuyen, algunos que datan del siglo VI a.C.
Luego está Linus, quien compitió en un concurso musical contra Apolo.
O Epiménides, un profeta que supuestamente se durmió durante medio siglo. O Musaeus, Olimpus, o Terpander.
Todos se debaten entre la historia y el mito, pero tenemos fragmentos de su poesía.
La misma tendencia incluso puede verse con algunos poetas importantes cuyo trabajo sobrevive en mucho mejor estado. Había tradiciones biográficas detalladas, completamente ficticias, sobre Homero y Hesíodo, Safo y Solón, y otros.
Ahora bien, algunos de estos poetas fueron seguramente personajes históricos.
En cierto sentido, al menos.
Pero las historias sobre sus vidas son casi pura leyenda. Pero esas leyendas también aparecen en la poesía superviviente.
La ceguera de Homero, los encuentros de Hesíodo con las Musas y Homero, la historia de amor de Safo con Faón, etc., todas historias que gritan «embellecimiento de ficción», pero también están ahí en los poemas.
Eso debería proporcionar una pista sobre cómo interpretar lo que se nos dice sobre Abaris.
Los textos eran reales, pero son los textos los que crearon la historia de fondo del personaje. Y, al igual que Orfeo y Solón, los textos existieron en una fecha temprana.
Las citas en la parte superior de Jámblico y Gregorio Nacianceno provienen de siglos después, pero existen historias más antiguas que simplemente no son tan detalladas.
Un poema perdido de Píndaro mencionaba a Abaris en alguna conexión con Creso (fr. 270 Maehler). Heródoto menciona a Abaris como una nota al pie de su relato de Hiperbórea, pero rechaza la historia como «pura basura»: Y ese es el final de mi relato de Hiperbórea.
Porque no estoy informando la historia de Abaris, de quien se dice que es hiperbóreo. Solo mencionaré que llevó su flecha por todo el mundo sin comer. – Heródoto, Historias 4.36.
Y Platón menciona de pasada a Abaris junto con Zalmoxis (la principal divinidad del pueblo tracio de los getas), como dos místicos del norte conocidos por sus hechizos mágicos (Platón, Cármides 158b-c). Nuestras fuentes tampoco están de acuerdo sobre cuándo se suponía que Abaris había estado presente.
Dos de ellos sitúan la llegada de Abaris a Grecia en la década de 560 a.C., una en la época del rey Creso de Lidia (hoy en día data del 547/6 a.C.), otra en la década de 730 a.C.
Y una última lo sitúa tomando clases con Pitágoras, en Italia, durante su camino a casa en Hiperbórea. Hiperbórea Pero ni a pie ni por mar pudiste descubrir el camino fabuloso a la reunión de los hiperbóreos.
Apolo siempre se deleita especialmente en sus fiestas y adoración, y se ríe al ver la engreída arrogancia de las bestias.
Tampoco la Musa es ajena a sus costumbres: en todas partes las doncellas dan vueltas en la danza al son de la lira sonora y la voz estridente de las flautas.
En sus alegres fiestas se atan laurel de oro en el pelo; la enfermedad no tiene lugar entre ese pueblo santo, ni la vejez ruinosa, pero viven sin esfuerzo ni batalla, evitando el severo juicio de Némesis. – Píndaro, Oda Pitia X, 10.29-45.
Esta imagen parece ficticia, y probablemente se base en otro oscuro místico, Aristeas de Proconeso.
Pero los griegos de los siglos V-IV a.C. adoptaron Hiperbórea como nombre para un lugar real. El nombre significa literalmente «más allá del viento del norte».
La mayoría de nuestras fuentes usan el nombre para referirse a la región al norte de Escitia, o al sur de Ucrania, que era familiar para los colonos griegos en el Mar Negro.
Si el nombre fue usado por personas que realmente fueron tan al norte, presumiblemente habrían pensado que Hiperbórea se extendía a Bielorrusia y el oeste de Rusia.
Los escritores posteriores a veces tratan a Hiperbórea y Escitia como lo mismo.
Otros identifican Hiperbórea con la tierra de los cimerios. No de este cimerio definitivamente.
Por su parte, Eratóstenes, ese coloso de la geografía antigua, identificó Hiperbórea con la isla de Thule.
La única fuente de información de los griegos sobre Thule era Piteas de Masalia, quien visitó la isla en algún momento del siglo IV a.C.
Eratóstenes ideó un meridiano norte-sur que iba desde Asuán hasta Alejandría, luego Rodas, una ciudad cerca de Bizancio, luego Olbia (una colonia griega en el sur de Ucrania) y finalmente Thule.
Esto ha llevado a algunos comentaristas a intentar colocar a Thule en el Báltico. Thule como «Tile» en una carta marina.
Pero parece más probable que la Thule de Piteas haya estado más al oeste: quizás uno de los grupos de islas al norte de Escocia, las Shetland o las Islas Feroe (ver en particular la idea mal deformada de Ptolomeo de la geografía de Escocia y su relación con Thule, concebida como una pequeña isla).
Los textos
No tenemos pruebas sustanciales sobre la producción literaria de Abaris.
Lo poco que hay se puede encontrar en solo dos ediciones modernas: la edición de Kinkel de fragmentos épicos (1877: 242-243) y Fragmente der griechischen Historiker de Jacoby, ahora suplantado por el nuevo Jacoby de Brill (FGrHist 34 = Dowden 2016).
Por desgracia, hay muy pocas esperanzas de recuperar algún texto griego perdido antes del período helenístico.
Los libros que aparecen en lugares como la biblioteca de Lucio Calpurnio, en Herculano, serán casi inevitablemente contemporáneos o de figuras importantes como Aristóteles.
La única obra prehelenística menor que se ha descubierto en una copia antigua relativamente intacta es el papiro Derveni, y fue una tremenda casualidad.
Apolo y su flecha.
La única idea real que podemos tener del contenido de las obras de Abaris es la propia historia de fondo.
El problema es que, aproximadamente desde el año 300 a.C. en adelante, vemos que está contaminada por historias sobre otros místicos: e.g. el vínculo con Zalmoxis que encontramos en Platón y con Pitágoras en autores posteriores como Jámblico.
Determinar cuál es cuál no siempre es sencillo.
Pero el vínculo con Aristeas, al menos, parece tener su origen en el propio Abaris. Dowden sugiere que la idea de los orígenes hiperbóreos se basó en el relato de Aristeas sobre Hiperbórea.
Se podría decir que los candidatos más probables para elementos auténticos de la historia de fondo son: Apolo esconde su flecha en Hiperbórea, en un templo alado (Eratóstenes).
Apolo envía una plaga mundial y Atenas invita a los embajadores (incluido Abaris) y hace oraciones en nombre del mundo en el festival Proerosia (Suda; sch. Ar. Knights 729). Abaris usa ropa escita pero muestra un buen carácter (Himer. Or. 23.4-8; Str. 7.3.8).
Abaris ofrece oráculos que predicen terremotos, plagas y eventos astronómicos (Ap. Hist. Mir. 4). Abaris ahuyenta una plaga de Esparta para siempre (Ap. Hist. Mir. 4; Paus. 3.13.2; Iamb. VP 92). Abaris vuela a través de ríos y pantanos con la flecha de Apolo.
Un pasaje de Filodemo Sobre la piedad (F 1 Dowden) dice que, según Abaris, Cronos y Rea fueron los padres de los dioses, en contraste con otros poetas como Homero y Píndaro.
Un papiro fragmentario que trata de literatura (F 2 Dowden = p. Oxy. 1611) menciona a Abaris en relación con los nombres de grupos étnicos lejanos al norte, isedonios y / o asedonios.
Por otra parte, la entrada del Suda ya mencionada al principio de este artículo, termina con una extraña descripción lingüística de su nombre. κλίνεται δὲ Ἄβαρις, Ἀβάριδος, τοὺς Ἀβάριδας, καὶ κατὰ ἀποκοπὴν Ἀβάρις. «El nombre declina Abaris, Abaridos; acusativo plural Abaridas, y dando Abarīs por apocope».
Abaris, Abaridos es la forma estándar de indicar cómo un sustantivo griego puede cambiar su forma. «Apocope» significa omitir una sílaba. Pero, ¿por qué Suda está dando formas plurales? ¿Por qué iba alguien a escribir sobre «Abarises»?
Creemos que la respuesta está nuevamente en escansión (la división del verso en sus distintos componentes) y en la forma sincopada Abaris. Abáridas nunca podría caber en un poema hexámetro.
Pero Abaris, con dos sílabas cortas y una larga, sí podía.
La idea de un poema que hable de «Abarises» es una rareza. Hay que tener en cuenta que la historia de fondo de Abaris debe haber sido un componente importante de sus obras.
Podemos especular que podría haber dicho algo como «Apolo ha enviado muchos Abarises a través de los tiempos», o «Esparta no necesitará más Abarises en el futuro», y así sucesivamente.
Y aunque esto es solo especulación, resulta muy difícil imaginar cualquier otra razón para estar hablando de «Abarises», en plural, y mucho menos para usar una forma del nombre que está claramente diseñada para usarse en un poema.
¿Un druida?
Algunos escritores sobre los druidas han sugerido que Abaris era idéntico a «Abhras», quien, según la antigua historia legendaria irlandesa, viajó desde Irlanda a países lejanos, y después de mucho tiempo regresó por Escocia, donde permaneció durante siete años, trayendo un nuevo sistema de religión —probablemente basado en el pitagorismo—. Algunos escritores del siglo XVIII también han identificado a Abaris con Bladud, el mítico rey de los británicos, quien supuestamente practicaba las artes de la adivinación y la magia, aunque hay poca evidencia que apoye la conexión con Abaris o siquiera la existencia histórica de Bladud.
Enigma Más allá de todo esto, y en la borrosa línea entre el mito y la realidad —muy borrosa cuanto más remoto el tiempo—, cabe preguntarnos si Abaris realmente existió como tal o si fue la mezcla o arquetipo de varios personajes, tal vez «chamanes» o «sacerdotes» de una tierra septentrional lejana.
Lo cierto es que, tal como una bruja medieval en su escoba, parecía transportarse en la flecha de un dios. Por Peter Gainsford. Edición: MP.