Leyendas de desapariciones misteriosas han surgido por todo el mundo. Sin lugar a dudas, el incidente más famoso de la historia norteamericana es el destino desconocido de los ciudadanos de la colonia de Roanoke, que fueron vistos por última vez en 1587, pero un caso aún más inexplicable se refiere al paradero de los más de 30 hombres, mujeres y niños que supuestamente desaparecieron sin dejar ni rastro, de un pueblo de pescadores Inuit en la primera mitad del siglo 20.
El lago de Anjikuni (también escrito Angikuni) se encuentra a lo largo del río Kazan en la remota región de Kivalliq, Canadá. El área está llena de leyendas de espíritus del bosque y animales dañinos, como el Wendigo, pero tan fascinante como estos cuentos, es el misterio terrible que rodea a la desaparición colectiva de los habitantes de un pueblo que una vez vivió en la orilla pedregosa de las aguas gélidas del lago Anjikuni.
Pero comencemos desde el principio. Una noche fría, en noviembre de 1930, un cazador de pieles con el nombre de Joe Labelle se dirigía al poblado Inuit en busca de refugio del intenso frío, un lugar caliente donde pasar la noche.
Labelle había visitado la zona antes y sabía que era una bulliciosa villa pesquera llena de tiendas de campaña, chozas y amables lugareños. Cuando se acercaba les gritó un saludo y el único sonido que volvió a él era la de su propio eco, solo se oía el crujido de sus raquetas de nieve a través de la escarcha helada.
Labelle se tensó. Él tenía un instinto muy experimentado y podía sentir que algo andaba mal
Labelle podía ver las siluetas de las chozas bajo la luna llena, pero no vio a gente bulliciosa ni sintió ladridos de los perros de trineo, ni cualquier otro signo de vida.
Incluso dentro de las chozas, los sonidos de la risa y la conversación fueron reemplazados por un silencio sepulcral. Labelle también notó con escalofrío que no había una sola chimenea de la que saliera humo. Pero entonces vio a un crepitante fuego en la distancia.
Labelle, haciendo todo lo posible para mantener la calma, aceleró el paso y se dirigió hacia las brasas que se apagaban en la distancia, deseoso de encontrar alguna huella de humanidad. Cuando el cazador llegó a las llamas vio que no había nadie, pero en las brasas había un guiso quemado que lo desconcertó aun mas.
Un cazador veterano - después de haber pasado gran parte de su vida cazando solo en bosques oscuros y de difícil acceso - no es probable que se asuste con facilidad, pero no es difícil imaginar que estaría bañado en un sudor frío cuando pasó junto al corazón del pueblo fantasma, preguntándose qué le había sucedido a sus habitantes.
Labelle metódicamente empezó a comprobar todas las chozas con la esperanza de encontrar signos reveladores de un éxodo masivo, pero, muy a su pesar, descubrió que todas las cabañas tenían los alimentos y las armas que nunca hubieran sido abandonados por sus dueños. En una vivienda se encontró una olla de estofado de caribú en la que había crecido moho y un trozo de piel de foca que se encontraba abandonada en una litera con una aguja de hueso todavía incrustado en ella, como si alguien hubiese abandonado a su trabajo, a mitad de la puntada.
Él incluso inspeccionó el almacén de pescado y se dio cuenta de que sus suministros no se habían agotado. En ningún lugar habían signos de lucha o de caos y Labelle sabía muy bien que irse de un pueblo perfectamente habitable, sin fusiles, alimentos o ropa sería absolutamente impensable, no importa cuáles sean las circunstancias que hubieran obligado a la tribu a emigrar de forma espontánea.
Labelle intento averiguar qué dirección tomaron los esquimales en su exodo. A pesar de que la salida de los aldeanos parecían haber sido relativamente reciente y precipitada, no pudo encontrar ningún rastro de su marcha.
Cansado como estaba, Labelle simplemente estaba demasiado asustado para quedarse en este pueblo vacío. A pesar de que tenía que renunciar a las comodidades de los alimentos, abrigo y refugio, el trampero consideró que el riesgo de quedarse era demasiado grande y decidido irse a una oficina de telégrafos ubicada a muchos kilómetros de distancia, no sea que lo que les paso a los aldeanos le pasara a él.
El agotado Labelle, finalmente entró tambaleándose en la oficina de telégrafos y en pocos minutos mando un mensaje de emergencia al cuartel mas cercano de la Real Policía Montada del Canadá.
La Policía Montada llegó, varias horas después, Labelle se había calmado lo suficiente como para contar su inquietante historia .
En el libro “The World’s Greatest UFO Mysteries” de Roger Boar y Nigel Blundel escrito en 1984 , en su camino hacia el lago Anjikuni la Policía Montada se detuvo en una cabaña a descansar, en la que vivían el cazador Armand Laurent y sus dos hijos. Los funcionarios explicaron a sus anfitriones que se dirigían a Anjikuni para hacer frente a: "Un problema"
La Policía Montada preguntó si los Laurents había visto algo inusual durante los últimos días, y el cazador se vio obligado a admitir que él y sus hijos habían visto un extraño objeto brillante volando por el cielo tan sólo unos días antes. Laurent afirmó que la enorme, "cosa" parecía cambiar de forma ante sus propios ojos. El objeto estaba volando en dirección a la aldea en Anjikuni.
La Policía Montada salio de la casa Laurent poco después, y continuaron su viaje.
Una vez que llegaron al lugar, la Policía Montada no sólo confirmo el testimonio de Labelle sobre la situación del pueblo, ademas - según algunas fuentes - hicieron un descubrimiento, aún más misterioso, en las afueras de la comunidad.
Varios testimonios relatan que los funcionarios se alarmaron cuando se tropezaron con una gran cantidad de tumbas abiertas en el cementerio del pueblo. De hecho - si hacemos caso a los relatos - cada tumba había sido abierta y, aún más extraño, vaciada.
Otros informes afirman que era simplemente una sola tumba la que fue violada. De cualquier manera, es un tabú para los Inuit profanar una tumba , ¿por qué se desenterraron esos cuerpos?
Para agregar una pizca extra de "misterio", testigos afirmaron que la tierra alrededor de la tumba estaba congelada. Estos informes también sugieren que la tierra había sido apilada ordenadamente al lado de las tumbas, lo que confirmaba que no habían sido animales.
Durante la búsqueda no hay pistas adicionales sobre el paradero de los aldeanos, pero otro macabro hallazgo fue hecho.
Según los informes, no menos de 7 (aunque algunos dicen que 2 o 3) cadáveres de perros fueron descubiertos cerca de 90 metros de distancia desde el borde de la aldea. De acuerdo con los patólogos canadienses, estos perros desafortunados murieron de hambre, después de lo cual fueron cubiertos por las ventiscas de nieve, que los enterraron cerca de 3 metros de profundidad.
¿Por qué estos animales murieron de hambre, cuando estaban rodeados por chozas llenas de comida?. No hay un solo informe, que afirme que los animales estuvieran atados, lo que explicaría su incapacidad para buscar comida, pero esto no resuelve el problema de por qué sucumbieron tan rápidamente. La lógica parece dictar que no habrían tenido tiempo de morir de hambre entre el momento de la desaparición colectiva y la llegada de Labelle, quien encontró la comida todavía ardiendo en el fuego.
Esto plantea la pregunta: ¿los habitantes del pueblo dejaron a sus propios perros pasar hambre deliberadamente antes de desaparecer?. Estos perros son muy valiosos y su existencia era esencial para la supervivencia del pueblo. Entonces, ¿qué pasó?.
Como si esta historia no es ya suficientemente extraña, los policías informaron de luces extrañas, azuladas brillando sobre el horizonte por encima del pueblo. Los hombres coinciden en que este espectáculo de luz inusual no se parecía a la aurora boreal.
Después de dos semanas de investigación, la Policía Montada llegó a la conclusión de que los aldeanos se habían ido por lo menos hacia dos meses. Esto presenta otra pregunta, si los esquimales realmente habían abandonado sus hogares ocho semanas antes, entonces ¿quién fue el responsable de hacer el fuego que Labelle vio cuando llegó por primera vez al pueblo?.
La prensa Canadiense rápidamente se hizo eco con portadas sensacionalistas como esta del 29 de noviembre 1930 en la edición del "Herald de Halifax" con el título sin lugar a dudas sensacionalista: "tribu perdida en el Norte - Pueblo fantasma encontrado por el trampero, Joe Labelle.
Labelle no escatimó palabras al describir su descubrimiento a los periodistas:
“Sentí de inmediato que algo andaba mal ... A la vista de los platos cocinados, yo sabía que había ocurrido algo durante la preparación de la cena. En todas las cabañas, me encontré con un fusil apoyado junto a la puerta y un esquimal no va a ninguna parte sin su arma ... Comprendí que algo terrible había sucedido. "
Por supuesto, no pasó mucho tiempo antes de que la Asociación de Periodistas de noticias daba a conocer esta historia asombrosa en sus diarios y los lectores de todo América del Norte leyeron un relato de primera mano de lo que sería, sin duda, el más grande misterio sin resolver jamás investigado por la Real Policía Montada.
Frank Edwards
Después de un tiempo en los medios de comunicación, este extraño suceso fue archivado bajo un montón de casos sin resolver hasta 1959, cuando el periodista y escritor, Frank Edwards, desenterró la historia y la incluyó en su tomo "Stranger Than Science". Edwards no era proclive al sensacionalismo y no hay referencias de que este reportero se inventara historias, pero de eso es de lo que lo acusó la Real Policía Montada en su página web sobre este misterioso caso.
De acuerdo con la Real Policía Montada , Edwards inventó todo el asunto para su libro y que no hay tal caso, nunca se produjo. Tal como aparece en la página web de la Real Policía Montada:
"La historia de la desaparición en 1930 de un pueblo inuit cerca del lago Angikuni no es cierto. Un autor americano de nombre Frank Edwards es supuestamente el creador de esta historia en su libro. Se ha convertido en una historia popular del periodismo, repetidamente publicado y mencionado en libros y revistas. No hay evidencia, sin embargo para apoyar una historia. Un pueblo con una población tan grande no habría existido en un área tan remota de los Territorios del Noroeste (62 grados de latitud norte y 100 grados oeste, a unos 100 km al oeste de Punta esquimales). Por otra parte, la Policía Montada que patrullaba la zona no registraron eventos adversos de cualquier tipo y tampoco lo hicieron cazadores locales o misioneros. "
Yo seré el primero en admitir que hay una clara posibilidad de que el caso de los desaparecidos inuits no sea más que una fábula. No puede haber duda de que el recuento de las personas desaparecidas ofrecido en muchos informes, entre ellos , The World’s Greatest UFO Mysteries” de Roger Boar y Nigel Blundel que sitúan la cifra en una friolera de 2.000 personas, han sido masivamente exagerados, pero parece como si la Real Policía Montada tuviera una postura un poco despectiva, por no hablar simplemente incorrecta.
Para empezar, como se mencionó anteriormente, los primeros relatos conocidos de este evento fueron publicados antes de 1959,esto significa que no hay manera de que Frank Edwards se hubiese inventado esta leyenda. También hay registros de al menos dos investigaciones separadas del suceso hechas por los miembros de la Policía Montada.
La primera investigación -hecha por la Policía Montada que respondieron al informe inicial de Labelle – fue hecha el 17 de enero de 1931, pocos meses después del evento en cuestión. El hombre a cargo del caso era un oficial de la Policía Montada con el curioso nombre de sargento J. Nelson.
Nelson empezó a interesarse por los informes extraños provenientes de la región y decidió hacer lo que él calificó como: "las investigaciones diligentes de diferentes fuentes," pero no está claro si por su investigación fue sancionado por la Real Policía Montada. Nelson declaro: ". No encuentro fundamentos para esta historia"
De acuerdo con información obtenida por Chris Rutkowski y Dittman Geoff en su libro "The Canadian UFO Report: " la declaracion de Nelson se basan en una única conversación que tuvo con el propietario no identificado de la factoría Lagos Windy quien le dijo que él no había oído hablar de la aldea abandonada a ninguno de los cazadores que pasan por su tienda".
El dueño de la tienda incluso fue tan lejos como para decir que él había oído que Labelle originalmente provenían del sur, del Territorio del Noroeste y que nunca había estado mas cerca de 100 millas de Lago Angikuni. Según Nelson:
"Joe Labelle, el cazador que han relacionado con la historia de el corresponsal Emmett E. Kelleher, se considera que es un recién llegado a este país ... y existen ciertas dudas en cuanto a si ha estado alguna vez en estos territorios".
Nelson lanzo calumnias contra la integridad periodística de Kelleher, indicando que tenía un "hábito de escribir historias pintorescas del Norte y muy poca credibilidad se puede dar a sus artículos." Ademas admitió que no había entrevistado al periodista, pero afirmó que tenía la intención de hacerlo tan pronto como la oportunidad se lo permitiera.
No sabemos si hablo con Labelle o si viajo a Angikuni para investigar el sitio por sí mismo. Uno debe asumir que el estado de la aldea no había cambiado mucho en los 2 meses desde que Labelle salió a trompicones de allí en estado de pánico. A pesar de que Nelson parecía que hizo sus informes de oídas, puso fin a su investigación afirmando que:
"El caso de la aldea desaparecida se basa en la historia de un cazador inexperto y de un periodista imaginativo".
No hace falta decir que para los escépticos esto es el fin de la historia, pero uno debe plantearse cuanto de metódica fue la investigación del sargento J. Nelson
También vale la pena mencionar que sólo porque él nunca habló con nadie que pudiera confirmar el evento con sus propios ojos no constituye una prueba de la no-existencia del caso.
Uno necesita mantener un escepticismo hacia ambos lados, tanto los que apoyan las teorías no convencionales, así como a aquellos que se esfuerzan para desacreditar cualquier prueba, por razonable que parezca.
En noviembre de 1976 la edición de la revista Fate Magazine, este misterio se sacudió el polvo en un artículo titulado: "Vanished Village Revisited" por Whalens Dwight. El artículo confirmaba que no había registros que mostrasen que la Real Policía Montada había investigado el caso de nuevo en 1931.
La policía sí admitió el descubrimiento de un asentamiento deshabitado, pero que consideró que se produjo un abandono temporal o permanente del sitio, sin matices misteriosos y (quizás convenientemente) declaró cerrado el caso. Si bien se sabe que muchas tribus inuit eran todavía semi-nómada, en la década de 1930, nunca han abandonado sus hogares - ya sea temporal o permanente - en pleno invierno, sin sus armas preciadas y las disposiciones esenciales.
Cuando uno estudia este caso, es difícil culpar a los agentes del orden por querer distanciarse de un caso enigmático con más de 70 años de edad.
Bien, así que si aceptamos que por lo menos 30 personas desaparecieron en ese fatídico día, la gran pregunta es ...
¿Qué pasó?
Ahora todo lo que queda es el acertijo colosal de quién o qué era en realidad responsable de la desaparición de estas personas en 1930. Esto siempre ha sido el mayor punto de controversia entre quienes creen que la tribu Anjikuni desapareció misteriosamente.
Es difícil imaginar qué tipo de fuerza podría obligar a una tribu de esquimales a abandonar la seguridad de sus hogares sin tener las herramientas, alimentos, armas y perros necesarios para su supervivencia en el duro clima de la tundra. El hecho de que no hubiera signos de lucha sólo incrementa este misterio ya inexplicable.
Si los esquimales de Anjikuni fueron asesinados o llevados por la fuerza, entonces seguramente habría habido alguna indicación de la refriega. Esto, combinado con el hecho de que un explorador experimentado no pudo encontrar ninguna indicación de la ruta que tomaron al dejar su pueblo ha dejado perplejos los investigadores durante décadas.
Así que si no podemos encontrar una explicación lógica, entonces nos vemos obligados a empezar a buscar teorías fuera de toda lógica. En esta línea viene la primera - y en muchos sentidos, la más popular - teoría, y es que los habitantes del pueblo fueron las víctimas de ...
Abduccion Extraterrestre:
En la segunda mitad del siglo 20, los ufólogos especularon que los habitantes de esta aldea remota de Canadá bien podría haber sido las víctimas inocentes de una de los más grandes secuestros alienígenas en masa de la historia. Esta hipótesis se basa en gran parte en la observación de los Laurents de un extraño objeto brillante, que se dirigía hacia Anjikuni, así como las extrañas luces azules vistas por la Policía Montada en el cielo nocturno por encima del pueblo.
Mientras que la evidencia que apoya esta teoría es circunstancial, la idea es interesante ... así como absolutamente horripilante. Hay que admitir que sólo pensando en la idea de extraterrestres descendiendo y llevándose a la población entera de un pueblo es de las mas grandes pesadillas.
Por un lado, esto explicaría cómo cada alma viviente del pueblo logró que se evaporase sin dejar rastro - al parecer, en el ejercicio de las tareas diarias - sin ni siquiera una huella para demostrarlo. Por otro lado, podríamos estar dando a nuestros compañeros celestiales una mala reputación sólo con un objeto extraño y algunas luces vagas como prueba.
Bueno, por lo que si descartamos los extraterrestres, entonces tenemos que hacer frente a una hipótesis aún más inquietante, que pone adelante la idea de que los Inuits cayeron presa de un ...
Labelle se dijo a los periodistas que creía que la gente de Angikuni estaban desaparecidas debido a un encuentro con: ". El espíritu del mal de los esquimales, Tornrark"
La entidad demoníaca a la que Labelle se refiere parece ser un error ortográfico de "Torngarsuk" - también conocida como: "Torngasak, Tornatik, Torngasoak, Tungrangayak y Tor-nar-suk" - que, según la leyenda inuit, es una deidad del cielo poderoso que es el líder de una legión de espíritus malignos. Vale la pena señalar que Labelle, un desconocido se supone de la región, estaba lo suficientemente familiarizado con sus pueblos indígenas y sus costumbres para mencionar una de sus entidades más maléficas por su nombre.
Se dice que es invisible para todos, menos para los chamanes inuit - que eran conocidos por recitar conjuros y hacer sacrificios de animales con el fin de mantener a esta entidad llamada "gran diablo" en la bahía. Este ser maligno se dice que aparece en ocasiones en forma de animal, como la que de un oso. ¿Podría ser que los nativos Angikuni llegaron a creer que uno o más de sus perros de trineo eran realmente encarnaciones de esta bestia?. ¿Es por esto que se les dejó morir de hambre? La premisa es delgada, pero no puede descartarse totalmente.
Si descartamos a los demonios, existe la posibilidad de que pudiéramos estar tratando con una criatura sobrenatural, como ...
Vampiros:
No es mi favorita. De hecho, esta especulación salvaje se deriva de la lectura de "30 Days of Night" de Steve Niles y Ben Templesmith.
Sin embargo, cuando se expone a la oscuridad prolongada que se produce cuando se vive tan al norte en la tierra, ¿quién sabe qué clase de bestias insidiosas se puede encontrar? Sin embargo, la falta de sangre o cualquier otro signo de lucha en la escena del "crimen", parece contrarrestar esta sugerencia.
Así que si no estamos tratando con los alienígenas, demonios o vampiros modernos forestales que asolan el pueblo con su ira, entonces debemos considerar la posibilidad de que simplemente se metieron en ...
Los registros históricos están llenos de historias de personas que simplemente desaparecieron misteriosamente.
Tomemos el caso raro de Orión Williamson - un agricultor de Selma, Alabama - quien se dice que se desvaneció en el aire delante de su esposa, su hijo y dos vecinos mientras pasea a través de su propiedad en julio de 1854. La comunidad entera se volcó en buscar al agricultor en vano, pero el hijo de Williamson juró que escuchó los gritos fantasmales de su padre que emanan desde el campo durante varias semanas después de su extraña evaporación.
Podría seguir y seguir con casos como el anterior, pero creo llegado el final.
CONCLUSIÓN:
Tengo un lado incrédulo y me doy cuenta de que mucha de la información en este caso es difícil, si no imposible, de justificar.
Parece claro que muchos de los detalles que rodean a estos eventos se han convertido, retorcido y exagerado en los últimos 7 años.
Sin embargo, si recortar la enorme cantidad de 2.000 personas desaparecidas a sólo los originales 30 almas que se decía que habían desaparecido, y el retroceso de todo el cementerio a un solo cadáver, lo que queda es todavía uno de los mayores misterios de los tiempos modernos.
Sea lo que sea lo ocurrió, lo cierto es que en algún momento de noviembre de 1930, aproximadamente 30 hombres, mujeres y niños-que justo un día antes estaban trabajando y jugando, rodeados de sus seres queridos y las comodidades del hogar - al parecer abandonaron sus moradas y desaparecido de la faz de la Tierra.
A pesar de las protestas airadas de los detractores, este misterio sigue vivo , y si bien nunca podamos saber si esas pobres almas fueron asesinadas, transportados a otro mundo o, simplemente, se metió en otra dimensión diferente, podemos tener la esperanza colectiva que donde quiera que estén, terminaron en un lugar mejor que este.
Fuente: