Varias organizaciones no gubernamentales, científicos, grupos diversos, intelectuales, fabricantes de alimentos y otros, que representan a 57 millones de estadounidenses, han publicado una carta abierta a los europeos advirtiéndoles de los graves peligros que supondría la introducción generalizada de los cultivos transgénicos en Europa, y prometiendo su apoyo en la lucha contra ellos.
Les escribimos como ciudadanos estadounidenses interesados en compartir con ustedes nuestra experiencia con los transgénicos y el daño que ha provocado a nuestro sistema agrícola y la contaminación de nuestro suministro de alimentos.
En nuestro país los cultivos transgénicos representan aproximadamente la mitad de las tierras de cultivo. Alrededor del 94% de la soja, el 93% del maíz y el 96% del algodón proceden de cultivos transgénicos (i).
El Reino Unido y el resto de Europa todavía no han expandido los cultivos transgénicos al nivel que aquí tenemos, pero actualmente existe una
gran presión de los Gobiernos, los lobbies de la Biotecnología y
grandes empresas para adoptar una tecnología agrícola que está fallando.
Las encuestan muestran que el 72% de los estadounidenses no quieren alimentos transgénicos y más del 90% de los estadounidenses creen que los alimentos modificados genéticamente deben estar etiquetados (ii).
A pesar de este negativa mayoritaria de la gente, los esfuerzos que a nivel federal (iii) y a nivel estatal (iv) se están haciendo para una mayor regulación y etiquetado de los transgénicos, están siendo debilitados por las grandes Empresas de Biotecnología y las Corporaciones alimentarias, que disponen de grandes presupuestos (v) y muchas influencias.
Al considerar sus opciones, nos gustaría compartir con ustedes lo que nos ha deparado casi dos décadas de cultivos transgénicos en Estados Unidos. Creemos que nuestra experiencia les sirva de advertencia de lo que puede pasar en sus países en caso de que sigan por este mismo camino.
Promesas rotas
Los cultivos transgénicos fueron comercializados con la promesa de que iban a aumentar considerablemente los rendimientos de las cosechas y disminuir el uso de pesticidas. Nada de esto se ha cumplido (vi). De hecho, según un reciente informe del Gobierno de Estados Unidos, los
rendimientos de los cultivos transgénicos pueden incluso ser más bajos que sus equivalentes no modificados genéticamente (vii).
Se dijo a los agricultores que los cultivos transgénicos podrían generar mayores ganancias. Pero la realidad, dicho por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, es diferente (viii). La rentabilidad es muy variable, mientras que los costes de producción de los cultivos transgénicos han aumentado de forma vertiginosa (ix).
Las semillas transgénicas no pueden legalmente ser guardadas para la cosecha del año próximo, lo que significa que los agricultores tienen que comprarlas año tras año. Las Empresas de Biotecnología controlan el precio de estas semillas, que cuestan a los agricultores de 3 a 6 veces más que las semillas convencionales (ix). Esto, combinado con la gran cantidad de productos químicos que requieren, significa que los cultivos transgénicos son más costosos de cultivar que los cultivos convencionales.
Debido a excesivo énfasis que se ha puesto en los cultivos transgénicos, las variedades convencionales de semillas ya no se pueden conseguir con facilidad, dejando a los agricultores con menos posibilidades de elección y de control sobre lo que plantan (xi).
Los agricultores que han optado por una agricultura sin transgénicos no pueden evitar que sus campos se contaminen con los cultivos transgénicos como resultado de la polinización cruzada entre especies de plantas relacionadas (xii) y las semillas transgénicas y no transgénicas se mezclan entre sí durante su almacenamiento.
Debido a esto, nuestros agricultores ven reducidos sus mercados de exportación. Muchos países han impuesto restricciones o prohibiciones totales a la importación de cultivos transgénicos (xiii), y como resultado, estos cultivos se han convertido en responsables de un aumento de las disputas comerciales al estar contaminado el grano con transgénicos (xiv).
El crecimiento del mercado de productos ecológicos en Estados Unidos también se está viendo afectado. Muchos agricultores ecológicos han perdido el mercado de estos productos al tener altos niveles de contaminación por transgénicos. Este problema va en aumento y es de esperar que el problema sea mucho mayor en los próximos años.
Pesticidas y plantas resistentes a los herbicidas
Los cultivos más extendidos dentro de los transgénicos son aquellos que se conocen comoRoundup Ready. Estos cultivos, sobre todo maíz y soja, han sido diseñados genéticamente para que cuando se rocía el herbicida Roundup, cuyo principal ingrediente activo es el glifosato, el resto de plantas mueran, pero el cultivo diseñado para resistir el herbicida siga creciendo.
Se ha creado un círculo vicioso. Las plantas se han vuelto resistentes al herbicida, haciendo que los agricultores tengan que suministrar mayores cantidades. A mayor uso de herbicidas mayor resistencia de las plantas, nuevo aumento del uso de herbicidas….
Un reciente estudio encontró que entre 1996 a 2011, los agricultores que siembran cultivos Roundup Ready han utilizado un 24% más de herbicida que los agricultores de cultivos no transgénicos (xv).
De continuar esta trayectoria de los cultivos Roundup Ready, es de esperar que el precio de los herbicidas aumenten un 25% en un futuro no muy lejano.
Este aumento en el uso de los herbicidas en Estados Unidos ha conllevado que por los menos 14 especies de plantas sean resistentes al glifosato (xvi), y más de las explotaciones estadounidenses están plagadas de plantas resistentes a los herbicidas (xvii).
Las Empresas de Biotecnología, las que venden las semillas transgénicas y los herbicidas (xviii) han propuesto para hacer frente a este problema crear nuevas variedades de cultivos transgénicos capaces de soportar otros herbicidas más tóxicos, como el 2,4-D y Dicamba.
Sin embargo, de aprobarse estas nuevas variedades, podría llevar a un aumento en el uso de pesticidas de un 50% (xix).
Daño ambiental
Los estudios han demostrado que el aumento en el uso de pesticidas en los cultivos Roundup Ready es sumamente dañino para el medio ambiente. Por ejemplo, Roundup mata a una planta llamada algodoncillo, que es la fuente de alimento de la famosa mariposa Monarca (xx) y representa una importante amenaza para otros insectos, como las abejas (xxi).
También es perjudicial para el suelo, matando a los organismos beneficiosos que hay en él y lo mantienen sano y productivo (xxii) y evita que micronutrientes esenciales ya no estén disponibles para las plantas (xxii).
Otras plantas transgénicas, que han sido diseñadas para producir su propio insecticida ( por ejemplo, el algodón Bt), también
han demostrado que dañan a los insectos beneficiosos, incluyendo las crisopas verdes (xxiv), la pulga de agua dulce, Daphnia magna (xxv) y otros insectos acuáticos (xxvi) y mariquitas (xxvii).
La resistencia a los insecticidas en estas plantas también está creciendo (xxviii), apareciendo nuevas variedades de superbacterias resistentes, requiriéndose de mayores cantidades de insecticidas en diferentes estadios de crecimiento, por ejemplo en la semilla antes de ser plantada (xxix). A pesar de ello, las nuevas variedades de maíz y de soja Bt se están probando y pronto podrían cultivarse.
Una amenaza para la salud humana
Los productos transgénicos han contaminado todo nuestra cadena alimentaria. Se estima que el 70% de los alimentos procesados que se consumen en Estados Unidos se han producido con ingredientes transgénicos. Si incluimos los animales que son alimentados con piensos transgénicos, entonces el porcentaje es significativamente mayor.
Las investigaciones han demostrado que los cultivos Roundup Ready contienen más glifosato, ácido aminometilfosfónico (AMPA) y su tóxico producto de degradación, que los cultivos normales (xxx).
Rastros de glifosato se han encontrado en la leche materna y
en la orina, así como
en el agua potable (xxxi). Los niveles en la leche materna son preocupantes, alrededor de 1600 veces el nivel permisible en el agua potable en Europa.
Se transmite a los bebés a través de la leche materna, o por el agua utilizada en los preparados alimenticios, lo que podría representar un riesgo inaceptable para la salud del lactante. Es conocido que el glifosato en un disruptor hormonal (xxxii). Recientes estudios sugieren que este herbicida es letal para los espermatozoides (xxxiii).
Del mismo modo, también se han encontrado rastros de toxina Bt en la sangre de las madres y de sus bebés (xxxiv).
Los alimentos transgénicos no han sido sometidos a ensayos en los humanos antes de ser comercializados, ni se ha comprobado el impacto en la salud por la presencia de estas sustancias que circulan y se acumulan en nuestros cuerpos, estudios que no son realizados ni por las Agencias gubernamentales, ni por las empresas que los producen.
Los estudios de alimentación realizados en animales con alimentos transgénicos y/o glifosato, muestran preocupantes tendencias, incluyendo daños en los órganos vitales como el hígado y los riñones, daño a los tejidos y destrucción de la flora intestinal, alteraciones en el sistema inmune, anormalidades reproductivas, e incluso tumores (xxxv).
Estos estudios científicos apuntan a problemas potencialmente graves para la salud humana, algo que no podía preverse cuando se empezaron a cultivar los primeros transgénicos, y sin embargo, es algo que sigue siendo ignorado por aquellos cuya misión debiera ser la de proteger a los ciudadanos.
En cambio, las Agencias de Regulación se basan en estudios ya obsoletos o en datos suministrados por las propias Empresas de Biotecnología, que como es lógico no quieren ni oír hablar de problemas de salud.
Negando los descubrimientos científicos
No es fácil para los científicos independientes realizar manifestaciones como estas. Tienen dificultades de todo tipo en presentar los resultados de sus estudios, son vilipendiados constantemente por los científicos pro-transgénicos, se les niega financiación para sus investigaciones, y
algunos de ellos han visto amenazados sus trabajos e incluso sus carreras (xxxvii).
Control del suministro de alimentos
Nuestra experiencia en este sentido nos ha hecho comprender que la Ingeniería Genética en la alimentación nunca ha sido un bien público, ni ha alimentado a los hambrientos, ni ha apoyado a los agricultores. Tampoco ha hecho nada en favor del consumidor. En cambio, si que han conseguido el control privado del sistema alimentario por parte de estas Corporaciones.
Este control se extiende a un área de nuestra vida que afecta profundamente a nuestro día a día, en el bienestar, incluyendo la seguridad alimentaria, la Ciencia y la democracia. Se socava el desarrollo de la agricultura sostenible, respetuosa con el medio ambiente y se evita de este modo la creación de un suministro de alimentos sanos y con transparencia.
Hoy en día en Estados Unidos desde las semillas hasta que el alimento llega al plato, la producción, la distribución, la comercialización, las pruebas de seguridad y el consumo de alimentos, está todo ello controlado por un puñado de empresas, muchas de las cuales tienen intereses comerciales en la Ingeniería Genética.
Ellos crean los problemas y luego nos venden las soluciones, en un ciclo cerrado que tiene como única finalidad el lucro, que no tiene parangón en ningún otro tipo de comercio.
Todos tenemos que comer, por lo que cada ciudadano debe esforzarse por entender estas cuestiones.
¡Es tiempo de hablar!
Los estadounidenses estamos sufriendo los efectos perjudiciales de esta tecnología agrícola arriesgada y no probada. Las gentes de Europa deben tomar nota: no hay suficientes beneficios en los cultivos transgénicos como para compensar el daño que producen. Los responsables políticos que continúan ignorando estos hechos son culpables de un grave incumplimiento de su deber.
Nosotros, los abajo firmantes, compartimos con ustedes nuestra experiencia y lo que hemos aprendido, para que ustedes no cometan los mismos errores.
Les impulsamos a que resistan contra la aprobación de los cultivos transgénicos, negándose a que se siembren, rechazando la importanción y venta de productos transgénicos que contienen los alimentos para los animales y los alimentos destinados a consumo humano, y a expresar nuestro desacuerdo con la nefasta influencia de las Empresas sobre la Política, las Agencias de Regulación y la Ciencias.
Si Europa se convierte en un nuevo mercado de los cultivos transgénicos será muy difícil continuar con nuestros esfuerzos de etiquetar los productos transgénicos, quizás imposible. Si nuestros esfuerzos fracasan, también sus intentos de mantener los transgénicos fuera de Europa pueden dar al traste.
Sin embargo, si trabajamos juntos podemos revitalizar nuestro sistema alimentario mundial, asegurando la salud del suelo, mantener unos campos sanos, unos alimentos sanos y una gente más sana.