Desde todas partes del mundo se hacen oír voces que denuncian el mito del gas de esquisto. Además de la burbuja especulativa que está propiciando, esta estafa no dejará de tener graves consecuencias para Estados Unidos, donde la administración Obama se ha autoconvencido de que el país se dirige hacia una independencia energética duradera.
No existe propiamente un «debate» sobre si el gas de esquisto [1] constituye un milagro de la tecnología de Estados Unidos –tesis que maneja apabullantemente la propaganda de los multimedia anglosajones–, no visto desde Prometeo encadenado en el Cáucaso (en castigo a su hurto del fuego a los dioses del Olimpo para beneficiar a los humanos, quienes resultaron ingratos a la naturaleza), o si se trata de una vulgar «burbuja» especulativa inflada por los publicistas financieristas, opinión que defiende el centro de pensamiento estratégico europeo, con sede en Bruselas, DeDefensa.org [2].
Con un gráfico bonito, y en inglés, parece muy convincente.
Tan desigual debate no es ocioso: su epílogo será determinante para colocar ahora a Estados Unidos como la potencia energética global en el primer tercio del siglo XXI, con pletóricos dividendos geopolíticos y desplazando a Rusia y a la OPEP –de resultar cierto el maná gasero–, o solamente significará un estéril intento publicitario incapaz de impedir la decadencia de la otrora superpotencia unipolar, si se descubre que lo del gas de esquisto no es más que una vulgar «burbuja» especulativa.
Un banquero amigo mío, miembro de las altas esferas financieras –que pidió guardar el anonimato–, a quien solicité su opinión, me contestó sin ambages: «Resulta que el fracking (la fracturación de la roca a 4 mil metros de profundidad con el uso de inmensas cantidades de agua para extraer el gas) es una enorme burbuja pues no representa una alternativa viable, sostenible». Esa opinión coincide notablemente con la postura de DeDefensa.org. Agrega que «Las inversiones en fracking consumen efectivo en forma masiva.
Y no basta el efectivo generado por la venta de petróleo para financiar el crecimiento que requiere la industria, ya que el efectivo generado ni siquiera es suficiente para mantener un nivel de producción porque los pozos hechos con fracking se agotan rápidamente, requiriéndose –para una producción sostenida a un nivel determinado– la continuada creación de pozos nuevos para cubrir el rápido agotamiento de la producción. Es una carrera continua de crear pozos, solamente para mantener un nivel de producción». ¡Qué ilustrativo!
Considera además que «este proceso no tiene las ventajas de la producción tradicional de petróleo, que fue fuente abundante de generosas utilidades netas, aplicables para la expansión de la producción o para la inversión en otras áreas».
Su diagnóstico financiero suena impecablemente persuasivo: «El fracking no produce superávit de efectivo: devora el efectivo como Gargantúa. Se sostiene con puros préstamos adicionales; un día van a “tronar” (sic) esos pasivos por impagables. Es otro negocio de Wall Street para pasarse por el arco del triunfo a los pequeños inversionistas, que andan desesperados buscando algo (sic) que dé un rendimiento».
Por cierto, Aubrey McClendon, quien fundó Chesapeake Energy, la mayor productora de gas natural en Estados Unidos, fue obligado a renunciar por los inversionistas debido a la ausencia de ganancias y al gran endeudamiento de la empresa. ¿El diagnóstico? «Colapso financiero debido a la caída del precio del gas natural» y a la «falta de liquidez» [3].
Dedefensa.org desecha sin miramientos el mito de la «revolución» del gas de esquisto en Estados Unidos, lo califica de «burbuja especulativa» cuya «explosión es inevitable» y le concede entre «18 y 24 meses» como máximo antes del inevitable estallido.
El portal europeo, que ya abrió una sección especial de consulta titulada «shale gas-gate», fustiga a los «productores de Estados Unidos» como «responsables» de la aparición de un «arma de destrucción masiva»: la «producción de los pozos» (EUR, siglas correspondientes a estimated ultimate recovery), que está siendo tremendamente sobrestimada [4]. Como ejemplo de ello menciona el sonoro fracaso de Chesapeake Energy y su polémico jerarca dimisionario Aubrey McClendon.
Como de costumbre, los «pocos petrogeólogos y geofísicos independientes» que se atrevieron a rechazar el espejismo de los EUR abultados por la industria gasera han sido marginados o expulsados de los grandes coloquios sobre petróleo y gas. Pero la cacería de brujas desatada contra los «escépticos» no tuvo éxito y hasta The New York Times no ha tenido más remedio que mencionar que las cifras de la industria gasífera han sido probablemente objeto de «una manipulación». [5]
Ha existido una enorme producción de gas natural en Estados Unidos en los años recientes, lo cual ha facilitado el análisis de la producción de los pozos perforados, análisis que «revela que la realidad de la producción es muy inferior a las proyecciones de la industria». O sea, ¡los EUR están hiperinflados!
El geólogo Arthur Berman, quien trabajó durante 25 años para Amoco (la petrolera de Chicago antiguamente conocida como Standard Oil), analizó «tres campos históricos» –Barnett, Fayetteville y Haynesville– y denuncia la hiperinflación de los EUR que la «industria omite mencionar a los inversionistas deslumbrados por los banqueros y que en su mayoría ignoran las sutilezas del gas de esquisto».
En las antípodas, un reporte de la polémica Agencia Internacional de la Energía, atrapada no pocas veces en tareas desinformativas, sentencia que los grandes campos de gas asociado al petróleo –en Eagle Ford, Utica, Marcellous y Bakken– «deben permitir a Estados Unidos convertirse en el primer productor de petróleo en 2017, por delante de Arabia Saudita» [6].
Pero DeDefensa cita al ingeniero geólogo texano Gary Swindell, quien hecha por tierra la producción del portentoso campo Eagle Ford, reduciéndola a la mitad [7].
Hasta la agencia británica Reuters pone en tela de juicio el milagroso campo de Utica al plantear la siguiente pregunta: «¿Es el secreto energético de Utah un auge o un fracaso?» [8]
Pese a la evidencia de los datos concretos, la industria gasera sigue despreciando a los «seudoexpertos aislados» que se atreven a poner en duda la infalibilidad de la Agencia Internacional de Energía.
Pero DeDefensa es implacable. Además de desacreditar a la Energy Information Agency de Estados Unidos, que trabaja bajo la férula interesada del gobierno aliado a la industria gasera, Dedefensa cita un informe de agosto de 2012, proveniente de la muy seria US Geological Survey –«una agencia gubernamental conformada por expertos»–, que corrobora los hallazgos de los «escépticos», quienes ahora parecen más bien «realistas» [9].
DeDefensa pone en duda tanto la capacidad técnica como las optimistas cifras del controvertido economista en jefe de la AIE, Fatih Birol, quien durante la difusión de la fantasiosa Perspectiva energética global colocaba a Estados Unidos como el primer productor mundial de petróleo para el 2017. Es además muy pesimista con respecto al fracking y la sobrexplotación del gas de esquisto en Estados Unidos, a su «modelo económico erróneo» y a la fantasía de la «revolución energética».
El gas de esquisto será parte relevante de la «mezcla energética» de Estados Unidos, pero no transformará el juego geopolítico ya que «Estados Unidos no exportará GNL (gas natural licuado), Rusia no estará amenazada en el mercado europeo y los proyectos australianos de GNL podrán ser concluidos».
El gas de esquisto no será tampoco «barato» ya que su supuesta «dimensión estratégica» es posiblemente otra «burbuja» en la que puede verse incluido el «México neoliberal» con el embuste ya gastado del «tesoro» compartido.
RED VOLTAIRE | CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO) | 7 DE MARZO DE 2013
Alfredo Jalife-Rahme
Fuente :http://www.voltairenet.org/article177785.html
La Jornada (México)