Numerosos estudios se han dedicado a trazar los pequeños y grandes cambios que diferencian a las personas ricas de las de bajos recursos. Estos son algunos de los resultados.
Todos sabemos que el dinero puede alterar nuestras vidas; para algunos es la cumbre del deseo mientras otros, siguiendo principios morales o religiosos lo consideran “la raíz del mal”.
Sabemos también que las clases sociales altas se ven a sí mismas muy diferentes a los demás –con un aire de superioridad– y que en algunos casos las claes de menores recursos desarrollan complejos de inferioridad o resentimiento.
Pero no necesariamente sabemos de qué maneras específicas el dinero puede cambiar la mentalidad y el comportamiento de quien lo tiene. Los psicólogos que estudian el impacto de la riqueza económica y la desigualdad en el comportamiento humano han encontrado que el dinero puede influenciar poderosamente nuestros pensamientos y acciones en maneras que a veces pasamos por alto.
Sobre todo, lo que estos estudios concluyen es que el dinero provoca aislamiento, y ese aislamiento hace que las personas desvíen su moral y su concentración de lo que realmente importa en la vida, y que sufran toda clase de desórdenes mentales.
Aquí hay siete cosas que deberías saber acerca de la psicología de la riqueza.
Más dinero, menos empatía
Varios estudios han mostrado que el dinero y la empatía y la compasión no se llevan muy bien. Investigaciones publicadas en el diario de Ciencia y Psicología también encontraron que las personas con estatus económico menor son mejores para leer las expresiones faciales –un marcador importante de empatía– que las personas más ricas. Otro estudio, publicado en el TIME, Encontró que “los ambientes de clases sociales bajas son muy distintos a los ambientes de clases sociales altas. Los individuos de clase social baja tienen que responder crónicamente a un número de vulnerabilidades y amenazas sociales. Realmente tienes que depender en otros y eso te hace más perceptivo a las emociones.
Estas repuestas se reflejaron también en el juego de Monópoli: el jugador más rico comenzó a actuar más agresivamente, acaparando más espacio y moviendo las fichas ruidosamente, e incluso a tratar mal al jugador con menos dinero. Así, imaginario o no, el dinero hace que perdamos empatía por el otro.
El dinero puede nublar el juicio moral
Un estudio de UC Berkeley encontró que en San Francisco –en donde las leyes requieren que los autos se paren en cruces peatonales—los conductores con autos de lujo fueron cuatro veces menos respetuosos con los peatones que aquellos con autos menos caros. También fueron más proclives a meterse en las filas de autos en el tráfico. Esto ilustra muy bien el empañamiento ético que sufren algunas personas con mucho dinero.
El dinero en sí puede volverse adictivo
La persecución de dinero puede volverse adictiva e incluso puede volverse un comportamiento compulsivo. Además, mientras estás buscando dinero a como dé lugar, estas olvidando cosas mucho más importantes como tu comportamiento con otras personas o tu propio bienestar. Este tipo de compulsión y adicción, que no es química, involucra una adicción a sentirte bien cuando recibes dinero o posesiones, y a sentirte mal todo el resto del tiempo.
Los niños ricos podrían tener mucho más problemas psicológicos
Los niños que crecen en familias ricas parece que lo tienen todo, pero tenerlo todo puede ser a un costo muy alto. Los niños más ricos pueden están más afligidos que los niños de bajos recursos, y tienen alto riesgo a la ansiedad. Depresión, abuso de substancias, desórdenes alimenticios, ser tramposos y robar. Las investigaciones también han encontrado el aislamiento de otras personas (ya que no las necesitan) causa todo tipo de perturbaciones mentales.
Tendemos a percibir a los ricos como “malignos”
Del otro lado de la moneda, los individuos de menos recursos tendemos a juzgar y estereotipar a los ricos como “fríos”, “idiotas”, malignos”. Las personas ricas tienden a ser fuente de envidia y desconfianza. Esto, aunado a que no necesitan de nadie para sobrevivir, los aísla aún más de otras personas, y les genera más problemas psicológicos.
Asociamos el dinero con la felicidad y ese es realmente el problema
No hay una relación directa entre el dinero y la felicidad (aunque es verdad que las penas con pan son menos). Después de cierto nivel de ingresos, el dinero no hace diferencia en el bienestar general de una persona, y si hace algo, lastima nuestro bienestar. Las personas realmente ricas, de hecho, sufren de índices mayores de depresión.
El caso es que el dinero, per se, no causa insatisfacción, sino que la búsqueda constante de dinero y posesiones materiales puede llevar a la depresión. Las personas que tienden a poner su energía en el dinero por fuerza están quitando esa energía de elementos vitales más importantes como los placeres sencillos, las relaciones respetuosas, la inspiración en la naturaleza o la música, inhalar y exhalar con tranquilidad.