El verdadero nacimiento del dinero electrónico no es el Bitcoin, sino Google Wallet.
De pie en la fila de un Starbucks usted verá a los jóvenes de menos de 25 años pagando con su móvil. Lo sentimos, pero Google ya está ahí.
Del mismo modo que Amazon está sometiendo a los editores de libros impresos en papel bajo sus dictados y obligando a las librerías a bajar la persiana; del mismo modo que internet está convirtiendo en obsoleta la prensa tradicional; ahora la tendencia a la que debemos prestar atención es Google Wallet, que va camino de hacer lo mismo con los bancos tradicionales.
Google ha puesto en marcha en el mercado norteamericano su monedero electrónico conocido como Google Wallet.
Esta forma de dinero electrónico permite a los usuarios pagar por Internet, así como pagar también en un número cada vez mayor de tiendas, como por ejemplo Starbucks.
En Europa, el buscador ya cuenta con una licencia bancaria y podría comenzar a operar en cualquier momento.
Debido a que el sistema operativo Android de Google funciona en muchos smartphones, la compañía ya dispone de un mercado preparado para sus operaciones a nivel mundial.
Cuanto más joven es la generación, mayor es la cuota de mercado de la que dispone Google. Extender su negocio hacia la banca será mucho más fácil de lo que la gente cree.
Google está preparado para emerger como un banco y nadie parece estar dándose cuenta de ello.
Por su parte, el último iPhone de Apple también está equipado con un sensor de huellas digitales. La estrategia de desarrollo de productos está clara. Con esta tecnología, el teléfono móvil puede convertirse en la tarjeta de crédito más segura, ya que requerirá de la huella digital del propietario para funcionar. Apple está usando esta tecnología en su plataforma de música iTunes, una plataforma de gran popularidad entre la gente más joven…
Facebook también está solicitando una licencia bancaria en Irlanda. Tiene la intención de ofrecer servicios bancarios utilizando su amplia red on-line en toda Europa.
Las generaciones más jovenes se mueven más rápidamente hacia el uso del dinero electrónico de lo que las generaciones mayores pueden creer.
Los bancos tradicionales son dinosaurios incapaces de competir con estos nuevos modelos.
Los gigantes de Internet Google, Apple y Facebook ya cuentan con millones de clientes asegurados.
Además, conocen perfectamente el comportamiento de sus clientes y sus preferencias.
Pueden dirigirse a ellos directamente y dar el siguiente paso ofreciendo crédito está al caer. Las solicitudes de crédito pueden aprobarse electrónicamente en cuestión de minutos.
Esto dejará sin trabajo a gran parte del personal bancario.
Pasarse al dinero electrónico se convertirá en un paso natural de este cambio tecnológico.
Mientras la generación más vieja aboga por el Bitcoin, el dinero real está en manos de Google, Apple y Facebook que no tienen que hacer publicidad ni presentarse ante el mundo, pues la gente ya confía en ellos y al igual que PayPal, usted podrá mantener su cuenta en su moneda de origen y pagar en cualquier moneda que usted desee.
Así pues, una vez veamos que Google, Apple y Facebook empiecen a ofrecer préstamos, ya podremos decir adiós a los antiguos bancos.
Si alguien en línea compra un libro o realiza una oferta por algún producto de Ebay, la compañía de Internet correspondiente podrá ofrecerle el préstamo adecuado. Es realtivamente fácil programar a las computadoras con criterios de evaluación, para que de forma predeterminada calculen los riesgos de un préstamo en concreto y decidan si lo aprueban o no.
En Alemania un poco más del 25% de todas las compras por Internet utilizan la filial de Ebay PayPal, con estimaciones de volumen superiores a los 150 millones de euros. La filial de Ebay ha sorprendido a la industria financiera y ahora ofrece crédito. Puede vincular una tarjeta de crédito a la cuenta y cargar la tarjeta automáticamente.
A medida que la economía se venga abajo, los bancos no podrán competir con el aumento de costes de un mercado a la baja. La banca tradicional es una industria que va camino de colapsar, como la prensa tradicional o la industria discográfica.
En una década, el mundo será irreconocible.
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