TRAS LA DECISIÓN DEL SUPREMO
Los expresidentes de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán y Manuel Chaves. (EFE)
Casi a la misma vez que al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se le caían las vocales de su nombre, en una nueva estrategia de marketing que trata de que su marca política despegue, al partido que dirige le caía de lleno la losa del caso ERE sobre sus maltrechas siglas. El futuro de los dos expresidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, tras abrir el Tribunal Supremo una investigación que dirimirá si tuvieron responsabilidad en la millonaria trama fraudulenta, ha metido a los socialistas en un atolladero político del que aún se desconocen el alcance y las consecuencias. El Alto Tribunal no ha imputado, de momento, a quienes suman también varios trienios en la presidencia del PSOE, pero ha dado el paso para investigar si existen “indicios consistentes” o “principios de prueba”de su participación en el mayor escándalo de corrupción que ha azotado Andalucía. El Supremo, recogiendo el testigo de la juez Mercedes Alaya, ha designado instructor y activado el proceso. ¿Y ahora qué?
La pregunta del millón es qué ocurrirá en los próximos días. Las conjeturas y los futuribles se adueñaron en pocos minutos de un PSOE al que la decisión del Supremo sobrecogió y sacudió por más que digan que era esperada. Lo que va a ocurrir no está claro. Los escenarios que manejan los propios dirigentes del PSOE y los afectados son variados. Hay nervios y desconcierto.Chaves y Griñán confirmaron que pedirán ir voluntariamente a declarar y mostraron “alivio”, en un clásico de todos los aforados, por la decisión judicial. Pero lo más probable es que, si se admite su petición, sean llamados a dar sus argumentos en calidad de imputados. Así ocurrió con el exministro socialista José Blanco.
Puede que también se deseche su petición y que el instructor acelere el suplicatorio como paso previo a su inculpación formal o procesamiento. O puede, como anhelan los socialistas, que no se hallen pruebas de su responsabilidad penal en la trama. Este último supuesto, lógicamente el más deseado en el PSOE, se complica en un clima social y ciudadano de duracondena a la corrupción y que está llevando a los jueces a asumir prevenciones que, quizás en otro contexto, no se hubieran adoptado. Esa variable también la conocen en el partido.
La presidenta de la Junta y secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz, se reafirmó en lo que había dicho una semana atrás. No tenía otra si no quería herir de muerte su credibilidad política. Si el juez imputa a algunos de los aforados un delito, "no le temblará el pulso" y les pedirá que dejen sus escaños. Algo, insistió, que comparten los órganos nacionales del partido. También se mostró convencida de “la honestidad y la honradez” de sus mentores políticos y blandió el argumento de que vayan a ir a declarar voluntariamente.
La respuesta de Pedro Sánchez fue mucho más liviana. “Esperar” fue el verbo más usado por el líder nacional. Preguntado sobre qué harán si los expresidentes resultan imputados y si comparte el criterio de Díaz, aseguró que “tiempo habrá de tomar decisiones políticas, si es que viene al caso”. Ni de lejos se posicionó con la misma rotundidad que la andaluza, por más que desde el entorno de Díaz insistan en que todas las decisiones que ha anunciado en los últimos días son compartidas por Ferraz. De hecho, en el PSOE andaluz se afanan, cada vez más, en trasladar que el más interesado y asustado por la foto de un Congreso con imputados en las filas socialistas era Pedro Sánchez.
Ni a Susana Díaz ni a él les interesa ese lastre para su proyección política futura. Pero cortar esas amarras puede conducir al partido a una zozobra total, advierten muchos socialistas. Hay una quiebra interna entre los que entienden que no queda otra posibilidad ante el actual hastío ciudadano y quienes insisten en que acabar de una tacada con la presunción de inocencia de sus notables es un paso político que no se atreverán a dar. Ahora queda por ver quién asume, si es que lo hacen llegado el caso, el coste de pedir a Chaves y Griñán sus actas. Es una prueba de fuego en la relación de Díaz y Sánchez. Hay signos más que evidentes de que la convivencia política de ambos liderazgos está siendo muy complicada. Por más que se empeñaran el pasado sábado en Sevilla en deshacerse en elogios mutuos en un mitin para alejar los roces, la tensión soterrada que preside las relaciones de ambos líderes está ahí y parece a punto de estallar en cualquier momento. La decisión sobre el futuro político de los expresidentes eleva aún más la presión. La vieja guardia ya ha mostrado su indignación ante la posibilidad de que sean apartados antes de ser procesados.
El estupor fue palpable en las filas socialistas del Parlamento andaluz, donde había sesión plenaria. El PP se regocijó y apresuró a retar a Díaz a que pidiera los escaños de sus antecesores. Chaves y Griñán han sido hasta hoy dos de los nombres propios más relevantes de la historia política del PSOE en los últimos veinte años. El primero gobernó la comunidad durante 19 años. El segundo ha formado parte de varios de sus gobiernos y fue el elegido para la sucesión. Han sido dos pilares de un partido que ahora debe decidir si los echa de sus cargos o los respalda hasta que sean procesados o llamados a juicio oral. En las decisiones que adopten los dirigentes socialistas habrá a partes iguales cálculo político, instinto de supervivencia, dolor y desgarro ante la posibilidad de tener que aniquilar una parte de su historia. Todo un cóctel molotov.
Vídeo: Pedro Sánchez alude a la presunción de inocencia
En público, el PSOE andaluz cierra filas con Susana Díaz. En privado, son muchos los que ayer más que nunca se preguntaban por qué se ha metido en este jardín, si se atreverá a consumar su palabra y si la respaldará Pedro Sánchez. Con el código ético del partido en la mano y la reciente declaración de principios aprobada en Valencia, los socialistas habrían podido quedarse en retirar las actas a los aforados cuando se les abra juicio oral o sean procesados. Si los cinco expresidentes y exconsejeros andaluces (Gaspar Zarrías, José Antonio Viera, Mar Moreno), que están en manos del Supremo, resultan imputados, el PSOE sufrirá un seísmo de graves consecuencias.
http://www.elconfidencial.com/espana/andalucia/2014-11-14/el-futuro-de-chaves-y-grinan-por-el-caso-de-los-ere-mete-al-psoe-en-un-atolladero_455095/