El hallazgo en el bosque
En el complejo etnográfico de Belovodie situado en la aldea de Kamennomostski, se guardan los enigmáticos cráneos y el maletín secreto de los ocultistas de las SS.
“Un hombre mayor de la zona me trajo una maleta grande de color marrón con un asa de cuero y el emblema de la sociedad secreta Ahnenerbe en la tapa –explica el propietario de Belovodie, Vladímir Melikov–.
Es un auténtico ermitaño, vive en una cabaña en el bosque, pero nadie sabe exactamente dónde.
Entonces me pregunté si no habría encontrado un escondite secreto en el bosque. Además, todos los objetos estaban en buen estado. Por ejemplo, las cerillas todavía se pueden usar hoy. Encontrar un lugar así es algo excepcional”.
Observamos la tapa de la maleta, donde se ve claramente el emblema oficial de la Ahnenerbe, formado de runas.
Pero, ¿qué es lo que buscaban en estos parajes?
Ahnenerbe, cuyo nombre completo es “Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana”. Esta organización existió en Alemania entre 1939 y 1945 y fue creada para estudiar las tradiciones, historia y patrimonio de la llamada “raza aria”.
Anillo encontrado junto al maletín que es posiblemente de un soldado raso.
Investigaban todo lo misterioso y desconocido que había en el mundo, realizaron expediciones al Tíbet, la Antártida y el Cáucaso, y buscaron contactos con OVNIs para recibir el secreto del poder absoluto.
La Alemania de Hitler se dedicó activamente a desarrollar nuevos tipos de armas capaces de cambiar el curso de la guerra.
En la Ahnenerbe trabajaban 350 especialistas: eran expertos con una educación brillante, una magnífica carrera científica y varios grados académicos.
Pocos saben que, algunos años antes de empezar la guerra, los especialistas en caminos de montaña de una organización de construcción militar alemana ofrecieron su ayuda a la URSS para construir la carretera entre Pitsunda y Ritsa (desde la costa del Mar Negro a una reserva natural de montaña, actualmente en Abjasia), supuestamente por motivos de cooperación internacional.
Tras finalizar los trabajos, los especialistas alemanes encontraron una muerte trágica, ya que su automóvil se precipitó al vacío en una curva. Hasta el día de hoy, los turistas acuden al lago Ritsa a través de los túneles construidos por los alemanes.
“Agua viva” de Ritsa
Más tarde se supo que los motivos para construir esta carretera estratégica eran otros. Resultó que los hidrólogos de Ahnenerbe habían establecido que la composición del agua tomada de una fuente situada en una cueva bajo el lago Ritsa era ideal para fabricar plasma sanguíneo humano.
“El “agua viva” procedente de Abjasia, en recipientes de plata, se transportaba primero hasta la costa, luego mediante submarinos hasta la base de Constanza, y finalmente en avión hasta Alemania”, explica Bormotov, docente de la cátedra de economía y gestión de empresas de la Universidad Tecnológica Estatal de Maikop. Hubo incluso planes de construir túneles para los submarinos desde el mar hasta Ritsa, pero fueron interrumpidos por la guerra.
En lo que concierne a Adigueya, es conocida la estancia en Maikop del 49º Cuerpo de Montaña de la Wehrmacht, que realizó el ascenso al monte Elbrús. En el valle del río Bélaya, cerca del pueblo cosaco de Dajóvskaya, se situó el regimiento de las SS Westland, y entre los ríos Psheja y Pshish se instalaron los regimientos de tanques Germania y Nordland.
En otoño de 1942, en el aeropuerto de Maikop se instalo la 3ª escuadrilla del 14º grupo de reconocimiento, que contaba con aviones bimotores de reconocimiento FW-189, dotados del instrumental de inteligencia más sofisticado del momento y, en esencia, consistían en laboratorios volantes.
“Eso era más que suficiente para proteger las investigaciones secretas que, posiblemente, realizaba la Ahnenerbe en las montañas de Adigueya”, opina Bormotov. “Maikop era la ciudad donde la Wehrmacht tenía su cuartel general. Desde allí se ejerció el mando de toda la campaña militar alemana en el Cáucaso.
En otoño de 1942, en las montañas de Adigueya no había una línea de defensa definida, y conocemos casos en los que grupos aislados de soldados alemanes se internaron profundamente en las montañas. No está claro por qué se desplegaron tropas en el monte Pshekish en agosto de 1944, cuando la línea del frente ya se había movido muy lejos hacia el oeste.
¿Qué es lo que los nazis no tuvieron tiempo de terminar en el monte Pshekish? ¿No estará esto relacionado con las investigaciones de los especialistas de la Ahnenerbe?”, se pregunta el experto.
Según continúa, es posible suponer que los nazis estuvieran interesados en los dólmenes, al considerarlos “construcciones de los atlantes prehistóricos” y “la entrada a mundos paralelos”. Todavía hoy en día se sigue hablando de sucesos poco comunes en la zona.
Recientemente en la prensa local se habló del desenterramiento de esqueletos de tres metros pertenecientes a una raza humana desconocida en el cañón Borjomi de Georgia.
Cráneos de los dioses
Hace aproximadamente dos años, un grupo de espeleólogos llevó al etnógrafo Vladímir Melikov dos extraños cráneos con cuernos que, según afirmaban, habían sido encontrados en una cueva del monte Bolshói Tjach. Parecían restos de animales fosilizados. Pero cuando comenzó a examinar en detalle los hallazgos se le puso la piel de gallina.
“Observen el orificio redondo de un dedo de grosor en la parte inferior de la cabeza”, dice Melikov, mostrando uno de los cráneos.
“Es la base de la columna vertebral. Y su posición indica que esta criatura se movía sobre dos patas.
Otro detalle extraño es la ausencia de bóveda craneal y mandíbulas. En lugar de boca, hay varios orificios distribuidos en forma de círculo.
Las cuencas de los ojos son inusualmente grandes, y de ellas se separan dos excrecencias en forma de cuernos. Sin embargo, los huesos faciales son planos, como en los homínidos”.
Realmente los hallazgos tienen un aspecto inusual. Incluso si se compara con el cráneo de oso que hay al lado. Es muy tentador pensar que tienes en las manos los restos de algún extraterrestre.
Se enviaron fotografías de los hallazgos a paleontólogos de la capital, pero estos no reaccionaron con mucho entusiasmo.
Tan solo reconocieron que nunca antes habían visto algo parecido, e insinuaron con cautela: ¿quizás se trata de unos cráneos de oveja que estuvieron mucho tiempo en un flujo de agua con arena y quedaron muy deformados?
Pero si se asume una deformación, ésta estuvo sincronizada, ya que los elementos extraños son los mismos en ambos cráneos.
Los investigadores suponen que este tipo de hallazgos también pudo caer en las manos de los “magos” hitlerianos que andaban en busca de artefactos extraordinarios.
Por cierto, los mitólogos, tras observar los hallazgos, lo tuvieron claro de inmediato. Se trata de los Annunaki del antiguo Sumer: divinidades con cuernos cuyo nombre se interpreta como “venidos de los cielos”. En la mitología sumeria, participaron en la creación del mundo.
El escritor estadounidense de origen azerí Zecharia Sitchin identifica a los Annunaki con los habitantes de Nibiru, un hipotético planeta del Sistema Solar con una órbita excéntrica.
Debido a los movimientos astronómicos, este planeta aparece en nuestro rango de visión una vez cada 3.600 años. Según Sitchin, en este período los habitantes de Nibiru descienden a la Tierra y entran en contacto con sus aborígenes, es decir, con nosotros.
“Podemos construir todo tipo de versiones y conjeturas, pero los restos encontrados en las montañas de Aguideya le obligan a uno a reflexionar”, dijo a modo de despedida el académico Iván Bormotov.
Fuentes:Rossiyskaya Gazeta
Komsomolskaya Pravda