La visita de Himmler a Montserrat
En la literatura, el Grial aparece por vez primera en el poema “Perceval ou li contes del Graal”, un poema trovadoresco del siglo XI; hacia 1210 Wolfram von Eschenbach introduce la figura de los caballeros del Grial y el castillo de Montsalvat en el poema Parsifal, que inspiraría a Wagner para su ópera Parsifal.
Pues bien, siguiendo la historia y la tradición aprovechando que se encontraba en España para preparar la entrevista de Hendaya, el Jefe de las SS, el Reichsführer Heinrich Himmler hizo entre otras, dos visitas muy singulares, la ciudad de Toledo y el monasterio de Montserrat en Barcelona.
El jefe de las SS visitó la ciudad de Toledo en un viaje que parecería tener algo más de peregrinaje que de simple viaje o encuentro de orden político. La visita de la comitiva alemana en 1940 no respondió a tipo protocolario de encuentro de altos cargos de la Alemania nazi con las autoridades de otras naciones. Esa dimensión estratégica e interés político de un posible encuentro entre España y Alemania se daría entre Franco y Hitler en Hendaya. Con Himmler vino una delegación expresa de las SS y en concreto de su unidad arqueológica, la Ahnenerbe (Herencia Ancestral Alemana).
Creada el 1 de julio de 1935 por inspiración de Heinrich Himmler, Hermann Wirth y Walter Darré, estaba especializada en investigaciones científicas y arqueológicas en apoyo de las tesis raciales del nazismo.
La visita de Himmler a Toledo
En este sentido aparte del estudio de la herencia ancestral alemana, la Ahnenerbe también buscaba objetos míticos, objetos de poder para utilizarlos al servicio del nazismo.
Esto lo haría de acuerdo a toda la propia dimensión religiosa y esotérica del nazismo pues éste, no era lo que la gente comúnmente ha creído, un simple movimiento político. El nazismo realmente era un movimiento religioso profundamente marcado por el ocultismo que tenía en Adolf Hitler a su Mesías germánico y en Heinrich Himmler a su “Sumo Sacerdote”, siendo las SS el clero de sacerdotes guerreros del Reich de 1000 años que pretendieron crear a sangre y fuego. Encontraremos así que la Ahnenerbe incluía unidades especiales para realizar expediciones por todo el mundo en busca de los orígenes de la raza aria, reliquias sagradas, objetos de poder… tal sería el caso del Arca de la Alianza, La Lanza de Longinos, La Mesa de Salomón, El Santo Grial. Entre estas expediciones figuran las realizadas al Tíbet, a Sudamérica, diversos lugares de Europa.Himmler en las ruinas del Alcázar de Toledo
Toledo capital del reino visigodo, ciudad de la Mesa de Salomón, ciudad mencionada en el Parsifal como origen mismo de las leyendas del Grial. Ciudad del lapis ex caelis, de la “piedra caída del cielo” que en el Parsifal se menciona como Grial y que en Toledo nos remite necesariamente a la Mesa de Salomón. Ciudad que para todo conocedor de la literatura griálica, como el propio Himmler, juega un papel fundamental en la configuración del mito y quizás en las pistas que pueden ayudar a desvelar su secreto.
Este es al parecer el origen del interés de Himmler en Toledo, No debemos en este sentido llamarnos a engaño, pues no es ningún secreto para cualquier persona mínimamente versada en esoterismo y ocultismo que desde hace siglos y a través de diferentes referencias, leyendas y crónicas, se nos narra que en Toledo se halla la Cueva de Hércules y dentro de ella, La Mesa de Salomón.
La Mesa de Salomón que según la leyenda es una joya caída de la frente de Lucifer tras ser derrotado por el arcángel San Miguel, piedra maravillosa venida de los cielos a la tierra y entregada al hombre sabio u hombres puros que puede custodiar su poder. Indudablemente la leyenda de la Mesa toca en este punto temas clásicos de la saga del Grial. De este modo la Mesa de Salomón y Grial parecen cruzarse en una misma idea u objeto llegado de los cielos, de gran poder. Más aún los dos mitos no sólo se confundirán en un mismo objeto o idea, sino que además, el autor del Parsifal cita sus fuentes y nos dice que fue un trovador provenzal llamado Kyot, quien le contó la historia del Grial.
Este trovador habría estado a su vez en Toledo siendo aquí que descubrió unos textos escritos por un mago llamado Flegetanis, que serían los que recogían la historia del Grial, referencia primordial, fija y constante de ambos ciclos legendarios en la que Toledo siempre aparece asociada a tesoros y objetos de poder. Ciudad de la que indudablemente tendrían noticias los miembros de la Ahnenerbe y su jefe Heinrich Himmler.
Siendo este pues el origen de su visita o peregrinaje a esta ciudad. Himmler sería recibido en Toledo como un héroe, con toda la pompa de un auténtico jefe de Estado. Para comprender esto, por supuesto, nos tenemos que situar en la época, recién terminada la guerra civil, las tropas del General Franco han ganado la contienda y España se siente como un aliado de Alemania. Toledo se engalana así, hay cientos de banderas con la esvástica adornando las calles, algunos toledanos bordan en sus camisas el símbolo de la cruz gramada, hay una auténtica fiesta y el ejército escolta la comitiva de Himmler mientras las gentes hacen el saludo nazi a su paso.
La visita tendría carácter oficial y en todo momento Himmler estuvo acompañado del general Moscardó y del arqueólogo Julio Martínez Sanataollalla miembro de la Falange y jefe de la “Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas”, departamento arqueológico que funcionaba como la Ahnenerbe alemana pero en España.
Santaollalla estudió en la Universidad de Bonn, se interesó en las migraciones de los pueblos germánicos a España, así como las raíces célticas de la Hispania prerromana. Si Himmler solicitó visitar alguna cueva toledana o recabó información sobre estas, si pretendió excavar y buscar la Mesa de Salomón, si encontró o no el interlocutor adecuado al respecto, o si simplemente no supo seguir las pistas y rastrear las claves griálicas de Toledo y su provincia, es algo que ciertamente ha quedado en el más absoluto misterio.
Quizás esto es lo que le ocurrió a Himmler, un mago negro que pretendió dominar la humanidad por el fuego de la guerra, pero que ciertamente no era el elegido para encontrar la Piedra griálica de Toledo….
HIMMLER EN MONTSERRAT
Himmler y su visita a Barcelona
El día 23 de octubre, la comunidad benedictina recibiría a Himmler, ciertamente, pero no sus máximos representantes. El abad del monasterio de Montserrat Antoni M. Marcel y su coadjutor, Aureli M. Escarré, tenían que aceptar la visita de Heinrich Himmler. No tenían otro remedio: hacía 18 meses que la dictadura del general Franco se había impuesto, en septiembre de 1939 había estallado la Segunda Guerra Mundial y en poco tiempo, el ejército alemán había conseguido tener bajo su dominio la mitad de Europa. Pero ellos no estaban dispuestos a dar la mano al hombre más representativo de la persecución que en aquellos momentos sufría la Iglesia Católica en Alemania. Heinrich Himmler, Reichsführer de las SS, subía con todo su séquito por la carretera que envuelve la singular montaña y que lleva hasta la plaza, ante los arcos que dan la entrada al monasterio.
La comitiva, formada por diversos automóviles, venía desde Barcelona, a donde aquella mañana había llegado el jefe supremo de la policía del III Reich proveniente de Madrid, dispuesto a satisfacer el curioso interés que este tenía por la montaña de Montserrat. Le acompañaban, entre otras autoridades españolas y alemanas, el general Wolf, jefe de su Estado Mayor; el coronel Gebbardt, jefe de Sanidad de las SS; el teniente coronel Hartmann y el entonces capitán general de Cataluña, Luis Orgaz. Mientras, el padre Andreu Ripoll, designado por orden expresa del abad para hacer de cicerón a los visitantes, esperaba pacientemente. Su dominio de la lengua alemana lo convertía en la persona idónea para guiar a Himmler en representación de la comunidad benedictina del monasterio.
Lo primero que observó el padre Ripoll fue la gran parcialidad de los acompañantes alemanes, todos ellos de uniforme, de la misma altura y aspecto impenetrable, marcando el paso y siempre saludando con un seco taconazo.
También recordaba muy nítidamente al general Wolf, acompañante del Reichsfürer, que bruscamente le preguntó si hablaba alemán. Una vez se había asegurado, permitió que el benedictino se acercara a Himmler y se saludasen dándose la mano, no alzando el brazo, para a continuación iniciar la visita a la basílica, la biblioteca, el museo y finalmente subir hasta la cima de la montaña en el teleférico de San Jerónimo. El padre Gregori Estrada también asistió al encuentro. Hablaba alemán porque durante la Guerra Civil se había refugiado junto a otros monjes en la abadía benedictina de Maria Laach. Musicólogo, compositor y durante muchos años director del coro, explica que le encargaron que acompañase a un militar del séquito para ver la basílica, pero este, taxativo, le contestó: “¡Eso no le interesa al ministro! ¡Lo que él quiere ver es el exterior”!. Eso mismo le habían informado al padre Ripoll de Himmler. Lo que le interesaba era la montaña, no el monasterio y justamente por ese motivo el que ejercía de cicerón paseó al visitante por todas las estancias y rincones del edificio.
El padre Ripoll no podía entender cómo habían llegado aquellos visitantes con aquellas exigencias y aun los entendió menos cuando, en la biblioteca, Himmler le pidió la documentación que, según el jerarca nazi, forzosamente debía tener Montserrat referente a Parsifal y al Santo Grial. El padre Ripoll le respondió que no tenían ningún tipo de documentación.:“¿Cómo qué no? Ustedes deben tener forzosamente documentación, en Alemania todo el mundo sabe que Santo Grial está en Montserrat.” Por mucho que el padre le explicara que toda la documentación del archivo se había quemado durante la destrucción del monasterio en la Guerra del Francés (1808-1814) y que, además, nunca había habido pruebas documentales de que el Santo Grial se escondiera en Montserrat, Himmler no se dejó convencer. Estaba encabezonado con la idea de que Montserrat era la montaña sagrada de Montsalvat a la que hace referencia la leyenda de Parsifal y que por tanto, los monjes debían saber alguna cosa sobre el Santo Grial.
Himmler y toda la comitiva
No fue el único episodio tenso de la jornada. Después de la biblioteca, el itinerario seguía por la visita al museo, donde hay un sepulcro ibérico, pueblo pre-románico que se estableció en la Catalunya actual sobre el 650 AC.
El ilustre visitante se lo miró y al ver que el esqueleto tenía unas medidas considerables, verbalizó sus pensamientos y dijo que el cadáver era de un nórdico. Ante la corrección del padre Ripoll, que puntualizó que era un ibérico, Himmler respondió, muy seguro de sí mismo: “Sí, pero eran descendientes de los nórdicos, que bajaron hasta estas tierras”. El padre Ripoll, según explicó él mismo, se molestó ante aquellas palabras y aún se sintió más indignado cuando, encontrándose ya en el museo bíblico, el Reichsführer de las SS pidió, con la mirada, la atención a todos los presentes. Señaló con el índice de la mano derecha la maqueta del Templo de Jerusalén que hay expuesto y exclamó: “¡Die erste Bank!” (“El primer banco”).
El padre Ripoll quedó sorprendido. Era un ataque sin duda alguna hacia los judíos, en consonancia con las ideas que los nazis tenían al respecto, pero a la vez se convertía en un ataque a Jesús, que también era judío. Al darse cuenta, Himmler quiso puntualizar que Cristo no era judío, sino que de raza aria, y que en la misma Biblia habían pruebas de este hecho. “Decidí callar, puesto que tanta incultura era increíble” comentó Ripoll. Pero en el trayecto del aéreo de Sant Jeroni se vivió el momento más tenso. Fue cuando Himmler se jactó en voz alta de ser el gran perseguidor de la Iglesia Católica en Alemania e insultó vilmente las comunidades benedictinas que había en su país.
El jefe de las SS y el monje catalán iniciaron una discusión en alemán que asustó a los acompañantes españoles, que no entendían nada. El padre Ripoll le rebatió todos y cada uno de los argumentos que el jefe de la Gestapo había usado para atacar a la Iglesia y a los benedictinos alemanes. Después de esto, Heinrich Himmler bajó del teleférico. Ya estaban en la cima de Montserrat; finalmente habían llegado allí donde la leyenda alemana y los nazis especulaban que se escondía el Santo Grial. La visita duró un rato más, hasta que Himmler asumió que no podría sacar lo que buscaba en Montserrat.
Pero, la pregunta es: ¿Cómo es posible que uno de los jerarcas más altos del nazismo, uno de los hombres clave del Estado alemán, hubiera dedicado unas horas de su corta visita a Barcelona para visitar una montaña en búsqueda de un objeto que, según todas las investigaciones serias, forma parte del mundo de las leyendas?