Por INFOVATICANA | 16 mayo, 2020
“La apostasía dentro de la Iglesia es la cosa más grave e impactante” que emerge de las apariciones de la Virgen del siglo XX.
“El cardenal Ciappi, que había leído el tercer secreto, especificaba que la Virgen había dicho que la apostasía comenzaría en los niveles más altos de la Iglesia”.
“Estamos gobernados por la masonería, porque muchos políticos, y distintos obispos y cardenales están, desgraciadamente, afiliados” y, en Civitavecchia, “se advirtió a Italia” de por qué existe esta convergencia.
La suspensión de las misas presenciales puede ser “una apostasía práctica”, porque “si Nuestra Señora recomienda la Eucaristía todos los días, y tú la niegas, evidentemente es, en la práctica, una fuerte confrontación entre Ella y Satanás, que terminará con el triunfo del Inmaculado Corazón de María”.
La Nuova BQ entrevista al padre Flavio Ubodi, teólogo capuchino, por el 103 aniversario del comienzo de las apariciones de Fátima.
La apostasía a partir de las jerarquías eclesiásticas, la persecución de la Iglesia no solo por el mundo sino dentro de la Iglesia misma, la entrada en los tiempos del tercer secreto de Fátima que conducirá al triunfo del Inmaculado Corazón de María.
En definitiva: estamos en el apogeo de la confrontación entre la Virgen y Satanás. Esta es la lectura que el padre Flavio Ubodi da, basándose en las revelaciones marianas en Fátima y Civitavecchia, sobre los tiempos que vivimos.
Teólogo capuchino, autor del libro La Virgen de Civitavecchia. Lágrimas y mensajes [publicado en español por
Homo Legens], el padre Ubodi fue vicepresidente de la comisión teológica diocesana que, a mediados de los años noventa, se expresó a favor de la sobrenaturalidad de las lágrimas de la Virgen de Civitavecchia.
Una manifestación de la Virgen que continuó con las apariciones y los mensajes a la familia Gregori, hechos que la Iglesia ha reconocido paulatinamente. En esos mensajes, el vínculo entre Fátima y Civitavecchia, una diócesis en las afueras de Roma donde la Santísima Virgen se manifestó para cumplir lo que se había anunciado a los tres pastorcitos, es explícito.
Con motivo del 103 aniversario del comienzo de las apariciones en Fátima, en la Cova d’Iria, la Nuova Bussola ha entrevistado al Padre Ubodi.
Padre Ubodi, el 13 de mayo de 2010, en el décimo aniversario de la beatificación de Jacinta y Francisco, Benedicto XVI dijo: «Cualquiera que pensara que la misión profética de Fátima había concluido, estaría equivocado». ¿Cuál es esta misión profética?
De momento, es necesario decir que aquella frase de Benedicto XVI, de hecho, puso en evidencia que lo que dijo el cardenal Bertone sobre la conclusión del mensaje de Fátima era falso. La misión profética es el anuncio de lo que hubiera sucedido en estos últimos tiempos.
Tratándose de una profecía contenida en un secreto, es difícil decir con precisión de qué se trata. Sin embargo, podemos decir, con cierta seguridad, que se trata de la apostasía dentro de la Iglesia (también anunciada en Civitavecchia), y esta es la cosa más grave e impactante.
Los cardenales Oddi y Ciappi dijeron que Nuestra Señora había anunciado la gran apostasía dentro de la Iglesia. Y Ciappi, que había leído el tercer secreto, especificaba que la Virgen había dicho que la apostasía comenzaría en las altas esferas. En mi opinión, esta es la gran profecía.
¿Cómo se relaciona esto con la tercera parte del Secreto, en particular con la visión de los mártires y de las persecuciones a la Iglesia?
Si hay una apostasía dentro de la Iglesia, comenzando con los niveles más altos, está claro que aquellos que no estén en línea con las directivas de los líderes serán perseguidos automáticamente. Además de sufrir una persecución por parte del poder secular adverso a la Iglesia.
En Fátima, Nuestra Señora pidió, junto con la Comunión reparadora de los primeros sábados, la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, para preservar al mundo de la Segunda Guerra Mundial. No se la escuchó. En Civitavecchia, hace 25 años, pidió en particular la consagración de Italia. ¿Por qué?
De Italia y también del mundo. Con respecto a Italia, dijo: «Vuestra nación está en grave peligro».
No especificó qué tipo de peligro: si es físico, moral, espiritual, social, catástrofes naturales.
Ciertamente, Italia está sufriendo enormes desviaciones, una pérdida de valores cristianos.
Italia ha sido advertida, en mi opinión, porque la posición de los líderes, de los gobernantes, puede estar en sintonía con la apostasía dentro de la Iglesia, e incluso favorecerla creando restricciones, imposiciones sobre la administración de los Sacramentos, limitaciones al culto, etc., y así sucesivamente.
Tengo la impresión de que el Covid-19 haya sido la ocasión para los ensayos generales.
¿Cree que la Iglesia está renunciando a su libertad?
Sí. La impresión es que hay una especie de acuerdo masónico a los niveles más altos. Estamos gobernados por la masonería porque, desgraciadamente, muchos políticos y distintos obispos y cardenales están afiliados o responden a una obediencia masónica.
Por tanto, si hay un poder, por encima de los otros, que ordena, que da las directivas, esta parte de la jerarquía desviada debe obedecer. Y, desde el momento en que tienen poder, pueden imponer y condicionar la vida de los fieles.
Tanto Fátima como Civitavecchia tienen la Eucaristía en el centro. A los Gregori, la Virgen les habló de la comunión diaria para santificarse. Sin embargo, ahora, los fieles llevan casi tres meses sin misas, que no se restablecerán hasta el 18 de mayo, con graves condicionamientos para la liturgia. ¿Cómo se puede leer esta situación de privación de la Eucaristía?
Es un ataque al corazón del cristianismo. El centro de todo es Jesucristo, y lo encontramos en la Eucaristía. Si queremos tener vida, vida plena, debemos recibir la Eucaristía. Si, en cambio, eliminamos la Eucaristía de la Iglesia, de la vida de los fieles, habrá un empobrecimiento espiritual aterrador. Privar a los fieles de la Eucaristía ha sido un gran acto satánico.
En las palabras de Nuestra Señora, esto está implícito: si Ella recomienda la Eucaristía todos los días y tú la niegas, evidentemente hay, en la práctica, una fuerte confrontación entre la Virgen y Satanás, entre el corazón del cristianismo, que es Jesucristo, y las potencias enemigas que quieren alejar a los hombres de Él. Estoy convencido de que ya estamos dentro del tercer secreto de Fátima, que se está realizando.
Los obispos de naciones enteras, comenzando desde Italia, han suspendido las misas… es algo que nunca se había visto en dos mil años de Iglesia.
Este podría ser un aspecto de la apostasía general, es decir, una apostasía práctica. Primero hay una apostasía doctrinal que consiste en renegar de los fundamentos del cristianismo como la Revelación -negar que sea la Palabra de Dios válida para todos los tiempos y lugares- y, también, la Tradición, los dogmas, las verdades contenidas en el Credo.
También se llega a negar la divinidad de Jesucristo, reduciéndolo a un simple hombre. Y así se niega la presencia real de Jesús en la Eucaristía, la importancia de los Sacramentos, etc. Esto en el plano doctrinal. Luego está la apostasía práctica: el abandono de la práctica religiosa.
¿Qué piensa del hecho de distribuir la comunión con guantes?
En mi opinión, se trata de una profanación que roza el sacrilegio. Distribuir la Comunión con guantes significa no tener respeto por Jesucristo presente en la Eucaristía y, tampoco, por el fiel que la recibe. También existe el problema de los fragmentos del Cuerpo de Cristo, que pueden permanecer pegados a los guantes, y no se sabe qué pasa con ellos.
Volvamos a Fátima y Civitavecchia. ¿Qué nos dice del paso del testigo entre la hermana Lucía y Jessica Gregori?
Nuestra Señora le confió el tercer secreto a Jessica. Ella, en 1996, se reunió con sor Lucía, hablaron en privado y, por lo que supe por parte de Jessica, compararon los mensajes de Nuestra Señora y estos coincidían perfectamente. Existe una relación muy estrecha entre Fátima y Civitavecchia.
Fátima ocurre a principios de siglo, Civitavecchia al final. Fátima es el anuncio de lo que sucedería, Civitavecchia es la entrada en las cosas que habían sido anunciadas en Fátima. En Civitavecchia, la Virgen, cuando dice que Satanás está tratando de oscurecer al mundo y también a la Iglesia, advierte: «Prepararos para vivir lo que les había revelado a mis pequeños en Fátima». Hemos entrado en esos tiempos.
¿Cuáles son los contenidos en común?
La invitación, urgente, a la conversión. La consagración al Inmaculado Corazón de María. Tanto en Fátima como en Civitavecchia se habla de consagrar, no de encomendar: hay una profunda diferencia.
Encomendarse es más superficial, la consagración es mucho más poderosa porque involucra más a la persona, la familia, la Iglesia o la nación que la hace: es como decir “soy tuyo, te entrego a ti todo mi ser, para que tú puedas entregarlo al Padre”. Otro punto en común entre Fátima y Civitavecchia es la recitación del rosario como un arma para derrotar a Satanás, eliminando así todo peligro para el alma, y no solamente.
¿Un ejemplo de peligro?
En Civitavecchia se pone en evidencia que Satanás habría tratado de destruir el mundo buscando provocar una guerra nuclear.
En Civitavecchia, es claro el odio de Satanás contra la Iglesia y la familia.
Civitavecchia se caracteriza, sobre todo, por la familia, es decir, la destrucción de la familia, por lo tanto, de la célula primordial de la sociedad. Cuando estas advertencias surgieron de Nuestra Señora, todavía no había empezado el bombardeo de las parejas de hecho, de las parejas homosexuales, de los vientres de alquiler, etc.
Yo veo esta conexión: en Fátima, la principal preocupación es la Iglesia, en Medjugorje es la parroquia, en Civitavecchia es la familia. Esta, podría decirse, es la especificidad de las apariciones que, por lo demás, tienen muchos puntos en común, como el llamamiento constante a la oración, la penitencia y, por lo tanto, la conversión.
¿Qué vínculo hay entre la visión de Fátima sobre el infierno y las lágrimas de Civitavecchia?
Las lágrimas de Civitavecchia ponen en evidencia el dolor de la Virgen que llora la sangre de su Hijo derramada en vano por muchos. La visión del infierno en Fátima nos recuerda que, a pesar de la Cruz, de la sangre derramada por Jesús, muchos se condenan.
Lo mismo, de otra manera, se dice en Civitavecchia. La sangre que llora Nuestra Señora es la sangre de Cristo, porque muchos no se benefician de esta sangre, rechazando la Misericordia de Dios y, por lo tanto, se condenan.
Cuando la segunda Madonnina de Civitavecchia, procedente de Medjugorje, exuda aceite perfumado, ¿qué significado tiene?
Este también es un fenómeno significativo. Esta estatuilla -donada por el cardenal Deskur y bendecida en nombre de Juan Pablo II- manifiesta estas exudaciones cuando menos te lo esperas, frente a grupos o a personas, a menudo durante las fiestas litúrgicas: es un signo de la protección de María y de las gracias del Espíritu Santo.
Si estamos yendo hacia el punto álgido de la batalla, ¿significa que el triunfo prometido por la Virgen está cerca?
Claro, pero no sabemos cuánto tiempo puede durar esta batalla. Este también es un elemento común a Fátima y Civitavecchia: Nuestra Señora dice que habrá pruebas, tribulaciones, pero al final triunfará el Inmaculado Corazón de María. Este triunfo emerge en las revelaciones de Fátima y Civitavecchia, e infunde fortaleza al cristiano que cree.