Esta versión se suma a la inquietud por la aparición reciente de archivos desclasificados del FBI en los que se confirma que su director, Edgard Hoover, tenía datos vinculados a una posible huida de Hitler a Argentina, Paraguay o Brasil. No son pocos los autores que sostienen que Hitler se recluyó en la Argentina, más precisamente en la Provincia de Córdoba, hasta su muerte; hay incluso fotos que refuerzan esta hipótesis.
El propio Stalin estaba convencido de que Hitler había escapado, y al recibir el escepticismo de los líderes de occidente al respecto, no hizo más que reforzar sus sospechas sobre un pacto entre el tirano alemán y las potencias occidentales: él habría salvado su vida en el más hermético secreto, a cambio de tecnología armamentística.
El supuesto cráneo de Hitler, por su parte, fue sometido a análisis por cuenta de un forense independiente, quien determinó que en realidad corresponderían a Hermann Lündeft, un pariente del Führer. Todo esto se suma al caso de Otto Gunshe, asistente personal de Hitler, quien revelaba en su diario personal que diría la verdad sobre la muerte del líder, pero antes de que esto suceda apareció muerto en el baño de su casa, por causas jamás esclarecidas. Nuevas voces que van apareciendo, con el correr de los años, y profundizan la sospecha de que la vida y muerte de Hitler son heridas que el mundo aún no ha cicatrizado.
Fuente: Misteryplanet; WorldNewsDailyReport; LaCapital
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