La misión Gaia de la ESA ha revelado por sorpresa, en su último conjunto de datos, cómo una serie de estrellas viajaban hacia el interior de la Vía Láctea, quizá procedentes de una galaxia distinta.
Gaia ha medido las posiciones, paralajes y movimientos bidimensionales en el plano del firmamento de 1.300 millones de estrellas.
Y para un subconjunto de siete millones de las estrellas más brillantes, también ha medido con qué velocidad se alejan de la Tierra. Básandose en su última publicación, en la que se recopilaba información sobre más de mil millones de estrellas, un grupo de astrónomos de la Universidad de Leiden (Holanda) ha encontrado por primera vez una serie de estrellas que, no siguiendo la norma, viajan hacia el interior de la Vía Láctea en vez de hacia fuera.
¿La explicación para esto? Que podrían proceder de otra galaxia y encontrarse en la nuestra de paso.
Es decir, atravesándola. «De los siete millones de estrellas sobre los que Gaia aplicó mediciones de velocidad completas, encontramos 20 que podían viajar lo suficientemente rápido como para finalmente salir de la Vía Láctea», explica Elena María Rossi, una de las investigadoras, que además sostiene que este número es muy alto respecto de sus previsiones, que se basan en encontrar un astro con estas características entre los siete millones estudiados al detalle.
Rossi explica que durante su investigación se dieron cuenta de que la mayoría de estrellas de hipervelocidad que habían encontrado en la segunda tanda de datos proporcionados por Gaia no viajaba hacia el exterior de la galaxia, como el grupo que habían encontrado en su anterior investigación, sino que en este caso se dieron cuenta de que se dirigían hacia el centro de la Vía Láctea.
«Podrían ser estrellas de otra galaxia que se desplazan por la Vía Láctea», apunta Tommaso Marchetti, otro de los investigadores que han participado en el estudio.
Gran Nube de Magallanes.
En su publicación, la ESA indica que estos astros podrían provenir de la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la nuestra localizada a 163.000 años luz, e incluso mantiene abierta la hipótesis de que pudiesen provenir de alguna galaxia todavía más lejana.
Aceleración por supernova «Las estrellas pueden acelerarse hasta altas velocidades cuando interactúan con un agujero negro», indica Rossi, que explica que la presencia de estos cuerpos en la Vía Láctea podría indicar la existencia de agujeros negros en galaxias cercanas. Sin embargo, la circulación de estos astros por nuestra galaxia también podría haberse propiciado dentro del contexto de un sistema binario, donde una de las estrellas explotó como una supernova lanzando la otra hasta la Vía Láctea.
«De cualquier manera, estudiarlas podría decirnos más sobre los procesos que se dan en las galaxias cercanas», defiende la investigadora.
También podrían ser nativas
Aunque la primera hipótesis del grupo de investigación apunta hacia otras galaxias, las estrellas de hipervelocidad que se encuentran dirigiéndose hacia el centro de la Vía Láctea podrían ser nativas.
En este caso, se trataría de estrellas que se dirigirían hacia la zona central de la galaxia propulsadas por la interacción con alguna de las galaxias enanas que cayeron hacia la Vía Láctea durante su formación.
En abril de este año, el satélite astrométrico de la ESA publicó un catálogo sin precedentes, de más de 1.000 millones de estrellas. Astrónomos de todo el mundo han estado trabajando sin descanso estos últimos meses con este conjunto de datos, escudriñando las propiedades y los movimientos de las estrellas de la Vía Láctea y más allá con una precisión inédita.
«Una estrella del halo de la Vía Láctea probablemente sea muy antigua y esté formada mayoritariamente por hidrógeno, mientras que las estrellas de otras galaxias podrían contener una gran cantidad de elementos pesados», explica Marchetti.
Sin embargo, la respuesta definitiva solo podría encontrarse si se estudian estos astros cuando se encuentren más cerca y se pueda captar información adicional, como su año de creación o la composición de los mismos. Fuente: ESA. Edición: El Confidencial.
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