Los gatos son seres sigilosos, de mirada hipnótica y cuerpo elástico que han fascinado a la humanidad desde el principio de los tiempos.
Se materializan cuando menos lo esperas y se hacen invisibles a la mínima provocación haciendo gala de esa libertad que va más allá del cuerpo físico y que les lleva a seleccionar cuidadosamente a aquellos humanos a los que entregarles su confianza y su cariño.
Es por ello que vamos a dedicar este artículo a su historia y a sus misterios, que los hay, así como a repasar y a desmentir algunas supersticiones que injustamente los rodean.
Los gatos hacen magia, sin duda. Todo aquel que conviva con uno la habrá experimentado de una u otra manera.
Ellos tienen la increíble capacidad de curar el alma y de unir los pedazos de un corazón roto. Ejercen su poder cuando se acercan a ti lentamente, conquistando delicadamente tu espacio y se enroscan sobre tu pecho o en el hueco de tu cuello y se quedan ahí, cantando su canción ronroneante, hasta que logran detener el tiempo y alejar de ti cualquier tipo de tristeza.
Antiguo Egipto
Esto ya lo sabían los antiguos Egipcios, quienes veneraban a los gatos otorgándoles la categoría de dioses protectores del hogar y la familia.
La palabra que utilizaban para denominar a estos felinos era miw, que en lengua egipcia significa ‘ver’. Pensaban, muy acertadamente, que todo lo podían ver y ningún detalle escapaba a sus extraordinarios ojos, siempre observadores.
Por eso era frecuente colocar figuras con forma de gato en las puertas de las casas, para impedir la entrada de espíritus malignos.
Entre el panteón de dioses egipcios se encontraba Bastet, una divinidad con cabeza de gata protectora de las embarazadas y la fertilidad.
También estaba Sejmet, con cabeza de leona, que representaba la fuerza y el poder en su aspecto más terrible y feroz. Los gatos en el antiguo Egipto era tan respetados que se castigaba con la pena capital a quien osase dañar a alguno de ellos.
Las familias incluso guardaban un largo periodo de luto cuando fallecía el minino de su hogar. Edad Media
Pero todo cambió con el transcurso del tiempo y de ser auténticas deidades dignas de veneración, los gatos pasaron a convertirse en seres maléficos.
Pero todo cambió con el transcurso del tiempo y de ser auténticas deidades dignas de veneración, los gatos pasaron a convertirse en seres maléficos.
En la Edad Media comenzaron a ser vinculados con la brujería y la magia negra.
En consecuencia, la gente de aquel entonces aseguraba que las brujas gustaban de metamorfosearse en felinos negros para recorrer la noche y colarse en cualquier sitio y ejercer su poder de hechicería.
Es por estas reminiscencias antiguas que durante muchos siglos después, cruzarse con un gato negro seguía siendo entendido como una señal de mala suerte. Pero el gato negro también estuvo relacionado con una superstición positiva.
Los marineros llevaban un gato a bordo, que además de cazar ratones, era un amuleto de buena suerte. Las esposas de los pescadores que tuviesen un gato negro en casa podían confiar en que sus maridos llegarían sanos y salvos. En las bodas se regalaba un gato negro para asegurar la felicidad y la prosperidad de la pareja.
En algunas regiones no permitían que el gato estuviese presente en las discusiones familiares, pues creían que eran capaces de esparcir rumores por el pueblo. Incluso se ha llegado a creer que quien escucha estornudar a un minino tiene la buena suerte asegurada.
No obstante, y según Karen Heredia, fundadora y directora de la protectora Animal Hope, que acoge a más de medio centenar de gatos rescatados y abandonados, entre los meses de septiembre y octubre no se permiten adoptar gatos negros con el fin de evitar que sean utilizados en rituales típicos de estas fechas.
Características sensitivas sorprendentes
Los gatos siempre se han visto envueltos en la magia, para bien y para mal. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Son, realmente seres con poderes?
Lo cierto es que las características físicas de estos felinos son tan asombrosas que hacen comprensible todas estas ideas mágicas construidas a su alrededor. Los gatos tienen una capacidad auditiva superior a la de los perros, visión ultravioleta y unos bigotes increíblemente sensitivos conectados directamente a sus sistema nervioso.
Además, se sabe que pueden sentir las fuerzas magnéticas de la Tierra, igual que las aves, lo cual les dota de un «GPS» interno que les permite orientase a la perfección. Se dice que además los gatos son capaces de oler emociones y percibir el estado emocional de las personas a partir de determinadas sustancias que se desprenden a través del olor corporal.
También tienen una gran habilidad para detectar los cambios de temperatura lo cual da explicación a esos casos en los que algún gato ha llegado a predecir enfermedades, fallos orgánicos o incluso fallecimientos. Su enigmático ronroneo Los gatos tienen también un poder curador demostrado por distintas investigaciones científicas.
El ronroneo se produce en una frecuencia dominante (entre 25 y 150Hz) cuya vibración tiene efectos positivos en el tratamiento de diversas dolencias de los huesos como la artritis, osteoporosis o fracturas. Ayuda a aliviar el dolor, regenerar los tejidos, estimular la circulación y reducir la inflamación.
La vibración, en un rango concreto, ejerce una acción anabólica que se utiliza en medicina ortopédica. Las terapias con vibraciones han sido estudiadas incluso por médicos de la NASA con la intención de encontrar tratamientos para la pérdida de masa ósea.
Utilizaron la aplicación de frecuencias de entre 20 y 100Hz en sus pacientes, que mejoraron de forma rápida. Pero aún hay más. El sonido del ronroneo, estimula la producción de serotonina, la hormona que regula el ciclo del sueño, y también de las endorfinas, encargadas de mantener el buen humor.
Y los efectos calmantes y terapéuticos del ronroneo se multiplican si gozamos del cariño y la compañía de quien los emite. Según las estadísticas, las personas que comparten vida con un gato tienen un sistema inmunológico más fuerte, una mejor salud cardiovascular y un sueño de mayor calidad.
Con todo este cúmulo de dones y habilidades físicas y sensitivas, no podemos menos que considerar a los gatos como animales mágicos. Se han dado muchos casos de premonición de catástrofes naturales y de precognición de accidentes, que siguen alimentando el ancestral misterio que les rodea. La exquisita sensibilidad de los gatos nos sorprenderá siempre.
Les contemplamos en esa serenidad orgullosa mientras nos observan sentados desde una ventana y pensamos, ¿qué ves? ¿qué hueles? ¿qué sientes? ¿qué piensas?
Y ellos, que ya habrán hecho un análisis profundo de nuestra persona, decidirán si se acercan para deleitarnos con su afecto, o si bostezan lánguidamente erizando los bigotes y se dan la vuelta lentamente para ignorarnos por completo.
Por Pablo Moreira / Mundo Parapsicológico.
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