viernes, 1 de abril de 2022

Los equilibrios del Papa Francisco con Ucrania, ‘cardinalis’ on line, la dictadura globalista, Pell y el ‘mea culpa’ de Canadá.


Por SPECOLA | 29 marzo, 2022

El problema de la información actual es que nos hace ver a través de una ventana muy reducida la realidad manipulada para obtener intereses tantas veces inconfesables. Una imagen estática y plana puede ser muy bella pero no deja de ser una ficción. Hoy no hay otro problema en el mundo que la guerra de Ucrania que ha cubierto con un torrente de noticias los demás problemas del mundo. La omnipresente epidemia que sigue entre nosotros ha desaparecido de nuestro imaginario y la situación de Ucrania lo hará cuando pierda interés.

El Papa Francisco condena en un crescendo la guerra de Ucrania como «inaceptable», «repugnante», «sacrilega» la «guerra de agresión» y la «invasión» librada por Rusia contra Ucrania, sin poner nunca nombre al Estado agresor, ni su monarca. Parece que está de acuerdo en que Parolin, reconozca que «el derecho a defender la propia vida, el propio pueblo y el propio país a veces implica también el triste recurso a las armas», y que también «la ayuda militar a Ucrania puede ser comprensible». 

 El Papa Francisco sigue lanzando invectivas contra la fabricación y distribución de armas por parte del «poder económico-tecnocrático-militar», que considera una «locura», «un escándalo que ensucia el alma, ensucia el corazón, sucia humanidad”, el verdadero origen de todas las guerras. Incluso dijo que estaba «avergonzado» al leer que «un grupo de estados se han comprometido a gastar el dos por ciento del PIB en la compra de armas».

La impresión, escuchando al Papa Francisco, es que los ucranianos deben defenderse solo con sus propias manos. Una contradicción creciente, una más, a las que este pontificado nos tiene acostumbrados y denota la creciente irrelevancia de la Santa Sede en el escenario mundial. Fue en el siglo XX cuando la doctrina católica sobre la paz y la guerra tuvo su formulación más completa. Es una doctrina que, bajo condiciones precisas y estrictas, legitima el uso de la fuerza. 

Hasta el punto de admitir, en el discurso del Papa Juan Pablo II a principios de 1993 ante el cuerpo diplomático, la «injerencia humanitaria» armada en defensa de un Estado que ha acabado «bajo los embates de un injusto agresor».

 Para el Papa Francisco, la guerra en defensa de quienes son víctimas de la agresión puede tal vez librarse como un mal menor, pero en todo caso sin definirla y juzgarla «justa»: “En el pasado, incluso en nuestras Iglesias se hablaba de guerra santa o guerra justa. Hoy no podemos hablar así. Las guerras son siempre injustas”.

El Papa Francisco hizo la ruptura más clara con la doctrina y fórmula de la «guerra justa» con su mensaje para el día de la paz del 1 de enero de 2017, enteramente dedicado a la no violencia «como un estilo de política para la paz». En 2019, en el vuelo de regreso de Japón, dijo que no creía que una encíclica dedicada a la paz y la no violencia, aún estuviera maduro, a pesar de haber cultivado el proyecto. Añadió que por el momento sigue siendo legítimo, como «último recurso», recurrir a las armas en los casos admitidos por la teología moral.

La posición del Papa Francisco empieza a no gustar ni a los suyos y hasta Biden en Polonia prefirió citar a San Juan Pablo II y su “no tengáis miedo”. Juan Pablo II tuvo que lidiar con la hipótesis de que Rusia invadiera Polonia, su patria: «Por lo tanto, teniendo en cuenta los diversos y graves motivos de preocupación creados por la tensión sobre la situación actual en Polonia, les pido que hagan todo lo posible para garantizar que todo lo que, según una opinión generalizada, es la causa de esta preocupación, es removido”.

Esta continua fluctuación por parte del Papa Francisco crea visiones diversas en la Iglesia. Los Sant’Egidio, la «ONU de Trastevere», ha promovido aplicaciones muy variadas fieles a la enseñanza contradictoria de Francisco. Riccardi, el fundador, lanzó un llamamiento, para que la capital Kiev sea declarada «ciudad abierta» para evitar la destrucción, olvidando que técnicamente una «ciudad abierta» es la ciudad que, por acuerdo explícito de las partes en conflicto, se deja ocupar por el enemigo, en este caso Rusia, sin ninguna resistencia.

Por si tenemos poco con Ucrania, Moscú acusó el sábado a Azerbaiyán de violar un acuerdo de alto el fuego al entrar en la zona de la misión de mantenimiento de la paz rusa en la región separatista de Nagorno-Karabaj, la primera vez que Rusia culpa públicamente de la violación del acuerdo de 2020. 

El Ministerio de Defensa ruso también acusó a las tropas azerbaiyanas de utilizar drones de fabricación turca para atacar a las tropas de Karabaj, mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Moscú expresó su «extrema preocupación» por las crecientes tensiones en la región. Rusia instó a Azerbaiyán a retirar sus tropas. 

En 2020, Armenia y Azerbaiyán libraron una guerra por el enclave disputado durante mucho tiempo, que resultó en más de 6500 muertes. Recordemos que los separatistas de etnia armenia de Nagorno-Karabaj se separaron de Azerbaiyán cuando la Unión Soviética se derrumbó en 1991 y el conflicto que siguió causó unas 30.000 muertes.

Las posiciones pacifistas son muy apreciables a nivel individual, pero cuando entramos en diplomacias sabemos que el pontífice «pro tempore» , sea quien sea, tiende a no argumentar claramente contra los países agresores. En todo caso, objetivamente, antes y después, subsiste una gran complejidad de los criterios y el rechazo a las posiciones simplificadoras. 

Una nota de Doctrina de la Fe de 2002, rechazaba la paz como “una visión irénica e ideológica, […] olvidando la complejidad de las razones en cuestión”, a la vez recordaba “un compromiso constante y vigilante por parte de quienes tienen responsabilidad política”. El Papa Francisco ha elegido la línea de la «equidistancia».

Tenemos un interesante artículo que señala como el verdadero enemigo a vencer en el mundo a la élite globalista anticristiana. Tanta coincidencia en nuestros gobernantes hace pesar que guerra es el epílogo inevitable entre quienes, desde hace un tiempo, la élite mundialista masónica, provocan la guerra mundial en pedazos. Tejen los hilos y maniobran utilizando a los gobernantes como títeres subordinados al régimen supranacional del mundo globalista. 

El verdadero desastre para el mundo es que desde hace tiempo existe una dictadura a través de la cual implementar el nuevo orden mundial del hombre-máquina. Son los mismos que están usando la vacuna, el pase verde, la guerra en Ucrania y que no lamentan mucho la guerra y la amenaza nuclear de Putin. Quieren controlar la humanidad, tejiendo el odio y la división en el mundo, a través del pensamiento único globalista. 

 Estamos seguros de que la élite globalista satánica no se dará por vencida y hará todo lo posible para imponerse. Falta coraje para reconocer «que el verdadero enemigo a vencer es el anticristo anidado en Davos y en la cúpula globalista, una entidad supranacional, desde la cual conducen las filas de las naciones occidentales reducidas a marionetas», lo triste, por lo que nos toca es que, en este juego, incluso el Vaticano es un títere.

Ha comenzado a editarse la revista Cardinalis, disponible on line. Un grupo de laicos franceses encabezados por Jérôme Christol, ha pensado en esta iniciativa para que los cardenales se conozcan entre ellos. En el primer número tenemos a Louis Raphaël I Sako, patriarca de los caldeos, a Timothy Dolan New York y Dieudonné Nzapalainga de Bengui. 

Los autores piensan que no es bueno votar por impulsos y lamentarse después. Pensamos que es una buena idea, por el momento no tenemos reacciones del Sacro Colegio. Tal como están las cosas, o se mueven los laicos, o no se mueve nadie, o al menos lo parece.

Seguimos viendo muy activo al cardenal Pell que estará en Nola en doble sesión, con los sacerdotes en el Seminario y por la tarde con laicos, con un encuentro sobre el tema «Entre reforma y reconciliación. Enfrentamiento en la Iglesia».

Delegaciones de Canadá en el Vaticano para reunirse con el Papa Francisco para presentarle sufrimientos que, por ahora, salvo prueba en contrario, no han existido. La historia, aunque sea falsa, viene muy bien para visualizar lo mala, malísima, que era la iglesia antes y lo buena, buenísima, que es ahora. Los obispos de Canadá se han apuntado a un ‘mea culpa’ , que ni es ‘mea’, ni es ‘culpa’.

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

https://infovaticana.com/blogs/specola/los-equilibrios-del-papa-francisco-con-ucrania-cardinalis-on-line-la-dictadura-globalista-pell-y-el-mea-culpa-de-canada/

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