Poca gente parece saber que el cetro monárquico, inmanente emblema de poder en reyes y reinas tiene su origen (por ejemplo, particularmente el inglés) en el Tirso, una herramienta mágica de sacerdotisas del Dionisio griego.
El cetro era empleado para «transferir» el poder espiritual de los planos sutiles al mundano donde actuaría el monarca, y se trataba de pases «magnéticos» que el sacerdote o sacerdotisa realizaba sobre la espalda desnuda del rey o reina, tocándole con el mismo desde la entrepierna (asiento de kundalini) hasta el cráneo.
Otra curiosidad es que el Tirso era realizado insertando una piña (de pino) en una caña consagrada; la forma misma de la piña remite a la glándula pineal y es, desde épocas arcaicas, símbolo de esta glándula.
Por cierto; es de Egipto que los Templarios traen su conocimiento sobre la pineal y la utilizan como símbolo «secreto» entre sus pares, representándole, también, como una piña, tal como muestra la última foto, tomada en la encomienda templaria todavía existente en el Barrio Gótico de Barcelona (eterno agradecimiento al querido José Luis Giménez, pues debo a él este último secretillo comentado).
Por Gustavo Fernández.
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