“Europa se encuentra al borde de una ruptura socioeconómica, y Angela Merkel será quien decida su tiempo y forma, en base a dos posibles estrategias. La primera es que Alemania deje el euro por sí misma, después de fomentar una situación económica insostenible en los países del Sur. La segunda es dejar que se produzca una destrucción de las economías de España, Grecia, Portugal o Italia, pero para echar a estos países de la moneda única”. Estos son los dos hipotéticos y adversos escenarios que dibuja a medio plazo en la UE Sami Naïr, quien ha participado activamente en la política europea asesorando al Gobierno de Lionel Jospin entre 1997 y 1999, y luego como europarlamentario en Estrasburgo desde 1999 a 2004.
El análisis de Naïr no deja demasiado margen a la esperanza, pero aún se puede evitar el estallido. ¿Cómo? Mediante la fuerza de los movimientos sociales que “pueden transformar la situación a nivel económico y político, e impulsar un control democrático de las instituciones europeas”, añade el politólogo. Reacciones sociológicamente poco probables, pero no imposibles, como Naïr se ha encargado de demostrar en su último ensayo sobre la Primavera Árabe ¿Por qué se rebelan? Revoluciones y contrarrevoluciones en el mundo árabe (Clave Intelectual). Un campo de estudio en el que es experto este catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de París y Director del Centro Mediterráneo Andalusí (CMA) de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
“España ya ha perdido una generación, pero seguramente perderá otra más”
El epílogo de las revoluciones y las contrarrevoluciones del mundo árabe todavía no está escrito. Los análisis de Naïr se centran más en describir los diferentes escenarios con posibilidades de producirse en el futuro que en apostar por uno en concreto. La realidad contemporánea es demasiado compleja como para lanzar hipótesis cerradas. Si bien a día de hoy se puede decir que “las revoluciones árabes han triunfado allí donde se han derrocado regímenes autoritarios”, Naïr no descarta que surjan “nuevas dictaduras” fruto de estas transiciones caóticas.
No descarto que surjan nuevas dictaduras en el mundo árabe, fruto de sus transiciones caóticas
Un efecto de los enfrentamientos políticos internos en estos países es que "han surgido fuerzas reaccionarias, como el salafismo terrorista”, que en su nuevo libro compara con los movimientos fascistas de los años 30 en Europa. Naïr no vislumbra aún una hipotética “transición” en la UE, por lo que tiene claro que “si España ya ha perdido una generación, la de los jóvenes que acabaron de formarse coincidiendo con el inicio de la crisis, seguramente perderá otra más, la que viene detrás de esta, y eso me parece algo absolutamente terrible".
Los nacionalismos como reacción a la ausencia de identidad europea
El populismo en los países europeos afectados por la crisis, que bebe del fanatismo religioso y la xenofobia, se refleja ya en el fuerte crecimiento electoral de fuerzas como Amanecer Dorado en Grecia, Ukip en el Reino Unido o Front National en Francia. Las posibilidades de que estos movimientos nacionalistas acaparen el descontento social son directamente proporcionales a "la carencia de una identidad y cultura europea", que, según Naïr, es total.
El fracaso en la construcción identitaria de la UE, por la que responsabiliza por igual a los partidos de izquierda y de derecha, "se paga ahora con el auge de los nacionalismos”, apunta el que fue europarlamentario. “Se intentó hacer creer a la gente que el desarrollo económico iba a crear una identidad europea, cuando la UE sólo era una comunidad económica que provocaba conflictos de intereses entre países”. La ultraderecha, pues, encuentra un fuerte caldo de cultivo, un contexto en el que el sentimiento de pertenencia está ligado a la economía nacional y en el que ningún partido se ha preocupado por dotarse de unas tesis realmente proeuropeas, sentencia el pensador galo.
Los partidos siguen sin darse cuenta de que Europa ya no existe, que se ha transformado en una distopía dominada por Alemania y Francia
Para Naïr, los partidos tradicionales nunca serán los actores responsables de evitar este estallido en la UE. “No tienen una concepción clara de lo que realmente es la Unión. Incluso formaciones más radicales como Syriza en Grecia siguen sin darse cuenta de que Europa ya no existe, que se ha transformado en una distopía dominada por Alemania y Francia”, lamenta el pensador galo. Así, deposita en el movimiento de los indignados, a los que identifica como hijos de la Primavera Árabe y padres de Occupy Wall Street, su última bocanada de esperanza: “El ejemplo del 15-M ha generado una ola de rechazo por toda la UE a esta sociedad formalmente democrática, pero que internamente está podrida”.
Rechazo de los aparatos políticos clásicos
Ante la situación de emergencia actual, Naïr defiende que estos movimientos sociales sigan una estrategia institucional, “pero evitando las formas clásicas de los partidos, que sólo tratan de construir una estructura de poder. Son como máquinas cuyo único objetivo es la autorreproducción, en lugar de desarrollar programas políticos”.
Los movimientos sociales se encuentran ante una oportunidad histórica para llegar a ser políticamente hegemónicos, pero para ello “deben escapar de los modelos clásicos e inventar nuevas formas de hacer política: descentralizada, participativa y pegada al tejido social como, por ejemplo, están haciendo Los Verdes en Berlín”. Un proceso de reconstrucción de la política que, según el pensador, es imprescindible para superar la actual crisis sistémica.
Las redes sociales son para Naïr un “elemento fundamental para que se produzcan estos cambios”. Ya lo fueron en la Primavera Árabe, y también en el surgimiento del 15-M. Dos movimientos con muchas diferencias entre sí, pero también con grandes puntos de encuentro, relata Naïr. La bandera de la 'dignidad' que movimientos como el de los indignados han enarbolado en la UE es la primera similitud con las revoluciones árabes señalada por el politólogo. La segunda es que ambas 'revueltas' surgieron desde la sociedad civil organizada y no desde los partidos políticos. Una característica de la que emana la tercera y última analogía: “El rechazo de los aparatos políticos clásicos, sobre los que existe una obvia y absoluta desconfianza en ambos continentes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario