Cuando la
Iniciativa Industrial Desertec, una alianza de 21 corporaciones
europeas, anunció sus intenciones de instalar una red de plantas
termosolares, fotovoltaicas y eólicas en el Magreb, el norte de África,
para generar electricidad, fue saludada como una “utopía verde”. Y ahí
se quedó.
El proyecto, que tenía previsto generar
100 gigavatios para 2050, insumiría 400.000 millones de euros (unos
521.000 millones de dólares).
En un estudio divulgado en el verano boreal, Desertec pronosticó que
un sistema de energía integrado para Europa, Medio Oriente y África del
norte le permitiría a Europa reducir sus emisiones de dióxido de carbono
(CO2) en 95 por ciento, importando 20 por ciento de electricidad del
Magreb y ahorrándose 33.000 millones de euros (43.200 millones de
dólares) al año.
La iniciativa permitiría a los países de Medio Oriente y África del
norte cubrir sus necesidades energéticas gracias a la abundancia de
recursos como el sol y el viento y reducir las emisiones de CO2 en 50
por ciento, pese al gran aumento de la demanda.
La región se beneficiaría de una industria de exportación que
ascendería a 63.000 millones de euros (82.400 millones de dólares) al
año.
Pero tres años después de aquel anuncio, el sueño de Desertec sigue
sin cumplirse. La euforia se transformó en duras críticas que van desde
acusaciones de incompetencia hasta carencias en la gobernanza
corporativa.
Enorme potencial
En las pautas del proyecto,
Desertec Industrial Initiative (DII) señala: “El potencial económico a
largo plazo de la energía renovable de Eumena (Europa, Medio Oriente y
África del norte, en inglés) supera por lejos la demanda actual, y el
potencial de la energía solar empequeñece a todas” las otras
alternativas.
Basándose en cifras de institutos de investigación alemanes y del
Club de Roma, el estudio estima: “Por cada kilómetro cuadrado de
desierto se pueden obtener 250 gigavatios de electricidad al año con la
tecnología que concentra la energía termosolar”.
De hecho, cada kilómetro cuadrado de tierra en Medio Oriente y África
del norte “recibe una cantidad de energía solar equivalente a 1,5
millones de barriles de crudo. Una central termosolar del tamaño del
lago Nasser, en Egipto, de unos 6.000 kilómetros cuadrados, podría
generar tanta energía como la actual producción de petróleo de Medio
Oriente”.
Marruecos, donde iba a comenzar el proyecto piloto, tiene particular
interés en que se concrete la empresa por el enorme impacto que tendrá
en la economía local, en especial en la creación de empleo en el sector
de energías renovables.
Infinidad de obstáculos
La confirmación de las dificultades fueron comunicadas a los expertos
el 7 de noviembre en Berlín durante la presentación oficial de las
primeras centrales termosolar, fotovoltaica y eólica, que se instalarían
en la provincia marroquí de Uarzazate, y que tenían previsto generar
electricidad en 2014.
Los planes de construcción teóricamente fueron acordados, pero
dependen de la aprobación de España, el principal socio del proyecto,
para que la electricidad generada sea transportada a Europa.
El gobierno español, atribulado por una grave crisis económica, no ha
podido confirmar su apoyo, una situación que es poco probable que vaya a
cambiar dado que España es un exportador neto de electricidad a
Marruecos, y no querrá revertir esto, según expertos consultados por
IPS.
La alianza DII comprende al alemán Deutsche Bank y a la operadora y transportista española TSO Red Eléctrica.
“El negocio para un proyecto de referencia de Desertec, preparado por
nosotros y la agencia solar marroquí Masen, fue ampliamente discutido
en los últimos dos años con empresas españolas, TSO Red Eléctrica y la
Comisión Europea, y fue declarado factible”, dijo en la presentación de
Berlín, Paul van Son, director general de DII.
El primer proyecto en Marruecos, encabezado por la gigante alemana
del sector energético RWE, tendrá una capacidad instalada de 100
megavatios de energía fotovoltaica y eólica.
Un segundo proyecto, que utilizará plantas termosolares y será
supervisado por ACWA Power International, de Arabia Saudita, tendrá una
capacidad instalada de 160 megavatios.
Se prevé que ambos estén operativos en 2014.
“Se encontraron inversores, los subsidios iniciales están disponibles
y la industria quiere participar”, confirmó Van Son. Pero España se
negó a enviar representantes a Berlín y por ahora no suscribió el
proyecto de Marruecos.
Von Son está convencido de que “los otros socios, de Marruecos y de
la Unión Europea, puedan convencer a España”, dado que el propio
gobierno de ese país se beneficiará de esta iniciativa.
Falta de coordinación
Otra dificultad de este proyecto apareció a fines de octubre, cuando
la gigante alemana de la electrónica Siemens anunció su retiro de la
alianza, pese a ser un miembro contribuyente de DII desde 2009.
El hecho fue interpretado por muchos como una prueba de que Desertec era un fracaso.
Según Friedrich Fuehr, miembro fundador de la junta de directores de
la Fundación Desertec, DII “sigue una estrategia equivocada”.
Fuehr, un abogado alemán y consultor de negocios, dijo a IPS que la
principal responsabilidad desde 2009 era concebir una hoja de ruta para
superar todas las dificultades de coordinación internacional y resolver
cuestiones acuciantes como la forma de implementar subsidios e
impuestos.
Opinó que “una coalición de compañías privadas tan poderosas y
capaces como Deutsche Bank, UniCredit, RWE y SCHOTT Solar deberían en
tres años poder formular el marco político que necesitan para que
Desertec funcione”.
“Pero todavía lo estamos esperando”, se lamentó. “En cambio, el DII
se concentró en lanzar un único proyecto modelo”, en Uarzazate.
También se apenó de que la revolución energética que el mundo
necesita para hacer frente a la realidad del recalentamiento global
“esté ocurriendo, sin la participación de Desertec”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario