Andrew Wakefield
Magdalena del Amo*.- La persecución al doctor Andrew Wakefield por alertar sobre las secuelas causadas por la polémica vacuna MMR, conocida en España como triple vírica, inoculación destinada a la población infantil contra rubeola, papelas y sarampión, constituye uno de los escándalos sanitarios más escandalosos de los últimos años.
Sin embargo, los poderosos han conseguido instalar esta gran mentira en la sociedad hasta el punto de ser prácticamente imposible encontrar información a favor del doctor Wakefield y la denuncia contra la trama urdida contra él por parte de la mafia farmacéutica y médica, con la complicidad necesaria de los medios de comunicación.
Antes de seguir adelante, veamos quién es este profesional, al que la maquinaria del sistema ha triturado de manera inmisericorde. Andrew Wakefield estudió Medicina en el St. Mary’s Medical School –llamado actualmente Imperial College School of Medicine—, y se convirtió en miembro del Real Colegio de Cirujanos en 1985. Entre el 1986 y 1989 formó parte de un equipo de la Universidad de Toronto (Canadá), que estudiaba problemas de rechazo de tejidos en trasplantes del intestino delgado. Más tarde trabajó en un programa sobre trasplantes de hígado en el Royal Free Hospital de Londres.
Un día de mayo de 1985, cuando dirigía una investigación sobre la enfermedad de Crohn, la madre de un niño autista, de nombre Rosemary Kessick, se puso en contacto con él para decirle que a su hijo le habían aparecido los síntomas del espectro autista, tras ser inyectado con la vacuna triple vírica. Después se sumaron otros casos, lo que motivó que Wakefield se implicase en el estudio de esta relación causa-efecto.
Su calvario empieza trece años después, en 1998, con la publicación en la revista The Lancet del estudio que él dirigió, en el que se concluía que la denominada vacuna MMR o triple vírica podría estar relacionada con trastornos neurológicos, intestinales y autismo.
Wakefield decía que había que replantearse el empleo de esta vacuna hasta que se hiciesen nuevos estudios. Esto suscitó una gran polémica, que llevó a realizar nuevas investigaciones, las cuales corroboraron lo expuesto por Wakefield. Tras esto, las asociaciones de familias con niños autistas empezaron a pedir explicaciones a las autoridades.
El autismo engloba una serie de trastornos neurológicos que provocan déficits de desarrollo en los niños y dificulta su socialización y comunicación con el entorno, al no ser capaces de exteriorizar sus emociones. La opinión oficial es que aún se ignora la causa del autismo, que afecta en la actualidad a 1 niño de cada 150. El incremento de este padecimiento es alarmante, pues hace treinta años solo afectaba a 1 de cada 10.000. Coincidentemente, los casos de autismo se incrementaron cuando el uso de algunas vacunas se hizo obligatorio.
Presiones a la prensa y a los médicos: Historia de una trama
La puesta en marcha de una campaña para negar la relación entre el autismo y la vacuna no se hizo esperar. Para ello, diez de los trece médicos que habían participado en el estudio fueron obligados a retractarse; al mismo tiempo presionaron al Sunday Times para que promoviera una campaña de desprestigio contra el doctor Wakefield; y, paralelamente, se le exigió al Consejo General Médico que le abriera un expediente, lo cual desembocó en la retirada de su licencia para ejercer, en el año 2010.
¡Como que esto nos suena!
El modus operandi del sistema es siempre el mismo. Además, conviene recordar que el citado periódico pertenece a Rupert Murdoch, un personaje maquiavélico y corrupto, investigado y procesados sus colaboradores por escuchas ilegales, sobornos a policías y chantaje. ¡Todo un ejemplo de la comunicación! Pero de esto no se habla.
Aunque el doctor Wakefield emigró a Estados Unidos para continuar con sus investigaciones, no pudo librarse del acoso del British Medical Journal, que continuó con la campaña de difamación, acusándolo de haber falseado los resultados y haber violado la ética médica.
En un artículo de la revista española Discovery Salud sobre el caso, leemos que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y otras instituciones sanitarias estadounidenses llevaron a cabo una concienzuda campaña de ocultación y falseamiento de datos, informes y estudios científicos, con la complicidad de medios de comunicación, revistas científicas, sociedades médicas y fabricantes de vacunas.
Así fue como se logró neutralizar los datos que ponían de manifiesto la relación entre la triple vírica y el autismo. Al mismo tiempo, se impidió la publicación de estudios que avalaran lo contrario, salvando así de toda responsabilidad a las autoridades sanitarias y políticas. ¿Por qué todo el mundo calla? ¿Por qué ningún fiscal actúa de oficio? Entiendo que estos hechos delictivos no deberían prescribir.
Reunión secreta para organizar la trama
Esta campaña maquiavélica se acordó en una reunión secreta, celebrada en 1999, los días 7 y 8 de junio en la localidad de Simpson Woods (Georgia, EE.UU.). En la reunión se acordó elegir un país que realizase estudios que demostrasen la inexistente relación entre las vacunas y el autismo.
La nación elegida fue Dinamarca, donde los científicos de un centro danés que mantenía relaciones comerciales con el gobierno de Estados Unidos se prestó a firmar varios artículos “al dictado”, junto a responsables de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, con el fin de santificar las vacunas.
Sin embargo, no fue el doctor Wakefield quien lanzó la primera voz de alarma sobre las vacunas, sino la empresa farmacéutica Merck, la mayor fabricante de vacunas, al hacer público un memorando en el que reconocía que “el mercurio contenido en las vacunas administradas en Estados Unidos podía exceder la cantidad que el gobierno federal había establecido como segura”. Las autoridades sanitarias no se hicieron eco de la información.
Algunas vacunas, como el Timerosal contienen mercurio. Sin embargo, la triple vírica que habían recibido los niños investigados por el equipo de Wakefield no contenía mercurio. El estudio indicaba que la vacuna causaba un nuevo trastorno del intestino y que podía ser peligrosa aun estando exenta del metal tóxico.
Aunque a estas alturas el lector ya sabe cómo se mueven las piezas del puzle del negocio de la enfermedad, por si quedara alguna duda no está de más decir que el doctor Thomas Verstraeten, miembro del Servicio de Inteligencia Epidemiológica (EIS, por sus siglas en inglés), que había hecho un estudio cuyos resultados exoneraban por completo a las vacunas de ser las causantes del autismo, fue contratado por la GlaxoSmithKline, uno de los mayores fabricantes de vacunas, entre ellas, la VPH o vacuna contra el virus del papiloma humano. ¿Casualidad?
Los CDC también maniobraron para que el Instituto de Medicina, que había publicado un informe muy crítico sobre la relación de las vacunas con el autismo, se desdijera y emitiera otro informe en el 2004 negando toda relación entre el mercurio de las vacunas y el autismo.
¡Así se hacen los negocios! No importa si las víctimas son bebés o enfermos de cáncer. Por desgracia, la prensa diaria no se ocupa de la corrupción en las altísimas esferas de los sistemas de salud, y el ciudadano vive de espaldas a estas informaciones y creyendo a pies juntillas en las instituciones.
Nuevos documentos aparecidos con posterioridad en Natural News y otras publicaciones demuestran que el doctor Wakefield no cometió ningún fraude; muy al contrario, fue víctima de un complot para lavar la imagen y los dividendos de los laboratorios fabricantes de las vacunas objeto del estudio.
En cuanto a las acusaciones de que Wakefield había falseado los datos del estudio –según las aseveraciones del British Medical Journal y su reportero Brian Deer—, y que no había habido otros estudios independientes, hay que decir que han aparecido documentos que exoneran al doctor Wakefield de estas acusaciones.
Uno de estos documentos demuestra que el 20 de diciembre de 1996, una reunión de The Inflammatory Bowel Disease Study Group, celebrada en el Royal Free Hospital Medical School, mostró una presentación del profesor Walker-Smith sobre siete de los niños que formarían parte del grupo de estudio sobre el que Wakefield publicó en The Lancet, del que el semanario se retractó posteriormente. ¿Presiones? La respuesta es más que evidente.
Conviene recordar que el doctor fue acusado de fabricar sus descubrimientos sobre estos mismos niños en su estudio de 1998. Pero catorce meses antes de la publicación de Wakefield, dos investigadores diferentes, el profesor Walter-Smith y el patólogo Amar Dhillon “habían documentado iguales problemas en niños, incluyendo síntomas de autismo”. De modo que Wakefield no pudo haber fabricado los datos. A no ser que se trate de un fraude a tres bandas, cosa que se descarta de plano.
Hemos leído respecto a este caso prácticamente todo lo que se ha publicado y, una vez más, hemos constatado la injusticia de un sistema que se va deshaciendo de los profesionales de cualquier actividad, que se atreven a presentar avances a favor de la humanidad, porque estos descubrimientos suelen estar reñidos con los intereses de los mafiosos del mundo.
Hemos corroborado también, por si había alguna duda, cómo instituciones que “supuestamente” velan por los ciudadanos, se alían para mentir y conspirar contra los profesionales honrados, en detrimento de las personas.
Y, una vez más, se ha visto la alianza de los grandes medios de comunicación para proteger a “los malos”, a “los amos del mundo”, a costa de lo que sea. Conflicto de intereses. No hay que olvidar que tanto The Lancet como el British Medical Journal y otras revistas científicas, se financian con fondos de las farmacéuticas. Al final, siempre llegamos a lo mismo, a la misma canalla.
El documental censurado sobre el autismo: Vaxxed
Sobre la película titulada Vaxxed: del encubrimiento a la catástrofe, una recreación del caso Wakefield, dirigida por el propio doctor, se ha colgado el telón de la censura y es imposible verla. Los vídeos han sido retirados de YouTube y lo mismo ha ocurrido con toda la información sobre la cinta.
Robert de Niro quiso presentar el documental en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York), del que es cofundador. El actor está muy sensibilizado con el problema, porque su hijo Eliot, de 24 años, es autista –curiosamente a raíz de la vacuna—, y pensó que era interesante abrir el debate. Sin embargo, el film fue censurado y retirado de la programación. Una revista norteamericana lucía en su portada el siguiente titular: “De Niro recibe la visita de la mafia de las farmacéuticas”. En el documental aparecen las opiniones de los científicos arrepentidos, que deciden contar la verdad, que acabamos de citar en párrafos anteriores.
De Niro compareció en el programa de TV Today Show, de la NBC, lamentándose de haber retirado el polémico documental, pero aclaró que lo había hecho para no perjudicar el festival. Estas son algunas de las frases vertidas durante la entrevista, en la que también participó la cofundadora del festival, Jane Rosenthal:
Todo lo que quería era que la película fuera vista y que la gente pudiera emitir su propio juicio al respecto.
Averigüemos la verdad, encontremos la verdad.
Hay un montón de cosas que no se dicen. Nadie parece querer hacer frente a eso, o bien dicen que han abordado el tema y que es un asunto cerrado.
Pero eso no parece ser verdad, debido a que hay muchos testigos que afirman que vieron a sus propios hijos cambiar durante la noche tras recibir la vacuna [triple vírica].
Mi propia esposa dice que eso es lo que le pasó a mi hijo. Yo no lo recuerdo. Pero sí sé que mi hijo es autista y que cada persona reacciona de forma diferente.
Las vacunas son peligrosas para ciertas personas que son más susceptibles. Hay una conexión [entre las vacunas y el autismo], aunque están diciendo que no la hay.
Yo, como padre de un niño que tiene autismo, quiero saber la verdad.
Hay gran cantidad de información acerca de lo que está sucediendo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU y su relación con las empresas farmacéuticas; hay un montón de cosas que no se dicen al respecto.
Hay más de lo que parece a simple vista, créanme.
Hay algo que las personas no están abordando. Y que yo esté aquí, en este programa de televisión con ustedes, en una posición tan incómoda, significa que hay algo ahí.
Creo que es mucho más complicado que eso. No soy un científico, pero sé que el asunto es más complejo de lo que parece porque he visto las reacciones que se producen al respecto. Yo no estoy en contra de la vacunación; estoy a favor de la vacunación segura.
Pero el festival de Tribeca no fue el único donde el documental sería censurado. También fue retirado del WorldFest Houston International Film & Video Festival, después de que “altos funcionarios del gobierno” presionaran a su presidente, Hunter Todd, para que retirase el film. Se sospecha que fue el alcalde, Sylvester Turner, quien dio la voz de alarma para que no se proyectara el documental, quien además habría amenazado con retirarle las subvenciones que el Ayuntamiento aporta al festival.
Este es el correo electrónico enviado por el director del festival al distribuidor de Vaxxed:
Quería que supieras que al igual que sucedió con De Niro y el Tribeca Festival, debemos retirar nuestra invitación a proyectar la película Vaxxed.
La selección y proyección del film se ha cancelado, y no habrá ninguna nota de prensa sobre la película […] que estaba prevista para hoy; después de las llamadas amenazantes de ayer por la tarde por parte de altas autoridades de Houston [la primera y única vez que me han llamado en 49 años], no tuvimos más remedio que renunciar a proyectar la película.
Estamos ante un caso de censura muy duro […] me han amenazado de que emprenderían medidas severas contra el festival si la proyectábamos.
Espero que no te llamen a ti ni te amenacen. Está hecho, está fuera del festival y hemos sido censurados. […] Hay algunas fuerzas muy poderosas en contra de este proyecto. Parece un poco excesivo, ya que estoy seguro de que será publicada pronto en Internet y millones de personas podrán ver este film.
Esta actitud ha sido una gran publicidad para la película. La mayoría no sabía de su existencia, ni de la polémica sobre la vacuna triple vírica, y ahora todos quieren verla. Además se preguntan por qué tienen tanto miedo al debate público. Esperamos que a estas alturas tengan la respuesta. A día de hoy, el doctor Wakefield aún no ha sido reivindicado y las injurias y las calumnias continúan.
(Datos extraídos del libro Conspiraciones contra la humanidad. La agenda de los amos del mundo, Salvador Freixedo y Magdalena del Amo, La Regla de Oro Ediciones, Madrid, 2017).
*Psicóloga, periodista y escritora
https://www.alertadigital.com/2022/12/30/vacunas-y-autismo-la-persecucion-al-doctor-andrew-wakefield-por-decir-la-verdad/