Los
períodos de descompresión relativamente prolongados convertían la labor
de los buceadores en una película en "ralentisseur". No obstante, el
resultado de las investigaciones justificaba el esfuerzo: se encontraron
siete edificaciones de unos cinco metros de ancho y diez de largo cada
una, veintidós muros paralelos y finalmente la calle empedrada, todo
esto unos ocho metros debajo del espejo del lago Titicaca.
Para
la investigación de Tiahuanaco este hallazgo es de fundamental
importancia porque señala que alguna vez el nivel del agua debió ser,
cuando menos, ocho metros menor que en la actualidad, o acaso aún mucho
más”.
Según
Simone Waisbard, en "Tiahuanaco: diez mil años de enigmas incas", “en
Francia, algunos meses después, Ramón Avellaneda mostró su película y el
informe detallado de sus buceos al comandante Cousteau que preparaba
una nueva odisea marina a través de los océanos.
Una
expedición científica de mayor importancia que la "Fer Lance", que
disponía de los medios más modernos, permitiría el estudio profundo de
las reglas aún inexactas de la fisiología de buceo a gran altura.
Además, quizá sería posible averiguar algunos de los misterios
arqueológicos escondidos en el fondo del lago más "alto" del mundo.
El equipo Cousteau aprovecharía así el viaje de la Calypso
en los mares exóticos para atracar en el puerto peruano de Mollendo, en
el Pacífico, a novecientos kilómetros al sur de Lima. Un tren de los
Andes le esperaría a disposición de diecisiete franceses que formarían
la expedición y de varios técnicos y sabios norteamericanos que se
unirían a ellos.
El profesor Harold Edjerton llevaría consigo un sonar
diseñado especialmente para informar por medio de una gráfica cuáles son
la profundidad y la composición del lecho del lago. Del lado francés,
los técnicos que miden la profundidad, la sedimentación de los terrenos,
la calidad de las rocas, la biología y los orígenes del Titicaca.
Hombres-rana y camarógrafos especializados les acompañarían en aquella
misión.
¡El
material perfeccionado de Cousteau pesa treinta toneladas! Comprende
dos pequeños submarinos "de bolsillo" llamados también "pulgas de mar" o
"platillos sumergibles". De una longitud de tres metros por un metro
"Ochenta de ancho, los S.P. 500 han sido fabricados por los talleres
franceses de Sud-Auiation, Pueden descender a quinientos metros de
profundidad, es decir, más de lo que se necesita.
La
llegada de los especialistas franceses y otros extranjeros, moviliza a
la prensa boliviana y peruana. Los periodistas y la gente se sienten muy
decepcionados porque no averiguan nada de los resultados obtenidos por
el equipo Cousteau que guarda un silencio absoluto...
El
comunicado oficial, impacientemente esperado, no enseña nada a nadie.
Establece nada más la satisfacción del comandante Cousteau en cuanto al
estudio técnico realizado en el fondo del Titicaca.
Los
buzos han llegado a trescientos metros de profundidad. Han podido
calcular "la importancia de la presión, reducida de setenta y cinco a
ochenta por ciento en relación con lo normal”.
El
informe indica además, que actualmente se sabe que las posibilidades de
un hombre-rana “disminuyen a esa altitud en un veinticinco a treinta
por ciento, en comparación a las que cuenta a sumergirse en el mar”.
Pero
… ¿y las “ciudades sumergidas” del lago Titicaca? ¿Y los restos
filmados por Avellaneda a raíz de su exploración precedente, que han
inducido a ir al equipo francés?
Lacónico,
decepcionante, concluye el informe: “En cuanto al tema de la búsqueda
de restos arqueológicos, no se han encontrado nada en este dominio, pero
es posible que existan tales ruinas, empotradas en la capa de cieno que
tapiza el fondo del lago y que tiene treinta cuatro metros de espesor”.
Lo negado por Cousteau en su momento, cuarenta años después le dió la razón al argentino. Justa es su reivindicación.
Notas:
[1] La
expedición también se conoció como Fer de Lance (punta de lanza en
idioma francés). Contó con el apoyo “financiero del periódico argentino
"Clarín" y la Federación Argentina de actividades submarinas”. Véase:
Waisbard, Simone. Tiahuanaco: diez mil años de enigmas incas. Santiago
de Chile: Diana, 1987.
[2] “Igor
Malinowsky había marcado minuciosamente en un mapa la posición de las
ruinas consideradas por un "buzo norteamericano" como las de la ciudad
sumergida de Chiopota. Ramón Avellaneda, con la idea de repetir la
hazaña, organizó una expedición que permitía al mismo tiempo estudiar
por vez primera los efectos de la sumersión humana de gran altitud, es
decir, en condiciones anormales y también hacer el estudio hidrográfico y
técnico del lago Titicaca, que era algo que nunca se había intentado”.
Op. Citada.
[3] “En
Bolivia, los escépticos callaban, los sabios se inclinaron, por fin,
con los ojos abiertos, Las ruinas descubiertas por el diplomático
argentino pertenecen a la civilización megalítica más ano tigua del
Altiplano de Collao. Indudablemente han precedido a la famosa Tiahuanaco
y su grandiosa Puerta del Sol. ¿Pero a quiénes corresponden? El
profesor Rubén Vela, del Instituto Arqueológico de Tiahuanaco, emitió
una hipótesis: "Estas ruinas tienen un carácter sagrado. La construcción
hace pensar en un templo lacustre que habría constituido el punto de
reunión de una gran peregrinación religiosa muy importante". Op. Citada.
Por Débora Goldstern
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