El primer ministro libanés, Najib Mikati, presentó su renuncia el 23 de marzo de 2013. En marzo de 2012, la revista Forbes evaluaba su fortuna personal en 3 000 millones de dólares, lo cual lo convertiría en el hombre más adinerado residente en Líbano. Su renuncia pudiera ser el fin de la administración del país por el «clan de los millonarios».
La renuncia del gobierno de Najib Mikati es la expresión libanesa del plan estadounidenses de escalada a escala regional, cuyo pitazo inicial provino del presidente Barack Obama durante su visita en Israel.
En Líbano pudieron verse numerosos indicios políticos antes de la renuncia. Esta abre la puerta a una nueva etapa de la confrontación político-securitaria, que se inscribe en el marco de la guerra mundial desatada contra el Estado nacional sirio. Los agresores quieren convertir el Líbano en un trampolín para atacar a ese país vecino y debilitar a la Resistencia, que constituye una fuerza de disuasión contra Israel y sus aliados.
Los primeros indicios de esta escalada aparecieron con las declaraciones, hace varias semanas, de la embajadora de Estados Unidos en Beirut, quien exigió que las elecciones se organicen según la ley de 1960. La señora Maura Connelly torpedeó así todos los intentos interlibaneses de adoptar una ley alrededor de la cual existiese un consenso y lo hizo porque Washington ha llegado a la conclusión de que cualquier ley que rectifique la representación cristiana conduciría a la aparición de una clara mayoría contraria a la misión que Estados Unidos ha puesto en manos del bloque centrista, que consiste en neutralizar las iniciativas nacionales, tarea que el 14 de Marzo –en particular la Corriente del Futuro– no ha logrado concretar. La consigna lanzada por la señora Connelly dio inicio a una serie de enfrentamientos y desórdenes.
Las declaraciones agresivas y provocadoras de Obama sobre el Hezbollah son otro indicio, proveniente esta vez de la más alta autoridad estadounidense. La instrucciones de Washington a las petromonarquías, a Turquía, a sus auxiliares libaneses y a los países europeos provienen precisamente del presidente de Estados Unidos. Es él quien ordena y los demás obedecen. Ciertas personalidades y fuerzas políticas libanesas se pliegan a sus órdenes creyendo que Washington siempre gana, cuando las experiencias del pasado demuestran que, en Líbano, Estados Unidos ha sufrido duras derrotas. O lo que hacen es decir que son objeto de presiones que nadie podría soportar. La orden de Estados Unidos es clara: ha llegado el momento de poner fin a la participación del Hezbollah en el gobierno.
Los dos puntos litigiosos que, al parecer, originan la renuncia de Najib Mikati constituyen el núcleo del interés estadounidense: la insistencia en la formación de la comisión electoral se inscribe en el marco de la voluntad de organizar las elecciones en base a la ley de 1960 y la insistencia en mantener al general Achraf Rifi a la cabeza de las Fuerzas de Seguridad Interior (FSI) es totalmente natural ya que, desde 2005, esa institución es el centro del dispositivo que proporciona servicios e información de inteligencia a Estados Unidos y a sus cómplices regionales, sobre todo a los implicados en la guerra contra Siria.
Los responsables libaneses que se han pronunciado a favor de mantener a Rifi a la cabeza de las FSI saben perfectamente que ese individuo y la institución que él dirige han aportado respaldo y protección a los movimientos takfiristas cercanos a al-Qaeda y a otros grupos terroristas multinacionales en Líbano, en los campamentos palestinos y dentro de la cárcel central de Roumié.
La renuncia ilustra la relación de los intereses políticos y en materia de seguridad con la cuestión de la ley electoral. Para alcanzar una solución política habrá que esperar el derrumbe de las ilusiones estadounidenses en Siria y la derrota de los intereses de Washington en ese país.
La gira de Obama
El presidente estadounidense marcó el inicio de esta escalada durante su gira regional, que tenía como objetivos lograr que sus aliados cierren filas, reducir las divergencias que existen entre algunos de ellos y tratar de modificar la correlación de fuerzas en Siria y en la región. Comenzó dando la señal de guerra abierta contra el Hezbollah, convenció a Jordania para que juegue a plenitud el papel que se le ha dado en la agresión contra Siria (afluencia de terroristas, entrenamiento en el territorio del reino, etc.) y, finalmente, arregló el falso diferendo entre Turquía y Israel.
A su secretario de Estado se le dio la tarea de garantizar el seguimiento tratando de aislar a Siria de sus aliados. El domingo, durante su estancia en Bagdad, John Kerry dijo al primer ministro iraquí Nuri al-Maliki que aviones cargados de armas que realizan vuelos entre Irán y Siria a través del espacio aéreo iraquí ayudan a mantener a Bachar al-Assad en el poder. «Le dije muy claramente al primer ministro que los vuelos de aparatos provenientes de Irán contribuyen a mantener al presidente Assad y su régimen», declaró Kerry a varios periodistas después de su encuentro con Maliki en la capital iraquí. «Todo lo que ayude al presidente Assad constituye un problema», agregó Kerry en una conferencia de prensa organizada en la capital iraquí durante su inesperada visita.
Todo está listo. Pronto comenzará la batalla decisiva.
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